En realidad, South Park lleva desde sus inicios siendo claramente político. Big Gay Al’s Big Gay Boat Ride (temporada 1, episodio 4) era una apasionada celebración de la homosexualidad que, a la vez, recurría a cada uno de los tópicos, estereotipos y chistes fáciles asociados a personajes gay en comedias.
Por Henrique Lage
Ciudad de México, 3 de enero (SinEmbargo).- El 7 de noviembre de 2001, tan solo dos meses después de los ataques a las Torres Gemelas, Comedy Central emite «Osama bin Laden has farty pants», noveno episodio de la quinta temporada de South Park. Para entonces, el público ya se había familiarizado con la actitud contestaria de la serie animada, principalmente a través de una oleada de merchandising que enfatizaba las palabrotas, el gore y el humor escatalógico que por entonces hacían popular a la serie. Sin embargo, el episodio en cuestión se emitía en un momento muy delicado: apenas dos semanas antes George W. Bush firmaba el Patriot Act.
En este contexto se situaba el germen de lo que Stephen Colbert terminó por denominar truthiness: una actitud política y argumentativa que despreciaba los hechos a favor de los sentimientos y la intuición. El episodio de South Park recibió grandes críticas y fue nominado a los Emmy (perdiendo contra el clásico de Futurama Roswell That Ends Well) pero se ha destacado como un complejo ejemplo del papel de esta serie como sátira política. Es obvio que Parker y Stone apuntaban a los cortos propagandísticos de la Segunda Guerra Mundial, especialmente a Looney Tunes como el del Pato Lucas Daffy – The Commando (1943) o el de Bugs Bunny Herr Meets Hare (1945) donde la violencia y la mofa de alter egos de Adolf Hitler eran una vía de escape para el terror diario.
Ya en otoño de 2003, en un artículo del editor Brian C. Anderson para su revista City Journal se habla de South Park como un “antídoto contra la corrección política” en la medida en la que Parker es abiertamente libertario y Stone esgrime odiar más a liberales que a conservadores, que tampoco le caen nada simpáticos. El artículo menciona el término South Park Republicans, acuñado por Andrew Sullivan, término que no gustó mucho a los creadores de la serie por su inequívoca apropiación por parte de la derecha norteamericana. Una forma de justificar el difícil equilibrio entre una actitud conciliadora y moderada en asuntos sociales con, a tenor del episodio sobre Osama bin Laden, una política exterior bastante dura. Diez años después, Todd Winner se preguntaba que había sido de esos South Park Republicans con motivo del auge del Tea Party, movimiento que se fortaleció con un discurso anti-Obama y que ha llevado al Partido Republicano en EU a acabar atrapado en su propia pesadilla con Donald Trump al frente.
¿Es una cuestión de ser “ni de derechas ni de izquierdas”? El octavo episodio de la octava temporada, titulado Douche and Turd plantea su propia duda sobre el bipartidismo norteamericano: los niños de South Park deben elegir entre dos mascotas para su escuela, en clara alusión a las elecciones de 2004 entre W. Bush y John Kerry. Es cierto que no se puede aplicar la misma concepción de izquierda y derecha política aquí que en EU, pero hay una clara crítica a las pocas diferencias sustanciales que supone la vida cotidiana bajo un gobierno Demócrata o Republicano.
Lo cierto es que Parker y Stone no son ajenos a todo el revuelo político en torno a su más famosa creación: ya sufrieron los vaivenes de la crítica con su largometraje Team America: World Police (2004). Allí, a la vez que se empleaba el lenguaje de los blockbusters de Jerry Bruckheimer y Michael Bay y partiendo del recuerdo naïf de las series de marionetas de Gerry Anderson, se ironizaba sobre los críticos del entonces presidente. Buscaban diferenciarse de la tónica general del momento, donde todo comediante americano había hecho de Bush su piñata particular. Es un debate con el que estamos familiarizados en España ante la preferencia de parte de la población por las estrellas mediáticas “apolíticas” o que jamás se pronuncian más que para las causas de consenso, pero también para quienes pregonan sin atender a las formas o el valor de sus argumentos. La película parece tener mucho interés en recordarnos que las buenas intenciones (sean para salvar países a base de bombardearlos o para hacer del activismo un ejercicio de vanidad) pueden tener terribles consecuencias. Hay, por ejemplo, una notable ansia de venganza hacia figuras como Michael Moore y sus métodos, entre los que se encuentran editar en Bowling for Columbine (2003) una entrevista con Matt Stone seguida de una secuencia animada en un estilo similar a South Park, lo que creaba la asociación de que Stone era autor de dicha secuencia.
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Hay que entender que una gran parte de la sátira norteamericana está enfocada a los republicanos o en posiciones más liberales que los propios demócratas, lo que deja a los miembros más progresistas de la sociedad estadounidense ajenos a una crítica humorística y razonada. Parker y Stone apuntan a aquellos que suelen eludir los principales satiristas, no persiguen a los objetivos fáciles y eso, en ocasiones, se confunde con un apoyo tácito que sus propios guiones se encargan de desmontar rápido, de un plumazo, con algún guiño implícito o indirectas bien tiradas.
No es que estos autores no tuviesen material de sobra para vapulear a Bush, pero lo harían en un proyecto con menor fortuna mediática, la serie de imagen real That’s my Bush! (2001). Lo cierto es que Parker y Stone habían planteado antes de las elecciones una serie titulada Everybody loves Al, centrada en un Al Gore presidente de los EU, pero los resultados electorales obligaron a replantear el proyecto. En cualquier caso, la figura política era lo de menos siempre que pudiesen parodiar los tópicos de las sitcom: así, el proyecto mantuvo constantes en su evolución, como los personajes del vecino molesto o la criada respondona y los episodios se basaban más en tramas arquetípicas, como el impresionar a tu suegra, aunque en este caso tu suegra sea Barbara Bush y lo que más le impresione sea la Guerra contra las Drogas.
En realidad, South Park lleva desde sus inicios siendo claramente político. Big Gay Al’s Big Gay Boat Ride (temporada 1, episodio 4) era una apasionada celebración de la homosexualidad que, a la vez, recurría a cada uno de los tópicos, estereotipos y chistes fáciles asociados a personajes gay en comedias. Ese equilibrio entre un mensaje sincero y la libertad para reírse de lo que otros encontraban ofensivo es la clave de la serie y por ello les valió su primera nominación a los Emmy. La serie siguió expandiendo su discurso sobre temas tan diversos como la eutanasia o la deforestación pero, aún contando con ciertos cameos de celebridades, no abrazaría la actualidad hasta capítulos como Quintuplets 2000 (temporada 4, episodio 4) con la reproducción exacta -y por duplicado- de la fotografía de Alan Diaz donde un agente del INS apuntaba su arma en dirección a Elián González.
CARRERA CON LA ACTUALIDAD
Estar más al tanto de la actualidad le otorgaba un nuevo nivel de comentario social, un pulso del momento que se nutrió de las nuevas tecnologías: la animación por ordenador tolera cambios de última hora, convirtiendo la realización de South Park en una apretada carrera contra el tiempo como la que se muestra detalladamente en el documental 6 days to Air: the making of South Park (2011). Esa charla en tiempo presente tiene otras desventajas, como la falta de perspectiva que otorga el tiempo para tratar otros temas y que tanto ayudaba a la serie The Newsroom a señalar con el dedo. Pero también favorece un análisis de cómo la serie evolucionaba y podía volver sobre ciertos temas y aportar matices o incluso replantearse sus posturas, lo que la convierte en una serie bastante única incluso en el saturado panorama actual.
Por ejemplo, tomemos la religión: en una serie donde una de sus primeros borradores es un cortometraje que enfrenta a Santa Claus con Jesucristo – The Spirit of Christmas, la versión de 1995, no se van a andar rodeos con la religión. Más allá de los siempre necesarios especiales de Navidad, su visión cáustica de la fe organizada empapa temporadas completas. Y aun así, hay espacio para matices: All about the mormons (Temporada 7, episodio 10) desarrolla una postura tolerante frente a la religión aún cuando no pueden admitir lo sospechoso y ridículo que puedan sonar las enseñanzas de Joseph Smith. Admiten que hay una forma sana de ser una persona religiosa y que ello les merece un respeto. La clase de mensaje que enfurecería al Nuevo Ateísmo Militante, que, con el tiempo, ha ido cayendo en el etnocentrismo y la xenofobia y que también recibiría lo suyo como fanatismo en Go God Go (temporada 10, episodios 12 y 13). En cambio, nada de esto les ha impedido denunciar a la Cienciología en Trapped in the closet (Temporada 9, episodio 12) incluso cuando les costó la continuidad de Isaac Hayes y, con él, el personaje de Chef que había estado allí desde el comienzo y se despidió de la forma más humillante que fueron capaces de imaginar en The return of Chef (Temporada 10, episodio 1).
Este constante diálogo ha llevado a situaciones extraordinarias que fuerzan a la propia serie a hablar de sí misma. Cuando el 4 de Julio de 2001 se emitió el episodio Super Best Friends (Temporada 5, episodio 3) no hubo ningún problema en representar a Mahoma como un piroquinético parte de un equipo de superhéroes formado por profetas de las principales religiones. Cinco años más tarde, en abril de 2006, emitieron el doble capítulo Cartoon Wars (Temporada 10) dondeComedy Central rechazó emitir un fragmento con Mahoma de protagonista a raíz de las reacciones a las caricaturas del fundador del Islam en el periódico danés Jyllands-Posten. En un capítulo sobre el peligro de la censura, Parker y Stone se vieron censurados.
Otros temas ofrecen interesantes contradicciones. South Park no ha escondido su escepticismo sobre el calentamiento global. En Terrance and Phillip: Behind the blow (Temporada 5, episodio 5) donde el personaje de Clyde invoca el oficio de geólogo de su padre para negar cualquier evidencia al respecto. ManBearPig (Temporada 10, episodio 6) va aún más lejos, utilizando al homónimo monstruo como un “que viene el coco” que Al Gore utiliza en su propio beneficio. Sin embargo, el episodio Goobacks (Temporada 8, episodio 7), plantea una crisis migratoria de viajeros desde el futuro, buscando la tranquilidad y seguridad del entonces año 2004, una de cuyas soluciones pasa por empezar a construir un presente más responsable y sostenible para que las causas de ese deprimente futuro nunca tengan lugar.Goobacks ofrece una empática visión del refugiado que es coherente con The last of the Meheecans (Temporada 15, episodio 9) donde la caricaturesca visión de la emigración mexicana no empaña una inteligente historia sobre desarraigo.
Uno de los mayores aciertos de su pasada temporada fue The cissy(Temporada 18, episodio 3). Es, curiosamente, un capítulo que nunca parece tener claro dónde situarse: Cartman se hace pasar por transexual para tener un cuarto de baño privado en la escuela; su rival Wendy hace lo mismo, lo que les obliga a compartir baño; Cartman incordia a Stan porque considera que estar en una relación con una Wendy transgénero lo convierte en homosexual; y Stan empieza a tener dudas sobre si su condición cisgénero es “normal”. Quizás eso es lo que lo haga tan interesante: ese vuelco en asumir ciertas identidades sexuales como aquellas por defecto. El episodio resultaría bastante progresista para quienes este año han atacado la serie por su representación de Caitlyn Jenner en Where my country gone?(Temporada 19, episodio 2) no como un icono de la transexualidad sino como una celebridad privilegiada, impune y carente de empatía.
Me gustaría recordar tres capítulos más que creo que ahondan en la filosofía de la serie y ayudan a entenderla. En primer lugar, Mystery of the Urinal Deuce (Temporada 10, episodio 9) quizás sea una de sus críticas más agudas. En este episodio se expone la idea de que las teorías conspiracionistas sobre gobiernos planeando auto-atentados terroristas son promovidas por los propios gobiernos para mantener una farsa: que realmente son tan competentes para realizar un ataque de falsa bandera en lugar de no tener ni idea de que están haciendo la mayor parte de tiempo. South Park cree en el caos de la estupidez, en la histeria masiva y en la necesidad de convencernos a nosotros mismos de que no formamos parte de ese caos. El segundo ejemplo esWhale whores (Temporada 13, episodio 11) donde se expone de un modo bastante transparente su posición: se puede estar perfectamente en contra de la caza de ballenas y burlarse de quienes, compartiendo la misma postura, hacen alarde de ello o lo explotan para su beneficio propio. Y en último lugar, el célebre You’re getting old (Temporada 15, episodio 7) un ejercicio de autocrítica sobre hasta qué punto la sátira y el distanciamiento puede acabar siendo prisionera del cinismo, la terrible actitud de quien se coloca por encima de la turba.
EL HORROR DE LA CORRECCIÓN POLÍTICA
La última temporada, serializada con continuidad como parte de la anterior, se ha ocupado principalmente de la Corrección Política, entendida esta tanto por el sentimiento de ofensa que busca mantener una única perspectiva de las cosas (y que contrasta, por ejemplo, con las madres y padres conservadores y activistas de las primeras temporadas) como aquellos que hacen de dicha Corrección una especie de medalla de la que vanagloriarse. A veces las acusaciones contra la Corrección Política son una forma de eludir responsabilidad ante cualquier muestra de intolerancia, bajo la idea de que la sociedad se ha vuelto en exceso sensible y no acepta cierto grado de libertad de expresión en lugar de asumir que dicha libertad no exime de consecuencias. Aceptemos que las últimas décadas han sido un éxito en concienciación de temas sociales: hay más diálogo que nunca, y si alguien insiste en mantenerse en la actitud más retrógrada puede estar dándose de bruces contra la realidad. Eso no significa, en absoluto, que en nombre de la Corrección Política no se hayan cometido muchos casos de intolerancia y acoso. Ahí es donde han puesto el acento Parker y Stone.
Para Parker y Stone no cuenta que discurso tienes: cuentan los hechos, también la actitud. Salva el planeta, pero no presumas; sé crítico pero no iracundo; sé activo pero no acoses, sé tolerante, comprensivo; y por lo que más quieras: no seas un hipócrita. South Park no ha abandonado un papel moralizador: Kyle ha sido reprimido en su tendencia al discurso que, a veces como parodia y a veces con extraña sinceridad, formulaba el corolario de cada episodio. Con una presunta conspiración oculta a lo largo de la temporada, con una muchedumbre que puede tener razón en lo que dice pero no en sus métodos o que no lo hacen por sincero altruismo y también con verdadera autocrítica, South Park ha decidido esta temporada qué quiere ser de mayor.
El cierre de la temporada con mayor continuidad de la serie, PC Principal Final Justice (temporada 19, episodio 10) hace lo posible para encontrar un consenso: la serie tiene que aprender a convivir con una nueva cultura de justicia social -y el posible ascenso de Mr. Garrison como alter ego de Donald Trump señala muy bien que espera al otro lado del espectro-, pero conscientes de que esta justicia puede corromperse. Quiere seguir ofendiéndonos a todos pero acepta la necesidad de cambio, de un reparto algo más diverso pero manteniendo la comedia de estereotipos, de buscar cuál ha sido su esencia pero sin resistirse al progreso de los tiempos. Aceptando que hoy, tanto nosotros como ellos, somos personas diferentes -que no necesariamente mejores- a cuando empezamos.
Kanye West recibió su aparición en Fishticks (Temporada 13, episodio 5) como una crítica que le ponía triste pero que también arrojaba algo de luz sobre sí mismo y le obligaba a reflexionar sobre sus actos. Puede ser el camino. Como dice Brian Cogan en el prólogo deDeconstructing South Park: Critical Examinations of Animated Transgression: “South Park no es solo agudas viñetas satíricas sobre la cultura contemporánea, actúa como crítica no solo de la cultura sino de los espectadores mismos, y pide a la audiencia analizar su propia culpabilidad en la forma en la que una insípida cultura del consumo y las celebridades se ha convertido en la norma”. Aprender que, cuando somos objetivos de la sátira y aunque duela y ofenda, a veces es mejor apartar esos sentimientos, esa truthiness que nos impulsa a creernos con la razón, y reírnos un poco más de nosotros mismos. Y solo con esto en mente, como diría Kyle Broflovski, tal vez hoy hayamos aprendamos algo.
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