El tercer informe del Presidente Peña Nieto se aproxima y no se ve, por ningún lado, ninguna buena nueva sobre este trienio de gestión.
El país está literalmente en la ruina: pobreza que se extrema, violencia imparable, cinismo político, descarado saqueo por parte de los servidores públicos, represión a la participación ciudadana, crímenes contra periodistas, desempleo, fraudes electorales y, por encima de todo, excesiva impunidad.
México, como quizá nunca antes, ha llegado a niveles de degradación social y política que parecen ya irrecuperables. La credibilidad en nuestro estado de Derecho no sólo es nula, sino que, además, empieza a crear serios trastornos en el desarrollo del país, que ahora, para nuestro mal, sufre una desaceleración económica alarmante.
Lo queramos o no aceptar, padecemos un sistema despótico sobre el cual no se vislumbra –y esto es lo peor- ninguna salida. La clase política (envuelta en graves acusaciones de corrupción, en especial el primer círculo del presidente y el presidente mismo) se ha separado tanto de la sociedad que parece que lo único que media entre ambas es una gran impotencia.
De nada sirven ya las redes sociales, las protestas ciudadanas en contra de los crímenes de Estado (todos sin resolver o absurdamente resueltos), las manifestaciones públicas (acompañadas de detenciones arbitrarias y sangre), la cantidad inmensurable de memes cuya única intención (parece) es detener el horror mexicano.
Todo dura lo que dura un tuit en tu pantalla del celular y luego se pierde en el vendaval de noticias (la mayoría catastróficas) que inundan los espacios virtuales.
Si a esto agregamos el poderío que están ejerciendo capitales extranjeros sobre nuestro país (petróleo, campo, industria, soberanía incluso), los estragos que ahora padecemos (que parecen ya de por sí insuperables) podrían ser apenas la antesala de una crisis de consecuencias inimaginables para nuestro país.
La pregunta es: ¿de qué forma podría entender la clase política mexicana que este dolor que padecen millones podría, tarde o temprano, alcanzarlos a ellos también?
Mientras el poder político siga estando por encima de la ley, y mientras ésta no alcance a quienes la corrompen, el horror mexicano seguirá imparable.
Sin embargo, lo que de seguro escucharemos de boca del Presidente Peña Nieto en su próximo informe será, como siempre, una larga lista de buenas nuevas que, lamentablemente, nuestra realidad más inmediata se encargará de negar.
@rogelioguedea