México, 1 Feb (Notimex).- En el marco de un ambiente familiar, la Plaza de Garibaldi se convirtió este domingo en el recinto donde se partió uno de los tamales más grandes de México, como preámbulo a la celebración del Día de la Candelaria, el 2 de febrero.
Encabezado por Diana Sánchez Barrios, fundadora de la fundación ProDiana, el acto tuvo como objeto conservar la tradición mexicana de celebrar el 2 de febrero con la aportación de tamales tras haber adquirido el compromiso el pasado 6 de enero.
Y es que quienes el 6 de enero resultaron afortunados de “sacarse al niño” en la tradicional Rosca de Reyes tienen por costumbre el compromiso de aportar los tamales que servirán para esta festividad en la que los templos reciben las imágenes del Niño Jesús, engalanados de nuevas vestimentas.
Desde muy temprano y a pesar del aire frío ocasionado por el frente frío número 33, la gente poco a poco se congregó frente al Museo del Tequila para disfrutar de una de las tradiciones más mexicanas.
Aunque de manera esporádica, debido a que este domingo por la mañana y en pleno puente vacacional, la gente concurrió a sentarse en las sillas instaladas en el lugar en espera de que se diera el aviso para cortar el suculento platillo mexicano.
No obstante, no faltaron quienes impacientes comenzaron a preguntar “¿A qué hora comienza esto? El año pasado a esta hora ya nos habíamos acabado el tamal”.
Y es que cuando se trata de celebrar y comer, el mexicano está más que dispuesto a ser puntual. Por ello, apenas habían pasado unos minutos después de la hora indicada, no faltaron los tradicionales coros cantando “queremos tamal, tamal, tamal” al son de la canción del Danubio Azul.
Finalmente y en medio de porras, llegó al lugar Diana, quien al momento se dispuso con ayuda de nueve personas más a desenvolver el tamal estilo Zacahuil, de casi siete metros de largo y cerca de 100 kilos, el cual fue traído de la Huasteca de Hidalgo.
Mientras repartía los platos del cual se desprendía un delicioso olor a pollo con chile, Diana explicó a los medios que el objetivo de este acto es ayudar a conservar esta tradición y fortalecer también la convivencia en comunidad.
A grandes rasgos y mientras iba cortando los trozos del alimento para repartirlos, explicó que para su elaboración se requirió de por lo menos seis horas en las que el tamal, envuelto en hoja de plátano, es horneado bajo tierra.
Al evento no faltaron los niños que ansiosos corrían para recibir un plato, acompañado con un atole caliente, mientras que botargas de Bob Esponja y Homero Simpson, así como una chica disfrazada de Blanca Nieves, amenizaban el ambiente bailando en el lugar.
“Yo no pierdo oportunidades como esta”, comentó “Juanito”, un indigente quien al percatarse de lo que ahí acontecía se acercó para recibir quizás el único alimento abundante que podrá disfrutar este domingo luego de haber dormitado envuelto en su cobija.
Asimismo la señora Gloria, acompañada de su marido don Francisco, degustaban tranquilamente del manjar mexicano mientras los rayos del sol brillaban calentando tibiamente sobre sus cabezas canosas.
“Mañana comeremos más”, comentó don Francisco quien contento literalmente movía el bigote blanco manchado con el rojo del chile de tamal, mientras su mujer no podía contener la risa de ver a su marido disfrutar del momento cual niño chiquito.
De esta forma amas de casa, ancianos y familias pequeñas aprovecharon el momento para convivir en esta breve verbena de colores, donde las creencias o la condición social simplemente desaparecieron para dar paso a un momento de deleite de una tradición 100 por ciento mexicana.