«La pandemia no se controlará hasta que se controle en todas partes, y la recesión económica no se dominará hasta que haya una sólida recuperación mundial», aseguró el economista ganador del Premio Nobel.
Recomendó que las economías deberán tomar un cambio de rumbo para cooperar con las economías emergentes que se endeuden sobre su capacidad de pago, pues de no hacerlo, la recesión se alargará.
Ciudad de México, 2 de septiembre (SinEmbargo).- «La pandemia ha dejado al descubierto profundas divisiones, pero no es demasiado tarde para cambiar de rumbo», aseguró Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Ciencias Económicas. Para el economista no se logrará salir de la recesión económica si no ocurre de manera global, así como sólo se decretará el fin de la pandemia hasta que la COVID-19 se dome en todo el mundo.
En el documento Conquistando la Gran División, escrito para el blog del Fondo Monetario Internacional (FMI), Stiglitz llamó a reescribir las reglas de la economía, pues así lo obliga una realidad como la pandemia del nuevo coronavirus. «No ha sido un virus de igualdad de oportunidades: persigue a las personas con mala salud y aquellas cuya vida diaria las expone a un mayor contacto con los demás. Y esto significa que persigue desproporcionadamente a los pobres, especialmente en países pobres y en economías avanzadas como Estados Unidos, donde el acceso a la atención médica no está garantizado», aseguró.
Así el economista explicó por qué EU es una de las economías más afectadas por el virus SARS-CoV-2, además de aglomerar el mayor número de muertes y el registro de casos más alto. Al poco acceso a la salud, los estadounidenses, dijo, enfrentan una baja esperanza de vida, «más baja ahora incluso hace siete años».
Sin embargo, las disparidades en EU se replican en el mundo, sobre todo debido al manejo de la pandemia en los rubros de mantenimiento de la salud entre la ciudadanía, pero también en el económico, en el que la COVID-19 mostró las desigualdades.
«Hay muchas razones para estas diferencias: el estado preexistente de la atención médica y las desigualdades en salud; la preparación de un país y la resistencia de la economía; la calidad de la respuesta pública, incluida la confianza en la ciencia y la experiencia; la confianza de los ciudadanos en la orientación del gobierno; y cómo los ciudadanos equilibraron sus ‘libertades’ individuales para hacer lo que quisieran con su respeto por los demás, reconociendo que sus acciones generaban externalidades. Los investigadores pasarán años analizando la fuerza de varios efectos», aseguró Stiglitz.
El profesor en la Universidad de Columbia comparó el caso de EU con el abordaje que hizo Nueva Zelanda de la pandemia. El último es un país en el que el Gobierno se basó en la ciencia y la experiencia para tomar decisiones, aseguró, por lo que es el extremo contrario a lo observado en EU. A estas decisiones se sumaron el alto nivel de solidaridad social y la confianza ciudadana, incluida en el Gobierno. «Nueva Zelanda ha logrado controlar la enfermedad y está trabajando para reasignar algunos recursos infrautilizados para construir el tipo de economía que debería marcar el mundo pospandémico: una que sea más verde y más basada en el conocimiento, con mayor igualdad, confianza, y solidaridad», observó.
La pandemia ha expuesto las desigualdades prexistentes en la sociedad, pero en el «mundo pospandémico» se podríab experimentar disparidades aún mayores si no se toma acción. «La razón es simple: COVID-19 no desaparecerá rápidamente. Y el miedo a otra pandemia persistirá. Ahora es más probable que tanto el sector público como el privado se tomen los riesgos en serio. Y eso significa que ciertas actividades, ciertos bienes y servicios y ciertos procesos de producción se considerarán más riesgosos y costosos».
Adelantó la posible llegada de los robots como reemplazo de las actividades humanas en algunos sectores, debido al temor de una nueva pandemia. Además, también prevé camios en las transportaciones: el Zoom sustituirá, al menos en el margen, a los viajes en avión. «La pandemia amplía la amenaza de la automatización a los trabajadores de servicios de persona a persona poco calificados que, hasta ahora, la literatura ha considerado menos afectados, por ejemplo, en educación y salud. Todo esto hará que disminuya la demanda de determinados tipos de mano de obra. Es casi seguro que este cambio aumentará la desigualdad, acelerando, de alguna manera, las tendencias ya vigentes», previó.
NUEVAS REGLAS PARA NUEVA ECONOMÍA
El profesor Stiglitz –quien desde 2005 dirige el Instituto Brooks para la Pobreza Mundial en la Universidad de Mánchester– aseguró en su texto que la «respuesta fácil es acelerar la mejora de las competencias y la formación junto con el cambiante mercado laboral», sin embargo, esta manera da buenas razones para creer que este esfuerzo sería insuficiente sin la implementación de un programa integral para reducir la desigualdad de ingresos.
Este proyecto, dijo, debe reconocer que el modelo vigente desde hace más de un siglo de equilibrio competitivo (en el que los productores maximizan las ganancias, los consumidores maximizan la utilidad y los precios se determinan en mercados competitivos que igualan la oferta y la demanda) no da un buen resultado, sobretodo para comprender el crecimiento de la desigualdad, o incluso el crecimiento impulsado por la innovación.
«Tenemos una economía plagada de poder de mercado y explotación. Las reglas del juego son importantes. Debilitamiento de las limitaciones del poder empresarial; minimizar el poder de negociación de los trabajadores; y la erosión de las reglas que gobiernan la explotación de consumidores, prestatarios, estudiantes y trabajadores han trabajado juntos para crear una economía de peor desempeño caracterizada por una mayor búsqueda de rentas y una mayor desigualdad», observó.
Para el economista se requieren políticas monetarias que se centren más en garantizar el pleno empleo; leyes de quiebras más equilibradas; además de leyes de Gobierno corporativo que reconozcan la importancia de todas las partes. «Las reglas que gobiernan la globalización deben hacer algo más que servir a los intereses corporativos; los trabajadores y el medio ambiente deben estar protegidos. La legislación laboral debe mejorar la protección de los trabajadores y brindar un mayor margen para la acción colectiva», recomendó.
«Durante el reinado del neoliberalismo, no se prestó atención a cómo las políticas (como la liberalización del mercado de capitales y financieros) contribuyeron a una mayor volatilidad y desigualdad, ni a cómo otras políticas cambiaron, como el cambio de la jubilación con beneficios definidos a la jubilación con contribuciones definidas ( o planes de pensiones), o de pensiones públicas a privadas, llevaron a una mayor inseguridad individual, así como a una mayor volatilidad macroeconómica, al debilitar los estabilizadores automáticos de la economía», explicó.
Por lo anterior, se pueden explicar las respuestas económicas a la COVID-19, por ejemplo, las cadenas de suministro globales no eran lo suficientemente resistentes y ello supuso para las empresas estadounidenses que no pudieran dar a sus empleados los suficientes suministros de material de protección o hasta ventiladores.
RECUPERACIÓN SERÁ GLOBAL
«La pandemia no se controlará hasta que se controle en todas partes, y la recesión económica no se dominará hasta que haya una sólida recuperación mundial», aseguró el autor del libro ¿Cómo hacer que funcione la globalización?.
Con esta afirmación ve como una preocupación humanitaria que las economías desarrolladas proporcionen la asistencia que necesitan las economías en desarrollo y los mercados emergentes. Sin su apoyo, la pandemia seguirá y las desigualdades crecerán. «Algunos países parecen estar comprometidos con el ‘nacionalismo de las vacunas’. Otros, como Costa Rica, están haciendo todo lo posible para garantizar que todo el conocimiento relevante para abordar el COVID-19 se utilice para todo el mundo, de manera análoga a cómo se actualiza la vacuna contra la influenza cada año», ejemplificó.
Además, no quedó fuera el análisis de Stiglitz que la pandemia dejará, probablemente, una serie de crisis de deuda, pues las economías emergentes tendrán más deuda de la que pueden pagar. «Los acreedores internacionales, especialmente los acreedores privados, ya deben saber que no se puede sacar agua de la piedra. Habrá una reestructuración de la deuda. La única pregunta es si será ordenado o desordenado», dijo.
«Ojalá haya un cambio de rumbo. Es probable que la pandemia nos acompañe durante un tiempo y sus secuelas económicas durante mucho más tiempo. Todavía no es demasiado tarde para tal cambio de rumbo, por supuesto», finalizó.