De acuerdo con el estudio, sólo 30 por ciento de los firmantes del Convenio de Estocolmo están en vías de cumplir el objetivo de gestión ambientalmente racional de todos los PCB para 2028.
Madrid, 2 de junio (Europa Press).- Un nuevo análisis internacional ha revelado que la mayoría de los países no están en vías de eliminar sus existencias de bifenilos policlorados (PCB) altamente peligrosos antes de la fecha límite de 2028 establecida en el Convenio de Estocolmo, el tratado mundial de gestión de sustancias químicas, según publican sus autores en la revista Environmental Science & Technology.
El informe, realizado por investigadores de la Universidad de Masaryk (República Checa), la Universidad de Toronto (Canadá) y el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, constata que quedan más de 10 millones de toneladas de materiales que contienen PCB y que suponen una amenaza para la salud pública y el medio ambiente en todo el mundo.
Según el trabajo, el 42 por ciento de los signatarios del Convenio de Estocolmo desconoce las cantidades y la ubicación de las existencias de PCB en su país. Sólo el 30 por ciento de los firmantes del Convenio de Estocolmo están en vías de cumplir el objetivo de gestión ambientalmente racional de todos los PCB para 2028.
Persistent Problem: Global Challenges to Managing PCBs | Environmental Science & Technology https://t.co/lXIaJCaH51
— Ordo Fraterna Fibonacci (@OrdoFibonacci) June 1, 2022
La falta de capacidades administrativas, financieras y políticas son impedimentos clave para gestionar con éxito las existencias de PCB, especialmente en los países de bajos ingresos, a pesar de que estos países no son responsables de la mayor parte de la producción o el uso de PCB, advierten los investigadores.
Se descubrió que Estados Unidos, el mayor productor y usuario de PCB del mundo, ha reducido sus considerables existencias en sólo un 3 por ciento desde 2006. A pesar de tener la capacidad financiera para eliminar responsablemente los PCB, no tiene plazos reglamentarios para hacerlo, no es parte del Convenio de Estocolmo y su inventario de PCB está mal documentado en comparación con Canadá y Chequia.
Además, la incapacidad de acuerdos mundiales como el Convenio de Estocolmo para gestionar eficazmente los PCB es un mal presagio para la gestión de otras sustancias químicas tóxicas que se encuentran en infinidad de productos, como las altamente persistentes PFAS (sustancias perifluoradas y polifluoradas) y las parafinas cloradas.
Los PCB son contaminantes orgánicos persistentes y cancerígenos, y se utilizaban ampliamente por sus propiedades aislantes y retardantes de la llama. Fueron prohibidos a finales de la década de 1970 por muchos países, incluidos Estados Unidos y Canadá, pero estas sustancias químicas siguen presentes en transformadores, condensadores y materiales de construcción en muchos países.
«Sólo faltan seis años para que se cumpla el plazo del Convenio de Estocolmo para eliminar de forma responsable las existencias de PCB, pero sorprendentemente se ha avanzado poco», señala Lisa Melymuk, profesora adjunta de Química Ambiental de la Universidad de Masaryk.
Miriam Diamond, profesora del Departamento de Ciencias de la Tierra y de la Escuela de Medio Ambiente de la Universidad de Toronto, señala que «con una normativa eficaz y una buena gobernanza, Canadá ha gestionado y destruido con éxito sus existencias de PCB. Sin embargo –añade–, la evidencia sugiere que Canadá no ha aplicado esta «lección aprendida» para los PCB a otras sustancias químicas altamente peligrosas».
Por su parte, Veena Singla, científica principal del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, añade que «la mala gestión y las desigualdades a nivel mundial hacen improbable la eliminación de estas sustancias químicas persistentes. Este análisis es una llamada de atención internacional para limitar la producción de sustancias químicas peligrosas, como los PCB. No podemos limpiar el desastre que crean», concluye.