A la Sierra Negra de Puebla, a la Montaña de Guerrero, a la Península de Yucatán o a Camargo en Chihuahua no ha llegado con potencia el coronavirus, pero en medio de su aislamiento ha brotado su realidad: los alumnos no pueden tomar clases en línea como los citadinos porque carecen de internet, no llega la señal para sintonizar los canales de la SEP y en algunos casos ni celular tienen. Padres y maestros cuentan su historia.
Ciudad de México, 2 de mayo (SinEmbargo).– En Zoquitlán, en la Sierra Negra de Puebla, la mayoría se dedica al campo. Ganan unos 80 pesos diarios, los cuales destinan a la comida, pago de servicios y, ahora, para recargas de datos en celulares con 50 pesos semanales, para que sus hijos puedan tomar clases en línea durante la pandemia del coronavirus. No llega el internet ni la señal de los canales de televisión de «Aprende en casa» de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
«No estamos bien. Los señores no tienen trabajo y nosotras no podemos. Las maestras mandan tareas por el celular, pero ahorita que no tenemos saldo no podemos mandarlas ni recibirlas. Tampoco imprimirlas. Antes no le ponía recarga en mi teléfono», contó una madre de dos estudiantes vía telefónica. «Se está poniendo pues más difícil. Tengo que ver lo que vamos a comer».
Otra mamá de tres estudiantes de primaria y secundaria aseguró que están tomando de sus ahorros para gastar en recargas, en impresiones de tres o cinco pesos cada una y en otros materiales de educación. Aunque en el poblado donde el 97.9 por ciento vive en pobreza (Coneval, 2015) no ha llegado el virus invisible, les ha aumentado sus gastos.
«No hay un internet gratuito aquí, no nos dan despensa ni ningún apoyo», dijo por llamada. «El esposo de una madre de familia trabaja en la Ciudad de México y ahorita los mandaron a descansar y ella está agarrando de sus guardaditos para recargar el celular y que su hijo mande evidencias de las tareas, aunque no le alcanza para ver los videos que mandan al grupo de WhatsApp porque se acaban los datos».
En la zona rural de México, solo el 47.7 por ciento de la población es usuaria de internet, muestra la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2019, y 43.6 por ciento de hogares no tiene internet con conexión fija. También se estima que en el área rural el porcentaje de usuarios de teléfonos móviles es de 58.9 por ciento, es decir, casi un 40 por ciento carece de esta tecnología.
Ella y su esposo son comerciantes, pero las ventas han bajado. «Solo van por lo básico. Azúcar, arroz, frijol o alguna verdura. Nosotros igual estamos gastando lo poco que teníamos ahorrado, no comemos mucho para que la despensa nos alcance, no usamos tanta ropa para que no se acabe el jabón y los niños se bañan cada tercer día». El 13.1 por ciento de la población municipal carece de acceso a alimentación.
El Ayuntamiento municipal de Zoquitlán cuenta con Internet satelital, pero para uso exclusivo. No hay público en la comunidad, escuelas ni biblioteca. Los cibercafés (una hora por 8 pesos), recargas de datos (50 pesos para una semana) y rentas de WiFi (50 pesos) están en el centro. Contrario a la indicación de quedarse en casa, algunos alumnos caminan dos horas para llegar ahí. Y aunque consigan los datos, la red está fatal. La mayoría es de Telcel y solo un bajo porcentaje de AT&T. Se tardan en enviar o descargar archivos o videos.
Las madres y padres también se encuentran con la dificultad de tecnicismos o temas que no comprenden para explicarle a los hijos, sobre todo de secundaria. Algunos solo estudiaron hasta la primaria. El rezago educativo alcanza al 14.7 por ciento de la población.
En medio de la Sierra Negra tampoco les llega la señal para ver los canales de televisión ni estaciones de radio de la SEP. «Solo tenemos acceso a cuatro canales de TV Azteca y son abiertos. Los canales que nos piden están en Sky, en Dish, en Megacable. Aquí no tenemos para comer, cómo vamos a pagar un servicio de televisión por cable o de Internet. Quedamos limitados. También buscamos la estación de radio y tampoco llega hasta aquí», compartió.
El 15.9 por ciento de los hogares mexicanos, unos 5.7 millones, tiene solo televisión análoga, muestra la ENDUTIH 2019.
Desde casa, la madre pidió al Gobierno estatal y municipal un apoyo económico a los niños más vulnerables de comunidades rurales como la suya, porque, enfatizó, la educación es un derecho. Sabe que la pandemia seguirá durante más tiempo y también le preocupa las carencias y lejanía de los hospitales, «donde no conocen nuestra lengua [náhua]». La salud también es un derecho, pero hay rezago en acceso a servicios médicos en un 7.6 por ciento.
«Siempre sufrimos más los que estamos en estas zonas, donde la gente es pobre, campesinos, y es a los que azotan más. Hay niños que no tienen ni un teléfono inteligente para recibir la tarea. Son los más atropellados», dijo. «Los papás no le pueden comprar un celular cuando tiene hambre».
«NO TIENEN PARA UN CELULAR»
Al sur del país, en Acatepec, Guerrero, en la comunidad de Yerba Santa, se ubica una escuela primaria a donde cada 15 días los docentes van a dejar cuadernillos y copias con actividades para que los padres de familia, con apoyo de las comisarías o comités, lleguen desde colonias lejanas y recojan el material y se lo lleven a sus hijos durante esta pandemia.
El viaje no fuera necesario si pudieran enviar las indicaciones por WhatsApp o los menores pudieran sintonizar los canales de la SEP. Pero no. No llega internet, no llega la señal y algunas familias ni siquiera tienen celular ni mucho menos una televisión.
«Los padres carecen de mucho, son de bajos recursos económicos. No tienen para un celular, una computadora, menos para una televisión. Son algunos los que tienen tele pero deben pagar el Sky para tener señal, pero es una minoría», dijo una profesora de tercer grado de primaria. Pidió que la charla telefónica fuera por la mañana porque ese día le tocaba bajar a la escuela a llevar el material educativo y perdería toda señal.
En Acatepec, en la región de la Montaña guerrerense, el 97.6 por ciento vive en pobreza (Coneval, 2015). «No se vio más allá, a los lugares más marginados. Los niños carecen de muchas herramientas y recursos. A lo mejor lo vieron como una salida rápida, pero no se adentraron más allá. La comunidad está marginada, y hay niños que viven en colonias más alejadas», comentó la profesora sobre las clases en línea implementadas por el Gobierno federal.
La docente ha notado que los padres también batallan para orientar a sus hijos a tomar clases desde casa. En un municipio donde el 33 por ciento tiene rezago educativo, algunos padres son analfabetas y solo si tienen hermanos mayores los niños reciben apoyo en lecturas o sumas. «Pero donde no hay hermanos o padres alfabetizados es complicado porque no comprenden», afirmó la maestra.
Desde la Montaña de Guerrero, pidió al Gobierno mirar más hacia las comunidades rurales marginadas, porque son los que reciben hasta el último los libros de texto gratuito u otros materiales llegan incompletos.
«Que lleguen más apoyos para internet, que lleguen computadoras. A lo mejor si existieran esas herramientas sería de gran ayuda para los alumnos de la comunidad. Por la gran distancia es difícil tener todo a la mano», afirmó vía telefónica.
«LOS PADRES NO TIENEN SALDO»
En Ciudad Camargo, Chihuahua, las limitaciones para los alumnos son similares, aunque casos de COVID-19 se cuenten con los dedos. Una maestra de una escuela rural no ha podido localizar a algunos de los padres, otros le comentan que no tienen saldo para recibir y enviar tareas, y en las pantallas de televisión no aparecen los canales de la SEP. No hay señal, no hay internet, pero sí ganas de aprender.
En el municipio del norte del país, 21 mil 400 personas (38.2 por ciento) viven en pobreza, 8 mil 231 (14.7 por ciento) tienen rezago educativo, otros 4 mil 272 (7.6 por ciento) carecen de servicios de salud y 7 mil 414 (13.1 por ciento) padece carencias de acceso a la alimentación, de acuerdo con cifras del Coneval (2015).
«Algunos padres me comentaron que no tienen saldo. Pero los niños son muy cumplidos y buscan la manera de enviar las evidencias de tareas hasta con otros familiares que sí tienen saldo», dijo la profesora vía telefónica. «Es algo triste. La mayoría de los padres se encuentran desesperados porque los alumnos comentan que ya quieren regresar a la escuela. Es desventaja frente a los niños que sí tienen WiFi y pueden estar en contacto. Estamos tratando de garantizar que todos puedan seguir estudiando desde su casa».
Al igual que otras maestras, manda instrucciones de actividades por WhatsApp. Supo que unas madres de familia imprimieron unos cuadernillos a los menores que no pudieron por falta de acceso a internet.
En el caso de «Aprende en casa» de la SEP, pocas personas tienen acceso a ver los programas de Matemáticas, Artes, Lengua e incluso Educación Física, comentó la profesora.
«Aquí en esta ciudad no se puede ver si no tiene uno televisión de paga. Mencionan que es de televisión abierta, pero por estas ciudades no aparece el canal en la pantalla. No sé por qué no llega para que todos los niños, aunque no tengan televisión de paga, puedan verlo», lamentó.
SIN LUZ, NO HAY TELE
Un profesor de secundaria en Tekantó, Yucatán, afirmó que sus alumnos viven en comunidades con fallas en el servicio de electricidad. Se va la luz, la programación de «Aprende en casa» de la SEP se va, se distraen y los padres deben tener mucha paciencia. Otros se quejan de que sus hijos están todo el día en la televisión y no ayudan en la casa, al desconocer que son las clases.
Eso en los pocos casos que tienen televisión de paga.
«Dicen que también se puede ver por Facebook, pero es difícil… no tienen internet», cuenta del otro lado del auricular. Lo que ha hecho es todos los días ver los programas de enseñanza de 8 de la mañana a 12 del día, tomar notas, y enviarlas a una madre o padre de familia, para que las distribuya entre los demás alumnos, lo que implica que –en época de distanciamiento social– se reúnan en un lugar. Aunque hasta el momento no se registran casos de coronavirus.
«Es más cansado y tampoco me asegura que los alumnos puedan tener las actividades para realizar», lamentó el maestro. «También los padres no saben si la manera en que apoyan a sus hijos con la tarea es la correcta».
Desde la Península de Yucatán, el profesor pide al Gobierno que el contenido no sea generalizado, ya que sus alumnos no entienden conceptos ajenos a su contexto y cultura maya.