Por problemas de dinero, McKinty abandonó la pluma y se hizo mesero y conductor de Uber. Tiempo después, un autor descubrió su blog y devoró sus historias. Convencido del éxito que alcanzaría, un editor le pidió a McKinty -con 10 mil dólares de por medio- volver a escribir.
Así nació La Cadena, un thriller que ya llegó a 40 países y del que la productora Paramount Pictures ha adquirido los derechos para su adaptación cinematográfica.
Por Paula Baena Velasco
Londres, 1 de octubre (EFE).- El oficio de Adrian McKinty (Belfast, 1968) es inventar historias pero la suya bien merecería ser contada porque, como suele ocurrir, la realidad supera la ficción en la trepidante vida de este escritor que publica ahora su última novela, La Cadena (Planeta), inspirada en los secuestros mexicanos.
Éxito, fracaso y resurgimiento de las cenizas, nada falta en las memorias de un hombre que a sus 51 años ya ha bebido de las mieles del éxito pero también ha sentido el duro golpe de la caída.
Ataviado con una sencilla camiseta y unos vaqueros que pusieron de manifiesto su naturalidad, McKinty se reunió con Efe para una entrevista a corazón abierto en la que hizo balance de una apasionada existencia.
La historia de McKinty se las promete muy felices al principio. «Yo era profesor, como mi mujer, vivíamos en Denver (Colorado) y escribía en mi tiempo libre», explicó.
Corría el año 2009 cuando a la esposa de McKinty, madre de sus dos hijas, le ofrecen un trabajo en Australia y el hasta entonces profesor piensa que es el momento perfecto para dejar la enseñanza a un lado y centrarse en su faceta de escritor.
Comienza entonces una serie de novelas ambientadas en su Belfast natal con el detective Sean Duffy como protagonista que llaman la atención de la crítica, quien le sitúa como una de las promesas del relato de misterio.
Sin embargo, y aunque los galardones y el aplauso de los especialistas se sucede, Mckinty no vende libros y el dinero se va agotando en su cuenta corriente, hasta este momento a salvo por un cheque anual procedente de Hollywood por la venta de los derechos de uno de sus libros para hacer una película.
Ese largometraje nunca se llegó a producir, la productora renunció a los derechos y la estabilidad económica de la que había gozado el autor hasta ese momento comienza a tambalearse seriamente.
Y llegó la bofetada de realidad: el desahucio de su casa. «Fue un día muy difícil para mí como padre, las cosas de mis dos hijas estaban todas en la acera enfrente de nuestra casa y me miraban y me preguntaban ¿papá, va a ir todo bien?», relató McKinty.
Pero la realidad es que él no tenía «ni idea» de si todo iba a salir bien y se sentía «un absoluto fracaso como padre».
Sin embargo, lejos de quedar paralizado por la desgracia, el británico decidió abandonar la escritura y conseguir cuanto antes un trabajo.
McKinty no solo consiguió uno sino que se hizo con dos empleos, camarero y conductor de Uber, y, según confesó a Efe, se sentía «contento» porque estaba ganando dinero.
A través de una publicación en un su blog personal informó de su nueva situación y fue poco después cuando se produjo la llamada telefónica que daría un nuevo giro a su vida.
El escritor estadounidense Don Winslow leyó el «post» y compungido con la noticia y seguro del talento de su colega, recomendó a su editor, Shane Salerno, sus libros.
Este los devoró y convencido del éxito que podía alcanza McKinty le llamó y le insistió -mucho y previo pago de 10 mil dólares- a volver a escribir.
Así fue como nació La Cadena, el libro que llega hoy a las librerías españolas editado por Planeta y que, según Winslow, es «brillante, una obra maestra de la tensión».
Inspirado en los secuestros mexicanos y en una tradición supersticiosa de su infancia, McKinty creó este thriller que ya ha llegado a 40 países y del que la productora Paramount Pictures ha adquirido los derechos.
En esta ocasión, y aunque se confesó muy feliz por esa compra, el escritor ha decidido no involucrarse «ni en el guión, ni el elenco ni en nada» para evitar el disgusto que se llevó la primera vez, cuando la película de su novela nunca llegó a hacerse.
Algo que no parece que vaya a ocurrir en esta ocasión, cuando la vida sonríe a McKinty, ahora instalado con su familia en Nueva York y con su carrera literaria de nuevo encaminada.