¿Es posible caer en depresión durante la época otoñal? Sí, un experto explica en qué consiste

01/10/2019 - 12:10 am

La hipótesis del cambio de fase también puede explicar el trastorno afectivo estacional. Según esta, «debe haber una relación óptima entre el momento de los ritmos circadianos, por ejemplo, la temperatura mínima del cuerpo y la secreción de melatonina, y el momento del sueño».

Madrid, 01 de octubre (EuorpaPress).- Con la llegada del otoño y el invierno algunas personas pueden sentirse deprimidas, un fenómeno que se explica con el llamado trastorno afectivo estacional. El trastorno afectivo estacional está incluido como una forma especial de presentación de los trastornos afectivos tanto en la clasificación de la 11ª Revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (CIE-11), como en la quinta edición del Manual de Diagnóstico y Estadística de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psquiatría (DSM-V).

«El término trastorno afectivo estacional (TAE) describe, habitualmente, la presencia de episodios recurrentes de depresión mayor unipolar que comienzan en otoño o invierno y, si no se tratan, generalmente remiten en la primavera o verano siguiente», explica en una entrevista con Europa Press el coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), el doctor Vicente Gasull, que resume que, en definitiva, «tienen un inicio y remisión estacional, en momentos característicos del año», lo que constituye su «característica fundamental».

A pesar de que la manifestación más recurrente son los episodios de depresión, no es la única. «Puede presentarse también con episodios de manía o hipomanía, aunque es mucho menos frecuente», indica el experto de SEMERGEN, que insiste en que el TAE «no se considera un trastorno del estado de ánimo separado, sino más bien un subtipo de los trastornos del estado de ánimo: el trastorno depresivo mayor y el trastorno bipolar I y II».

«Lo que hemos descrito es la llamada depresión invernal, la forma más frecuente de presentación, pero los episodios pueden iniciarse también en primavera/verano y remitir en otoño/invierno, lo que sería la depresión de verano», matiza el coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Salud Mental de SEMERGEN.

Así, «el que los días sean más cortos y oscuros afecta tanto física como psicológicamente», confirma el doctor Gasull, que sitúa la prevalencia del TAE en la población general en aproximadamente entre el 0.5 y el 3 por ciento. «La prevalencia puntual estimada del TAE en pacientes ambulatorios de Atención Primaria es del 5 al 10 por ciento y en los pacientes deprimidos se estima que es de un 15 por ciento», agrega el experto de SEMERGEN.

La patogenia del trastorno afectivo estacional se desconoce. El doctor Gasull alude a diversas hipótesis para explicarlo. «Son diversas: alteraciones de los ritmos circadianos, disminución de la sensibilidad de la retina, factores genéticos y desregulación de los neurotransmisores. Estas hipótesis no son mutuamente excluyentes», señala el experto.

POSIBLES FACTORES

En referencia a los ritmos circadianos, el experto de SEMERGEN comenta que «constituyen el reloj biológico humano que regula las funciones fisiológicas del organismo para que sigan un ciclo regular que se repite cada 24 horas y que coincide con los estados de sueño y vigilia». El sueño y la vigilia, por su parte, «están asociados a los estímulos de luz que el cerebro asocia con una mayor actividad fisiológica, mientras que, en la oscuridad, se inhiben estas funciones, llegando al mínimo entre las 3 y las 6 horas. Los ritmos circadianos afecta el momento y la duración del sueño», continúa el doctor Gasull.

Así, «una de las hipótesis para explicar la génesis del TAE implica cambios en los ritmos circadianos debido a cambios estacionales en la duración de la luz del día a día, también conocido con el ciclo de luz-oscuridad», según el doctor Gasull.

El Ocaso Previo Al Cambio De Horario Foto Joaquín Sanluis Cuartoscuro

Entran en juego más factores. El experto de SEMERGEN alude al fotoperíodo, la duración de la luz natura cada día, que «es más corta en invierno y más larga en verano». Por lo tanto, «el organismo debe experimentar unas variaciones fisiológicas para adaptarse a las modificaciones ambientales de luz o temperatura», expone el doctor Gasull.

Además, el experto menciona la melatonina y la serotonina. En cuanto a la primera, en palabras del doctor, «es la hormona reguladora del ciclo vigilia-sueño y está producida por la glándula pineal del cerebro. La secreción activa de melatonina se produce por la noche». Por su parte, «las alteraciones adaptativas de nuestro reloj biológico también pueden influir en variaciones en la serotonina, un neurotransmisor presente en el cerebro y que influye en nuestro estado de ánimo», agrega el doctor de SEMERGEN.

«En condiciones normales en los cambios de estación, durante unas dos o tres semanas, este reloj biológico de nuestro organismo se tiene que volver a ajustar de forma progresiva, produciéndose mientras tanto, en mayor o menor medida, sensación de cansancio y apatía, dificultades de concentración y problemas para dormir bien», especifica el doctor Gasull.

Por otro lado, «en individuos vulnerables, el fotoperíodo es más corto en invierno y la duración de la secreción de melatonina es mayor, pudiendo ambos hechos inducir depresión. En los pacientes con TAE la duración de la secreción nocturna de melatonina es mayor en invierno que en verano mientras que entre los controles sanos, la duración de la secreción de melatonina es similar en invierno y verano», comenta el experto.

«Estos resultados sugieren que los pacientes con TAE responden al fotoperíodo más corto del invierno y a la mayor duración de la secreción de melatonina de manera análoga a otros mamíferos, con una respuesta de hibernación», agrega el doctor de SEMERGEN. En este contexo, «la hipersomnia, el aumento del apetito y el aumento de peso que caracterizan la depresión invernal en pacientes con TAE pueden verse como un tipo de respuesta de hibernación», concede.

La hipótesis del cambio de fase también puede explicar el trastorno afectivo estacional. Según esta, «debe haber una relación óptima entre el momento de los ritmos circadianos, por ejemplo, la temperatura mínima del cuerpo y la secreción de melatonina, y el momento del sueño. En la mayoría de los pacientes con TAE, el amanecer tardío en invierno y la disminución de la luz retrasan los ritmos circadianos en relación con el reloj externo y el sueño», manifiesta el experto. «Este cambio de ritmos circadianos a un tiempo posterior se llama retraso de fase. Pues bien, la desalineación entre los ritmos circadianos y el sueño se sugiere que conduce al TAE», concluye el doctor Gasull.

SÍNTOMAS DEL TAE

Teniendo en cuenta que el TAE no se considera un trastorno del estado de ánimo específico sino un subtipo de depresión mayor unipolar o trastorno bipolar I y II, las características clínicas del mismo dependen del trastorno específico que esté presente.

«Los síntomas de la depresión mayor en pacientes con TAE y en pacientes con depresión mayor no estacional son los mismos. Las personas deprimidas se sienten deprimidas la mayor parte del tiempo durante al menos dos semanas y tienen cinco o más de los siguientes síntomas, de los cuales es obligado que esté presente al menos uno de estos dos: ya no disfrutan ni se preocupan por hacer las cosas que solían hacer, lo que se llama anhedonia, y se sienten tristes, deprimidos, desesperanzados o de mal humor la mayor parte del día, casi todos los días», matiza el experto de SEMERGEN.

El resto de síntomas, según el doctor Gasull, son pérdida o aumento de peso, dormir demasiado o muy poco, sentirse cansado, como si no se tuviera energía, sentirse culpable o como si no valiera nada, olvidar las cosas o sentirse confundido, lo que se llama disfunción neurocognitiva, moverse y hablar más despacio de lo habitual, estar inquieto o tener problemas para quedarse quieto y pensar en la muerte o el suicido.

Pero, en el caso concreto del TAE de inicio en otoño-invierno, incluyen las siguientes «características atípicas», según el doctor Gasull: aumento del apetito, especialmente para los carbohidratos, un aumento de peso e hipersomnia, por ejemplo: dormir al menos una hora más durante la depresión de invierno que durante la eutimia de verano.

El experto añade que reconocer el trastorno es importante porque «es un problema común y está asociado con el deterioro psicosocial». Además, «el tratamiento agudo es, a menudo, efectivo y el tratamiento de mantenimiento puede prevenir futuros episodios», completa el doctor Gasull.

CONSEJOS PARA SOBRELLEVARLO

El doctor Gasull recomienda que «si hay sínotmas de trastorno afectivo estacional es conveniente consultar a un médico, sobre todo si en algún momento siente que podría lastimarse a sí mismo o a otra persona».

«El TAE tiene tratamiento, a menudo efectivo en la fase aguda y en prevención de recaídas o recurrencias. Entre las opciones de tratamiento se incluyen terapia de luz, tratamiento con fármacos antidepresivos y la psicoterapia», clarifica el miembro de SEMERGEN, que matiza que «los expertos piensan que la terapia de luz más los medicamentos antidepresivos es a menudo el mejor tratamiento para el TAE de inicio otoño/invierno».

En cuanto a llevarlo de la mejor manera posible, el doctor Gasull comenta que «algunas personas se sienten mejor si hacen ejercicio. Incluso si no se tienen ganas de hacerlo, hay que intentar hacer algo activo durante almenos 30 minutos la mayoría de los días de la semana».

Asimismo, «hay que intentar exponerse a la mayor cantidad de luz posible y seguir buenos hábitos de sueño», continúa el experto, que enumera dormir sólo lo suficiente para sentirse descansado y luego salir de la cama; acostarse y levantarse a la misma hora todos los días; no intentar forzarse a dormir y, si no se puede, salir de la cama e intentarlo nuevamente más tarde.

Además, el doctor Gasull considera importante tomar café, té y otros alimentos que contengan cafeína solo por la mañana; evitar el alcohol al final de la tarde, la noche y la hora de acostarse; evitar fumar siempre, pero especialmente por la noche; mantener el dormitorio oscuro, fresco, tranquilo y libre de recordatorios de trabajo u otras cosas que causen estrés; resolver los problemas que se tengan antes de irse a la cama; hacer ejercicio varios días a la semana, pero no justo antes de acostarse y evitar mirar teléfonos o dispositivos de lectura que emiten luz antes de acostarse.

Por último, el experto también especifica que puede resultar beneficioso «colocar en el dormitorio una lámpara con un temporizador para que se encienda temprano por la mañana, incluso antes de que salga el sol. Si es posible, que la lámpara simule el amanecer», finaliza el experto de SEMERGEN.

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Europa Press
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