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Calderón dio las cárceles a los privados. Se hincharon de dinero. El sistema penitenciario perdió

lunes, enero 11th, 2021

El Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa vendió espejitos en México. De la mano de la iniciativa privada, el calderonismo prometió reducir costos económicos y sociales, además de contribuir a fortalecer la reinserción social del Sistema Penitenciario federal. Sin embargo, esto no se cumplió y hoy hay 11 mil 533 personas privadas de su libertad que cumplen su condena en cárceles privatizadas, donde sus derechos humanos y su reinserción social no están garantizados.

PRIMERA DE DOS PARTES

–Con información de Romina Gándara

Ciudad de México, 11 de enero (SinEmbargo).- La privatización de cárceles federales inició en México en 2010. Entonces el país llevaba cuatro años sumido en una guerra contra el narcotráfico que hizo que la tasa de homicidios dolosos aumentara 55.8 por ciento real desde 2006; y en esa vorágine de violencia el Sistema Penitenciario no se daba abasto.

Ese año, en 2010, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reprobó el desempeño de las cárceles federales por el alto nivel de hacinamiento de presos que había y que no garantizaba los derechos humanos ni la reinserción social. En ese contexto, el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa estaba preocupado por la tendencia al alza de la población penitenciaria, y tenía razón. Entre 2006 –cuando Calderón llegó al poder– y 2012 –cuando lo abandonó– la población privada de la libertad como proporción demográfica aumentó 4.4 por ciento real. Eran tiempos de necesidad e insuficiencia presupuestaria, y así lo reconoció el expresidente de la República en su Cuarto Informe de Gobierno.

“Para potenciar la capacidad de reclusión del Sistema Penitenciario federal y asumir en instalaciones federales la custodia de la totalidad de la población del fuero federal, se construirán 12 centros penitenciarios con una capacidad para 32 mil 500 internos. Estos centros serán financiados y construidos mediante alianzas público-privadas bajo el esquema de contrato de prestación de servicios, y se distribuirán en 12 polígonos: Sonora, Chihuahua, Durango, Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Chiapas, Campeche, Puebla y Zona Metropolitana”, explicó Calderón Hinojosa.

El plan, en esencia, era simple: recurrir a la inversión privada para aumentar el número y la calidad de las prisiones federales con la finalidad de mitigar los graves problemas tras las rejas (sobrepoblación, hacinamiento, autogobierno, prácticas de tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes) con menores costos económicos y sociales (prevención de reincidencia, motines y fugas). Así, los constructores estarían encargados de la operación administrativa y de los insumos de las cárceles, aunque la seguridad y custodia continuarían a cargo del Estado.

CEFERESO 11

En octubre de 2012, Felipe Calderón Hinojosa y Genaro García Luna inauguraron el Cefereso 11 en Sonora, construido en asociación con empresas privadas. Foto: Saúl López, Cuartoscuro.

Pero en los hechos, la situación fue otra: el Gobierno federal se comprometió a darle casi 10 mil millones de pesos anuales durante 20 años a un manojo de empresas, lo que además de comprometer la mayor parte de su presupuesto devengado en prevención y readaptación social, instauró un esquema enfocado en satisfacer las necesidades de las empresas antes que las de las personas usuarias, ya que los internos pasaron a ser “un medio para que la empresa privada obtuviera beneficios económicos” aún a costa de los derechos humanos, de acuerdo con el informe Privatización del Sistema Penitenciario en México de las asociaciones civiles Documenta y México Evalúa.

A 10 años de haber iniciado el proceso de privatización, en México hay ocho cárceles federales de asociación público-privada (APP), así como dos centros capitalinos penitenciarios bajo dicho esquema.

Una comparación de la Unidad de Datos de SinEmbargo con base en cinco indicadores (2019) de la CNDH indica que las condiciones de reclusión en los centros penitenciarios públicos y de APP federales no son muy diferentes, pese a que la meta de la privatización del Gobierno calderonista era dar un golpe de timón a la falta de condiciones mínimas de calidad y desempeño del Sistema Penitenciario.

Por un lado, los centros APP están mejor evaluados en “aspectos que garantizan la integridad física y moral de los internos” (que engloba la distribución de presos por área, servicios médicos y la prevención y atención de incidentes violentos, tortura y/o maltrato) y en “aspectos que garantizan una estancia digna” (que mide la calidad de los alimentos, la higiene y las instalaciones).

Por otra parte, los centros públicos están mejor evaluados en materia de “condiciones de gobernabilidad” (que califica la calidad del personal, las sanciones, el control y las normas internas de la cárcel) y de “atención a personas encarceladas con requerimientos específicos” (que incluye servicios, trato e instalaciones para mujeres, adultos mayores y personas indígenas, LGBTTTI, con VIH/SIDA, adicciones y/o con capacidades diferentes).

Sin embargo, en materia de “reinserción social del interno” (que abarca la capacitación del personal y la existencia de áreas y actividades para el desarrollo de los reclusos) ambos esquemas de centros penitenciarios tuvieron una calificación similar en el último año de evaluación (2019).

En términos generales, los centros APP tienen una calificación (7.6 de 10 puntos) ligeramente superior a la de los centros públicos (7.4 de 10 puntos). A pesar de ello, en ambos esquemas penitenciarios, la calidad y las condiciones mínimas “para procurar una estancia digna y segura y lograr el objetivo de reinserción social” es media o aceptable, pero no adecuada, de acuerdo con los datos para Centros Federales del Diagnóstico Nacional de Supervición Penitenciaria 2019 de la CNDH.

En la siguiente gráfica es posible observar una comparación de siete de 40 subindicadores de medición de calidad de la CNDH que ejemplifican parte de los actuales y grandes problemas del Sistema Penitenciario en México.

EL NEGOCIO DE LAS CÁRCELES

En 2010, el proceso de privatización de cárceles federales recayó en el Secretario de Seguridad Pública del sexenio calderonista, Genaro García Luna, quien actualmente está detenido en Estados Unidos por conspirar para delinquir y aceptar sobornos del Cártel de Sinaloa.

Ese año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) aprobó un presupuesto neto de 199 mil 476 millones 600 mil pesos a pagar en un periodo de 20 años a seis empresas (Arendal, GIA, Homex, ICA, Prodemex y Tradeco) a las que se sumaría Grupo Ideal de Carlos Slim Helú en 2013, tras la quiebra de Homex.

Más allá de las irregularidades detectadas en los últimos 10 años, la Auditoría Superior de la Federación señaló en su momento que el monto aprobado por la SHCP implicó un sobrecosto injustificado de 41 mil 26 millones 400 mil pesos. Sin embargo, el daño estaba hecho y los contratos fueron firmados y escondidos bajo llave con el argumento de ser objeto de seguridad pública, de modo que a partir de 2013 y hasta 2032, las empresas mencionadas tendrían derecho a cobrar, cada una, entre uno y 1.2 mil millones de pesos por año.

CEFERESO 12

En octubre de 2012, Felipe Calderón Hinojosa y Genaro García Luna inauguraron el Cefereso 12 en Guanajuato, construido en asociación con empresas privadas. Foto: Saúl López, Cuartoscuro.

La cantidad de recursos que el Gobierno federal se comprometió a pagar al sector privado por cárceles que tuvieron una inversión inicial de cuatro a cinco mil millones de pesos no es menor, máxime considerando su impacto sobre el presupuesto ejercido en materia de prevención y readaptación social entre 2013 y 2019.

En promedio en ese periodo, la mitad del presupuesto (56.5 por ciento) que la Secretaría de Gobernación (Segob) destinó al Sistema Penitenciario terminó en manos de privados. Pero dependiendo el año y el presupuesto asignado, el impacto fue más o menos evidente. Por ejemplo, entre 2015 y 2018, cuando el presupuesto para prevención y readaptación social fue más robusto, el monto comprometido para cárceles APP representó entre el 35.4 y el 49 por ciento del dinero ejercido. En cambio en 2013, 2014 y 2019, cuando el presupuesto estuvo más limitado, el impacto de los recursos comprometidos con empresas privadas equivalió al 85.8, 64.1 y 80.7 por ciento del presupuesto total destinado por la Segob para el Sistema Penitenciario.

En la siguiente tabla, en los apartados “A: Ejercicio del presupuesto en prevención y readaptación social”, “B: A desglosado”, “Contratos público-privados” y “Costo contractual de la construcción de Ceferesos APP” es posible consultar los detalles presupuestarios y contractuales disponibles a nivel federal o de cada centro penitenciario. Asimismo, el apartado “Evaluación de Ceferesos (2019)” incluye la calificación de cada cárcel de acuerdo con los indicadores de la CNDH.

La privatización de cárceles no es necesariamente mala. Pero en México, debido a la opacidad y a la discrecionalidad del proceso –ya que todos los contratos fueron otorgados por adjudicación directa o sin concurso público de por medio– el esquema levanta dudas para distintas organizaciones sociales.

“El Estado mexicano ha mantenido el discurso de falta de recursos para alentar la participación de grandes empresas que no necesariamente tienen experiencia en cuestiones penitenciarias, pero que han obtenido beneficios importantes de contratos de obra pública, incentivando a los más altos niveles de gobierno su participación en la construcción y servicios de centros penitenciarios, como lo realizó el Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, durante la presidencia de Felipe Calderón”, refieren Documenta y México Evalúa.

De acuerdo con María Sirvent Bravo Ahuja, el problema en México es que no hay certeza del compromiso de las empresas en materia de derechos humanos y de reinserción social, pese a que algunas cárceles APP tienen una “estructura enorme” e instalaciones superiores a las públicas. En entrevista con SinEmbargo, la directora de la asociación civil Documenta explicó que lo más preocupante es la opacidad de los contratos y el trato a los reclusos, sobre todo en materia de aislamiento y traslado.

“Nos preocupan los contenidos de estos contratos, a lo que se compromete el Gobierno”, dijo Sirvent. La organización que representa ha documentado problemas como la posible construcción de obras que no responden a necesidades reales y opacidad en el uso de los recursos en un contexto en “que el fin preponderante de lucro provoca que los empresarios de la privación de libertad favorezcan las ganancias sobre la calidad de los servicios prestados”.

La falta de estándares básicos “ha permitido a las empresas y a los estados usar a las personas privadas de la libertad no sólo como incentivos para ingresos futuros, sino como una manera de ahorrar costos”, de acuerdo con el informe de Documenta. Al respecto, María Sirvent refirió que precisamente por ahorrar recursos, “se están cerrando los centros federales que no tienen este esquema de asociación publico-privada”. Lo anterior implica el traslado de internos a lugares privados “muy alejados” que fueron construidos así, no por una estrategia de seguridad, sino porque los terrenos los donaron las empresas.

La localización de centros penitenciarios en lugares alejados de manchas poblacionales es grave porque limita el acceso de los familiares de los reos y del personal que labora en las cárceles, mencionó Sirvent. A dicha situación se suma el aislamiento y las violaciones al interior de los centros penitenciarios que “se ha recrudecido con la pandemia”.

La directora de Documenta dijo que “en la mayoría de estos penales se implementa un sistema de aislamiento donde las personas se la pasan aisladas 23 horas. […] Para nosotros el aislamiento prolongado como modelo de gestión es igual a una tortura”.

CEFERESO 13

El Cefereso 13 de Oaxaca fue construido por GIA y tuvo un costo de 5 mil millones de pesos. Inició operaciones en mayo de 2013, después de dos años de construcción. Foto: Arturo Pérez Alfonso, Cuartoscuro.

Además de lo dicho por Sirvent, el informe Privatización del Sistema Penitenciario en México refiere problemas derivados de la construcción de instalaciones que aumentan el valor y la utilidad marginal de los constructores, así como a la adquisición de equipos sofisticados. “Esto se traduce en el agravamiento del régimen de reclusión y del acceso a los visitantes y defensores por el uso desmedido de mecanismos de seguridad”, como lo son el número excesivo de puertas y aduanas al interior de los centros.

“Por otro lado, hay aspectos que constitucionalmente son la base de la reinserción social como la educación, la cultura y el trabajo que desafortunadamente en estos esquemas [APP] son inexistentes y aparecen en los últimos lugares de las prioridades para las poblaciones internas”, se lee en el documento que coincide con los hallazgos de la CNDH (ver gráfico al inicio de este texto).

El Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa vendió espejitos en México. De la mano de la iniciativa privada, el calderonismo prometió reducir costos económicos y sociales, además de contribuir a fortalecer la reinserción social del Sistema Penitenciario federal. Sin embargo y de acuerdo con María Sirvent, esto no se cumplió. “No fue así porque al final [a las empresas] se les está pagando una rentabilidad […] bajo este esquema que es mucho más costoso que un centro penitenciario que no está bajo este esquema”. Además, dijo, las políticas en centros APP que favorecen el aislamiento de reclusos son contrarias a las medidas aplicables necesarias para favorecer la reinserción social de los internos.

Un análisis de la Unidad de Datos de SinEmbargo con base en el presupuesto devengado en prevención y readaptación social (con ajuste inflacionario) y el número de reclusos por año arrojó que entre 2014 y 2019, el costo por presidiario en cárceles federales aumentó en 46.2 por ciento real. En el apartado “Costo proporcional diario por reo” de la tabla “Cifras del Sistema Penitenciario” es posible consultar a detalle los cálculos.

LA PRIVATIZACIÓN A LA POSTRE

El lunes pasado el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) criticó el esquema de privatización de cárceles que inició en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Explicó que “si se renta un hotel de gran turismo durante todo un año, cuesta menos que lo que tiene que pagar el Gobierno por mantener un reclusorio que fue privatizado”.

Días antes, en la mañanera del 29 de diciembre, AMLO refirió que su Administración procederá a revisar los contratos leoninos en cárceles privadas “porque es fraude”. Inclusive, el día 2 de octubre acusó que el cierre de penales se debe al esquema de privatización porque “todo era negocio” a favor de las empresas.

En lo que va de 2020, tres Centros Federales de Reinserción Social (o Ceferesos) fueron dados de baja del Sistema Penitenciario federal: el “2 Occidente” de Puente Grande, Jalisco; el “3 Noreste” de Matamoros, Tamaulipas; y el “6 Sureste” de Huimanguillo, Tabasco.

CEFERESO 16

Internas del Cefereso 16 en Morelos celebraron un torneo de box amateur en mayo de 2018. Foto: María Jasso, Cuartoscuro.

De acuerdo con María Sirvent Bravo Ahuja, el cierre de Ceferesos públicos y el esquema de privatización seguirá su curso durante el actual sexenio, ya que de lo contrario “no estarían cerrando los demás centros federales. Ya cerraron Puente Grande, Islas Marías, el de Tabasco y el de Chihuahua y van a cerrar Almoloya. Van a cerrar todos, eso ya se sabe”.

Para la directora de la asociación civil Documenta, el problema es que el Gobierno federal “está comprometido porque ya tiene firmados los convenios con las empresas” y no será fácil o barato rescindir contratos. Sin embargo, Sirvent explicó que es muy poco probable que en el actual sexenio sean construidos nuevas cárceles con un esquema APP.

Pese al compromiso del Presidente López Obrador de dar marcha atrás a la privatización del Sistema Penitenciario y de revisar contratos, Sirvent dijo que el Estado mexicano tiene la posibilidad de acordar y “comprometer a las empresas a tener otro tipo de modelo de gestión” para garantizar los derechos humanos de las personas privadas de su libertad y tener buenos programas de reinserción social. En ese sentido, la activista refirió que el Gobierno en turno podría cumplir la ley nacional en materia de ejecución de penas.

De acuerdo con datos de la Segob, en la actualidad hay 16 mil 653 personas recluidas en 16 cárceles federales en operación. De esa cantidad de reclusos, el 69.3 por ciento (11 mil 533 personas) cumple su condena en cárceles de asociación público-privada y el resto (5 mil 120 personas) en centros públicos.

En su último informe, la CNDH refirió que los Centros Federales –sin importar si son públicos o privados– aún presentan “carencia importante de personal”, además de que en ellos “el derecho de protección de la salud continúa siendo un problema generalizado” por la “carencia de personal médico y de medicamentos, así como por la deficiencia en su atención”.

Entre los principales problemas del Sistema Penitenciario federal, la CNDH también enumeró la “insuficiencia de actividades laborales, de capacitación, educativas y deportivas, así como de falta de programas para la prevención de adicciones y deficiencia en la atención a las personas adultas mayores”, así como “una deficiente separación entre personas procesadas y sentenciadas”.

Pese a los problemas existentes, la CNDH reconoció que a nivel federal ninguna cárcel presentó sobrepoblación “ni condiciones que derivaran en autogobierno o cogobierno”. Asimismo, la Comisión indicó que “entre los avances más significativos [en los últimos años] se encuentran la capacitación del personal, así como la integración y funcionamiento del Comité Técnico en 16 centros, además de adecuadas condiciones de las instalaciones en 13 centros”.

Veinte reclusas de Santa Martha hacen centenares de cubrebocas ante la pandemia del COVID-19

sábado, marzo 21st, 2020

En el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, una cuadrilla de 20 reclusas elaboran centenares de cubrebocas que ante la pandemia del COVID-19 -que en México suma ya más de 200 casos- escasean en la capital del país.

Ante la emergencia por el coronavirus les pidieron ayudar en la fabricación de tapabocas, pero en otros momentos en el taller han fabricado pantuflas, muñecas o morrales.

Por Juan Manuel Ramírez G.

México, 21 de marzo (EFE).- El sonido de una decena de máquinas de coser y el repiquetear de las agujas inunda el taller de costura de un penal para mujeres de la Ciudad de México, donde ahora se elaboran diariamente cientos de mascarillas para afrontar la crisis del coronavirus.

En el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, una cuadrilla de 20 reclusas elaboran centenares de cubrebocas que ante la pandemia del COVID-19 -que en México suma ya más de 200 casos- escasean en la capital del país.

La sinfonía de los aparatos y el sistema de trabajo en esta especie de maquiladora son la constante en un lugar que funge de área de aprendizaje, lugar de trabajo y espacio de libertad al que las mujeres se sienten orgullosas de pertenecer y al que todos los días acuden con ganas.

Una de las 20 costureras es Natalia García López, de 35 años , quien contó a Efe que llegó a la cárcel por el delito de robo y ve en la costura una posible salida hacia adelante.

“En el proceso de trabajo unas cortan la tela, otras la doblamos y cosemos y otras colocan los resortes”, explicó.

Relató que ante la emergencia por el coronavirus les pidieron ayudar en la fabricación de tapabocas, pero en otros momentos en el taller han fabricado pantuflas, muñecas o morrales.

Con su uniforme azul de interna, afirma que para ellas estar en el taller “es una ventaja” y les permite estar activas durante la reclusión.

“Esto nos ayuda a tener otra mentalidad, otro conocimiento, y a aprender otras cosas”, expuso Natalia, quien llegó al taller sin conocimiento alguno de confección y hoy domina con pericia la máquina de coser.

Dijo que ese trabajo en el taller le ha servido en su reinserción social junto con el tratamiento contra las adicciones.

“Yo puedo decir que el sistema sí funciona, tanto talleres como clínica (contra las drogas), porque eso me dio un cambio de vida”, apuntó.

DOS MIL MASCARILLAS AL DÍA

Danae Méndez se muestra contenta por poder ayudar a combatir la emergencia sanitaria en México, que al momento ha registrado dos muertes pero se prepara para muchos más casos pues considera que entre el 20 y el 30 de marzo registrará el primer pico de contagios.

Este proceso comenzó el 2 de marzo en varios centros femeninos y varoniles de la Ciudad de México. “Nosotros pensamos que las cosas afuera tal vez están peor de lo que nos platican nuestras familias”, dijo Danae.

“Nos dicen que se están acabando los alimentos en las tiendas y que está grave el asunto”, agregó la joven, quien denunció estar presa “por una injusticia” al pedir informes sobre una persona a policías que consideraron que ella estaba en conexión con el detenido.

“Lo único que busco es obtener ingresos (el sistema les cubre un salario mínimo) para ayudar a mi familia”, recordó Danae, quien además del taller ha recibido educación básica y ahora estudia el nivel medio superior.

La chica, de unos 25 años, espera que una vez fuera el estudio le facilitará encontrar trabajo.

Las autoridades estiman que los presos están fabricando alrededor de 2 mil mascarillas a día, que son distribuidas a funcionarios capitalinos.

Penal para mujeres que elabora sin parar mascarillas en plena crisis del coronavirus. Foto: Cuartoscuro

Para su confección se usa polipropileno antibacterial e hilo 100 por ciento de poliéster, cumpliendo los estándares establecidos para los cubrebocas.

Para Gabriela Serrano, quien lleva 15 años en reclusión acusada de secuestro, la elaboración de las mascarillas es de lo más sencillo.

“Nosotros hemos tenido una capacitación intensa, con cursos de alta costura y de corte y confección. Cuando llegué al taller (poco después de su ingreso) tenía una noción de la máquina, pero ahora tengo la capacidad y sé lo que quiero hacer”, explicó.

Gaby, como la llaman de cariño, asegura que todas ellas saben fabricar pantalones, camisetas, bóxers y vestidos.

Incluso presume que en una ocasión fabricaron un vestido de novia para una interna y hasta han participado en pasarelas.

“Somos capaces de hacer cualquier tipo de prenda. Estamos capacitadas para sacar una prenda de una revista con solo verla”, expuso la mujer de unos 50 años.

EN BUSCA DE LA REINSERCIÓN SOCIAL

El jefe de talleres de los centros penitenciarios en la Ciudad de México, Manuel Villafuerte, afirmó que este nuevo taller de mascarillas cumple las mismas condiciones que anteriores y que se busca siempre la reinserción social del preso.

En prisión, existen talleres de panadería, tortillería o lavandería, por ejemplo. Mientras que otros reos se dedican a servicios generales como la limpieza.

Buscamos que las internas tengan “competencias laborales para que cuando salgan cuenten con el aprendizaje” para “obtener un trabajo o montar un negocio”, subrayó Villafuerte.

Según datos de la Sistema Penitenciario la población de la popular cárcel de Santa Martha Acatitla es de 1.160 internas, de la cual el 70 por ciento trabaja en una comisión o actividad productiva. Y de estas el 40 % percibe un salario mínimo vigente que es de 123,22 pesos (unos 5 dólares).

Prison Art: moda, arte y reinserción social

domingo, octubre 6th, 2019

“La idea del proyecto es demostrar que la gente que está en la cárcel es totalmente recuperable a través de un proyecto de moda y de fashion que ya tiene hoy en día presencia no sólo en México sino en varios país del mundo”, explicó Jorge Cueto, fundador de Prisión Art.

Ciudad de México, 6 de octubre (SinEmbargo).- Jorge Cueto pasó un año en el penal de Puerta Grande en Jalisco donde pudo darse cuenta de lo que se vive dentro de las cárceles mexicanas; al salir también pudo notar los problemas de reinserción social a los que se enfrentan las personas que han estado encarceladas, así nació Prisión Art.

Durante el año que Cueto pasó en el penal consiguió una mesa en donde los artesanos podían trabajar y ofrecer sus productos dentro de esta prisión, la gente hacía tatuajes y piteado, una artesanía característica de Guadalajara; actividades que se convirtieron en la base del proyecto que Jorge desarrollaría.

“Este proyecto empezó hace seis años con la idea de confrontar a los grupos de crimen organizado para que no contrataran a los muchachos y muchachas que iban saliendo de la cárcel, de esa forma empezó”, dijo Jorge en entrevista a Magazine.

“Lo que pasa es que yo estuve en la cárcel un año y ahí pude ver la difícil situación que se pasa dentro de las cárceles donde la corrupción, la violencia, la tortura es el pan nuestro de cada día y lo que decidimos fue implementar este proyecto con la idea de capacitar primero a los chavos para que pudieran hacer algo porque la mayoría de la gente que está en la cárcel son muy jóvenes y no tienen prácticamente ninguna educación ni preparación ni nada entonces lo primero fue ayudarlos a capacitarse, después iniciamos un proceso para ayudar en su rehabilitación y al final decidimos darles trabajo a todos aquellos que cumplieran con las reglas del proyecto”.

Las personas reciben una capacitación para poder trabajar en Prision Art. Foto: Cortesía Prision Art

-¿Quién se encarga de los diseños?

-Todo el proyecto empezó porque inventamos un procedimiento para tatuar el cuero entonces todas las piezas que ves prácticamente todas son tatuadas, lo mismo que si tatúas el cuerpo humano pero se tatúa cuero y con ese cuero tatuado los que cumplen la calidad se convierten en bolsos y los que no cumplen la calidad se destruyen, la cosa es que todo se le paga a los muchachos, los que están bien y los que están mal. Y sí claro, nunca repetimos una pieza, lo cual es fascinante porque todos los diseños nosotros lo que hacemos en la oficina es diseñamos el bolso como quien dice y después la piel la tatúan los muchachos con lo que quieren, está sensacional.

El primer paso es capacitar a las personas para poder integrarse a Prision Art y crear diseños que puedan plasmar en bolso o cartera. “La capacitación es una mezcla, una fusión rara entre tatuaje, diseño de modas, arte y marroquinería. Tiene como resultado una línea de productos de piel de lujo que se comercializa bajo la marca Prision Art”, contó Jorge.

REINSERCIÓN SOCIAL

Cueto explicó que además de los prejuicios y estigmas que tiene la sociedad de una persona que estuvo en la cárcel, que sin duda influyen, también juega un papel importante la alta cantidad de población de las prisiones y de personas liberadas  que no logran la reinserción social.

“Hay una estigmatización grandísima pero aparte el número de personas que está en la cárcel y que sale todos los días es altísimo, en la cárcel tenemos más de 200 mil personas en México y cada año obtienen la libertad 35 mil, entonces imagínate 35 mil personas que no se pueden reinsertar, que no pueden tener un trabajo en una empresa, que no pueden ganarse la vida digamos como el resto de la población y que lo que ocasiona es que normalmente hace que delincan otra vez y vuelvan a cometer un crimen”.

Los diseños que se encuentran en cada bolso son creados por los internos de la cárcel. Foto: Cortesía

Prison Art actualmente se encuentra en 8 cárceles diferentes: una en la Ciudad de México,  tres en Hidalgo, tres en Jalisco y una más en Querétaro y conforme la marca va creciendo se aumenta el número de trabajadores y de prisiones.

“La idea del proyecto es demostrar que la gente que está en la cárcel es totalmente recuperable a través de un proyecto de moda y de fashion que ya tiene hoy en día presencia no sólo en México sino en varios país del mundo”.

Jorge contó que hay jóvenes que trabajan en Prision Art y están estudiando porque el proyecto les cambia la visión de la vida. “La verdad tenemos inclusive muchachos que están en la universidad pagados por nosotros los cuales están estudiando diseño, administración psicología; tenemos varios que están a punto de terminar la preparatoria y que la idea es que sigan estudiando la universidad y que sigan trabajando con nosotros. Yo creo que es un proyecto de vida diferente al que ellos tenían como expectativa, tenían una expectativa cuando estaban en la cárcel muy complicada la verdad y hoy en día tienen una forma de ganarse la vida muy diferente en paz con la sociedad y ganando bien porque trabajamos con comercio justo”

TRABAJO ARTESANAL 

Prisión Art cuenta con bolsos, carteras, backpacks y ahora también sombrillas con diseños hechos por sus trabajadores que plasman a través de una técnica de tatuaje en la piel de los productos por lo que cada uno es diferente. “Cada producto es totalmente distinto y cada producto lo que trata de promover es la individualidad tanto del que hace la bolsa como de quien lo usa para que nadie tenga una bolsa igual a la tuya”, explicó Jorge.

Prison Art puso atención en sus procesos para ofrecer productos de calidad. Foto: Cortesía

-¿Cómo ha sido el recibiendo de los consumidores cuando se enteran de la historia que hay detrás de las piezas?

-Al principio teníamos mucho miedo de que el público mexicano, una sociedad mexicana tan lastimada que le habían robado, asaltado, agredido etc., pues no iba a querer el proyecto, entonces siempre nos enfocamos hacia lugares turísticos para tratar de captar los clientes internacionales de turismo; empezamos a abrir en San Miguel de Allende, Playa del Carmen, después Cancún; pero vimos que muchos de los clientes eran mexicanos, al mexicano le encantaba el producto y la acción social que estábamos realizando y el impacto que estábamos generando, entonces ya empezamos a abrir tiendas en la Ciudad de México y Valle de Bravo etc. y hoy en día la opción de compra con causa al mismo tiempo que es un producto de lujo, muy bien hecho, con buenos materiales que está en tendencia de moda, etcétera ha tenido una gran aceptación.

REHABILITAR, NO CASTIGAR

“Yo creo que en México la gente que está en la cárcel está totalmente olvidada; es un problema que ya lleva muchísimos años y que no se ningún interés de ninguno de los gobiernos que hemos tenido para cambiarlo”, explicó el fundador de Prison Art. De acuerdo con Jorge Cueto la clave está en rehabilitar, aspecto que influirá en su reinserción social.

Estos algunos de los diseños que se encuentran en la página de Prision Art. Fotos: prisonart.com.mx

“El problema de México es que las cárceles son brutales y están hechas para castigar no para rehabilitar entonces cuando la gente sale de la cárcel sale sin preparación sin apoyo, sale resentida, lastimada y sin ninguna opción para poder empezar una vida nuevamente y lo primero que hace es reincidir. Eso aunado a que las cárceles en México no están sectorizadas, conviven todos los delitos juntos, o sea no importa si tú fuiste a la cárcel por robarte unas cervezas en una tienda de conveniencia, estás junto con los narcotraficantes, secuestradores, asesinos, violadores etc. entonces lo que hacen es que se crea una especie de comunidad al interior de las cárceles que, cuando obtienen la libertad, esas comunidades se extienden afuera y los muchachos que entraron por cualquier cosa acaban trabajando para los carteles”, explicó Cueto.

Unleash, el programa que apoya la reinserción social y la prevención del delito

domingo, julio 14th, 2019

Doce organizaciones civiles mexicanas fueron elegidas para formar parte del programa; estas organizaciones ya trabajaban con mujeres dentro o fuera de la cárcel o jóvenes en situación de riesgo, por ejemplo, La Cana que capacita y emplea a mujeres del penal de Barrientos.

 Ciudad de México, 14 de julio (SinEmbargo).- Cuando se habla de emprendedores generalmente se piensa en jóvenes y tecnología, pero también existen asociaciones que buscan mejorar la vida de las personas y darles otra oportunidad. Unleash es un programa de aceleración realizado por la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), New Ventures y Promotora Social que tiene como objetivo de reforzar las habilidades emprendedoras y de negocio de organizaciones de la sociedad civil involucradas en temas de reinserción social y prevención del delito.

“El propósito de este programa es buscar estrategias de sostenibilidad financiera a largo plazo para las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en temas de reinserción social y prevención del delito”, expresó Graciela Suárez Rentería, directora operativa del programa Unleash. y agregó que un punto importante es el apoyo a la reinserción social que realizan las organizaciones por lo que se buscó fortalecer los modelos de negocios que ya varias organizaciones tenían.

La Cana, uno de los proyectos elegidos para Unleash, busca que las mujeres tengan un empleo que les permita obtener un ingreso legal. Foto: Cortesía

Doce organizaciones civiles mexicanas fueron elegidas a través de un filtro y entrevistas para formar parte del programa; estas organizaciones ya trabajaban con mujeres dentro o fuera de la cárcel o jóvenes en situación de riesgo, por ejemplo, La Cana que capacita y emplea a mujeres del penal de Barrientos.

Los factores que consideraron más importante para elegir a las organizaciones fueron el modelo de negocio, el impacto que tienen y el emprendedor que lo está realizando.

Prision Art vende bolsas y accesorios de piel tatuados por presos. Foto: Facebook prisonartofficial

“Se trata de dar una segunda oportunidad a  personas que estuvieron en conflicto con la ley a traves de la sociedad civil, además de oportunidades laborales”, refirió Suárez.

Graciela Suárez contó que uno de los emprendedores estuvo en la cárcel once meses y al estar en libertad notó que todos los jóvenes al salir no logran reinsertarse sino que salían para involucrarse en crímenes más fuertes  por lo que creó Prision Art, una marca de bolsas de piel que tatuan los chavos dentro de la cárcel y las venden en distintos lugares. “Esta es una historia muy interesante porque es un caso de éxito y además deja ver qué los chavos cuando tienen otra oportunidad que no sea relacionada al crimen sí la toman, y al final también les dan un espacio donde pueden trabajar y también le dan apoyo en temas psicológicos porque al final la reinserción social no depende sólo del aspecto laboral”.