El poder nunca da propinas, recibimos solo lo ganado.
Y eso que ganamos tampoco es un obsequio:
los derechos de hoy son resultado de las luchas de ayer,
los de mañana serán fruto de nuestras luchas de hoy.
Vivimos -¡feliz destino!- para los otros,
porque son otros los que nos dieron
agua, tierra, cielo y vida.
Hace casi dos años que miles de personas salieron a las calles para denunciar la sistemática desinformación promovida por el duopolio televisivo, así como la ausencia de la pluralidad de voces que es consustancial a la diversidad de realidades que entretejen nuestra vida pública. Desde entonces se volvió patente la des-representación de la sociedad en los partidos políticos y en los medios de comunicación. Se vislumbraba, así fuese como un balbuceo, la necesidad de transformar el sistema de medios de comunicación en México.
Así se empezó a escribir la historia de una lucha y de una simulación. Por nuestra parte, haciendo sinergia con académicos, periodistas, activistas, organizaciones y sobre todo con la sociedad civil, logramos posicionar nuestras demandas como un tema central en la agenda pública del país. Por su lado, los poderes fácticos y sus lobbys emplearon sus energías en
desarrollar la representación de una farsa.
En el contexto de esa antítesis y después de un largo proceso de desencuentros, se aprobó la Reforma en Telecomunicaciones el 12 de junio del año pasado. Su redacción tuvo lugar en una dinámica excluyente, a partir de los acuerdos cupulares del “Pacto por México”, privilegiando intereses mercantilistas y partidistas. Desde la Mesa de Democratización del Sistema de Medios de #YoSoy132 advertimos que sin la participación de todos los sectores sociales en la construcción de la propuesta, la legislación sería letra muerta y la democratización estaría truncada de origen. Hoy la realidad nos da la razón, aún cuando hubiésemos preferido equivocarnos.
Desde nuestro origen como grupo de incidencia, hemos generado contenidos puntuales para densificar nuestra exigencia estratégica, que es la democratización del sistema de medios. Propusimos un Documento de Exigencias Mínimas (DEM) en el que definimos el piso mínimo para iniciar un proceso de real democratización del sistema de medios en México; realizamos también una propuesta de Reforma Constitucional en Telecomunicaciones, donde articulamos legalmente y de manera metódica nuestras propuestas; hemos escrito cerca de una decena de artículos de opinión para acompañar el proceso durante todo este tiempo. Ahora, acotamos puntos clave de las Leyes Secundarias propuestas por el Ejecutivo el pasado lunes 24 de Marzo, que implicarían un trágico retroceso.
Nuestro modelo estableció un listón de exigencias que se equiparaba a casos emblemáticos y reconocidos internacionalmente, como el de Ecuador, Argentina, Canadá, la Unión uropea, entre otros; el proyecto de Reforma en Telecomunicaciones que finalmente fue aprobado quedó muy por debajo de los estándares que asentamos. Empero, habíamos reconocido que existían avances que abrían la posibilidad de emprender un proceso de transformación accidentada pero factible del sistema de medios. Analizando la propuesta de leyes secundarias, se vuelve evidente que esas diminutas posibilidades de cambio quedan estancadas.
A continuación, algunos de los puntos que nos parece urgente rectificar:
-Se desdibujan los medios comunitarios y sociales, al dejarlos sin independencia editorial ni autonomía de gestión financiera. Además se establece un escenario donde la igualdad de condiciones con los medios públicos implica de hecho preservar las desigualdades, pues no se puede equiparar su nivel de recursos o infraestructura, ni mucho menos sus fines.
-El IFT pierde atribuciones que serían traspasadas al Ejecutivo, dando al traste con la autonomía y capacidad de regulación del nuevo organismo. Además el instituto no tendría posibilidad para poner tope a la concentración de frecuencias ni reglas de propiedad cruzada en medios de comunicación y telecomunicaciones.
-Se rompe el principio de la neutralidad de la red, además de que se otorga legalmente al Estado la prerrogativa de suspender cualquier servicio “si lo considera necesario”. Es preocupante por principio que se asignen facultades que bien pueden derivar en autoritarismo.
-La llamada “colaboración con la justicia” implica que con una orden directa del procurador, se puede acceder a los datos personales, así como geolocalizar o intervenir el teléfono de cualquier persona. El Estado obtiene así una capacidad de control desmesurada que además arrebata a las nuevas generaciones el derecho a la privacidad.
-Se postula ejecutar el must carry en regla, pero con el must offer a medias, dependiendo de lo que considere la Secretaría de Gobernación. Por si fuera poco, se establece como límite al must offer la competencia, que sería declarada por un órgano (IFT) que bajo éstas leyes secundarias pierde autonomía.
-La producción independiente no tiene lugar en las leyes secundarias. Se hace vacío en la definición de las modalidades en que se garantizará la inserción de nuevos contenidos. Una verdadera transformación del sistema de medios de comunicación requiere un engranaje integral, coherente y articulado, lo cual implica entrelazar cada uno de sus elementos. Si una reforma es irregular y contradictoria, surgirán grumos que eventualmente atrofiarán al conjunto. Esa lógica es inadmisible cuando la legislación mexicana tiene cerca de 40 años de atraso, pues permaneció intocable todo ese tiempo para dejar hacer a los
poderes fácticos que apoyaban la reproducción del régimen.
Para concluir, queremos resaltar que en las sociedades modernas los medios son los creadores de la conciencia colectiva, y por lo tanto esenciales para una democracia real. Por ello, no tienen razón de ser si no abonan en la construcción de una sociedad democrática y participativa. El marco regulatorio es clave para tener más y mejores herramientas que nos permitan exigir y ejercer nuestro derecho a la comunicación.
Colectivo por el Derecho a la Comunicación.
Twitter: @CODEC_MEX