La pandemia ha impactado en la afiliación, cotización o registro en los sistemas de salud, así como en la cobertura de los sistemas de pensiones en la región, profundizando brechas preexistentes en materia de protección social que, de no tomarse acciones preventivas, pueden tener efectos duraderos en el bienestar y la salud de las personas.
Ciudad de México, 1 de febrero (SinEmbargo).- La crisis que ha causado la COVID-19 ha intensificado la caída en la cobertura efectiva de pensiones en América Latina, la cual ya se observaba en 2019, pues en 2020 registró una reducción de 2.1 puntos porcentuales, con lo cual se ubicó en 44.7 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA), dio a conocer un estudio anual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Aunque la cobertura de pensiones ha tenido una tendencia alcista en los últimos 19 años —ya que tuvo un notable incremento en el periodo comprendido entre 2000 y 2009, al pasar del 35.4 por ciento al 43. 5 por ciento, y luego subió moderadamente entre 2010 y 2019, del 45.5 por ciento al 46.8 por ciento—, con lo que se llegó casi a duplicar el número de personas cubiertas por esta prestación. No obstante, en los últimos años perdió fuerza, significando un retroceso de casi 11 años.
«Este descenso, que representa una pérdida agregada de 4 millones 182 mil 304 cotizantes entre 2020 y 2019, no sólo muestra la magnitud del impacto de la pandemia en el mercado laboral, sino que también anticipa sus consecuencias en el deterioro de la protección social de la población», expone el documento Panorama Social de América Latina.
[pdf-embedder url=»https://www.sinembargo.mx/wp-content/uploads/2022/01/pobreza-extrema-en-al-y-el-caribe-cepal.pdf»]
El problema se agrava si se ubica a las pensiones bajo el contexto de las desigualdades de género.
La Comisión dio a conocer que entre el cuarto trimestre de 2019 y el cuarto trimestre de 2020, en Chile esta reducción llegaría a 3.7 puntos porcentuales para las mujeres y 2.6 puntos porcentuales para los hombres; en el caso de Colombia, a 1.4 puntos porcentuales para las mujeres y 1.0 puntos porcentuales para los hombres, y a 6.1 por ciento para las mujeres y 5.5 puntos porcentuales para los hombres en la República Dominicana.
Por grupos de edad, la brecha entre la población de 20 a 24 años y la de 30 a 64 años que estaba afiliada o cotizaba a estos sistemas llegaba a 9.2 puntos porcentuales en 2020, mientras que si se compara la población de 30 a 64 años con la población de personas ocupadas de 15 a 19 años llegaba a 32.5 por ciento, lo que refleja la característica de la región en cuanto a que «las primeras inserciones laborales se dan en condiciones de alta desprotección social».
«Al comparar los datos de 2019 y 2020, se aprecia nuevamente el grave impacto de la pandemia: las personas jóvenes experimentan una caída mayor, mientras que en el otro extremo del ciclo de vida se apreciaría un leve aumento en la proporción de afiliados y cotizantes entre las personas mayores que siguen estando ocupadas más allá de los 65 años», señaló la Cepal.
Además, las desigualdades territoriales y según niveles de ingresos persisten a lo largo de los años y también marcan dificultades para las pensiones. En 2020, la brecha en la cobertura según área de residencia llegaba a 30.6 puntos porcentuales, mientras que por ingresos, entre más ricos y más pobres, se colocó en 61.2 puntos porcentuales de diferencia, luego de haberse reducido menos de un punto porcentual desde 2010, cuando era de 61.7 puntos porcentuales.
La Comisión destacó que otra problemática causada a raíz de la pandemia, «que podría tener consecuencias negativas en los resultados de los sistemas de pensiones», es el retiro anticipado del ahorro en las cuentas individuales.
En países como Chile, Perú, y Bolivia se dio la aprobación de medidas para retiros extraordinarios y voluntarios; mientras que en El Salvador y México se puso a disposición instrumentos que permiten los retiros bajos ciertas condiciones. Sin embargo, se prevé que estos retiros anticipados conlleven a una mayor desprotección social en el futuro, así como a una mayor dificultad para cumplir con los periodos necesarios para acceder a una pensión, especialmente para las personas que están más próximas al retiro.
PANDEMIA TAMBIÉN IMPACTÓ A LOS YA PENSIONADOS
De acuerdo con la Cepal, entre 2019 y 2020 la cobertura de pensiones para países de la región disminuyó 0.7 puntos porcentuales, dato que podría estar impulsado por la situación de las personas que estaban más próximas a acceder a una pensión cuando comenzó la pandemia y que retrasaron la decisión debido a los problemas que desató la crisis sanitaria.
En ese sentido, más de un cuarto de la población de adultos mayores en 13 países de América Latina no tuvieron acceso a pensiones en la vejez durante la pandemia.
El análisis de la Comisión puso énfasis en la caída de 10.3 por ciento en las personas mayores que reciben pensiones en el quintil de menores ingresos, mientras que, en los quintiles cuarto y quinto de mayores ingresos, esta proporción aumenta 4.9 puntos porcentuales y se reduce sólo 0.1 por ciento, respectivamente. En 2020, las mujeres continuaron con una menor cobertura de percepción a la de los hombres, con una diferencia de más de 3 puntos porcentuales. Sin embargo, se destacó el aumento de pensiones en áreas rurales, «vinculado a la recepción de pensiones no contributivas».
La Cepal también enfatizó la proporción al alza de personas de 65 años y más con cobertura no contributiva, lo cual se situó en 3.2 puntos porcentuales entre 2019 y 2020; mientras que en la cobertura contributiva hubo un descenso de 0.9 puntos porcentuales en el mismo periodo, por lo que la Comisión destacó el papel de las políticas de protección social en la región.
Considerando la información de los países de Latinoamérica, en 2020 la recepción de pensiones impidió un aumento de 8.1 puntos porcentuales en la pobreza y de 5.3 por ciento en la pobreza extrema.
De hecho, si se analiza el impacto entre la población de personas mayores, la recepción de pensiones habría mitigado un aumento de 34.9 puntos porcentuales en la pobreza y de 22.9 puntos porcentuales en la pobreza extrema.
«El papel de las pensiones no contributivas durante la pandemia ha sido relevante y se espera que la demanda de estos instrumentos se incremente en los próximos años, por lo que su diseño deberá examinarse cuidadosamente, de manera de integrarse con los sistemas contributivos actuales y colaborar con la consolidación de sistemas de protección social universales, integrales y sostenibles», reiteró la Comisión.