¿Los animales pueden o no hablar en las historias policiales? Un reportaje sobre los «cozy mysteries», cuando los gatos se convierten en detectives de cuatro patas.
Por Johannes Schmitt-Tegge
Ciudad de México, 2 de abril (SinEmbargo/dpa).- ¿Gatos que hablan y ayudan a resolver una trama policíaca ambientada en una ciudad pequeña? En Estados Unidos se está convirtiendo en todo un género literario, los «cozy mysteries», en que estos animales domésticos ayudan a resolver casos de asesinato. Pero los lectores están un tanto divididos sobre si los animales pueden o no hablar.
La escritora Sofie Kelly ha cosechado el éxito convirtiendo a una bibliotecaria, Kathleen Paulson, en la heroína de sus novelas. Paulson nunca quiso ser una loca con gatos, pero tras encontrar un cadáver cerca de su café favorito y darse cuenta que sus gatos tienen poderes mágicos, los animales se convierten en detectives con cuatro patas.
Su gato Owen puede hacerse invisible, mientras que Hércules puede atravesar paredes, así que es tan sólo una cuestión de tiempo que esta bibliotecaria de una ciudad pequeña pueda atrapar al asesino.
Sleight of Paw es el título de la novela que se enmarca en ese nuevo tipo de literatura centrado en la resolución de un caso sin mucha sangre ni violencia, que siempre se desarrolla en ese mundo que parece inmaculado de las pequeñas ciudades estadounidenses y que está protagonizado por investigadores amateur (a menudo mujeres) que acaban atrapando al malo. Muy en la onda de Miss Marple.
Los «cozies mysteries» gozan de tanto predicamento en Estados Unidos que incluso se están formando subgéneros. Algunas series giran en torno al mundo del ganchillo, otras se mueven en la cultura de los restaurantes, en otras los protagonistas son un profesor, un jardinero o una bibliotecaria. Pero lo que nunca falta es un gato o un perro.
Tan sólo hay una cosa en la que autores y lectores no consiguen ponerse de acuerdo: ¿deberían o no deberían poder hablar los animales?
Para Shirley Rousseau Murphy el tema está claro. «A mí me gusta un toque de magia en mis libros», dijo a dpa esta escritora que reside en California, al hablar del gato negro Joe Grey, que en sus libros habla y piensa como una persona. «Me encanta la idea de que los gatos pueden hablar y de que son inteligentes», asegura una usuaria del portal literario Goodreads sobre la décimo novena novela en la saga de Joe Grey.
Sin embargo hay algunos a los que la palabrería de los gatos les disgusta y ni que decir tiene el pensamiento de que incluso puedan leer y escribir. Cuando se publicó el primer libro de la serie de Murphy, en el que un gato incluso se transformó en una mujer, un usuario escribió en el portal Amazon, (que vende los libros online): «¿Deberíamos creer también que pueden casarse sin partida de nacimiento, sin número de la seguridad social y demás documentación, que pueden conducir y encontrar un trabajo? Entonces se convertirían en personas con problemas humanos».
El debate ha llegado hasta la Cat’s Writers Association (CWA), la asociación de autores que escriben sobre gatos y que cuenta con más de 300 miembros en Estados Unidos. «A muchos les horroriza pensar en gatos que hablan», señaló la presidenta de CWA Amy Shojai, quien opina que todo aquel que trate a su gato como si fuese una persona se equivoca. Shojai ha publicado más de 30 ensayos sobre el trato de los animales domésticos.
Un gato, explica, no está «enojado» u «ofendido» cuando por la larga ausencia de su propietario cambia su manta favorita o el lugar donde hace sus necesidades. Al animal le tranquiliza el olor de su propia orina. «A los gatos les encanta la rutina y cuando salen de su casa, se rompe esa rutina», argumentó Shojai. Eso es lo que les causa estrés, agregó. Pero en la literatura sobre gatos hay una única norma: no hay reglas.
Y así es con las novelas del escritor turco-alemán Akif Pirinçci, que tras la polémica con su novela Felidae se ha convertido en un escritor de novelas policíacas con gatos. Su minino Francis, tan amoroso como irritante, es un reflejo de las personas.
LA LIBERTAD DE LA LITERATURA
La escritora Rousseau Murphy se escuda en la libertad literaria para defenderse de todas las críticas porque su gato Joe Grey y su amiga Dulcie (que también habla y con la que han tenido gatitos que también hablan). El hecho de que los gatos hablen entre ellos, pero no con las personas es igual de irreal, insiste la escritora, quien asegura además que no tiene tiempo para entrar en polémicas. «Para mí esto es como cualquier obra del mundo fantástico», concluyó.
Un fan casi nonagenario de este tipo de novelas califica esta característica en una reseña en Internet de «extremadamente creíble». «Si los gatos realmente pudieran leer, hablar, discar números de teléfono y solucionar misterios, lo harían tal como lo hacen los gatos de Rousseau Murphy», señaló.
En opinión de Shojai, no hay sentimientos tan fuertes como la relación entre las personas y sus animales domésticos. «Todos quisiéramos gatos y perros que hablasen y que salvasen nuestro día a día. Nos ayudaría a evadirnos de lo cotidiano».
Sofie Kelly acaba su novela Sleight of Paw, que protagonizan Kathleen y sus gatos mágicos Owen y Hércules, concluyendo: «Éramos los tres mosqueteros. Fuimos Batman y Robin y una bibliotecaria y probablemente estábamos locos».