Alma Delia Murillo
01/11/2014 - 12:01 am
No se rindan, no me rindo
Estaba la Catrina tiesa, polvosa y caída la capa. Petrificada por la tristeza y el espanto de Ayotzinapa.
Estaba la Catrina tiesa,
polvosa y caída la capa.
Petrificada por la tristeza
y el espanto de Ayotzinapa.
No he sido yo, pensaba,
la causa de esta vergüenza.
débil, su guadaña sopesaba
en el recuento de tanta bajeza.
Yo soy la muerte pura,
soy la muerte que libera.
Soy el vaso que se apura
y de frente se celebra.
No soy la bala que dispara en la nuca
porque así me lo ordenaron.
No sé de alcaldes o capos y nunca
mi dignidad única compraron.
Yo distingo entre animales y humanos.
Reconozco el nombre suave y el fuerte,
saludo, me acerco, estrecho las manos.
Soy la parca, soy la paz, soy la muerte.
La Catrina inquieta se levanta,
escucha un llamado a la ira,
parecen voces que cantan,
son padres dolientes lo que mira.
Seres de bronce dan voces a una
como de Lorca los gitanos,
pero ellos no corren tras la luna
con su polisón de nardos.
Son hombres y mujeres buscando
a sus cuarenta y tres desaparecidos,
son hombres y mujeres andando
a los que el dolor no ha rendido.
Ay de ustedes, ay de mí.
Ay de todos, ay mis hijos.
Desde Ayotzinapa hasta aquí
soy la parca y los cobijo.
Depongo por ustedes mi copa mortal
en nombre de la esperanza.
Y para quienes engendraron este mal,
políticos corruptos a ultranza,
reservo en mis manos un terrible final.
No se rindan, no me rindo.
Sumo mi rabia, mi voz y mi ira,
por amor a su cielito lindo
grito su causa al mundo que gira.
@AlmaDeliaMC
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