En el lujoso hotel las mascotas reciben masajes, comida «gourmet» y juegos. Los propietarios pueden ver a sus perros todo el tiempo a través de las cámaras de vigilancia a las que acceden con sus smartphones.
Por Noemí Jabois
Gurgaon, 31 de diciembre (EFE).- Bruce, un pequeño beagel blanco, negro y marrón, persigue una pelota en la zona de juegos, mientras media docena de perros ven la televisión en el «lounge». Esta noche todos dormirán en camas de terciopelo en el Critterati, autoproclamado el primer hotel de lujo para canes del sur de Asia.
En un mundo paralelo a los millones de perros callejeros de la India y sus 270 millones de pobres, un enorme cuadro de un perro de caza fumando pipa, collares de perlas con colgantes en forma de hueso y vestidos para canes que nada tienen que envidiar a los últimos diseños para humanos, dan la bienvenida a un edificio de varias plantas.
A la entrada de este hotel de la ciudad satélite de Gurgaon, adyacente a la capital india, se encuentra la zona de «revisión», una terraza donde se pesa, se toma la temperatura y se comprueban las pulgas de todos los recién llegados, explica a EFE el gerente, Aditya Narang.
Los «padres», como se llama aquí a los dueños, deberán rellenar el más detallado de los formularios sobre sus «bebés» para que el personal pueda tener en cuenta hasta si les gusta recibir abrazos o que les toquen las orejas a la hora de ofrecerles el mejor servicio.
Cada día una media de medio centenar de perros procedentes «de todos los puntos de la India» pasan el día en este centro, de los que, según el gerente, aproximadamente la mitad se quedarán a pasar la noche en una de las lujosas habitaciones equipadas con aire acondicionado y televisor.
«Mucha gente me pregunta por qué hay televisiones si los perros no ven la tele. Lo cierto es que entre el 15 y el 20 por ciento de los canes ven la tele, pero la idea es que todo el mundo tiene un aparato en casa de modo que cuando éstos están encendidos los perros no se sienten solos, se sienten en casa», afirmó a EFE el dueño, Deepak Chawla.
También hay cámaras de vigilancia para que los «padres» puedan ver a sus criaturas en tiempo real en sus teléfonos móviles con la sola utilización de una contraseña.
Las opciones son infinitas: habitaciones de luna de miel para parejas, familiares con capacidad para tres perros y hasta suites con balcón.
Los precios oscilan entre los 15 y los 66 dólares por noche, dependiendo de si se es miembro del Club Critterati y de la habitación escogida.
Sin embargo, los huéspedes sólo van a los cuartos pasadas las 8 de la tarde, al terminar una larga jornada de más de 12 horas de juegos, descansos para hacer sus necesidades, comidas, baños en la piscina libre de cloro y masajes.
«Sólo vienen aquí para dormir y están tan exhaustos que por la noche no hacen otra cosa que dormir», dice el también director del hotel, «padre» él mismo de cinco canes.
La zona de juegos está hecha con el mismo suelo que las pistas de bádminton internacionales para que los perros no se hagan daño en las rodillas y está dividida en tres partes para que lo pasen en grande de cinco en cinco, agrupados por tamaños y compatibilidad.
«Cuando están cansados después de jugar todos van al área de descanso, ven la tele, toman un premio, pasan alrededor de una hora allí y luego, cuando están frescos, vuelven a la zona de juego o a la piscina», explica el dueño.
En el sótano está el «castillo de cuidados», donde se encuentra una clínica con un veterinario disponible las 24 horas del día y en la que los huéspedes son revisados una vez por día.
También hay una boutique con comida «gourmet» de sabores imposibles, correas, juguetes y trajes de todos los estilos, productos la mayoría importados de diferentes países.
Al fondo está la peluquería, equipada con mesas rosas a juego con los tocadores. En una esquina, una mesa para masajes rezuma a los aceites que allí se utilizan a diario.
Las sesiones de spa «les dejan tranquilos por 6 o 7 días», afirma Chawla.
En el café de la entrada se sirve comida para humanos y también especial para perros, como pizzas, magdalenas y cerveza caninas, y helados sin azúcar.
Girith Nagpal, un estudiante de contabilidad que ha venido acompañado de su shih tzu Hazel para comprar comida y trajes en la boutique, destaca a Efe que las instalaciones tienen «de todo».
Pero, ¿cómo se le ocurrió a Chawla la extravagante idea?.
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«Tenía un perro -pastor alemán- que se llamaba Blakie, cuando creció era muy posesivo (…). De modo que comencé a buscar internados y en nuestro país eran de una calidad tan inferior que no podía dejar a mi perro allí», explicó.