Esta patología en mujeres no fue descrita hasta 2001 por las investigadoras Sandra Leibulm y Sharon Nathan, del Hospital de Santa María de Londres, como una «sensación de excitación genital sin un desencadenante sexual previo, que persiste durante períodos prolongados de tiempo».
Por Maria Altimira
Ciudad de México, 2 de febrero (SinEmbargo/VICE Media).- «Tienes orgasmos en cualquier situación, en cualquier momento, sin que haya ningún tipo de estímulo. Cuando tienes una crisis, es uno tras otro». Así describió Diana su enfermedad en un programa radiofónico que se emitió la madrugada del lunes. La patología que sufre se llama Síndrome de la Excitación Sexual o Genital Persistente (PSAS o PGAD en sus siglas en inglés) y es una dolencia que afecta a mujeres de entre 25 y 75 años.
En una ocasión, explica esta andaluza, llegó al clímax sexual durante una entrevista de trabajo. «¿Qué haces en una situación así? Pues te vas, dices que te encuentras mal y te marchas», asegura Diana, para quien el PSAS significa la «muerte del deseo sexual (consciente)», porque ya no tienes ganas de tener relaciones sexuales con tu pareja, además de una fuente de ansiedad y sufrimiento. «Muchos médicos no saben qué es, se ríen y te tratan como si estuvieras loca», lamenta.
Pero el de esta joven no es un caso aislado, aunque sí uno de los pocos que han sido diagnosticados hasta ahora. De hecho, esta patología en mujeres no fue descrita hasta 2001 por las investigadoras Sandra Leibulm y Sharon Nathan, del Hospital de Santa María de Londres, como una «sensación de excitación genital sin un desencadenante sexual previo, que persiste durante períodos prolongados de tiempo».
«Se trata de sensaciones objetivas de excitación genital, que algunas veces pueden llegar al orgasmo, pero que son percibidas como sensaciones intrusas por las mujeres que lo experimentan porque no lo controlan ni saben qué las produce», asegura a VICE News Francisca Molero, codirectora del Instituto de Sexología de Barcelona, España.
El PSAS no es el único caso de sexo involuntario. Cualquier persona puede llegar al orgasmo en un sueño sin apenas tocarse porque el órgano sexual por excelencia es el cerebro, explica esta experta. La sexualidad activa sistemas de recompensa que necesitamos para vivir, cuando estamos deprimidos eso nos puede ayudar a sentirnos mejor y cuando estamos bien para reforzar.
El caso, precisa Molera, es que muchos estudios aseguran que las mujeres identifican mucho menos que los hombres los estímulos que las excitan y, al contrario que estos, asumen negativamente el hecho de excitarse sin que puedan vincularlo a un desencadenante en concreto.
TIPOLOGÍA, SÍNTOMAS Y TRATAMIENTOS
«La mayoría de mujeres con PSAS no llegan al orgasmo y eso les causa molestias, pero también hay casos (como el de Diana) que completan el ciclo sexual y entonces no hay dolor», explica a VICE News María Fernanda Peraza, especialista en andrología y medicina sexual en el Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja (IESP).
«Aunque es poco común, cada vez se diagnostican más casos, porque hay menos pudor y menos reticencia a acudir a un especialista», añade Molero. La PSAS está reconocida como una disfunción sexual por la OMS y hasta 2013 se documentaron un total de 400 casos en el mundo.
«Son muchos más», asegura la experta del instituto de sexología, que ya ha atendido a 15 mujeres con este síndrome. Aún así, la vergüenza que sienten muchas de las afectadas sigue jugando en contra de la visibilización de este problema, deplora Molero.
Se trata de una patología donde no hay una sola causa sino diversos factores orgánicos que pueden intervenir, dice esta experta. Alteraciones del nervio pudendo (que se encuentra en la región pélvica y que inerva los genitales externos), los quistes perineurales (lesiones de las raíces nerviosas localizadas a en la zona baja de la pelvis) o la congestión pélvica (que implica un importante aumento de la vascularización producida en la región útero-ovárica y que se manifiesta a través de dolor crónico) son algunos de los agentes asociados con este síndrome.
«Las causas farmacológicas también pueden estar relacionadas con el PSAS. Así, en muchas pacientes el consumo de antidepresivos o antipsicóticos está ligado a esta dolencia», precisa Peraza.
«El problema es que si esta manifestación intrusiva se alarga se produce el llamado fenómeno de la auto observación: la persona está pendiente de lo que le sucede y eso aumenta las sensaciones, agravando la patología debido a la ansiedad que produce la incertidumbre de no saber cuando se va a producir el próximo episodio», de acuerdo con Molero.
No hay dudas sobre los síntomas. Se trata de aquellos asociados a la excitación como la hinchazón genital, la lubricación y al aumento de la sensibilidad y que en una minoría, como es el caso de Diana, llegan hasta el orgasmo. El PSAS puede afectar a hombres y mujeres pero es una patología eminentemente femenina.
«Hay mucho desconocimiento, la mayoría de los médicos de un ambulatorio nunca han oído hablar de esta patología. Además, es un tema muy vergonzoso y eso puede ser un impedimento para las mujeres afectadas cuando se trata de consultar a un facultativo», explica Molero.
Pero esta extraña dolencia tiene tratamiento. A veces, hay que retirar la medicación de antidepresivos y antipsicóticos y, en cambio, en otros casos se requiere la administración de fármacos contra la ansiedad. También es vital, explica Molero, la terapia sexual y cognitiva, es decir que la mujer conozca qué le pasa y cómo responde su cuerpo cuando hay un episodio y así disminuir los síntomas sicológicos asociados a la patología gracias a una sensación de mayor control.
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