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ENTREVISTA | Tengo la curiosidad de un lector, que algo bueno me pase en la mente: Pablo Boullosa

sábado, julio 15th, 2017

El corazón es un resorte, la educación a través del optimismo propone Pablo Boullosa, mediante nuevas propuestas sencillas, económicas y practicables por todos, que harán que muchos se pregunten: ¿así que todo esto teníamos a la mano y no lo sabíamos?

Ciudad de México, 15 de julio (SinEmbargo).- Pablo Boullosa dice que hemos perdido nuestra propia voz, ese mirarnos frente al espejo y decirnos cosas que no nos animaríamos a decir de otro modo. Ese hablarnos con nosotros mismos es una de las propuestas que el conductor y editor tiene en este nuevo libro de educación.

Pablo propone que las herramientas más importantes no son deslumbrantes dispositivos electrónicos, sino recursos de nuestro inventario lingüístico, imaginativo y emocional y se basa en Plutarco, en Esopo, en todos los maestros que ha tenido a lo largo de su vida.

El corazón es un resorte es un elogio del optimismo, la profundidad y la memoria. Es un libro esperanzador, que nos recuerda que nuestra inteligencia y nuestras aptitudes son mejorables y expansibles, dice la editorial y uno no puede menos que estar de acuerdo.

–¿Qué características tiene que tener un educador?

­–Uy, buenísima pregunta que yo no me animaría a responder. Creo que todos podemos ser educadores, maestros, hay madera para que todos podamos ser maestros si nos empeñamos y todos, tarde o temprano, nos convertimos en maestros, de nuestros hijos, de nuestros sobrinos, de nuestros empleados. Ese rol educativo es inevitable.

Un homenaje a sus propios maestros. Foto: Especial

–Hablas del maestro, cuando el maestro está totalmente defenestrado

­–Socialmente no ocupa una posición muy alta. Creo que eso es una desgracia tremenda para un país joven como México. Nos hace daño a todo y especialmente a los chicos y a los jóvenes. Debemos cambiar esta percepción, hablo siempre del “efecto Pigmalión”, esta idea de que la gente se comporte un poco como sus educadores. Si tenemos a maestros lentos, poco valorados, tendremos que esperar alumnos como ellos. Tenemos que tener expectativas más altas. Falta en México una actitud más abierta a la amplitud, a la abertura, a la alegría y creo que lo que tenemos que cambiar es la actitud derrotista. Uno de los capítulos del libro está dedicado a pensar en la vida con gratitud, con alegría y eso es lo inteligente. A veces creemos que lo inteligente es pensar lo peor, no dejarse engañar, no dejarse tomar el pelo, no pensar nada bueno de nadie y esa actitud es muy mala para todos. A veces los intelectuales fomentamos esa actitud nihilista y pesimista.

Un libro como hay pocos en México. Foto: SinEmbargo

­–¿Con respecto a este libro qué piensas de la reforma educativa?

­–No es un tema que yo conozca bien y no quisiera decir ninguna tontería. Efectivamente, es muy importante que el liderazgo enseñe con el ejemplo, por eso vuelvo a la idea primera de que todos somos docentes, ese rol hay que asumirlo. ¿De qué te sirve un maestro que te dice una cosa y hace todo lo contrario? Ahora bien, no por tener un mal maestro lo vas a tomar de pretexto para arruinarte a ti mismo, nosotros tenemos que tomar una actitud positiva y mejorar las cosas. Tienes que mejorar con lo que tienes, no puedes traer a todos los maestros de Finlandia para mejorar tu sistema educativo, eso es una estupidez, hay que trabajar con lo que hay.

­–¿Cómo se te ocurrió El corazón es un resorte?

–El libro surgió al principio de los libretos que hago para mis intervenciones en Televisión Azteca. Evidentemente surgen de mis muchas lecturas y de cómo a partir de la publicación de Dilemas clásicos, empecé a interesarme mucho más en los temas educativos. Descubrí algo que me parece maravilloso, que la educación es un tema muy interesante. Un maestro debe desear que su alumno fuera mejor que él, que vivan con más alegría, más año, más vigor, mejor que lo que nos pasó a nosotros. Descubrí ese tema que conocemos como educación como algo bueno que ocurra en la mente de otra persona. Eso es lo educativo, cualquier cosa que mejore tu mente ya es un fenómeno educativo.

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–¿Este es un libro para cualquier lector?

–Sí, creo que la educación no corresponde sólo a los alumnos que van a la escuela, nos interesa a todos. En el fondo todos cuando nos sentamos a conversar con otra persona es para aprender algo, para crecer en algo, para mejorarte en algo. Cualquier conversación puede ser educativa. La educación está en todas partes y a esa magia tenemos que estar abiertos. Ricardo Cayuela me sugirió que pusiera la palabra educación en la portada, que no tuviera miedo.

­–Cuando menciono la palabra miedo, ¿piensas en la educación?

–Bueno sí, porque lamentablemente es una de las herramientas que se usan en la educación formal. La otra es el castigo. Muchos maestros sienten que la única herramienta que tienen es el castigo o el miedo al castigo. Basta escuchar las canciones de Roger Waters para imaginarnos a la escuela como un castigo, rodeado de maestros que son como generales. La educación formal va a caer eso y hay otro miedo a querer escuchar cosas frescas, a salirnos de nuestra zona de confort, el miedo a la propia caverna, que siempre ha marcado Platón. Esta necesidad de que tenemos de salir de nuestra caverna, de mirar más allá y de no estar repitiendo los mismos discursos ideológicos que estamos oyendo todo el tiempo.

–¿Eres una persona interesada en descubrir cosas nuevas todo el tiempo?

–Bueno, eso no me define a mí, sino que define a un lector, la persona que quiere enterarse de cosas que no va a oír en las pequeñas circunstancias que todo vivimos. Yo llego a mi casa y nadie me va a contar una historia de Balzac, ni nadie me va a hacer pensar como un libro de Savater. Un lector lo que quiere es ampliar su mente, que algo bueno le pase a su cabeza.

-¿Quiénes fueron tus maestros?

­–Debo mencionar a mis maestros José Antonio Marina y Kieran Egan, porque a través de sus libros mi idea de la educación se ha vuelto mucho más interesante. También están los escritos de Plutarco y los de Alfonso Reyes, que nos siguen enseñando cosas. Para mí la educación debe ser alegría y uno debe poder encontrar su propia voz, como cuando nos hablábamos al espejo y nos decíamos cosas.