Es uno de nuestros escritores jóvenes más destacados. Con Nunca más su nombre obtuvo el Premio Juan Rulfo y una edición nacional en ERA. En esta entrevista habla de Tijuana, de su natal Zacatecas y de lo que significa ser un autor periférico.
Ciudad de México, 2 de junio (SinEmbargo).- “Me detengo en estas notas debido a la novela del escritor zacatecano Joel Flores (1984), Nunca más su nombre (Era, 2017), historia donde el protagonista, llamado también Joel, revisa la relación por demás conflictiva que tuvo con su padre, el hombre que no sólo renunció a hacerse cargo de él y de sus hermanos, sino que, como tal cosa, se atrevió a negarlo como hijo las veces que pudo porque vio amenazada su virilidad”, dice Alfonso López Corral en una edición de la excelente PezBanana.
“Si tomamos prestadas las palabras que Federico Campbell prodiga a estos autores, se gana por mérito propio un lugar entre “esa estirpe de narradores que sólo escriben de lo que les duele, como si les fuera la vida de por medio y no tuviera sentido escribir de cosas ajenas”, concluye.
Escribir sobre lo que le duele le valió a Flores ser galardonado con el Premio Bellas Artes Juan Rulfo, por un jurado integrado por Hernán Lara Zavala, Eduardo Antonio Parra y Eusebio Ruvalcaba (1951-2017), que galardonó la novela porque «consigue mantener la tensión dramática de principio a fin mediante un estilo directo, duro; sus personajes poseen la densidad necesaria como para humanizarlos desde el primer momento y conmover al lector a lo largo de todas las escenas que constituyen la trama».
Nunca más su nombre es una historia que también gustó mucho al escritor argentino Hernán Ronsino, quien cuando le preguntamos qué escritores mexicanos lee, recomendó con avidez esta novela. Eduardo Antonio Parra la recomendó para que sea editada por ERA y hoy Joel Flores es un escritor que vive en Tijuana, dando personalidad a una literatura que en la región comienza a tener independencia y llegada internacional, con Daniel Salinas a la cabeza.
“Escribo hace 12 años y fue muy difícil hacerme notar porque escribo desde la periferia, pero ya he ganado en España una residencia internacional, he obtenido dos premios importantes tanto en cuento como en novela”, dice Joel Flores.
–¿Hay una escritura de la periferia y otra central? Héctor Tizón decía: “si nosotros somos del interior, los de la ciudad son del exterior”
–Efectivamente. Creo que las cosas podrían ser más fáciles si nos sacamos etiquetas y nos vemos todos iguales. En el ámbito de la escritura, me sirve mucho estar fuera, porque Tijuana me da mucha paciencia para escribir a pesar de que es una ciudad caótica. Desde ahí he podido hacer grandes cosas en el sentido de la escritura que me hace sentir bien. Muchas de las políticas editoriales sí predominan en la Ciudad de México y los del interior estamos fuera. Hace poco escuchaba a un escritor de mi edad que había ganado un premio juvenil y decía que “ya fue el discurso de que en lo central se hacía la literatura”. Bueno, no ha publicado otro libro. No digo que no vaya a publicar, pero…
–¿Qué dirías de los escritores de la periferia que destacan?
–Está Daniel Salinas Basave, me interesa mucho lo que él escribe porque él llegó tarde. Él tiene una formación de periodista y tiene una formación muy sólida. De repente su esposa le dice, ponte a escribir porque tú eres escritor. Se pone a escribir y gana todos los premios. De repente la gente se pregunta, ¿de dónde salió este? En menos de tres años es uno de nuestros autores más importantes. Yo lo estoy leyendo con los de mi generación, los leo con Emiliano Monge, con Antonio Ortuño, con Carlos Velázquez y con Julián Herbert y creo que es alguien que tiene mucho para dar. Le está siendo muy complicado porque él vive en Tijuana y porque no se le da muy bien las relaciones públicas.
–¿Imanol Caneyada pasa un poco por lo mismo, verdad?
–Imanol es buenísimo, pero creo que él ha estado un poco más en la jugada. Es muy buen escritor, un vasco que vive en el Norte de México, hace poco cené con él en Hermosillo y él me decía que es muy difícil llegar al centro de la ciudad.
–¿Qué es Nunca más su nombre?
–Es una novela de un chico que está por cumplir los 30 años de edad, zacatecano, con pocos años de casado, de pronto lo llaman por teléfono y le dicen: tu padre está a punto de morir. Él hace 20 años que no lo ve, forma parte de una familia disfuncional y caótica y la novela se centra en la gran pregunta. ¿Viajas o no a Zacatecas? Si no hay recuerdos, si no hay empatía con el padre, está el compromiso moral. Entonces, él viaja a Zacatecas, una ciudad conservadora, que se ve destruida por el crimen organizado, con zacatecanos que tienen una mente estrecha como los mismos callejones que están en la ciudad…ir a Zacatecas para reunirte con los recuerdos de tu padre, para preguntarte por qué se casaron tus padres, por qué se divorciaron, con el recuerdo de tu amigo de la infancia a quien mucho quisiste y ahora no sabes dónde está, con los amores del pasado. Para mí Tijuana es la ciudad de las esperanzas, voy contra el cliché que dice que es la ciudad de la perdición, así que de eso trata Nunca más su nombre. La novela forma parte de una trilogía. El primer libro fue un libro de cuentos, con la estructura de falsa novela, que se llamó Rojo semidesierto, que ganó el premio Sor Juana Inés de la Cruz, del Estado de México. Es un libro que retrata en gran medida cómo los jóvenes de la década del ’80 se ven destrozados por culpa del crimen organizado. En Nunca más su nombre el escritor, que soy yo, se enfrenta con sus demonios.
–¿Y la tercera parte de la trilogía?
–Es la búsqueda del amigo desaparecido, con una estructura de novela epistolar. Como una gran carta a un desaparecido para que pronto regrese a casa.
–¿Cómo entra ERA?
–Esta novela ganó el Premio Juan Rulfo en el 2014 y a la par de ese galardón obtuve la beca del FONCA, que me ayudó a terminarle algunas cosas al libro. Eduardo Antonio Parra vio el crecimiento de la narrativa y la recomendó a ERA, que decidió sacarla el año pasado.
–¿Te metes en tu universo y uno puede meterse en la trilogía?
–Sí. Es un universo que a veces cansa. La literatura que escribo es triste y descarnada, así me lo han hecho notar los críticos. Me gusta mucho lo que escribo, aunque suene vanidoso, pero sí a veces me canso. Ahora escribí un libro de cuentos, línea juvenil, para desintoxicarme un poco.