Para Perugorría, dar vida al que «posiblemente sea el personaje más querido y más conocido de la literatura contemporánea cubana» ha supuesto cumplir un sueño que llevaba mucho tiempo persiguiendo. «Y finalmente creo que las cosas pasan cuando tienen que pasar, y que ha sido en el mejor momento de mí como actor para asumir este personaje», cuenta en entrevista con dpa.
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A sus 51 años, el protagonista de Fresa y chocolate afirma que ahora está «más curtido como ser humano y como actor» para enfrentarse a un personaje que ha vivido tanto como Conde. Y que además, supone un gran reto, «porque en Cuba y fuera de Cuba todo el mundo tiene un Mario Conde en la cabeza», añade. Y además, es la primera vez que alguien lo lleva al celuloide.
¿Cómo es el Mario Conde de Perugorría? «Conde representa a una generación de cubanos que creyó en un proyecto de país que no va a ser y se alimenta mucho de la nostalgia. Es un nostálgico de mierda, como se define él», explica este actor que no pierde nunca la sonrisa. Por eso, para construirlo rebuscó entre sus recuerdos. «Ha sido un viaje muy personal, lo he buscado más dentro de mí que fuera», confiesa.
Dirigida por el español Félix Viscarret («Bajo las estrellas»), «Vientos de La Habana» presenta a un Conde que se enamora de la enigmática Karina (Juana Acosta) al tiempo que le asignan la investigación del asesinato de una profesora. Y ésta, casualmente, impartía clases en el instituto donde él mismo estudió, lo que le obliga a enfrentarse a una ciudad muy distinta a la que él recordaba.
La película, que llegará a los cines españoles el 30 de septiembre, forma parte del proyecto «Cuatro estaciones en La Habana», que traslada al lenguaje audiovisual el universo creado por el Premio Princesa de Asturias de las Letras con su tetralogía «Cuatro estaciones». Así, además de «Vientos de La Habana», habrá también una serie de seis capítulos.
Como ocurre en las novelas de Padura protagonizadas por Conde, La Habana es un personaje más. Frente al cine cubano, «que siempre ha hecho un retrato más realista», el filme dibuja una ciudad tan decadente como su protagonista, lo que resulta «a su vez atractivo y mágico», apunta Perugorría. Ese Conde resacoso y escritor frustrado es también «un paralelismo de La Habana por la que deambula».
LA REINVENCIÓN DE CUBA
Con todo, Perugorría trata de ser optimista, «algo que Conde no ha logrado». Según afirma, Cuba «se puede reinventar y salir adelante». El país «ha entrado en cambios que son necesarios» y espera que esos cambios «se profundicen» para tener una Cuba «más integrado en el mundo de hoy, donde los jóvenes tengan oportunidades y no deban salir a buscarlas a otro lugar».
Que sea un director español quien finalmente haya trasladado al cine semejante referente literario le resulta «interesante». Y apunta que, como sucedió en Regreso a Ítaca , en la que trabajó a las órdenes del cineasta francés Laurent Cantet, esa mirada «desde fuera» permite «descubrir lugares» que pasan inadvertidos para un cubano por resultar demasiado cotidianos.
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