Investigadores de la UNAM y del Instituto Tecnológico de Sonora acudieron a carnicerías, supermercados, tianguis permanentes, tianguis móviles y otros para adquirir muestras de carne molida, tacos regulares, tacos fritos, burritos y bisteces.
El estudio encontró que parte de la carne de caballo analizada tenía «concentraciones significativas» de clembuterol, químico prohibido para aplicar en animales de consumo humano ante los daños a la salud que puede causar.
Ciudad de México, 2 de noviembre (SinEmbargo).– Usted podría estar comiendo carne de caballo y no saberlo. En México, existe la venta de este producto en el mercado informal debido a la falta de etiquetas, reveló un estudio realizado por Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON).
La carne de equino cruda o cocida es comercializada como si fuera carne de res o etiquetada de forma imprecisa en carnicerías, mercados y tianguis de al menos cinco ciudades de la República Mexicana, de acuerdo con el análisis encomendado por Humane Society International (HSI) a la máxima casa de estudios.
Encontraron además que la mayoría de los comerciantes encuestados no deseaban ofrecer carne de caballo y desconocían sobre la presencia del producto cárnico en sus ventas.
«En muchos comercios [donde se llevó a cabo el análisis] no se aclaraba que fuera carne de caballo o incluso se vendía como carne de res. La carne más fácil de ‘disfrazar’ es la molida y la ya cocinada, es más fácil hacerla pasar por carne de res. Por eso es importante que los consumidores sepan los resultados de este estudio», sostuvo Antón Aguilar, director de HSI México, en entrevista para SinEmbargo.
Ante este panorama, el defensor de los derechos de los animales señaló que esa carne podría provenir de rastros clandestinos, por lo que instó a las autoridades a dar con ellos y vigilar, a fin de evitar que continúen operando.
En 2015, un sondeo de opinión realizado en México por la agencia encuestadora Parametría reveló que la mayoría de los habitantes se opone al consumo de carne de caballo e incluso apoyaría reformas que garanticen el buen etiquetado.
El estudio mostró que el 74 por ciento de los pobladores del país no ha comido ni comería nunca carne de caballo, el 73 por ciento estaría «muy molesto» si descubriera que ha consumido carne de caballo mal etiquetada y el 96 por ciento estaría a favor de una supervisión estricta para evitar el mal etiquetado de la carne
Los investigadores de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM y del ITSON recolectaron 433 muestras de carne cocida y cruda en las ciudades de México, Aguascalientes, Zacatecas, Chihuahua, Pachuca y San Vicente Chicoloapan, sitios donde además encuestaron a 339 vendedores.
Para el estudio, acudieron a carnicerías, supermercados, tianguis permanentes, tianguis móviles y otros, para adquirir muestras de carne molida, tacos regulares, tacos fritos, burritos y bisteces.
Es importante mencionar que, en apego con el informe, el único sitio de los incluidos en el campo de estudio en el que no se encontró venta de carne de caballo en el mercado informal, fue San Vicente Chicoloapan, Estado de México. Aguilar precisó que aunque el estudio también se llevó a cabo en supermercados de las ciudades mencionadas, en ninguno de ellos se dio el hallazgo de carne de equino.
En el resto de las ciudades, más de 40 muestras recolectadas arrojaron resultados positivos para carne de caballo, es decir, cerca del 10 por ciento. Por si fuera poco, en 29 de las muestras de productos cárnicos crudos, examinadas entre enero y junio de 2016, se hallaron «concentraciones significativas» de clembuterol, un medicamento de uso veterinario.
El clembuterol no está aprobado para uso en animales de consumo humano, ya que puede ser dañino y en México, recordó el estudio, la sustancia se encuentra prohibida por las normas NOM-194-SSA1-2004, NOM-061-ZOO-1999 y NOM-065-ZOO-2003.
Según la Tabla de Límites Máximos de Residuos, 2017, elaborada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), a través del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentario (Senasica), existe “tolerancia cero” para dicho fármaco en los alimentos cárnicos de venta en el país.
Además, el informe hace mención a que cocinar o freír la carne reduce muy poco la presencia del fármaco, como la propia Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha manifestado.
«El uso de este medicamento es bastante grave. Sirve para el desarrollo muscular de los animales, pero puede provocar temblores y taquicardia en las personas», alertó el activista.
Por ello, subrayó la importancia de que los consumidores que adquieran alimentos en puntos de venta informales tengan conciencia de la posibilidad latente de que existan prácticas de «mal etiquetado o etiquetado engañoso» en los productos cárnicos, lo que podría derivar en consecuencias negativas para su salud.
Aguilar aclaró que el estudio sólo se centró en el análisis para localizar la existencia de clembuterol, por lo que, advirtió, «otras sustancias tóxicas pueden haber estado presentes».
«El consumo de carne de caballo presenta riesgos claros a la salud humana. En Estados Unidos y México, se cría y se trata a los caballos como animales de compañía, no como animales de consumo humano. De lo anterior se desprende que, a diferencia de los animales criados para la producción de alimentos, la mayoría abrumadora de los caballos que terminan en los rastros probablemente han ingerido, han sido tratados o inyectados con varias substancias químicas, peligrosas para los humanos, muchas de las cuales se encuentran prohibidas para su uso en animales de crianza», explicó el informe.
Aunado a ello, sostuvo, la industria del sacrificio de caballos suele ser cruel, al igual que el resto en la que se incluyen reses, cerdos, pollos, gallinas, etcétera.
Los caballos sacrificados, informó, generalmente, fueron utilizados en carreras o como acompañantes y al concluir su vida al servicio de los humanos, son vendidos a exportadores que posteriormente los transportan en condiciones ínfimas, por periodos prolongados de tiempo, en espacios reducidos, con calor extremo, sin comida, agua ni atención veterinaria.
También da cuenta de que el país es el segundo mayor productor de carne de este tipo a nivel global y se encuentra sólo después de China. De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, en 2015, México exportó –principalmente a Vietnam y Rusia– casi 3 mil toneladas de carne de caballo por alrededor de 9 millones de dólares.
«Muchos de los caballos sacrificados en México son importados desde Estados Unidos, donde los rastros de caballos han estado cerrados desde 2007 a raíz de que se retiraron los fondos para las inspecciones de las plantas por parte del Departamento de Agricultura de Estados Unidos», se lee al final del comunicado difundido por la organización con presencia internacional.