A través de 20 cuentos, la autora nos muestra cómo puede resultar tan sencillo entregarse al «lado oscuro». ¿Qué estás dispuesto a hacer para progresar, para alcanzar el éxito o cualquier objetivo?
Dirigidos a los posmodernos y jodidos, que a estas alturas de la vida -y en tiempos de pandemia- somos todos, Alma Delia publica Cuentos de maldad (y uno que otro maldito), bajo el sello Alfaguara. Échale un vistazo.
Ciudad de México, 2 de mayo (SinEmbargo).-La vida cotidiana parece siempre tan aburrida, rutinaria y poco emocionante. Aún cuando hay un sinfín de personas con las que nos cruzamos a diario, nada sabemos de ellas o de sus demonios internos.
Alma Delia Murillo juega con la posibilidad: ¿Qué piensa el señor de los tamales que siempre vende en la esquina?, ¿el compañero más «Godínez» de la oficina es tan perdedor como parece? o ¿es que en verdad el ejercicio es tan bueno para la salud?
A través de 20 cuentos, la autora nos muestra lo sencillo que podría ser entregarse al lado más oscuro de nosotros. ¿Qué estás dispuesto a hacer para progresar, para alcanzar el éxito? El éxito expuesto a cualquier cosa que se tenga como objetivo.
Venganza, traición, pasiones, desobediencia. Todo eso y más. La sed de ganar es grande para los personajes de estas historias.
Los títulos de cada uno parecen inocentes, sin nada que pudiera hacernos sospechar. Una vez que lees, te das cuenta que es definitivamente todo lo contrario.
Una mesa puede estar profundamente enamorada de un escritor que se sienta a comer sobre ella todos los días. También es posible que la casa que recién alquilaste esté harta de ti y por ello tantas cosas malas e inoportunas te pasan. Si no has entendido, mudate.
El libro además de ser muy divertido, irónico, pasional y sangriento te deja pensando ¿será que me pasará como a los hijos de «Mamá Carola» y nunca saldré de casa de mis padres? ¿cuál es la posibilidad de morir a manos de un repartidor?
No hay nada como escuchar a @AlmaDeliaMC relatar "El último de los Godínez", uno de los cuentos de su libro CUENTOS DE MALDAD (Y UNO QUE OTRO MALDITO). ¡Te va a encantar! pic.twitter.com/b3q1M3DCQ5
— Alfaguara Editorial (@AlfaguaraMex) April 2, 2020
También nos enseña modales. Si a alguien se le han «subido los humos» mientras come en un restaurante y trata mal al mesero, le recomiendo pensarlo dos veces antes de volver a hacerlo y que lea «Lady Gargago» para que se dé una idea. Subrayo, son relatos de ficción, pero la posibilidad está ahí.
En «Diablo Frágil» la protagonista cuenta su experiencia sobre el sismo del 19 de septiembre y cómo uno puede llegar a ver la tragedia afuera y aún así ser un tanto egoísta. Quizá no superficial pero si moralmente.
Creo que el cuento que más me impactó fue «El agua encuentra su cause», donde las personas no pueden dejar de llorar. Han bebido agua de tristeza. Una adaptación de La Llorona equiparada con las miles de desapariciones que se viven en México. No pude evitar recordar todas esas historias de cuando iba a la primaria y cada semana nos contaban que habían encontrado el cuerpo de alguien a orillas de la barranca.
«Manual de alimentación posmoderna», «El ejercicio puede ser nocivo para la salud», «De clase mundial» y «La rebelión de los de en medio» son un irónico y puntual ejemplo de lo que vemos en nuestra vida cotidiana. Fotos de comida en redes sociales, vidas perfectas que en realidad no existen, marcas que no cumplen lo que prometen y corporaciones a las que no les importas mucho.
El último de los escritos es una conversación con Dios. Un Dios que fuma porros, que quiere que le lean el tarot y que busca una mujer para un compromiso serio. Si Alma puede conseguirle éstas tres cosas, él le dará a cambio los tres deseos que pidió: multiplicar sus botellas de vino, el chocolate y a sus lectores.
En la nota sobre el libro, Alma Delia Murillo escribe que entiende que el humor no será del agrado de todos y que algunas personas podrían sentirse incluso ofendidas. A pesar de ello, defiende su escritura y el placer de la catárcis al reír un poco para liberarnos de todo lo malo que pasa en el mundo.
«Así que defiendo mi territorio creativo como defiendo que el sentido del humor es un antirrito que aparece en todas las culturas; un maravilloso rasgo de inteligencia humana que supone la capacidad de transgredir los valores más arquetípicos, fundantes y asfixiantes que necesitan ser cuestionados […] Sean pues, estos cuentos, mi manera de rebelarme contra el pensamiento rígido y contra tantas chingaderas que ocurren como resultado de eso», escribió.
ALMA Y YO
Mi primer encuentro con Alma Delia fue durante las guardias nocturnas en la oficina. Era un ritual sagrado.
Entre semana, repartía el trabajo con Mariana. Había muchos más columnistas, más cosas por hacer. Era otra rutina. Una rutina.
Llegado el viernes, mi turno era sola. Su columna de opinión salía los sábados y a partir de ahí comenzamos a platicar.
Ella envió sus textos sin saber que yo la leía y yo leía sin saber que ella se iría.
En la calurosa oficina del tercer piso estuvimos ella y yo por lo menos seis meses. Preparar café, acomodarme en el lugar, poner en mute la televisión y leer el texto de Alma.
Algo que siempre me hizo sentir tan cercana a ella fue el miedo. Más de una vez expuso todos los miedos que sentía, que tenía. Me pareció leer a una niña con un sinfin de preguntas de cómo es el mundo. Me sentí su amiga.
Dirigidos a los posmodernos y jodidos, que a estas alturas de la vida -y en tiempos de pandemia- somos todos, Alma Delia Murillo publicó Cuentos de maldad (y uno que otro maldito).
Estar en casa por el confinamiento me hizo volver a ella con lluvia de fondo, en la oscuridad, y ahora, más cómoda sobre mi cama leyendo para luego dormir.
Dentro del ritual, nuestras pláticas siempre deben ser a la oscuridad de la noche.