China se rinde a Ye, la «Sirena Oriental», y se toma las polémicas con humor

01/08/2012 - 6:38 am

Pekín, 1 ago (EFE).- Con el pívot Yao Ming retirado y trabajando de locutor televisivo, y a la espera de ver qué tal está de forma el vallista Liu Xiang, el corazón de los aficionados chinos ya tiene un sitio privilegiado para la nadadora Ye Shiwen, que con dos oros y una competitividad a prueba de polémicas es ya una heroína nacional.

Algunos ya la llaman en su país la «Sirena Oriental»: su oro de ayer en 200 metros estilos, batiendo por segunda vez en Londres el récord olímpico y tras días de acusaciones de dopaje por parte de los medios de comunicación, la ha consagrado por ahora como el gran orgullo del deporte chino en los Juegos Olímpicos.

El país, con 13 oros ya y liderando el medallero, tiene ya otros campeones londinenses, pero la controversia que ha rodeado a Ye, y su espectacular última posta en los 400 metros estilos -marcando un tiempo mejor que el de Ryan Lochte en hombres- han eclipsado al resto de oros chinos.

En las redes sociales, Ye es la reina de los Juegos para los internautas chinos: en sólo tres días, 2,5 millones de usuarios de la red de microblogs Sina Weibo (una versión china de Twitter, que está bloqueado en China) han pasado por la red para dar su apoyo a Ye y confesar su admiración por ella.

Muchos de ellos intentan tomarse con humor las acusaciones de dopaje que ha recibido la joven de 16 años, y así uno de los temas más comentados y parodiados es un artículo de un diario británico que llegaba a plantear la posibilidad de que Ye fuera un ser humano genéticamente modificado para ganar.

«¡Yo también quiero modificar mis genes, quiero los genes de David Beckham!», comentaba al respecto un internauta, mientras otros publican fotos de famosos deportistas estadounidenses sobre los que pesó la sombra del dopaje, como Marion Jones o Justin Gatlin.

Otros internautas bromeaban con las sustancias dopantes: «Se las podríamos dar a la selección de fútbol china», señala uno, en alusión a los pobres resultados que siempre ha tenido el equipo más seguido por los aficionados nacionales (y ahora dirigido por el español José Antonio Camacho).

El éxito de Ye y la polémica que le ha rodeado han servido para que los medios chinos se interesen por la vida de esta adolescente, nacida el 1 de marzo de 1996 en un pueblo montañoso de las afueras de Hangzhou (este) y que según su padre, Ye Qingsong, empezó a nadar en la guardería, con 5 años, por recomendación de sus profesores, «al ver que tenía las manos muy grandes».

«La llevamos a la escuela de entrenamiento y parecía encantarle, así que la dejamos quedarse», recuerda Ye en declaraciones a la Agencia Xinhua desde la misma escuela, donde vio junto a amigos y entrenadores ganar a su hija el segundo oro.

El padre recuerda que durante cinco años llevó a su hija en bicicleta eléctrica cada día a los entrenamientos, lloviera o hiciera sol, y que «siempre parecía un niño, por su pelo corto» (no le dejaban tenerlo largo para que nadara mejor).

Sus entrenadores recuerdan que era la niña más disciplinada: «Si le ordenaban nadar mil metros, solía hacer tres mil voluntariamente», cuenta Wei, uno de sus formadores, a la prensa estatal.

Casualidad o no, la escuela de entrenamiento Jinglun, donde Ye Shiwen comenzó su pasión por la natación, también es la «cuna» del otro nadador chino que está triunfando en Londres, Sun Yang (un oro, una plata y un bronce, tras haber triunfado también en los Mundiales de Shanghái 2011), por lo que estos días ha colgado un cartel en el que presume de ser una «fábrica de campeones».

De Ye Shiwen, la página oficial de Londres 2012 cuenta que en su tiempo libre le gusta ver la televisión y leer novelas de detectives, y que su sueño, ya cumplido, era ser campeona olímpica.

Su éxito no es totalmente sorprendente para los chinos, después de que consiguiera dos oros en los Juegos Asiáticos de Cantón 2010 (en las mismas especialidades en la que ha triunfado en Londres) y un oro en Shanghái 2011, donde pese a todo no pudo competir al cien por cien por culpa de un quiste que le produjo fiebres. EFE

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Redacción/SinEmbargo
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