El físico teórico hace dos propuestas: dos días laborables y cinco de confinamiento o cuatro y diez, respectivemente, siguiendo el cuadro clínico por el que la mayoría de las personas infectadas son infecciosas durante tres días, que comienzan cuatro después de la exposición, lo que reduciría el contagio exponencialmente al disminuir el tiempo de contacto.
Jerusalén, 2 abr (EFE).- Un investigador del Instituto Weizmann de Ciencias de Tel Aviv ha desarrollado un modelo matemático que propone cuatro días laborables y diez de confinamiento, frente al cierre total, para reactivar la economía y dar un respiro psicológico, mientras dure la crisis del coronavirus.
El físico teórico y profesor de Biología de Sistemas israelí, Uri Alon, detalla a Efe la estrategia matemática que ha desarrollado con su equipo tras el cierre total impuesto en China e Italia, que «va copiando el resto del mundo» y que, a largo plazo, cree el Instituto Weizmann, destruirá la economía global y generará una pobreza y mortalidad de mayores consecuencias que el de la COVID-19.
Con su cierre parcial, «quienes se infecten durante los días de actividad pasarán el tiempo de contagio confinados en casa sin extender el virus y sin infectar en la vuelta al trabajo», aclara Alon en base a su modelo epidemiológico de propagación de la enfermedad.
El principio base es situar el ratio de infección por debajo de 1, el número de individuos que infecta una persona contagiada, lo que erradicaría la pandemia a largo plazo.
Así, Alon hace dos propuestas: dos días laborables y cinco de confinamiento o cuatro y diez, respectivemente, siguiendo el cuadro clínico por el que la mayoría de las personas infectadas son infecciosas durante tres días, que comienzan cuatro después de la exposición, lo que reduciría el contagio exponencialmente al disminuir el tiempo de contacto.
«Por supuesto el modelo (2/5 – 4/10) puede tener variaciones en la realidad. Habría que ir probando, siempre se puede volver al cierre total», propone este investigador, con el fin de abrir el debate para desarrollar un confinamiento «inteligente» porque la actual situación es «insostenible».
Con un levantamiento total del cierre, vuelve el riesgo de infección, por lo que su propuesta permite controlarlo y, lo que es también importante, devolver cierta normalidad durante unos días por semana a la población, al tiempo que activa parte de la economía.
El Gobierno de Israel ya conoce la propuesta, pero el país todavía no ha llegado al pico de contagios para aplicarla. En estos momentos tiene más de 6 mil positivos y una cifra diaria de infectados que aumenta progresivamente, hoy más de 600. La enfermedad ha provocado 32 muertes en el país.
Solo «cuando el número de diagnosticados baje durante una o dos semanas», como está ocurriendo en Italia, se puede plantear este cierre parcial, cree Alon.
Eso sí, advierte, durante los pocos días de cuasivuelta a la normalidad del modelo, la interacción social deberá ser limitada, las medidas de higiene estrictas y las personas en riesgo o infectadas no podrían salir. Y, en los días de cierre, se puede aprovechar para desinfectar los lugares públicos.
La reactivación laboral afectaría a un 40 por ciento de las actividades económicas ya que no todos los sectores podrían operar al mismo nivel que en el pasado y, en principio, su aplicación se circunscribe a regiones o estados, para evitar los casos importados.
El número de desempleados en Israel superó esta semana el millón de personas (de una población de nueve) de los cuales el 80 por ciento se registró el pasado marzo. Así, se elevó el desempleo al 24.4 por ciento, una cifra desconocida en el país, que en octubre pasado registró un mínimo de un 3.4 por ciento. Es una tendencia que se repite en el mundo, con el cierre total o parcial de la actividad económica.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó de la desaparición de millones de puestos de trabajo y la reducción de los salarios que afecta especialmente a quienes ya vivían por debajo del umbral de la pobreza.
El modelo que propone el Instituto Weizmann busca contribuir además en las necesidades psicológicas de un mundo conmocionado, cuando todo individuo necesita sentirse productivo, tener planes semanales y volver, en definitiva, a retomar una vida, al menos, cuasinormal.