La cinta Hallelujah: Leonard Cohen, A Journey, A Song, dirigida por Daniel Geller y Dayna Goldfine, fue estrenada hoy en la Mostra fuera de competición y explora el impacto internacional del tema y las razones por las que pasó de ser un corte más del álbum «Various Positions» (1984), de escaso reconocimiento inicial, a cautivar del todo a las masas.
Por Gonzalo Sánchez
Venecia (Italia), 1 sep (EFE).- Hay canciones que trascienden lo meramente musical para convertirse en himnos universales. Es el caso del «Hallelujah» de Leonard Cohen, un tema cargado de espiritualidad y simbolismo analizado ahora en un documental presentado en Venecia, cinco años después de la muerte del poeta.
La cinta Hallelujah: Leonard Cohen, A Journey, A Song, dirigida por Daniel Geller y Dayna Goldfine, fue estrenada hoy en la Mostra fuera de competición y explora el impacto internacional del tema y las razones por las que pasó de ser un corte más del álbum «Various Positions» (1984), de escaso reconocimiento inicial, a cautivar del todo a las masas.
«Queríamos entender esta canción particular, su riqueza, el modo en el que sus versos se desarrollan, su forma de incluir la filosofía laica y la religiosa, de unir lo carnal y lo espiritual», sostuvo Goldfine en la rueda de prensa de presentación.
NO ES SOLO «UNA CANCIÓN DE MISA»
Así es. Bastan solo unos acordes para que cualquiera reconozca enseguida la composición de aquel joven poeta judío de Montreal que acudió a sus raíces, a sus creencias espirituales y a la fe para crear una canción metafórica y críptica sobre Dios o sobre el amor.
Porque no se trata de «una canción de misa», es mucho más.
«Hay un ‘Hallelujah’ religioso pero también hay muchos otros. Cuando uno observa al mundo, solo hay una cosa que decir, y es Aleluya», dijo en alguna ocasión su autor, fallecido en noviembre de 2016.
La cinta retrata la vida y juventud del compositor, el modo en el que empezó a interesarse por la música, al sentir la necesidad de «cantar todo lo que llegaba a sus manos», tal y como reconoce él mismo en un momento de la película.
Sería en Estados Unidos donde emprendería una carrera como cantautor, aprendiendo a tocar la guitarra y componiendo el que por mucho tiempo fue su principal tema, «Suzanne», con Judy Collins, hasta ser reclutado por una Columbia Records que acababa de fichar a Bob Dylan.
Pero el documental también exhibe el «viaje dramático» de esta canción que fue rechazada por la discográfica, al considerarla inadecuada para el mercado estadounidense.
Lo hace a través de un cuantioso archivo audiovisual, entre vídeos de sus conciertos o sus entrevistas, pero también adentrándose en los cuadernos y diarios en los que el poeta plasmó el proceso creativo de una canción que le llevó seis años.
Pese a las dudas iniciales, el propio Cohen dio su beneplácito al rodaje en 2014 con la condición de que no le hicieran conceder una entrevista, algo a lo que se negaba desde 2008, antes de que emprendiera su última gira mundial.
Y así entraron en sus cajones: «Exigimos una aprobación no sobre el contenido del filme o del retrato de Leonard, sino sobre su autenticidad y profundidad. Los directores se ganaron el acceso a los cuadernos, decidimos abrir la caja fuerte», señaló el responsable de la compañía de la Familia Cohen, Robert Kory.
LAS RAZONES DE UNA CANCIÓN DE TODOS:
Los documentalistas recorren el camino que llevó a «Hallelujah» a convertirse en un auténtico himno internacional. Una de las claves es la mitología que lo cubrió, pues se decía que escondía mensajes y versos ocultos.
Pero el auténtico primer paso para sacar al tema de la irrelevancia discográfica fue la aplaudida versión que realizó a comienzos de los Noventa el británico John Cale.
Después llegaría una versión aún más popular, la que utilizaba el cantautor Jeff Buckley, hijo de Tim Buckley, para cerrar todos sus conciertos hasta su muerte con 28 años ahogado en un río.
La canción quedó de este modo asociada para siempre a la figura de esa joven promesa de la música y una de las preguntas que rondan en el documental es si su muerte prematura ensalzó a mito su figura y, por ende, el himno que hizo suyo, «Hallelujah» de Cohen.
Otro de los hitos en la expansión de la canción fue su inclusión como banda sonora de las aventuras de aquel ogro verde, Shrek, en 2001.
La canción es tan popular que rara vez desaparece de las listas de éxitos, sobre todo a causa de las versiones que con mayor o menor acierto se repiten en los programas de talentos, como «X Factor».
Pero quizá el mundo la haya hecho suya por evocar temas atávicos para la humanidad, tales como la fe, la creencia, el escepticismo, las construcciones psicológicas o religiosas, cuestiones que en definitiva a menudo bloquean o dan sentido a la propia existencia.