Frente a la escalinata que conduce al edificio principal del santuario, situado a las afueras de la ciudad de Bangkok, uno puede preguntarse si realmente ha entrado en lugar sagrado o en un parque temático de Hollywood.
Por Leticia Pastor
Bangkok, 1 mar (EFE).- Corren nuevos tiempos para el budismo en Tailandia, dónde el templo Wat Tamru, entre otros, se ha rendido a los encantos de los superhéroes del cómic estadounidense y los utiliza como reclamo para acercar la religión a niños y adolescentes.
Frente a la escalinata que conduce al edificio principal del santuario, situado a las afueras de la ciudad de Bangkok, uno puede preguntarse si realmente ha entrado en lugar sagrado o en un parque temático de Hollywood.
La imponente estatua de Hulk -el monstruo de piel verde creado por la editorial de cómics americana Márvel en los años 60- que custodia con sus más de tres metros de altura la entrada enseñando músculos y dientes, transforma las expectativas de inmediato.
«El abad del templo decidió colocar las estatuas de los superhéroes para llamar la atención de los niños y adolescentes, y conseguir que acudieran al templo con más asiduidad», declaró en entrevista a Efe Surin, uno de los monjes que vive en el templo.
«Antes, los adolescentes no venían nunca al templo. Sin embargo, desde que están las estatuas vienen a hacerse fotos con ellas para colgarlas en las redes sociales y, ya de paso, entran a rezar», añadió.
Junto al gran Hulk se erige la estatua de otro de sus contemporáneos; un Iron Man de pose erguida enfundado en una elegante armadura metálica de color rojo y dorado, que acapara la atención de todo recién llegado.
Otros monjes compañeros de Surin también defienden que la estrategia funciona como un primer paso para introducir a los niños en el budismo, aunque reconocen que hay gente a la que no le convence la idea.
«Me parece genial la idea de las estatuas para captar la atención de los niños, pero no creo que esa sea la solución. El verdadero trabajo para acercarles a la religión lo deben de hacer las familias desde dentro», aseveró una de las mujeres que rezaban en el templo.
La pequeña Natamon, de nueve años, camina de la mano de su padre mientras señala a un Superman de tamaño natural que la observa tras unas gafas de sol con cristal de espejo y a cuyos pies descansa uno de los muchos perros callejeros que deambulan por el recinto.
«El budismo es algo que está muy lejos de la mente de los niños e iniciativas como esta lo hacen todo más sencillo», aseguró su progenitor, que trabaja cerca de Wat Tamru y ha aprovechado para acercarse con la niña a hacer algunas fotos.
Natamon sonríe con timidez y mira de soslayo la figura que representa a Arale Norimaki, un dibujo animado japonés que se ha convertido en fenómeno de masas en Tailandia, conquistando a niños y no tan niños.
Es el caso de Beer, de 25 años, y su novia, grandes admiradores de Arale, quienes supieron de este peculiar templo a través de la prensa local y no querían dejar de retratarse junto a su dibujo animado favorito.
«Me parece una idea increíble y divertida que, además de atraer más público, hace que el templo reciba más donaciones», comentó el joven.
Desde su puesto de caramelos, Sombat también es testigo a diario de cómo los superhéroes han conseguido aumentar el número de visitantes al santuario, en especial durante los fines de semana, lo que también ha supuesto mayores ganancias para ella.
«Creo que la idea funciona a la perfección. La gente llega atraída por los muñecos y termina entrando al templo a hacer sus rezos. Y para mí no tiene más que ventajas, pues el negocio me va mucho mejor desde que colocaron las estatuas», aseguró.
El cacareo de una pareja de gallos que campa a sus anchas por la vasta extensión de tierra que rodea el templo completa una escena un tanto surrealista formada por monjes, animales, budas y superhéroes que conviven en perfecta armonía. EFE