Una línea de un poema que leyó en la niñez construyó el destino de lectora de la comunicadora y difusora de la lectura que hoy elige para Puntos y Comas sus 10 libros entrañables
Ciudad de México, 2 de abril (SinEmbargo).- Me convertí en lectora gracias al préstamo a domicilio de la biblioteca pública de la Alameda, en Tepic. Era sólo una niña de primaria y tenía la que creo fue la primera credencial con fotografía de mi vida. Una credencial que me avalaba como lectora y como una persona en quien se podía confiar el gran privilegio de prestarle libros para que los leyera a su gusto y los regresara una semana después con el regalo extra de poder ampliar el plazo otros siete días más.
Recuerdo recorrer esos estantes llenos de libros con delicioso olor a papel que llegaban de la ciudad de México y refrescaban el ambiente de esa Alameda de vetustos árboles centenarios que vieron pasar por sus callecitas a varias generaciones de enamorados.
Cierta mañana hallé en la sección de poesía un librito. Creo recordar la portada y debe de haber sido una edición del Fondo de Cultura, de la Colección Letras Mexicanas, aquellas portadas beige descolorido o color crema como dirían las maestras de Tepic. Hallé un poema que me estremeció desde su primera lectura. Yo tendría ocho, nueve años y hablar de la intrascendencia de la vida no era precisamente una de mis motivaciones intelectuales de esa época. O tal vez sí y yo no lo sabía y por esa razón la última línea de ese poema al que hoy, años después vuelvo, se me quedó grabada con absoluta insistencia: «una raya en el agua nuestra existencia».
¿Hay algo más efímero, fugaz e intrascendente que provocar una raya en el agua? Tardé muchos años en dar con el poema de nuevo y hoy, a media vida en el camino, tiene un significado distinto. Cuánto me parezco a aquella niña en la biblioteca pública y cuánto también se ha quedado en el camino.
El gran Fuentes de su primera juventud en una historia de amor, deseo y locura; una entrañable Ciudad de México que no conocí. El delirio y el sueño.
Primeras lecturas que marcan, como los primeros amores, la infancia y sus dolores que se quedan siempre ahí; un autor extraordinario en la narrativa y la poesía. Y otra vez la Ciudad de México como escenario y una sociedad mexicana clasista que no ha cambiado en más de medio siglo.
¿Y si la gran distinción entre seres humanos fuera, por un lado, los que son capaces de navegar ligeros por la vida y quienes se hunden en centímetros de agua? Enorme Kundera en esta historia filosófica de exilios, amores, pasión y destino.
Uno de los grandes autores mexicanos de la actualidad nos cuenta la historia que ya sabemos desde otro lugar y con otra narrativa: la del narco, la de Sinaloa, la del inicio de todo lo que hoy nos duele. Y no da tregua, no suelta y construye un personaje fantástico e inolvidable en ese tonto del pueblo que se enamora de Joplin sin tener idea de quién es.
¿Qué otra forma de entender el amor si no es ésta? Un trueno que rompe la tierra, el agua que arrasa con el pueblo, el amor como enfermedad, como maldición, como certeza doliente en uno de los clásicos en español que nadie puede dejar de leer.
Otro de mis favoritos, un narrador prodigioso, con una obra extensa y una escritura envolvente, soberbia. En la novela que le diera el reconocimiento internacional Muñoz Molina construye su ciudad imaginada, Mágina y repasa la historia de España y la vida propia.
Otro de los grandes autores mexicanos contemporáneos, Toscana, construye una novela sobre el valor de la literatura y la lectura . Ubicada en Icamole, un pueblo desértico en el norte del país en la década de los setenta, El último lector es Lucio, el bibliotecario del lugar que está al borde de la miseria a causa de la prolongada sequía.
Nací en la tierra de Amado Nervo así que crecí como lectora de poesía. Y no había, en mi primera infancia, más poetas que los mexicanos del siglo XIX, Nervo entre ellos por supuesto, artífices literarios de la construcción de un país soñado que más de cien años después nos queda a deber cuotas enteras de realidad.
Yourcenar única e irrepetible en una obra extraordinaria que es novela, biografía, ensayo, retrato de una época y de un personaje, de la vida desde el poder, al final del poder y el sinsentido de la gloria efímera por haberlo alcanzado.
Dueño de una de las mejores narrativas del mundo, Vargas Llosa, mi Nobel, con esa obra tan vasta, la de la juventud y la de ahora, publica una novela tras otra sin parar. Me quedo con esta historia de un falso amor o de un amor no correspondido entre un pobre tipo peruano que pasa la vida entera detrás de una mujer que lo despedaza sin compasión. Y de cómo el fracaso también redime.
¿Quién es Lorena Elizabeth Hernández? Nació en Tepic, México. Comunicadora y promotora cultural Fundó y dirige Se Habla Español, consultoría en comunicación y relaciones públicas, especializada en cultura. Es Directora del Festival Letras en Tepic, proyecto de promoción de la lectura que fundó en la ciudad de Amado Nervo, cuya segunda edición se realizará en junio de 2016. Le gustan las novelas, la poesía y los libros para niños. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha publicado cuentos y poemas en diversas revistas y antologías y el libro titulado Te quería tener y otros poemas. Es comentarista de radio y televisión donde habla de libros y autores. Actualmente colabora todas las semanas en los noticieros Antena Radio del Instituto Mexicano de la Radio y México al Día de Televisión Educativa.
@lorenaleer