Etiqueta: Comportamiento animal

Un video nos enseña que la frustración es otra cualidad que compartimos con otros animales, como las ardillas. Asimismo, nos explica una posible razón de ser de este molesto sentimiento: evolución y supervivencia. ¿Cómo? Entérate a continuación.

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Ciuadad de México, 12 de octubre (SinEmbargo).- Deep Look publicó un video en Youtube sobre un experimento que consiste en documentar el grado de frustración de las ardillas y sus reacciones ante este síntoma.

De acuerdo con el material, el único medio de expresión de las ardillas es su cola, con la que entre otras cuestiones, expresan sentimientos de amenaza, frustración, enojo, y más. Al movimiento de su cola se le llama «flagging» -que en este contexto significa «ondear»-.

Durante el video nos explican que el ensayo de María Delgado, quien estudia el comportamiento de los animales en la Universidad de Berkley en California (EU), consta de tres momentos: uno, enseñarle a estos roedores a abrir una caja para conseguir nueces; dos, acostumbrarlas a esperar en cada ocasión una nuez cuando abran la caja; tres, una vez acostumbradas, quitarles la nuez, sustituirla por algún otro gano, o simplemente dejar la caja cerrada.

Entonces se da la frustración: esa sensación ocasionada cuando no conseguimos lo que queremos. Y vaya que las ardillas reaccionan ante este sentimiento, inclusive como los humanos, con furia.

Lo interesante es lo que se menciona sobre algunas de las conclusiones a las que llegó la investigadora: de acuerdo con la narradora del video, María propone que la frustración tiene una razón evolutiva, esto es, un impulso para obligar al usuario de la sensación a buscar diferentes soluciones hasta lograr su cometido.

Es como pensar que la naturaleza supiera que necesitamos estímulos para conseguir lo que queremos, y por ello, ha dispuesto de señales molestas -así como la alarma del coche que no deja de fregar hasta que uno se ponga el cinturón de seguridad- para que así sea.

Interesante… ¿no?

Redacción/SinEmbargo

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El entorno social de las personas disminuye cuando envejecen, apunta la bióloga especializada en comportamiento Laura Almeling, del DPZ. «Así que sobre todo cuidan las relaciones con las personas que realmente son importantes para ellas», agrega.

Para su estudio los investigadores observaron a 118 animales de entre 4 y 29 años en un parque de primates francés y realizaron varias pruebas de comportamiento. Foto: EFE
Para su estudio los investigadores observaron a 118 animales de entre 4 y 29 años en un parque de primates francés y realizaron varias pruebas de comportamiento. Foto: EFE

Gotinga (Alemania), 23 jun (dpa) – Al igual que los seres humanos, los monos de la especie Macaca sylvanus se concentran en un grupo reducido de miembros de su entorno cuando envejecen, según un estudio del Centro Alemán de Primates (DPZ) de Gotinga publicado en la revista Current Biology.

Este comportamiento, conocido desde hace tiempo en los seres humanos, está al parecer más anclado en la evolución de lo que se pensaba, explica la investigadora del DPZ Julia Fischer.

El entorno social de las personas disminuye cuando envejecen, apunta la bióloga especializada en comportamiento Laura Almeling, del DPZ. «Así que sobre todo cuidan las relaciones con las personas que realmente son importantes para ellas», agrega.

Según Almeling, en el caso de los seres humanos no está claro si ese comportamiento está relacionado con una menor vitalidad o con la percepción de que el final de su vida está cerca. En cuanto a los monos, no puede tratarse de este último caso. «Los monos no son conscientes de que su tiempo de vida es limitado», aclara. Se puede partir de la base de que el comportamiento de las personas en la vejez está anclado en el proceso evolutivo.

Para su estudio los investigadores observaron a 118 animales de entre 4 y 29 años en un parque de primates francés y realizaron varias pruebas de comportamiento.

El resultado es que también los monos son más selectivos según envejecen. Ya cuando son adultos tienen claramente un menor interés en nuevos objetos y compañeros menos conocidos.

Según Almeling, dicha actitud se mostró sobre todo en el cuidado mutuo del pelaje. «Para los monos esa es la medida de sus relaciones sociales», señala. Mientras que los animales más jóvenes cambian a menudo de compañeros de cuidados, los monos de más edad se limitan a un grupo cada vez más pequeño de animales amigos.

«Los monos mayores no pierden el interés en los otros. Pero se concentran en un grupo más pequeño», añade la investigadora. «Con la edad, los monos también se vuelven más cautos respecto a lo nuevo y menos arriesgados», averiguó Almeling. También en eso se parecen a los seres humanos.

A lo que sí siguen reaccionando los monos de más edad es a los gritos de ayuda de sus congéneres, aunque la respuesta es mayor cuando estos proceden de animales que consideran más cercanos.

Para los científicos, el reconocimiento de las emociones de las personas se encuentra en la domesticación, que habría permitido a los equinos adaptarse e interpretar la conducta de hombres y mujeres.

Foto: Shutterstock.
Foto: Shutterstock.

Londres, 10 de febrero (EFE).- Los caballos pueden reconocer las diferentes expresiones faciales humanas y distinguir emociones como la alegría y el enfado, según reveló hoy un estudio de la Universidad inglesa de Sussex.

En el experimento, cuyos resultados publicó la revista Biology Letters, los investigadores analizaron la reacción de 28 caballos tras presentarles fotografías con la cara de un varón que mostraba tanto sentimientos positivos como negativos.

La codirectora de la investigación, Amy Smith, explicó que «el principal resultado fue descubrir que miraban (las caras de enfado) a través de su ojo izquierdo».

Como todos los cerebros de mamíferos, la información que reciben por esta vía ocular se transmite al hemisferio derecho, que es el encargado de procesar los «estímulos negativos».

Los científicos también descubrieron que el ritmo cardíaco de estos animales se incrementaba de forma significativa cuando quedaba expuestos ante rostros de ira o enfado.

Foto: Shutterstock.
El ritmo cardiaco puede elevarse ante rostros de enfado.  Foto: Shutterstock.

También encontraron que otras especies, como los perros, contemplan las acciones negativas por medio del ojo izquierdo.

Tal y como apuntó Smith, los caballos manifestaban una «respuesta más fuerte ante expresiones negativas que positivas», lo que se debe a la importancia que le conceden «a reconocer posibles amenazas en su entorno».

«Reconocer caras de enfado se convierte en un sistema de alarma que permite a los caballos anticiparse a comportamientos humanos negativos», remarcó la investigadora.

Para los científicos el reconocimiento de las emociones de las personas se encuentra en la domesticación, que habría permitido a los equinos adaptarse e interpretar la conducta de hombres y mujeres.

Los investigadores apuntaron que sus resultados demuestran el «impacto» que el comportamiento humano tiene sobre estos animales.

Esa carita que hace tu perro cuando le regañas por una travesura no responde, aunque lo parezca, a un sentimiento de culpa. De hecho, no tienen idea de porqué le estás llamando la atención.

Únicamente si los pillas en la travesura sabrán porqué los regañas. Foto: Shutterstock
Según expertos, los perros han aprendido a apacigüar a su dueño para evitar conflictos, pero no saben porqué están siendo regañados. Foto: Shutterstock

Por Micaela De la Maza

Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo/ElDiario.es).- Todos tenemos más de una anécdota para ilustrar que nuestros perros se sienten culpables: hasta el 74 por ciento de los dueños está convencido de que su mascota se muestra culpable tras hacer algo que no debía. Hay webs dedicadas a mostrar las caras presuntamente compungidas de los trastos caninos que comparten sus vidas con nosotros y, cómo no, hay cientos o miles de vídeos de ‘perros culpables’ que hacen que nos partamos de risa.

Pero resulta que no es cierto: es un mito, los perros no se sienten culpables. Y tampoco planean un destrozo para vengarse de ti. Incontables estudios lo han demostrado, pero el mito no se desvanece. Los perros siguen, en teoría, demostrando claramente su culpabilidad y con frecuencia son castigados por ello. Esos zapatos rotos, ese mando de la tele, ese libro… Si tu can los ha atacado puede ser por ansiedad, porque huelen a ti, porque no tenía otro juguete a mano o por muchas otras razones, pero no necesariamente sabrá que ha hecho algo mal. Sobre todo si tú sólo encuentras los restos de la trastada y no le pillas haciéndola.

El video de este «perro arrepentido» es uno de esos tantos virales de la red.

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Por eso vamos a repasar aquí las claves de la cuestión para tratar de evitar esas regañinas con frecuencia tan inútiles y casi siempre dañinas que solo consiguen una peor relación entre humanos y canes. Para empezar, los canes detestan los conflictos tanto con sus congéneres como con los humanos. Por eso han desarrollado diversas maneras de apaciguar enfados y calmar a los sujetos agresivos. Al menos hay treinta gestos o rituales con los que tratan de comunicar, aunque no siempre con éxito, las señales de calma.

El tener aire de culpabilidad (tal y como lo traduce un humano al ver ciertas expresiones de su can) no significa que el perro sepa que romper ese zapato está mal. Lo que sí sabe es que su humano está enfadado y él debe hacer algo para apaciguarle. Ante el tono o la postura corporal de enfado, el perro hace señales de calma: aparta la mirada, se lame el hocico, se esconde; rehuye un posible conflicto porque sabe que algo no va bien. Pero normalmente, salvo que le hayan pillado en el acto y le hayan indicado lo que ha hecho mal, el perro ¡no tiene ni la más mínima idea de porqué su humano le está regañando!

Se puede decir, en todo caso, que el perro pone cara de culpable (en versión humana), pero no se siente culpable. ¿Cómo lo han demostrado? Por ejemplo a través del experimento que llevó a cabo una etóloga llamada Alexandra Horowitz: se hace pensar a un humano que su perro ha hecho algo que no debía (comerse un dulce) y pese a que el can es totalmente inocente, muestra todas las señales de sentirse culpable porque, claro, lo regañan.

Foto: Shutterstock
Únicamente si los pillas en la travesura sabrán porqué los regañas. Foto: Shutterstock

Otro dato interesante de ese estudio es que cuando no le decían al dueño del perro si el can se había comido el dulce o no, es decir cuando le obligaban a averiguarlo en función del lenguaje corporal de su perro, la mayoría no acertaba. Otro estudio similar llevado a cabo en 2014 en Cambridge volvió a corroborar la cuestión: el comportamiento del perro (si había hecho algo mal o no) no estaba relacionado con el aire de culpabilidad. Si no había regañina humana de por medio, aunque hubieran hecho algo que no debían hacer, los perros no se mostraban culpables.

Los grandes expertos, como Patricia B. McConnell, coinciden: somos nosotros, los humanos, los que atribuimos esta emoción humana a los perros. Sin embargo, hay quien explica que los perros sí podrían tener la capacidad de sentir culpabilidad, puesto que su capacidad neuronal es similar a la de otros mamiferos que demuestran esta emoción, pero no sería en la manera en la que se les atribuye actualmente.

Ellos son, en realidad, unos pillos…

¿Qué pasa por su mente cuando un perro muestra ese comportamiento, esa cara de culpabilidad, incluso antes de que el humano sea consciente de que ha habido una travesura perruna? Parece que, de nuevo, hay algo más complejo en el aire. Entre otras cuestiones, los perros que aprenden a poner cara de culpables son castigados mucho menos que los otros, independientemente de su comportamiento. Así, el perro muestra señales de calma para evitar el conflicto que, ha aprendido, puede surgir porque ya surgió en el pasado.

Es un mecanismo que le funciona y lo repite; y que consigue que muchos humanos acabemos a carcajadas.

Este contenido ha sido publicado por SinEmbargo con autorización expresa de ElDiario.es. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

Redacción/SinEmbargo

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No siempre es fácil adaptarse a un gato como mascota, sobre todo si con anterioridad sólo se ha convivido con perros. Conoce los «problemas» comunes de quienes aún aprenden a querer a estos felinos.

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«Esperar que un gato se comporte como un perro, es un error». Foto: Shutterstock

Por Claudia Castro Val

Ciudad de México, 2 de noviembre (SinEmbargo).– Tener un gato es completamente diferente a tener un perro. Parece una afirmación muy obvia, pero algunas personas que por alguna razón conviven con un gato luego de haber vivido con un perro, pueden tener algunos problemas para entenderse con el felino.

Alicia García, una dog lover que hoy también ama a los gatos, creció entre perros desde su niñez hasta su juventud: “Mis padres son amantes de los perros, así que en casa siempre había un perro rescatado o adoptado. Crecí entre pelo y ladridos”, recuerda. Pero cuando Alicia se casó, tuvo el tino de hacerlo con un amante de los gatos. “Yo moría por tener un animal de compañía en casa, pero en realidad prefería un perro. Cuando adoptamos a Toto, nuestro primer gato, yo estaba contenta, pero no lo entendía mucho… Encima descubrí que soy alérgica a los gatos”.

Para Alicia no fue muy grata la primera experiencia con Toto: “Cuando estaba en casa, me la pasaba estornudando. Toto fue un gato callejero durante no sé cuantos años, así que no se dejaba acariciar fácilmente, me respondía con un zarpazo, incluso con una mordida, y yo no entendía porqué si sólo quería hacerle cariños”.

Como Alicia, muchas personas cometen el error de esperar que un gato se comporte como un perro, cuando son completamente distintos.

LOS «PROBLEMAS» DE UN GATO

Independencia. A diferencia de un perro, un gato puede pasar lapsos largos solo, mientras tenga comida y agua limpia. Aunque esto es muy práctico para el ritmo de vida que llevamos hoy en día, algunas personas esperan muestras de afecto gatunas que, aunque existen, no son comunes. Un gato no moverá la cola cuando llegues a casa, aunque sí puede restregarse entre tus piernas para marcarte como “su territorio”. También puede jugar con tus zapatos o pedirte que juegues con él.

Limpieza. Casi todos convendríamos que la limpieza de los gatos es una virtud, pero para algunas personas puede ser un rasgo demasiado exigente. Un gato puede no beber agua si la encuentra sucia, o si detecta que otro gato bebió de ella; entonces tendrás que cambiarla. Lo mismo con el arenero: es posible que haga sus necesidades fuera de él, o prefiera no hacerlas, si el espacio no está limpio.

Foto: Pixabay
«La limpieza de los gatos es una virtud, pero para algunas personas puede ser un rasgo demasiado exigente» Foto: Pixabay

Rudeza. A diferencia de los perros que generalmente disfrutan las caricias y piden más, los gatos pueden pedir caricias y cariños, pero se cansan rápidamente. A veces sólo quieren reposar en tus piernas sin que los acaricies y tienen suficiente con sentir tu calor. El problema es que suelen expresar su hartazgo con un rasguño o con una mordida, así que hay que aprender los gustos y ritmos del gato. Lo mismo al jugar con ellos: si no toleras los rasguños en las manos, lo mejor es que busques un juguete.

Las uñas. Uno de los problemas más comunes de tener un gato en casa es su tendencia a arañar los muebles. Algunos dueños de gatos optan por la desungulación, que es la extirpación de las uñas del gato, pero aunque es una solución aparentemente fácil para el problema, asociaciones proanimales y veterinarias, rechazan la práctica de esta amputación. “Es un proceso quirúrgico muy doloroso que, además, implica complicaciones en más del 50 por ciento de los casos”, señala por ejemplo el Grupo de Estudio de Medicina Felina de España (GEMFE). Lo mejor es comprarle juguetes adecuados, conseguir protectores de muebles y consultar con tu veterinario para que te aconseje cómo persuadir al felino de su actividad destructiva.

Las bolas de pelo. La primera vez que Alicia escuchó un maullido extraño de Toto y vio sus contracciones estomacalaes para luego expulsar un “algo” entre saliva, se asustó y llamó al veterinario: Toto había expulsado su primera bola de pelo. Es una situación muy común en los gatos, pues al bañarse con su propia lengua, irremediablemente tragan pelo que luego desechan para evitar una obstrucción en su intestino. Así que es una manera de mantenerse saludables y no hay mucho que puedas hacer, sólo buscar un alimento especializado para reducir los episodios.

Escalan. La realidad es que, si un gato puede escalar muebles, lo hará. Existen muchos modelos de juguetes-rascadores en el mercado para que tu gato aprenda que sólo ahí puede escalar. Rociar el juguete con catnip es una buena opción. Pero mientras aprende y es joven, lo mejor será que coloques ese jarrón, herencia de la abuela, fuera del alcance de un felino inquieto.

APRENDER A QUERERLOS

Alicia tiene hoy tres gatos a los que adora: “Entender su forma de ser me costó un poco de trabajo. Cada uno tiene su gatonalidad, como digo yo, y no tiene que ser como yo espero. El punto más importante para lograr esta adaptación fue sacudirme la idea de que un gato puede comportarse como un perro. Son muy distintos y ambos son adorables. Ha sido un buen ejercicio aceptar a mis gatos como son”.

Los gatos no expresan cariño de la misma forma en que los perros. Foto: Pixabay
Los gatos no expresan cariño de la misma forma en que los perros, pero pueden ser muy adorables. Foto: Pixabay

Este contenido ha sido publicado por SinEmbargo con autorización expresa de La Opinión. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

Redacción/SinEmbargo

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Científicas de la Universidad de Oakland demostraron que los gatos reaccionan de formas diferentes según las expresiones faciales de sus dueños.

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Este estudio sugiere que los gatos no son tan indiferentes como la gente piensa, asegura una de las autoras. Foto: Shutterstock

Ciudad de México, 16 de octubre (SinEmbargo).– Tu gato sabe cómo te sientes. O al menos parcialmente. Un estudio publicado en la revista científica Animal Cognition sugiere que estos felinos son capaces de discernir el estado emocional de su dueño mediante el reconocimiento de sus expresiones faciales.

«La capacidad de los perros domésticos de comprender y responder a las expresiones emocionales ha sido bien documentada [pero] se desconoce si los gatos domésticos poseen capacidades similares», escribieron las autoras del estudio, Moriah Galván y Jennifer Vonk, de la Universidad de Oakland, quienes realizaron experimentos para determinar el grado en que estos animales podían discriminar las emociones humanas.

Para realizarlos, las científicas primero separaron la influencia que puede tener la estructura social en los procesos de domesticación de los gatos de su capacidad de reconocer señales comunicativas humanas (como las de las emociones); esto se hizo de tal forma, explican, porque los gatos no evolucionaron para vivir en grupos sociales complejos.

Durante un primer experimento, las estudiosas hicieron que el propietario hiciera señales faciales y de posturas relacionadas con la felicidad y el enojo sin emitir señales vocales; la acción se repitió con un extraño. En un segundo ejercicio, las investigadoras pidieron que tanto el propietario como el extraño emitieran señales vocales: una conversación con carga positiva y negativa.

Un artículo de BBC Earth sobre la investigación detalla que cuando los gatos se enfrentaban a su dueño cuando éste tenía una sonrisa, eran más propensos a pasar más tiempo con él y realizar comportamientos como roce, ronroneo y sentarse en su regazo, es decir: presentaban mayores comportamientos positivos. Por otro lado, cuando se trataba de un extraño, los gatos mostraban una misma cantidad de comportamientos positivos independientemente de si la persona sonreía o se mostraba molesta.

El experimento demostró que «los gatos domésticos eran moderadamente sensibles a la emoción, sobre todo cuando está representada por su propietario, lo que sugiere que una historia de la interacción humana por sí sola puede no ser suficiente para dar forma a estas habilidades en los gatos domésticos», escribieron las autoras de la investigación.

Así que los gatos son capaces de entender las expresiones faciales humanas pero aprenden esta habilidad con el tiempo, explica información de BBC, y agrega que el hecho de que los gatos puedan detectar emociones humanas «no quiere decir que sientan empatía, pues es más probable que los gatos hayan aprendido a asociar las sonrisas de sus propietarios con las recompensas: las personas tienen más probabilidad de mimarlos cuando se encuentran en un buen estado de ánimo», apunta el autor.

No obstante, este estudio demostró que los gatos no son tan «indiferentes» con los humanos como suele creerse, sino al contrario, como reza el título de la investigación los gatos son el «otro mejor amigo del hombre». «La gente se preocupa acerca de si los gatos realmente entienden y prestan atención a sus dueños. [Nuestro estudio] demuestra que no pueden ser tan indiferentes como acusa la gente», apunta la declaración de una de las autoras citadas por BBC.

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Los gatos aprendieron a relacionar expresiones faciales con la disponibilidad de su dueño para mimarle. Foto: Shutterstock

¿Sabes cómo actuar ante el ataque de un perro? Un experto consultado por SinEmbargo expone algunos pasos a seguir: la prevención es lo más importante.

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Los perros son animales muy nobles, pero hay algunos casos en que pueden ellos sientan la necesidad de atacar. Foto: Shutterstock

Ciudad de México, 13 de octubre (SinEmbargo).– Ser atacado por un perro no es una posibilidad que esté necesariamente a la vuelta de la esquina, pues la violencia no es una conducta inherente a los perros; no obstante, es importante saber cómo actuar antes, durante y después de esa situación.

Juan Carlos Becerril, etólogo de la escuela de adiestramiento «Integración Canina», explica a SinEmbargo que «los perros pueden atacar por muchas razones debido a que la agresividad se desencadena por dominancia, predación, competencia, territorialismo e incluso miedo; y que dependiendo del origen de la agresividad será el tipo de ataque».

El mismo nos da algunos tips para prevenir, detectar o, en su caso, actuar ante el ataque de un perro.

PREVENCIÓN

Este es el punto más importante y comprende los siguientes aspectos:

Carlos Becerril explica que prevenir es, en principio, comprender la naturaleza de estos animales: «ellos son territoriales, gregarios (es decir, sociales) y jerárquicos. Que sean territoriales implicará [como el concepto indica] que defenderán su espacio, de modo que, si se detecta una conducta agresiva hay que alejarse del lugar. El que sean sociales provoca que cada vez que se encuentren en jauría tengan más seguridad para atacar. Y que sean jerárquicos significa que, [en caso de que sean mascotas de compañía], debe existir una relación clara de liderazgo y subordinación, en la que el perro no adquiera más dominancia en casa de la que le corresponde».

Para los animales de compañía es importante además que exista una educación que no favorezca actitudes agresivas, como una correcta socialización, adiestramiento en su caso y una correcta comunicación con el perro.

Por otro lado, el especialista también sostiene que hay que aprender y comprender el lenguaje de los perros, pues antes de atacar suelen enviar una especie de mensaje de advertencia:

¡AHÍ VIENE! (¡NO CORRAS!)

Si de plano fallaste en la prevención será mejor que consideres lo siguiente: según Becerril existen, generalmente, dos conductas con las que un perro puede atacar: una de dominancia y seguridad, y otra temerosa; dependiendo de esta actitud es como deberás reaccionar para inhibir el ataque. La única constante es que bajo ninguna circunstancia te eches a correr, pues «el perro es un animal predador, y que una persona corra despertará ese instinto; entonces el animal querrá morderla, podría perseguirla y terminar atacándole cual presa», sostiene el especialista.

Ahora sí, vámonos más despacio para saber cómo actuar según la actitud del perro de acuerdo con la explicación del especialista consultado por SinEmbargo.

Actitud temerosa: «Ésta es una de los más peligroaos, pues cuando atacan por temor lo hacen de una manera descontrolada y como un mecanismo de supervivencia […] Puedes detectar que un perro atacará por temor porque su postura corporal es encorvada, tiene las orejas hacia atrás, la cola entre las patas y te muestra los dientes: esto quiere decir ‘aléjate o te morderé’.

«Si detectas este comportamiento corporal lo último que debes hacer es darle la espalda, porque entonces se atreverá a morderte». Quedarte quieto y de frente es la opción: «si te quedas de frente no se atreverá a atacarte porque es un animal inseguro».

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Becerril explica que el hecho de que muestren los dientes también es una advertencia para que te alejes y no te muerda. Foto: Shutterstock

Actitud dominante y segura: «Éste tipo de perros tendrá la cola horizontal, recta y firme; también tendrá las orejas hacia adelante. En este caso no te debes quedar parado de frente porque te morderá. Él entenderá que lo estás retando y atacará, así que inhibir su ataque implica darle la espalda. Una vez que lo has hecho no debes moverte [mucho menos con movimientos bruscos porque estos despiertan su instinto predador]. Además, si tomas una actitud de huida el perro toma el poder, pues se da cuenta de que está infundiendo miedo.

En ambos casos, en la medida en que el perro se va quedando más tranquilo, debes alejarte lentamente de él.

DURANTE EL ATAQUE

Si no se pudo inhibir la acción el perro atacará de diferentes formas, también de acuerdo a su actitud: «El animal que ataca por miedo difícilmente utilizará toda la mandíbula para morderte, normalmente da pellizcones y suelta, y probablemente vuelva a morder y soltar. Pero cuando los perros muerden por ser muy dominantes y seguros suelen utilizar toda la mandíbula y te pueden sostener la mordida y sacudir la cabeza mordiéndote».

En ambos casos, librarte del ataque en marcha es defenderte. Becerril explica que hay dos teorías: una en la que debes buscar golpearle la nariz (una parte muy sensible del animal) para que puedas ser liberado de la mordida y otra en la que debes golpear la boca del estómago: «eso le provocará malestar y hará que te suelte y tengas suficiente tiempo para alejarte».

Por supuesto que nadie planea dónde un perro morderá, pero el especialista explica que, en la medida de lo posible, uses alguna de tus extremidades para golpear al perro.

Si el perro te ha soltado lo que procede, por supuesto, es alejarte de ahí pero, (por más increíble que parezca) debes evitar correr: «correr sólo podría incitarlo a atacarte de nuevo. Debes alejarte sin hacer movimientos bruscos», insiste el etólogo.

DESPUÉS DEL ATAQUE

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Comprender la naturaleza del perro es necesario; así evitarás que él se vea en la necesidad de atacar. Foto: Shutterstock

Posterior al ataque es necesario que acudas al médico. Si se trataba de un perro doméstico se debe exigir al propietario que compruebe que el perro contaba con todas sus vacunas y un buen estado de salud.

Existen casos en lo que se puede proceder legalmente tras el ataque de uno de estos animales.

No existen los perros que son, por sí solos, agresivos. Existen razas que cargan con este estigma, pero expertos consultados por SinEmbargo desmienten la versión.

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¡Pero qué perro tan violento!… Foto: Shutterstock

Ciudad de México, 12 de octubre (SinEmbargo).– Existen algunas razas de perros que han sido constantemente señaladas como agresivas, y «peligrosas» es el adjetivo que suele utilizarse comúnmente para referirse a ellas.

Distintas variedades de tierrier como el american pitbull o el staffordshire; el dogo argentino; los rotweiler; doberman y algunos miembros de la familia de los mastines son constantemente señalados. Con anterioridad, hasta los bulldog y san bernardo llevaron esta etiqueta.

En la actualidad, algunos países han legislado para prohibir o regular la tenencia de algunas de ellas e incluso se ha obligado a propietarios a sacrificar a sus mascotas… pero ¿es cierto que estos son animales simple y llanamente agresivos?

Darwin Angulo, experto en conducta y adiestramiento canino consultado por SinEmbargo, explica que estas son concepciones erróneas, pues la tendencia que tienen todas las razas a ser agresivas es la misma: «Es cierto que ésta depende de algunos factores [como la función zootécnica del animal] pero la agresividad es principalmente inculcada: cuando un animal es cachorro y no es socializado correctamente desarrollará ciertos miedos e inseguridad, mismos que los harán agresivos».

Según el experto, la crianza es un determinante para garantizar que cualquier perro, independientemente de su raza, conviva en armonía con los otros, sean personas o animales. Gerardo Huertas Arias, maestro en biología y miembro de la asociación internacional Protección Animal mundial, coincide y señala que la responsabilidad en la tenencia de las mascotas es imprescindible:

«Debido a que algunas razas fueron creadas para pelear o que tienen una tendencia mayor a ser dominantes, las personas que se hacen de algunos perros deben hacerlo conscientes de la responsabilidad que implica y los mecanismos de seguridad a desarrollar».

De acuerdo con Huertas, para evitar accidentes, debe enseñársele a los niños cómo tratar con todos los perros, no importa su raza. Foto: Shutterstock
De acuerdo con Huertas, para evitar accidentes, debe enseñársele a los niños cómo tratar con todos los perros, no importa su raza. Foto: Shutterstock

«Debe existir un gran nivel de responsabilidad por parte de los dueños y una cultura de educación de los perros para que las mascotas no generen violencia –complementa Darwin Angulo– Es crucial que los dueños aprendan a comunicarse con sus perros e implementen técnicas positivas en el trato, no a base de gritos y golpes».

En la comunicación y educación del animal, la actitud del propietario es importante. De acuerdo con un estudio publicado por Applied Animal Behaviour Science, y citado por Muy Interesante, «la conducta agresiva del perro se debe en mayor medida a la conducta agresiva del dueño».

Esta investigación encontró que, independientemente de la raza, el grado de agresividad de una mascota era determinada por el carácter de su propietario y que, además, «los perros entrenados con castigo y refuerzo negativo tenían el doble de probabilidades de gruñir o morder a los extraños y tres veces más probabilidades de ser hostiles hacia los miembros de la familia», explica la revista.

Las técnicas negativas en el trato de un animal, explica Darwin Angulo, consisten en creer que gritando, golpeando o agrediendo es como un perro entenderá. «Entonces el perro desarrollará temor y, dependiendo de su carácter, se volverá agresivo o demasiado sumiso».

El adiestrador explica que lo «peligroso» que pueda resultar para los humanos el ataque de algún animal depende de diversas características de la raza, pero no de la raza misma: «por supuesto que un perro inseguro, nervioso y por ende agresivo de raza Yorkie [perros pequeños] no te causará el mismo daño que un pastor alemán. Cuando nosotros hablamos de lo ‘peligrosos’ que son consideramos, por ejemplo, su tamaño: mientras mayor sea el tamaño de cabeza y ancho del hocico, más fuerza de mordida tendrá».

«Y por eso es importante –complementa el biólogo Huertas– desarrollar mecanismos de seguridad en los casos en que sea necesario. Si tienes un animal para guardia y protección éste debe saber cuáles son ‘las reglas del juego’ y a quién hay que obedecer. En el mundo canino estas reglas son necesarias. Ellos deben tener un «alfa» a quien obedecer.

«Pero, si se trata de un animal de compañía se tratará de un animal muy dulce. Yo conozco perros pitbull, por ejemplo, que son de lo más dulce del mundo. Las personas no deben olvidar que la genética y la herencia no son siempre las determinantes para su agresividad, sino que lo es, en mayor medida, la forma en que los crían»…

«Todos los perros son perfectamente sociables y, si desde cachorros enseña a estar en casa y en familia, no tendrán mayor problema», concluye el adiestrador Angulo.

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«Conozco perros pitbull que son de lo más dulce del mundo» Foto: Shutterstock

De acuerdo con una especialista, tratar a los perros como si fueran personas puede tener consecuencias negativas para su salud. Dejarlos comportarse según su naturaleza es imprescindible para que la conserve.

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Ciudad de México, 7 de octubre (SinEmbargo).– No está mal consentir a tu perro… bueno, pero si lo paseas en carreola, lo tienes siempre en brazos, le has hecho un tatuaje y le preparas un platillo diferente cada día, algo podría marchar mal y no tanto para ti como para tu amigo.

Se le llama humanización o antropomorfización a la atribución de cualidades humanas a una cosa. En el caso de los perros, a un animal no humano. Hacerlo es una tendencia a la alza e implica cuidarlos cual si fueran «nuestro bebé», «nuestro hijo», «nuestro _______ (coloque aquí lo que mejor le parezca)».

“Yo tenía una conocida que, para no dejar solos a sus perros, se iba al antro con ellos. Le pagaba algo extra al valet parking para cuidarlos. Ella se iba a bailar por 15 minutos, y otros 10 regresaba con los perros; bailaba 15 minutos, y diez volvía con los perros. Tiempo después, cuando ella tuvo que separarse de sus mascotas por cuestiones laborales por varias horas, éstas sufrieron serios problemas de ansiedad”, platica Claudia Edwards, Médico Veterinario especializada en conducta de perros y gatos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La especialista explica que la humanización de las mascotas es contraproducente pues implica negarles la oportunidad de comportarse de acuerdo con su naturaleza y deriva en problemas para el animal: «cuando un perro recibe toda la atención propia de un ser humano tiende a desarrollar problemas emocionales y de conducta, porque no se les deja cumplir con algunos patrones de acción fijos de su especie».

La misma dice que existe una tendencia creciente a humanizar a canes de razas pequeñas, puesto que «se prestan más a tratarlos como bebés o como nuestros hijos y sobreprotegerlos». Pero, independientemente del tamaño de tu perro, la especialista especifica algunos aspectos en los que se tiende a humanizar a las mascotas y a los que hay que prestar atención:

Paseo. Hay personas que no dejan caminar a sus perros, ya sea porque los llevan en una «hermosísima y tierna» carreola o porque los cargan en brazos todo el tiempo. Dejar a tu perro caminar propicia que tenga una buena salud física y emocional. Se ejercitan, se entretienen y se relajan. Pasearlo es una forma de liberar energía y, con ello, evitar problemas de conducta.

Socialización. También están los que no dejan que otro perro se acerque a convivir con su mascota. «Hay personas que lo hacen porque creen que ‘les van a pegar las pulgas’ o les van a hacer daño, pero lo normal es que un perro juegue con otro perro –explica la especialista consultada por SinEmbargo Si tu mascota es de raza pequeña, tampoco debes tener problema con que conviva con razas grandes: que socialice implica que no desarrolle conductas agresivas o temerosas».

Es más común antropomorfizar a razas pequeñas. Foto: Shutterstock
Es más común antropomorfizar a razas pequeñas. Foto: Shutterstock

Alimentación. Tu perro no se aburrirá de las croquetas jamás, ¡no lo dudes! La también académica de la UNAM explica que el hecho de que los seres humanos seamos omnívoros y nos alimentemos de gran variedad de alimentos, no implica que a tu perro tengas que prepararle una comida diferente cada día: «De hecho, que se le dé mucha comida [«humana»] al animal, puede derivar en falta de limpieza óptima de los dientes y causar caries u otros problemas de salud bucal».

Estetización. Ésta implica modificar algunos aspectos físicos de la mascota so pretexto de que luzca mejor. Tener al perro más bonito de la cuadra pues. Así no suena mal, pero hay algunas prácticas que implican dolor o mutilación del animal; como tatuarlos, perforarlos o realizarles cirugías estéticas.

En el caso de la vestimenta, Edwards explica que no hay problema con ello si se practica cuando es necesario (como poner un suéter a un chihuahua, animal particularmente susceptible a enfermar en temporadas de frío) «pero si está vestido todo el tiempo entonces tal vez sí haya un problema», apunta.

Reproducción y ¿maternidad?. Otro aspecto del antropomorfismo en los perros es creer que ellos necesitan reproducirse y «ser padres» en el sentido en que lo somos los humanos: creen que, para una hembra, «ser mamá es lo mejor del mundo» y, para los machos es «un orgullo volverse un semental. «Pero esta es una concepción errónea –explica la veterinaria– lo correcto sería esterilizar al animal porque, de no hacerlo, existe posibilidad de que desarrollen enfermedades del aparato reproductor».

«Por otro lado: hay que apuntar que, en la naturaleza, sólo los miembros alfa de la manada se reproducen y, como en nuestros hogares los dueños deben tener ese papel, lo óptimo sería que los perros no se reprodujeran», puntualiza.

***

No tener cuidado en estos aspectos podría derivar en que tu mascota sufra problemas emocionales y de conducta tales como ansiedad por separación o por no contar con ciertas atenciones a las que se ha hecho dependiente, agresividad o fobias por no permitirle relacionarse con otros perros y hasta problemas de tipo obsesivo compulsivo:

«Estos últimos se presentan porque no se le permite a los perros liberar energía, de modo que la redirigen y pueden, por ejemplo, automutilarse (mordiéndose la cola) o sufrir dermatitis por lamidas constantes (las lamidas pueden ser tan frecuentes que los perros llegan a hacerse un hueco en la piel)».

La especialista en conducta animal invita a recordar que «ninguno de estos problemas son inherentes al animal, sino que tienen origen en el humano. Existe una estrecha relación entre la salud emocional y psicológica del dueño y los de un animal.

«He llegado a creer que los veterinarios deberíamos saber de psicología humana antes que de conducta animal», concluye, entre risas, la especialista.

Jackson Galaxy es un afamado domador de gatos. Capaz de «dominar» a los más endemoniados, para él, su labor es un arte, un arte que, como trasfondo, tiene al amor.

Jackson Galaxy, especialista en comportamiento animal. Foto: Francisco Cañedo / SinEmbargo
Jackson Galaxy, especialista en comportamiento animal. Foto: Francisco Cañedo / SinEmbargo

Ciudad de México, 3 de octubre (SinEmbargo).– Lo apodan «el hombre que habla el lenguaje de los gatos». Jackson Galaxy es afamado no sólo por domar a estos felinos, sino por domar a los peores, a los «endemoniados».

Está sentado en un sillón marrón, y luce su característica barba, bigote, expansiones y tatuajes muy al estilo rock ‘n roll. Pero los colores sobrios y la rudeza de los tatuajes que cubren sus antebrazos contrastan de forma extraña con los colores brillantes del peluche de una ratita multicolor colocada junto a él: es uno de tantos juguetes con los que controla a los «gatos–demonio».

–No, no, no: yo no controlo a los gatos –corrige– Nadie podrá controlar a los gatos. Lo que yo hago, es generar una línea abierta de comunicación con ellos: yo sólo soy un mediador entre el gato y el humano.

Galaxy es un embajador entre un felino y su dueño. Él, asegura, sólo negocia con ellos:

–La cuestión aquí es que no debemos olvidar que los gatos no están con los humanos para brindarles placer y complacerlos. No son como los perros, a los que podemos programar para que nos hagan felices. Los gatos son realmente salvajes y el secreto de tratar con ellos consiste en entender qué es lo que el humano y el gato [cada uno por su cuenta] quieren en su interacción…

Mientras explica, Jackson sacude las manos de forma enérgica. En la derecha tiene un anillo con forma de gato que baila con sus ademanes y, un poco más arriba, un mala budista envuelve su muñeca.

–… por eso soy un embajador.

Un embajador que, asegura, usa el amor como elemento principal para la diplomacia.

¿Cuál es el elemento que genera conexión entre el humano y el gato?

–¿La conexión?…– Galaxy tiene 16 años de experiencia en comportamiento felino y debe tomarse un tiempo para dar con la respuesta– …es el amor. Debe existir amor y empatía entre ambos. Hasta que surge esto es que cada uno se siente «en su territorio». Sólo sobre la compasión y el amor es que construyes algo.

Hay personas que están locas por sus gatos. Aseguran que los aman. Muchos, juran que los aman como a sus hijos. Jackson no es la excepción.

–El gato es parte de nuestra familia. Con él debemos actuar de forma paternal, justo como se hace con los humanos. Debemos ver a nuestro gato no como una cosa, sino como si fuera un hijo, porque como padres dejas de lado el ego y hacerlo cambia de forma dramática las cosas… Hay una cosa que me vuelve loco…

«¡Me vuelve loco!», repite y un poco se le desorbitan los ojos.

–… y pasa todos los días: cuando las personas me llaman y dicen que no pueden más con los gatos y quieren abandonarlos… Si tú vieras a tu gato como tu hijo no harías eso.

Valeria, la única gata que Galaxy "lleva en el cuerpo". Ha estado con el durante 23 años. Foto: Francisco Cañedo / Sin Embargo
Valeria, la única gata que Galaxy «lleva en el cuerpo». Ha estado con él durante 23 años. Foto: Francisco Cañedo / Sin Embargo

El abandono animal es frecuente en México, ¿qué representa para ti que, después de haber vivido en la calle, un gato encuentre una familia?

–Adoptar representa un acto natural de amor y cuidado. Para mí, está en la naturaleza del hombre [poco antes había asegurado que el ser humano no tiene la potestad de sentirse completo]. El abandono de los animales y pensar en ellos como si fueran un mueble es un pensamiento viejo. Creo que una vez que eres capaz de cambiar tu forma de pensar, cambias todo.

Hace años, Galaxy cambió la música y la actuación por dedicar su vida a los gatos. Cambió el contenido del estuche de su guitarra: no lleva más un instrumento, está lleno de juguetes para gatos. Cambió de arte.

¿Cómo relaciones al arte con los gatos?

–Yo creo que mi trabajo con los animales es arte… –Galaxy desvaría un poco. Él admite que nunca había pensado su trabajo en esos términos– …quiero decir: yo no soy un científico, yo he incorporado la ciencia a mi arte. Y es que todos, humano o animal, son arte.

–Creo que parte de mi trabajo es descubrir. Es como cuando una escultura ha estado siempre escondida en un bloque de piedra y lo que el artista hace es expresarse a través de ese bloque. Encontrar el arte en las cosas es encontrar su hermosura y creo que eso hago en cada caso, en cada gato que veo. Después de haber pensado “¡vaya, este sí que es un gato endemoniado”, encuentro su belleza… ¡Y eso es arte!

Galaxy sostiene que para apreciar el arte es necesario establecer una especie de conexión con el corazón. Que el amor es el motor.

–Y el amor es el motor.

De pronto, emocionado, se pone al filo de la silla y comienza a desenredar el mala que envuelve su muñeca. Entonces deja ver que, debajo de la imagen de un gato con cara de demonio –imagen japonesa del siglo XIX– tiene grabada la frase “Dios es amor es» que puede leerse en dos sentidos: «Dios es amor» y «Amor es Dios».

–Cuando tu amas a un animal y el amor regresa a ti, entonces va más allá del amor que hay entre humanos ¡Y esto es cierto! Aunque las personas se asustan de esto, porque se descubren vulnerables…

Otra vez sacude los brazos de forma enérgica. Entonces dejaba ver que los gatos no sólo le habían marcado los brazos, le habían marcado un poco más allá, debajo de la piel.

–Para mí, los gatos son símbolo del misterio, de la contradicción. Ellos siempre simbolizan todo lo que no sabemos.

–Tú ves a un gato y nunca sabes lo que ves, sólo sabes que puedes ver a un gato asustado o endemoniado… eso demuestra lo poco que realmente sabemos de ellos. Y es una cosa que nos mantendrá siempre humildes…

"Lo primero que vemos es un gato con cara de demonio. Pero si miras con detenimiento y lo separas un poco..."  Foto: Francisco Cañedo / SinEmbargo
«Lo primero que vemos es un gato con cara de demonio. Pero si miras con detenimiento y lo separas un poco… ¡Eso es contradicción!»
Foto: Francisco Cañedo / SinEmbargo

Jackson Galaxy llegó a México para promocionar la sexta temporada de la serie «Mi gato endemoniado», que se estrena este 5 de octubre a las 21:00 horas por Animal Planet.

 

De acuerdo con estudios algunos comportamientos –que hasta ahora se creían propios de los humanos– podrían estar determinados genéticamente y, por tanto, compartirse con otras especies de animales.

Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo / La Opinión).– La manera de relacionarnos entre nosotros podría tener raíces genéticas. Por años, los científicos se han cuestionado si las cualidades humanas como la amabilidad, empatía, compasión o amistad son heredadas, aprendidas o adquiridas.

“Muchos científicos han encontrado respuestas al comportamiento humano estudiando a los animales”, indicó Peter Schattner, científico y educador.

Schattner dijo que si bien la idea de estudiar a animales para aprender sobre los seres humanos podría parecer extraña, en realidad los seres humanos tenemos genes similares a los de los animales.

“Animales como los perros son buenas especies para aprender sobre amabilidad, devoción y otras cualidades sociales porque han sido cruzados genéticamente para sentir de ese modo”, señaló el autor de Sexo, amor y ADN (Sex, Love and DNA).

El científico explicó que los perros habían sido cruzados por generaciones hasta obtener las cualidades de personalidad que los humanos más valoramos.

Conductas que creíamos propias de los humanos podrían suceder en animales por determinación genética. Foto: Shutterstock
Conductas que creíamos propias de los humanos podrían suceder en animales por determinación genética. Foto: Shutterstock

“La mayoría de los científicos estiman que la gente empezó a modificar genéticamente a los lobos para que sean más mansos y dóciles entre 15 mil y 30 mil años atrás. Imagínate si comparas esto con los seres humanos que supuestamente nos diferenciamos de los chimpancés entre 4 millones y 9 millones de años atrás”, ilustró  Schattner.

El autor opinó que al estudiar los cambios genéticos de una especie se pueden determinar cuáles genes afectan los distintos comportamientos. “Los perros no son los únicos animales de los que podemos aprender”, señaló y ofreció otros ejemplos:

Ratones poco amistosos. Uno de los principales síntomas de quienes padecen el Síndrome de Williams Beuren es la hostilidad hacia los demás. Un grupo de científicos inoculó a ratones con un cromosoma similar al del síndrome de Beuren y encontró que la hostilidad y la enfermedad respondían al mismo gen.

Zorros siberianos. En 1950, la entonces Unión Soviética comenzó a cruzar zorros siberianos para hacerlos más dóciles, emparejando a los zorros y zorras más mansos entre sí. Después de cuatro generaciones, los científicos confirmaron que las características amistosas y amables eran un resultado genético. Schattner contó que los zorros eran tan dóciles y adorables que la gente comenzó a comprarlos para tenerlos como mascotas domésticas.

Ratas y empatía. Schattner mencionó otro experimento realizado con ratas por investigadores de la Universidad de Chicago. Los científicos colocaron a dos ratas en una jaula grande. Una de ellas era libre de andar por todos lados, mientras que la otra estaba atrapada en una jaula más pequeña, dentro de la jaula grande. Cuando la ratita atrapada gritaba pidiendo ayuda, su compañera se empeñaba en abrirle la puerta, a pesar de que esto no le producía ningún beneficio inmediato. Tres cuartos de las ratas observadas optaron por ayudar a su compañera.

“Estos resultados deberían ser perturbadores para aquellos que piensan que sólo los humanos tenemos la capacidad de sentir empatía y compasión”, opinó Schattner.

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Redacción/SinEmbargo

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Es importante prestar atención al comportamiento de nuestra mascota para detectar problemas emocionales Foto: Shutterstock
Es importante prestar atención al comportamiento de nuestra mascota para detectar problemas emocionales. Foto: Shutterstock

Ciudad de México, 2 de septiembre (SinEmbargo).– Los trastornos emocionales no son propios de los humanos; los perros también pueden sentirlos y existen algunos síntomas que pueden ser indicadores de la necesidad de un tratamiento. Fobias, ansiedad, conductas compulsivas y ataques de pánico son algunos de los desórdenes emocionales que pueden padecer.

Así lo revela un artículo publicado en BBC en el que expertos señalan que estos trastornos no son necesariamente enfermedades mentales, sino desórdenes que se deben a factores externos, principalmente por fallas de las personas que han sido responsables de la socialización del perro, sobre todo los primeros cuatro meses de vida. Así, el comportamiento de los dueños es determinante para provocar o evitar problemas en la conducta de las mascotas.

«Nuestros perros mascotas podrían sufrir de problemas mentales, pero sólo porque el ambiente en el que viven los hacen sentir muy mal. No es porque tengan una enfermedad (…) problemas físicos en el cerebro son muy raros», declaró Tarid Rugaas, entrenadora de perros, al medio extranjero.

La misma, señala que un perro podría estar crónicamente estresado si se le observa nervioso, deprimido o con temor, si presenta un comportamiento histérico, si se molesta o se siente amenazado fácilmente, no manifiesta curiosidad o reacciona exageradamente a ruidos o al tacto.

Por su parte, Dennis Turner biólogo conductual, psicólogo animal y director del Instituto de Etología aplicada y Psicología animal de Suiza, explica que los dueños deben estar atentos a los comportamientos de sus mascotas, de modo que no se ignore cualquier cambio que pueda resultar significativo.

Para el biólogo, los siguientes son los comportamientos que podrían apuntar a que una mascota sufre algún problema emocional: Pierde el apetito por periodos largos, tiene inactividad inusual, comportamientos destructivos cuando se queda solo en casa, intenta escaparse o esconderse.

Los mismos expertos recomiendan ser cuidadoso y observador con los comportamientos de la mascota y, sobre todo, poner atención a cambios en temporadas largas de tiempo. Si se sospecha que la mascota tiene un problema real, es necesario acudir con un veterinario especializado en psicología animal.

Mientras tanto, es importante ser paciente con la mascota, no castigarle, mostrarse amenazante o impedirle ser curioso y explorar el exterior. Debe alimentársele bien y procurar brindarle compañía. Aprender a comunicarse con su perro también es muy importante.

La agresividad es un comportamiento que puede reflejar trastornos emocionales. Foto: Pixabay
La agresividad es un comportamiento que puede reflejar trastornos emocionales. Foto: Pixabay

¿Qué pasa en el organismo de mi mascota?

De acuerdo con una explicación del etólogo español Manuel Villar, como los seres humanos, los animales están preparados evolutivamente para responder a ciertos estímulos del ambiente, de modo que el cerebro y el cuerpo reaccionen de manera conjunta, pues constituyen un organismo inseparable que se integra por circuitos regulatorios bioquímicos y neurológicos.

«Las respuestas se producen por el cerebro cuando detecta un estímulo o evento cuya presencia, actual o imaginaria dispara la emoción. La respuesta es automática. En consecuencia, el organismo actúa preparando al cuerpo para su defensa ante la estimulación excitatoria, que produce el desequilibrio psicológico», explica.

De entrada, las acciones y movimientos indicadores de que un animal está sometido a algún trastorno emocional se encuentran la aproximación o rechazo a algún objeto, tensión en labios, ojos redondeados, gimoteos y posturas corporales como erizamiento, baja postura corporal, la posición de la cola e incremento o decremento de actividad.

«Las diferentes reacciones obligan al organismo, y gobiernan aspectos como la presión cardiaca o el almacenamiento y utilización de proteínas, lípidos y carbohidratos. Motivo por el que habitualmente y de forma llana, se explica la falta de apetito en nuestro perro por estar afectado por una alta emocionalidad, la ansiedad y el miedo […] Emociones básicas como miedo, temor, pánico o angustia, ayudan al animal a procesar la información y colocarlo en un estado de alerta que produzcan respuestas autónomas y que buscan un fin útil: esconderse, desplegar coraje, etcétera», escribe.

Para combatir estas respuestas, el etólogo señala que es necesario estabilizar el cerebro del animal y con ello su organismo, de modo que todo vuelva a funcionar con normalidad. Para Villar, es importante que el dueño procure deducir cuál es el estímulo que produce el desequilibrio emocional, ponga atención a los gestos y vocalizaciones y ponga especial atención en eventos que hagan que el perro se precipite y cuáles son las reacciones.

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