Se trata de un fenómeno que se da con mayor fuerza en los jóvenes en edad universitaria o laboral. Muchos de ellos, creyentes o no, tienen una mirada crítica sobre el catolicismo y las religiones en general. La visita que Francisco realizará a México no se ha salvado de los señalamientos.
Por Carmen Peña
Ciudad de México, 2 feb (dpa) – Son las nueve de la mañana de un sábado y, a pesar del frío, Ángela González recorre las calles de la Ciudad de México junto a dos compañeros. Van de casa en casa para hablar de dios y leer la Biblia a quienes estén interesados en oírlos.
«Nadie nos obliga a hacerlo. Predicar la palabra de dios es algo que hago con mucho gusto», dice Ángela mientras sostiene varios folletos religiosos.
Ella y sus acompañantes, todos mayores de 40, son evangélicos y forman parte del número cada vez más grande de mexicanos cristianos no católicos.
Aunque no tiene una religión oficial, el país que el papa Francisco visitará el 12 al 17 de febrero es el segundo con más católicos en el mundo después de Brasil y es conocido por las masivas peregrinaciones en honor a la virgen de Guadalupe. Sin embargo, su población ha experimentado en las últimas décadas un cambio en la fe.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la población creyente no católica subió de un 1,8 por ciento en 1950 a un 10 por ciento en 2010. Más de diez millones de mexicanos, cifra que sigue en aumento.
Frente a una amplia mayoría de fieles que espera con ansias la llegada del papa Francisco, quizás un 10 por ciento noparezca gran cosa, pero muchos antes formaban parte de las filas católicas, que hoy representan un 83,7 por ciento de la población total.
«Cuando era chico mis padres me educaron en el catolicismo, aunque me dieron libertad para decidir mi religión más adelante», cuenta a dpa Roberto Céspedes, de 26 años. «Prácticamente asistía a la iglesia porque ‘debía cumplir’ y luego simplemente dejé de ir a misa», recuerda.
Roberto ya no se considera católico ni de ninguna otra religión, aunque asegura creer en un dios. «No participo de ningún culto o algo así, voy a misa solo para acompañar a mi madre si me insiste. Supongo que podría decir que soy cristiano, pero que el papa venga no me hace ni más ni menos feliz», explica.
Se trata de un fenómeno que se da con mayor fuerza en los jóvenes en edad universitaria o laboral. Muchos de ellos, creyentes o no, tienen una mirada crítica sobre el catolicismo y las religiones en general. La visita que Francisco realizará a México no se ha salvado de los señalamientos.
«La visita del papa se me hace algo totalmente innecesario. Es un derroche enorme de dinero que podría utilizarse para otras cuestiones como educación, mejorar infraestructura», dice Betsabé de la Rosa, estudiante de 21 años y cristiana evangélica.
El «México siempre fiel» al que apeló en su momento Juan Pablo II es ahora mucho más diverso, al punto que enestados como Chiapas (sur), el menos católico del país, con un 58,3 por ciento, hay numerosos evangélicos, testigos de Jehová y musulmanes.
«Cada vez más gente prefiere buscar una conexión verdaderamente espiritual», dice Alexander Tapia, que se educó como católico pero luego pasó a ser mormón. «Me agradó, me hicieron sentir muy bien y decidí bautizarme ahí», diceen referencia al Templo Mormón de Ciudad de México, una construcción gigantesca en la zona este de la capital.
En su libro «Religión, política y metodología», el antropólogo mexicano Elio Masferrer expone con datos obtenidos del anuario estadístico de la Iglesia católica que la cifra de creyentes no católicos sería mucho mayor al 10 por ciento del Inegi.
Señala que la tendencia de bautizos católicos es de un 73 por ciento sobre la tasa de nacimientos registrados, pero que solo un 42 por ciento de esos niños cumple con el sacramento de la confirmación después, lo que deja a un 31 por ciento en la categoría de «indiferentes», es decir, de personas «que cumplieron alguna vez con los rituales católicos».
«En términos etnográficos, suelen responder que son católicos por ‘costumbre’ de sus padres, pero ‘indiferentes’ porque nunca van a la iglesia», explica el antropólogo, y agrega que es en ese porcentaje de no practicantes en los que se suelen producir conversiones a otra clase de cultos.
Masferrer dice que la tendencia a la baja en el catolicismo se debe a la forma en la que actúan las demás congregaciones. Por ejemplo, los evangélicos suelen tener pequeños grupos de entre 100 y 400 personas, mientras que los sacerdotes católicos son más distantes con la feligresía.
«La estadística mexicana de la Iglesia católica registra un sacerdote por cada 6mil 800 feligreses», señala.