En el nuevo estudio, publicado en la revista Particle and Fiber Toxicology, los científicos han demostrado que, sorprendentemente, las partículas de cromo y níquel provenientes del desgaste de las agujas del tatuaje se distribuyen hacia los ganglios linfáticos.
Madrid, 1 de septiembre (Europa Press).- Las reacciones alérgicas son efectos secundarios comunes de los tatuajes y los pigmentos han sido culpados de esto. Pero ahora los investigadores han probado por primera vez que las partículas que se desprenden de las agujas al desgastarse durante el proceso de tatuaje pueden también producir alergias ya que contienen metales alergénicos como níquel y cromo. No obstante, esto sólo sucede cuando la tinta es de colores, y no con el negro.
El número de personas tatuadas ha aumentado sustancialmente en los últimos años, y algunos países han revelado que tienen hasta un 24 por ciento de la población con tatuajes. Las reacciones adversas de los tatuajes son comunes y hasta ahora, los investigadores creían que solo las tintas eran las responsables. «Los tatuajes tienen más que ver a simple vista. No se trata solo de la limpieza del salón, la esterilización del equipo o incluso de los pigmentos. Ahora descubrimos que el desgaste de la aguja también tiene un impacto en su cuerpo», explica Hiram Castillo, uno de los autores del estudio y científico del Sincrotrón Europeo (ESRF, por sus siglas en inglés), con sede en Grenoble, Francia.
En el nuevo estudio, publicado en la revista Particle and Fiber Toxicology, los científicos han demostrado que, sorprendentemente, las partículas de cromo y níquel provenientes del desgaste de las agujas del tatuaje se distribuyen hacia los ganglios linfáticos. Por lo general, las agujas de tatuaje contienen níquel (6-8 por ciento) y cromo (15-20 por ciento), lo que provoca una alta tasa de sensibilización en la población general y, por lo tanto, puede desempeñar un papel en las alergias a los tatuajes. Hace dos años, el mismo equipo de investigadores descubrió que los pigmentos y sus impurezas metálicas viajan hasta los ganglios linfáticos en una nanoforma, donde se pueden encontrar años después de la colocación de los tatuajes.
Ines Schreiver, autora de la investigación y científica del Instituto Federal de Evaluación de Riesgos en Alemania, explica cómo su trabajo de detective los llevó hasta las agujas. «Estábamos siguiendo nuestro estudio anterior, tratando de encontrar el vínculo entre el hierro, el cromo y el níquel y la coloración de las tintas. Después de estudiar varias muestras de tejido humano y encontrar componentes metálicos, nos dimos cuenta de que debía haber algo más -recuerda-. También probamos alrededor de 50 muestras de tinta sin encontrar tales partículas metálicas y nos aseguramos de que no hubiéramos contaminado las muestras durante la preparación de la muestra. Luego pensamos en probar la aguja y ese fue nuestro momento ‘eureka'».
En el equipo, dirigido por investigadores del Instituto Federal de Evaluación de Riesgos en Alemania, participaron científicos del Sincrotrón Europeo (ESRF) y de diversos centros unversitarios de Francia, Alemania y Bélgica que se desplazaron al ESRF, una de las fuentes de rayos X más intensas del mundo, para llevar a cabo el análisis de las muestras utilizando fluorescencia de nano-rayos X sincrotrón y estructura de borde cercano de absorción de rayos X en las líneas de haz ID21 e ID16B.
Los resultados mostraron que cuando la tinta del tatuaje contiene dióxido de titanio (un pigmento blanco a menudo mezclado en colores brillantes como el verde, azul y rojo), desgasta la aguja. Esto no sucede cuando se usa tinta negra de carbón. El equipo también estudió una aguja antes y después del proceso del tatuaje usando microscopía electrónica de barrido, que mostró la abrasión que había sufrido.
«No cabe duda de que las partículas de metal se derivan de la aguja del tatuaje como resultado del molido mecánico puro», dice Bernhard Hesse, de Xploraytion y científico visitante de la ESRF. Se sabe que el dióxido de titanio es muy abrasivo debido a su alta densidad y dureza en comparación con el negro de carbón.
El tamaño de las partículas que se encuentran en los ganglios linfáticos varía de 50 nanómetros a 2 micrómetros. Las nanopartículas son más peligrosas que las partículas de tamaño micro debido a su mayor relación superficie-volumen, lo que en consecuencia conduce a una liberación potencialmente mayor de elementos tóxicos. Las nanopartículas también pueden entrar directamente a las células y se distribuyen más fácilmente en el cuerpo. Sin embargo, en una nota positiva, también pueden excretarse más fácilmente del cuerpo.
De este modo, el estudio proporciona la primera prueba de que, no solo los pigmentos del tatuaje, sino también las partículas de agujas desgastadas se distribuyen hacia los ganglios linfáticos. Sin embargo, se deben realizar más investigaciones para evaluar claramente el impacto en la formación de alergia al tatuaje y la sensibilización sistémica.
«El hecho de que todos los pigmentos y partículas de desgaste se depositen en los ganglios linfáticos requiere una atención especial en el desarrollo de alergias. Desafortunadamente, hoy, no podemos determinar el impacto exacto en la salud humana y el posible desarrollo de alergias derivado del desgaste de la aguja del tatuaje -explica Ines Schreiver, científica del Instituto Federal de Evaluación de Riesgos de Berlín-. Estos son efectos a largo plazo que solo se pueden evaluar en estudios epidemiológicos a largo plazo que controlan la salud de miles de personas durante décadas», concluye.