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Son tiempos de confusión y polarización. Un símil del Grupo San Ángel sería pertinente: Alfonso Zárate

sábado, noviembre 23rd, 2019

El año de 1994 marcó a México para siempre, cuando una serie de acontecimientos sacudieron las estructuras políticas y económicas del país. En ese escenario convulso, surgió el Grupo San Ángel, una iniciativa que, de acuerdo con el analista Alfonso Zárate, buscó contribuir al avance democrático del país.

El autor de La generación de 1994 que marcó historia, aclaró que el Grupo San Ángel no fue visto como “anti” o “interesado en ponerle zancadillas al Gobierno”, sino que intentó juntar todos los esfuerzos. Agregó que con el cambio actual de regimen, la democracia podría correr peligro y “caer en retrocesos”.

Ciudad de México, 23 de noviembre (SinEmbargo).- El año de 1994 marcó a México para siempre. Una serie de acontecimientos sacudieron profundamente las estructuras políticas y económicas del país, y a su vez, generaron un escenario de enorme incertidumbre social. En ese contexto convulso, surgió el Grupo San Ángel, una iniciativa ciudadana que buscó contribuir al avance democrático del país.

“Hoy, a 25 años de distancia, parecería muy pertinente que alguien con la misma estatura que tenía en aquel momento Carlos Fuentes, convocara a un grupo igualmente plural en donde hubiera académicos, sindicalistas, empresarios y activistas sociales para construir propuestas y que el país avance”, sugirió el autor de La generación de 1994y aclaró que el Grupo San Ángel no fue visto como “anti” o “interesado en ponerle zancadillas al Gobierno”, sino que intentó juntar todos los esfuerzos.

“Tendría que haber una iniciativa que convocara a gente de distintas procedencias geográficas, profesionales e ideológicas”, reflexionó el investigador y agregó que con el cambio actual de Gobierno, las instituciones democráticas podrían correr peligro: “Si bien costó mucho trabajo y tiempo el erigirlas, también pueden ser capturadas y caer en retrocesos”, expresó.

En La generación de 1994 que marcó historia: Grupo San Ángel, el académico y analista político Alfonso Zárate recupera la memoria de uno de los grupos de la sociedad civil que mayor influencia tuvieron en la política mexicana, debido a la relevancia de sus miembros y al alcance de sus iniciativas. Esta es la entrevista con Puntos y Comas.

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–¿A grandes rasgos qué fue el Grupo San Ángel? ¿Por qué fue tan importante en ese año de 1994?

–Para entender la aparición del Grupo San ángel es fundamental recordar que aquel año fue un tiempo funesto y terrible en el país. Todo comenzó meses atrás, en mayo del 93, con el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto de Guadalajara. Luego, el 1 de enero del 94, el mismo día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio [TLC], surge en San Cristóbal de las Casas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional [EZLN], con una declaratoria de guerra al Gobierno, a las fuerzas armadas y al jefe del Ejecutivo. Tres meses más tarde, asesinan al candidato Luis Donaldo Colosio, que seguramente habría sido el Presidente de no haber muerto. Más adelante, en septiembre, es asesinado José Francisco Ruiz Massieu, quien para ese entonces ya había sido nombrado Coordinador parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados, para una legislatura que estaba próxima a iniciar. También fueron secuestrados personajes relevantes como Alfredo Harp, presidente de Banamex y Ángel Losada, Vicepresidente de Grupo Gigante.

Este es el escenario convulso en el cual hace falta una iniciativa que pueda reducir los riesgos de una confrontación política más grave que sumiera al país en una desestabilización peor. El escritor Carlos Fuentes propone entonces que se reúna un grupo de mexicanos y mexicanas de importante trayectoria profesional en distintos campos, con diferentes procedencias geográficas y afiliaciones políticas (había miembros tanto del PRD, PRI y PAN, e integrantes sin partido). La relevancia de esa iniciativa fue crear un colectivo ciudadano para construir propuestas que evitaran lo que se veía venir: un conflicto post electoral de grandes proporciones. En segundo lugar, que contribuyera a definir cambios para que las elecciones en un futuro fueran más justas, equitativas, creíbles y respetadas. El tercer objetivo del Grupo San Ángel era construir condiciones para una democracia más consolidada, ya que estamos hablando de un tiempo en donde prevalecía un régimen autoritario.

Vale la pena recordar otras cosas: en 1994, el Instituto Nacional Electoral [INE] estaba presidido por el Secretario de Gobernación, es decir, todavía no era un organismo autónomo; no existía el INAI [Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales]; en aquellos años todavía existía la militancia colectiva de los Trabajadores al Servicio del Estado, eso quiere decir que los trabajadores sindicalizados de cualquier dependencia pública, por ese sólo hecho, aparecían militando en el PRI; en el 94, Carlos Romero Deschamps ya era Secretario General del Sindicato Petrolero y que ya estaba a un paso de lograr la dirección de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado [FSTSE], Joel Ayala.

Estamos hablando de un México muy distinto al de hoy. Eso permitió a los sanangelinos reunirnos con los principales candidatos presidenciales, y a partir de ahí, elaborar propuestas muy concretas para avanzar en la institucionalización democrática del país.

–El San Ángel era un grupo ecléctico. ¿Esta combinación de personajes detonó conflictos internos o contradicciones entre sus partes en algún momento?

–Una cualidad del Grupo San Ángel es que, no obstante la presencia de personajes tan relevantes, dentro del grupo la participación fue de pares; nadie asumía tener un privilegio sobre los otros. Creo que la virtud por la cual no hubo choques fue justo eso: proviniendo de distintas militancias o simpatías políticas, todos estábamos de acuerdo en que necesitábamos abrir mayores caminos democráticos en el país, que había un desgaste del viejo sistema político y que teníamos que contribuir a que se fortalecieran las instituciones. La participación de todos resultó muy positiva.

Aunque había dirigentes de partidos, todos acudíamos a titulo personal, sin representación política. Íbamos como ciudadanos interesados en el país. Fue uno más de los colectivos que a finales de los 80 emergieron desde la sociedad civil. Aunque hubo varios grupos que lo anteceden, su relevancia reside en que alcanzó un protagonismo sin precedentes.

–El Grupo San Ángel surgió como contrapeso del régimen político que dominaba en ese momento, con Carlos Salinas de Gortari. ¿Ahora mismo ves que surja un contrapeso del actual Gobierno? ¿Crees que haga falta que se conforme otro grupo símil integrado por intelectuales y figuras políticas?

–Quienes confluíamos, teníamos toda la voluntad de contribuir al avance democrático del país. No fue visto como un grupo “anti” o interesado en ponerle zancadillas al Gobierno, sino de juntar todos los esfuerzos para la mejora del país.

Hoy, a 25 años de distancia, parecería muy pertinente que alguien con la misma estatura que tenía en aquel momento Carlos Fuentes, convocara a un grupo igualmente plural en donde hubiera académicos, sindicalistas, empresarios, activistas sociales, y que se propusiera trabaje en la construcción de propuestas para que el país avance.

Un grupo de esa naturaleza tendría que incluir necesariamente a gente de Morena [Movimiento Regeneración Nacional]. No imagino un grupo viable si solamente fuera “anti” y en el cual prevalecieran los partidos de oposición. Tendría que haber una iniciativa que convocara a gente de distintas procedencias geográficas, profesionales, ideológicas y que tenga capacidad de reflexión.

–¿La formación de estos grupos son necesarios, sean o no tiempos convulsos como el del 94?

–Claro, pero se hacen más importantes e imperativos cuando hay una situación de crisis. Cuando hay crispación, polarización de fuerzas, entonces es todavía más relevante la creación de un espacio de este tipo. Creo que el momento de hoy en México es un tiempo de confusión, rispidez y polarización que vemos todos los días en todos los espacios, especialmente en las redes sociales. Si hubiera una iniciativa para crear un colectivo como este, me parecería de gran importancia y utilidad para el país.

Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo

–Mencionas a Andrés Manuel López Obrador en tu libro…

–Para mí era importante también ubicar quienes eran algunos de los actores políticos que emergían en ese año. Este dirigente originario de Macuspana, Tabasco, ya para 1994 era una figura de alcance nacional. Estamos hablando de un político con una trayectoria muy interesante. Esto no lo incluyo en el libro, pero te contaré una experiencia que me relató Carlos Navarrete, quien fuera Presidente del PRD, y que ocurrió en 1983:

Cuando Obrador era Presidente del PRI en Tabasco, es invitado por el líder de la CNC a un día de campo a orillas del río. Estando ahí, el dirigente lo invita a que se den un chapuzón. Andrés Manuel acepta y se mete a nadar, pero llega un momento en que quiere salir porque hay algo que lo jala hacia abajo; hace un segundo intento de salir y nuevamente la corriente no lo deja. Al tercer intento, invoca a Dios y es cuando logra salir. Después ya no se queda a comer con su amigo, sino que se va directamente a la casa de su madre, Doña Manuela. Ella lo lleva al templo y le dice: “Andrés Manuel, si Dios te dio la oportunidad de vivir, es porque tienes una misión”.

Esta anécdota es interesante porque nos refiere cómo años atrás, el joven Andrés Manuel asumía que tenía una misión y que venía de Dios. Así que cuando vemos la manera tan determinante en que está dando pasos para construir lo que él llama la Cuarta Transformación, estamos frente a un personaje considera que tiene una responsabilidad histórica y en esa medida va utilizando todos sus recursos políticos para concretarla.

–¿Hemos avanzado en la búsqueda de la democracia? ¿Cómo has visto la evolución de ese paso a la democracia?

–Ciertamente varias de las propuestas importantes para que las elecciones fueran más equitativas, que el INE fuera realmente autónomo y que los medios ofrecieran espacios más justos, todas esas contribuciones se concretaron en los siguientes meses y años. Otra de las experiencias, a 25 años de distancia, es la fragilidad de las instituciones democráticas: cuesta mucho trabajo y son procesos muy penosos y azarosos, y una vez que se construyen estas instituciones, no es para siempre.

En estos meses estamos observando un golpeteo muy fuerte en contra de algunas de estas instituciones y el hecho de que Obrador haya ganado la elección presidencial con tal contundencia, ha implicado que pueda cambiar la correlación de fuerzas en distintas instancias: los órganos autónomos, el Banco de México, el Poder Judicial de la Federación, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos…

Esto nos dice que hay que defender las instituciones democráticas porque, si bien costó mucho trabajo y tiempo el erigirlas, también en un momento determinado pueden ser capturadas y podemos caer en retrocesos.

–¿Por qué es importante para los lectores tener claro el contexto de ese año de 1994?

–Porque ese año marcó un hito. En términos históricos, siempre acostumbramos ubicar un momento de quiebre o climático y en la Historia reciente de México, el 94 es un año crucial porque distintos acontecimientos generaron un escenario de enorme incertidumbre y la sociedad no sabía qué nuevo hecho vendría.

Con el pretexto del Grupo San Ángel, en realidad repaso los principales hechos sociales, políticos y económicos de esos días. Procuré tomar a Grupo San Ángel como una especie de columna vertebral y darle una lectura al alzamiento zapatista y sus demandas; a la crisis económica que se vivía y la fuga de capitales. Fue un año en que vivimos en peligro y frente a eso hubo una iniciativa de ciudadanos que decidimos contribuir a sacar a flote al país.

Alfonzo Zárate fue director de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas y ha sido profesor en la UNAM, el Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos, la Universidad Iberoamericana y el Instituto Nacional de Administración Pública.  En el sector público ha ocupado, entre otros, los siguientes puestos: director general de Información y Análisis en la Presidencia de la República, asesor del secretario de Relaciones Exteriores y asesor del subsecretario de Gobernación.  Es autor y coautor de numerosos ensayos, artículos y de varios libros, entre ellos, Los usos del poder (1995), Fin de siglo, fin de ciclo (1997), Fox: los días perdidos (2003) y Un gobierno fallido (Temas de hoy, 2018).

EL DESPEÑADERO: Los libros en contra del sexenio encabezado por Enrique Peña Nieto

sábado, noviembre 10th, 2018

¿Cuándo tendremos que pasar para “superar” estos años de muerte y de pobreza, de delincuencia organizada, de inseguridad hasta quedarse encerrado como prisioneros de nuestra propia casa? No sabemos si el Presidente saliente tendrá que enfrentar la justicia. Este no es un suplemento político, pero vemos que han salido muchos libros para denunciar este sexenio insuperable e inolvidable. A recordar toda la vida.

Ciudad de México, 10 de noviembre (SinEmbargo).- ¡Ya supérenlo! (Grijalbo), es el título del último libro del monero Daniel Camacho. Miles de dibujos de Enrique Peña Nieto, el Presidente saliente, en una línea sofisticada y doliente, se suceden uno tras otro. Hasta que finalmente uno recuerda de dónde salió ese “ya supérenlo”. Fue una frase del Primer Mandatario a los padres de los chicos desaparecidos por Ayotzinapa y el escalofrío regresa a uno como la primera vez que escuchó esa “salidita”.

¿Cuándo tendremos que pasar para “superar” estos años de muerte y de pobreza, de delincuencia organizada, de inseguridad hasta quedarse encerrado como prisioneros de nuestra propia casa?

No sabemos si el Presidente saliente tendrá que enfrentar la justicia. Este no es un suplemento político, pero vemos que han salido muchos libros para denunciar este sexenio insuperable e inolvidable. A recordar toda la vida.

Foto: Especial

Aplauso perdido, de Daniel Kerner y Carlos Petersen (Océano)

Daniel Kerner y Carlos Petersen nos ofrecen una obra clara, documentada y objetiva sobre por qué el gobierno de Enrique Peña Nieto fue tan competente para hacer las reformas estructurales y tan incompetente en tantos otros ámbitos, desde seguridad a la lucha contra la corrupción. Así, lo que parecía era la restauración priista terminará con su partido en un tercer lugar en esta elección presidencial. Un libro no solo es útil para entender el pasado, sino para asomarse a los retos de todo nuevo presidente. Es más fácil llegar a la silla que gobernar bien.

Foto: Especial

La casa blanca de Peña Nieto, de Daniel Lizárraga, Rafael Cabrera, Irving Huerta y Sebastián Barragán (Grijalbo)

En 2015, este libro dejó en evidencia a Enrique Peña Nieto, a su esposa y a su gobierno. Aquí está el mejor retrato de un sexenio doloroso e impune, en el que el primer círculo de poder estuvo más interesado en hacer negocios con particulares que en gobernar.

#El enojo [de Enrique Peña Nieto] por ser exhibido es algo que -a diferencia de lo que él recomienda a los padres de Ayotzinapa- no ha podido superar.# (Carmen Aristegui)

Foto: Especial

Las muertas del Estado, de Humberto Padgett y Eduardo Loza (Grijalbo)

La violencia en el Estado de México ha desembocado en la mayor tragedia de los últimos años: no hay lugar en el país que le supere en crímenes de odio contra las mujeres.

Enrique Peña Nieto no ha sido develado antes como en este libro. No es sólo la corrupción, es la elección que de manera informada llevó a cabo durante su mandato como gobernador del Estado de México: eligió no mirarlas, ni vivas, ni en riesgo, ni muertas. Hacía falta la historia completa, la radiografía que revelara la real dimensión de la deuda de un gobernador que llegó a presidente… sobre los cuerpos, las vidas y las voluntades de las mujeres.

Este libro me duele y me hace pensar en todos los responsables de este monumental escenario criminal que Humberto Padgett desentraña -por medio de cifras prístinas, crónicas, reportajes- y que Eduardo Loza hace patente gracias a la mirada empática que nos muestra en imágenes lo que ya ninguna voz puede repetir sin quebrarse. (Lydia Cacho)

Foto: Especial

Peña Nieto: el gran montaje, de Jenaro Villamil (Grijalbo)

A pesar de ser el político con mayor nivel de exposición en los medios de comunicación, Enrique Peña Nieto sigue siendo un desconocido para la mayoría de los observadores y de sus propios votantes. En este sentido el presente libro formúla la radiografía crítica más completa del hombre que gobernará el país de diciembre de 2012 a diciembre de 2018. Nos explica cómo fue proyectado políticamente por Arturo Montiel, cómo lo fue desde su campaña para gobernador, y cómo, ejerciendo el poder, respondió a la red de intereses que, finalmente, lo ha llevado a la presidencia. La historia de esta red, sus alcances, ambiciones y expedientes negros están descritos aquí al calor de una de las campañas más polémicas de las últimas décadas.

Igualmente se da cuenta de la forma en que la maquinaria electoral del PRI se echó a andar en 2012 siguiendo el modelo ya probado en las elecciones del Estado de México, un modelo que bordea la ilegalidad y que ha motivado denuncias y protestas de un importante segmento de la sociedad mexicana. Además de exponer el papel jugado por las encuestas en la pasada elección-papel que forma parte de la operación encubierta que hizo ganar a Peña Nieto, afirma Villamil-, se analiza la influencia de los ex presidentes Zedillo y Salinas al mismo tiempo que se plantean los futuros escenarios de la restauración priista.

Foto: Especial

Presidencia comprada, de Jesús Ramírez Cuevas (Grijalbo)

En este trabajo se exponen, de manera sucinta, los hechos, pruebas y argumentos que han llevado a cuestionar esta elección.

Con datos y testimonios, el autor expone temas como el papel de las encuestadoras y la inequidad en los medios de comunicación; el rebase de los topes de gastos de la avasalladora campaña publicitaria del PRI; la triangulación de fondos mediante empresas “fantasma” vía Banca Monex; la compra y coacción de votos en zonas pobres del campo y de la ciudad, a través de despensas y tarjetas de la tienda Soriana pagadas con dinero público; el papel de Televisa en apoyo al candidato ganador Enrique Peña Nieto y los beneficios económicos y políticos que ha obtenido.

En ese contexto, el autor afirma que no es exagerado decir que en los pasados comicios la Presidencia de México fue comprada.

Foto: Especial

¡Ya supérenlo!, de Daniel Camacho (Grijalbo)

Más aún después del sexenio de Enrique Peña Nieto, que nos ha traído un desfile de personajes tan descabellados que retan la imaginación de cualquiera: caciques sindicales, magnates inmobiliarios, gobernadores transas y narcos sanguinarios. Aun así, Daniel Camacho se las ha arreglado para regalarnos diariamente un cartón en el que retrata las peripecias de estas figuras con un estilo tan mordaz que, sin darnos cuenta, ya estamos riendo. Ésa es la virtud de su trazo: saber conjuntar la crítica política y el humor.

Este libro reúne una selección de los mejores cartones de este sexenio, para que no se nos olvide bullear a las instituciones que mancillan nuestra patria. Pero, sobre todo, para que nunca “superemos” la memoria de estos hechos.

Foto: Especial

Duarte, el priista perfecto, de Arturo Ángel (Grijalbo)

Javier Duarte encarna la definición de “político corrupto”: saqueó las arcas públicas, robó miles de millones de pesos, creó una red para ocultar sus delitos, alimentó los compadrazgos, despreció la ley y ultrajó al pueblo que gobernaba. Pero el veracruzano no es un caso aislado…

El exgobernador pudo perpetrar sus transas gracias a que fue protegido por sus compañeros priistas: su “logro” fue llevar a un nivel delirante usos y costumbres de sus correligionarios.

Duarte: el priista perfecto documenta a detalle la vida del hombre que Enrique Peña Nieto presumió como ejemplo de “la nueva generación” del PRI. Con un ritmo trepidante, el reportero Arturo Ángel reconstruye la historia del exmandatario, desde su infancia de pobreza en Córdoba hasta sus cenas de 300 mil pesos en Veracruz, desde su meteórico ascenso en los pasillos del poder en Xalapa hasta su derrumbe en los calabozos de Guatemala.

Foto: Especial

El lado oscuro de Enrique Peña Nieto, de Rafael Rodríguez Castañeda (Temas de hoy)

El Estado de México y el gobierno de Enrique Peña Nieto se han convertido en el epicentro del experimento político y mediático más oneroso de los últimos años. Detrás de las imágenes idílicas de los infomerciales, de la historia de romance —al estilo de las telenovelas—, se gestó un gobierno de fuerte pulsión autoritaria. La represión de los habitantes de Atenco marcó con plomo el inicio de la gestión peñista. La ineficacia ministerial en el caso de la niña Paulette mostró los límites de un gobierno telegénico. Las dudas en torno a la muerte de la esposa, Mónica Pretelini, evidenciaron las contradicciones del gobernante. La red de protección en torno al grupo Atlacomulco y la familia Hank Rhon demostraron hasta dónde llegaban los intereses encubiertos. Proceso documentó a lo largo de estos seis años la otra cara de la fábula rosa que se promovió en todo el país. Los textos que a continuación se compilan en los 6 capítulos de este libro constituyen el lado oscuro del reality show y de la cargada adelantada que encumbraron a Peña Nieto antes del proceso electoral federal.

Foto: Especial

Soy la dueña, de Sanjuana Martínez (Temas de hoy)

Desde su llegada a Los Pinos, la Primera Dama, Angélica Rivera, se ha visto envuelta en distintos escándalos relacionados con la adquisición de propiedades y el tráfico de influencias, además de provocar la indignación en amplios sectores de la sociedad por sostener un tren de vida ostentoso. En este contexto, la periodista Sanjuana Martínez ha escrito un perfil de La gaviota que, a partir de entrevistas, documentos y fotografías, retrata su infancia, los inicios de su carrera artística en Televisa y su camino para convertirse en la esposa del presidente Enrique Peña Nieto. Los bienes raíces que se le adjudican, la intervención de la Iglesia católica en la deseada disolución de su matrimonio con José Alberto Castro, sus excesos en los viajes presidenciales y sus discordias con el primer mandatario conforman esta trama de avaricia, poder y ambiciones desmedidas.

Aquel noviazgo que inició como un cuento de hadas, la historia perfecta de amor, una novela en la que los protagonistas vencerían a los villanos y superarían las intrigas que pretendieron separarlos, aquella fábula escrita para la pareja presidencial insuperable, terminó siendo una tragedia para México y los mexicanos.

Foto: Especial

Un gobierno fallido. Peña Nieto y la sucesión presidencial de 2018, de Alfonso Zárate (Temas de hoy)

Alfonso Zárate, uno de los estudiosos más serios de los fenómenos del poder en México, realiza un análisis implacable sobre el gobierno de Enrique Peña Nieto, que alardeó reformas de gran calado y cuyas bendiciones —aseguró— cambiarían el rostro del país.

En cambio, deja una economía estancada, una abultada deuda pública, una clase política sumida en el descrédito, una sociedad temerosa ante el desbordamiento criminal y harta de la corrupción e impunidad que, sostiene el autor, serán los distintivos de este sexenio.

Zárate examina con rigor la sucesión presidencial. ¿Qué se impondrá: la maquinaria político-electoral o el hartazgo?, ¿el voto duro o el voto de castigo?

Un gobierno fallido revela las pistas para entender este complejo y desafiante momento y la decadencia de un sexenio que nos defraudó.

El gran impulsor de AMLO es Peña: falló en todo, y el voto duro no podrá con el castigo, dice Zárate

sábado, junio 9th, 2018

El fracaso de la administración del Presidente Enrique Peña Nieto –antecedido por dos gobiernos panistas cuestionables– tiene dos principales consecuencias: uno, haber impulsado la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador; y dos, dirigir al electorado a emitir, el próximo 1 de julio, un voto de castigo que hoy por hoy, favorece al candidato de las izquierdas, refiere Alfonso Zárate Flores, autor de Un Gobierno Fallido: Peña Nieto y la Sucesión Presidencial de 2018.

En su libro, Zárate menciona que la promesa de un candidato “telegénico”, como lo fue Peña Nieto, ha quedado deslavada por una serie de tropiezos que le merecen un juicio negativo de la historia, según cuatro elementos fundamentales: el detrimento de la seguridad pública, el “mediocre” crecimiento económico, la corrupción y la impunidad “desbordadas”,  y el desgarre del tejido social.

Y en su documento el autor nos advierte: “No podemos aceptar que otra vez los aspirantes se concentren a decirnos que quieren llegar a Los Pinos”. Debemos exigir respuestas y saber para qué quieren gobernar, con quiénes gobernarían y cuáles serían sus acentos, prioridades y su estilo de gobierno. Mientras no lo hagamos, seguiremos a merced ajena.

Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo).- El fracaso del Presidente Enrique Peña Nieto como gobernante de México, lo convierte en el “gran impulsor” del candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Su administración, corolario de 18 años de gobiernos “frustrantes” y “desacreditados” por la sociedad mexicana, orientará los votos de castigo en una transición caracterizada por el hartazgo y la esperanza, dijo en entrevista Alfonso Zárate Flores, autor del libro Un Gobierno Fallido: Peña Nieto y la Sucesión Presidencial de 2018.

En su más reciente publicación, lanzada por la casa editorial Planeta, Zárate explica que el retorno del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2012 fue, en sí mismo, “un mensaje reprobatorio” del electorado para las administraciones panistas de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa.

Así como el fracaso de los panistas catapultó al “candidato telegénico” que hoy habita en Los Pinos, este año, el “Gobierno fallido” de Peña Nieto podría llevar a la silla presidencial a López Obrador. Sin el desencanto de los tres últimos sexenios, el ascenso de AMLO en las preferencias electorales no sería entendible a cabalidad.

“Yo creo que el gran coordinador y voluntario de la campaña de Andrés Manuel se llama Enrique Peña Nieto. Entonces, Peña ha sido el gran impulsor de Andrés Manuel López Obrador, y la disputa entre López Obrador y Anaya era quién representaba mejor el hartazgo colectivo. Y bueno, ha ganado López Obrador; representa mucho mejor el enojo de la colectividad, pero es un enojo, efectivamente, cuando menos con esos tres gobiernos. Porque paradójicamente, Zedillo entregó buenas cuentas. Recibió el país muy maltratado, recuperó las finanzas y terminó casi con un crecimiento del 7 por ciento”, explicó a SinEmbargo el abogado especialista en fenómenos del poder en México.

Aunque Zárate ve “que el voto de castigo se va a imponer sobre el voto duro”, no descarta la posibilidad de una intentona de fraude electoral. Para el otrora director de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), existen márgenes para ello. Empero, debido a las tendencias electorales, prevé que puedan ensuciar los comicios pero no cambiar el resultado final.

“Ahora, parece ser que las posibilidades de ese triunfo [de AMLO] son más reales, y que solamente una operación macro de fraude electoral podría cambiar el resultado. Mi impresión es que ni eso lo puede cambiar, porque la compra del voto y la operación de los gobernadores, a lo mejor les puede dar cinco, seis, ocho puntos insuficientes para revertir la tendencia”.

Asimismo advirtió que, si por alguna razón no ganara López Obrador, existe la posibilidad de un “ambiente de perturbación social”, debido a que “no sabemos cuál es el límite de la gente que ha esperado desde la elección de 1988 a que ganara Cuauhtémoc Cárdenas” y que hoy quiere la victoria de un gobierno representativo de la izquierda social.

Al respecto, comentó que debido a la “presión acumulada”, si de repente se dan “cifras milagrosas que llevan a revertir todo lo que nos dicen los estudios serios de opinión, el enojo colectivo tendría expresiones de desbordamiento”.

Alfonso Zárate, estudioso de los fenómenos del poder en México, examina las claves para entender el actual sexenio, mismas que influirán el voto ciudadano, marcado por el hartazgo y la esperanza de un mejor futuro. Foto: Editorial Planeta.

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Un Gobierno Fallido: Peña Nieto y la Sucesión Presidencial de 2018, es un ejercicio que busca identificar “momentos emblemáticos” de la actual administración, “que permitan revelar su naturaleza, su modus operandi y sus saldos”, se lee en el prólogo del documento. Asimismo, el texto propone un acercamiento a la sucesión presidencial que será un “proceso signado por la incertidumbre no sólo democrática […] sino política en términos llanos”.

“Cuando hablo de un gobierno fracasado, de un gobierno fallido, estoy pensando en que los gobiernos no pasan a la historia en función de la complejidad de su gestión […]. Generalmente hay dos, tres acontecimientos que son los que marcan una administración. Piensen, por ejemplo, en el gobierno del General Cárdenas. Todos lo asociamos con la expropiación del petróleo; quizá el reparto agrario […]. Por allí se agota la comprensión colectiva de ese gobierno”.

De acuerdo con Alfonso Zárate, Enrique Peña Nieto será juzgado según cuatro elementos: el detrimento de la seguridad pública y los niveles de violencia que superan a los del sexenio de Felipe Calderón; el “mediocre” crecimiento económico durante su administración (como candidato, prometió que al final de su último año de mandato sería de seis puntos porcentuales, pero deja un promedio de 2.3 por ciento anual); la corrupción y la impunidad (“desbordadas” y con un amplio nivel de “cinismo”), y el desgarre del tejido social, herido por las carencias y atropellos, donde el Estado de derecho es un vacío o una incógnita que carcome la paz.

“La magnitud de los problemas del país, es tal, que reclamaría un grupo de extraordinaria lucidez, inteligencia, visión estratégica, patriotismo, honestidad, para poder ir recomponiendo las cosas, sin resultados inmediatos, porque como en el tema de la inseguridad, es un tema que, aún si se hicieran bien las cosas, va a tomar varios años más observar mejoría”.

Según el Maestro en Sociología Política, ante este escenario, “lamentablemente” ninguno de los tres candidatos presidenciales está a la altura del reto.

Pero “si llega un Presidente como López Obrador, con una mayoría en el Congreso, con varias gubernaturas, con las enormes facultades del [Poder] Ejecutivo, va a poder incidir en cambios muy importantes. Si no son para bien, si son, digamos, demagógicos, populistas, etcétera, creo que no vamos a tener a una sociedad organizada, suficientemente fuerte para hacer el contrapeso. Entonces, ese escenario casi nos deja cruzando los dedos”, concluyó al respecto.

Más allá de las expectativas y de quién sea el nuevo habitante de Los Pinos, Zárate mencionó que sin una “sociedad mucho más vibrante, mucho más exigente, mucho más capaz de interpelar a estos funcionarios”, el avance que tengamos como país no estará completo. Porque si nosotros como sociedad y como mandantes no denunciamos para ir constriñendo los excesos, no habrán mandatarios que obedezcan las órdenes de quienes (en verdad) gobernamos.

Hoy, además, es necesario buscar el equilibrio entre el Estado social y el del liberalismo económico. Para el escritor, una política como la de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), de un estado generoso que subvenciona todo, ya “no cabe”. Pero tampoco podemos avanzar con un Estado como el que empezó con Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) y que continúa hasta nuestros días. Uno que ha promovido a ciertos sectores industriales y competitivos, y que ha dejado a más de 50 millones de pobres en el abandono.

Por eso, dijo, “no es enteramente desmantelar el Estado social, pero tampoco desmantelar el liberalismo”.

EL SEXENIO DE PEÑA NIETO

Han habido momentos que marcaron, de inicio a fin, el sexenio del Presidente Enrique Peña Nieto. Cuando la campaña mediática y los fracasos de Fox y Calderón lo convirtieron en el depositario de la esperanza de México, su arranque se caracterizó por “representar un liderazgo joven, un liderazgo reformador con una gran capacidad de realización […]. Era el salvador de nuestro país”, dijo a SinEmbargo Alfonso Zárate.

A esta “coyuntura feliz”, abundó el autor, sumó el hecho de que el gobierno entrante pudo dialogar con la oposición panista y priista, situación que favoreció el Pacto Por México de 2012, “que reúne a las tres principales fuerzas que construyeron una agenda de más de 90 puntos con aspectos verdaderamente relevantes y que habían sido relegados a lo largo de mucho tiempo”. Gracias a este diálogo, su gobierno logra emprender las reformas estructurales.

–¿Qué balance dejan las reformas estructurales?

–Fueron necesarias pero mal aplicadas. Sobre todo en los casos de la reforma energética y la de educación. En el primer caso, hubo toda una decisión perversa de desmantelar a la empresa señera de nuestro país, a Pemex, y que se cumplió a lo largo de varias décadas […]. Y cuando hoy vemos que algunos de los ex directores de Pemex son los dueños de las empresas que se están beneficiando con contratos, dice uno, fue una perversión […]. El problema fue el tiempo de maduración de las reformas. En el segundo caso, sólo han habido tres Secretarios de Educación dignos: Justo Sierra, José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet. En cambio, podemos encontrar una cantidad enorme de charlatanes […]. Estos gobiernos nos dijeron que la educación era una gran prioridad. En la práctica no lo fue. Y esta reforma fue mal hecha e incompleta. Necesaria pero mal instrumentada.

–¿Qué caracteriza a estos “nuevos priistas” que parecen “viejos priistas?

–La peculiaridad [de esta clase política priista] es que no son inmorales. Son amorales. Ni siquiera están conscientes de que lo que están haciendo es indebido. Ellos dicen: “Para eso es el poder. Eso nos enseñó el maestro Hank González: Un político pobres es un pobre político”.

Zárate, además, explicó que durante el segundo año del gobierno peñanietista, los escándalos de la casa blanca, de Ixtapan de la Sal, o la de Malinalco –adquiridas a través de contratistas del gobierno como Grupo Higa y Constructora Urbanizadora Ixtapan– “nos empieza a hacer evidente que este grupo está potenciando la manera en que gobernó en el Estado de México. Es decir, en complicidad con un puñado de empresarios que se beneficiaron y que multiplicaron sus fortunas gracias a proyectos y licitaciones con el gobierno”. Esas circunstancias, sumadas a tragedias como la de septiembre de 2014, cuando la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, marcaron el inicio del declive de su mandato.

Alfonso Zárate, en entrevista con SinEmbargo, explicó que Enrique Peña Nieto es el “gran impulsor” de Andrés Manuel López Obrador, gracias a su gobierno “fallido”. Foto: Sandra Sánchez Galdoz, SinEmbargo.mx.

–¿Cómo se comportan estos políticos de Atlacomulco?

–La cofradía mexiquense se ha comportado de una manera distinta a la clase política priista tradicional. Los priistas, tradicionalmente, eran muy influyentes. Uno veía que llegaba un Presidente y que integraba un equipo que era muy bien representativo del mosaico nacional: un Secretario de Estado de Sonora, otro de Puebla, otro de Yucatán, otro de Aguascalientes… Y eso permitía la permeabilidad de la clase política local, que tenían un representante suyo, a nivel de gabinete o su gabinete. Los gremios también representados; los ingenieros civiles en la Secretaría de Obras Públicas de Comunicaciones; los médicos en el ISSSTE, en el Seguro Social, en la Secretaría de Salud, en fin… Pero la cofradía mexiquense es un grupo excluyente. Entonces, con Peña Nieto llega al poder el grupo de sus paisanos y sus muy cercanos. Y es el reparto de las mejores posiciones para los paisanos y para los cercanos, con exclusión de los demás.

–¿Fracturaron al PRI?

–El resultado electoral y el enojo social, que está a flor de piel, tiene mucho que ver con eso y abarca ahora a los propios priistas que sienten que este es un gobierno que los ha maltratado; que los ha dejado fuera y que ha sido un gobierno avorazado. Entonces, el famoso voto duro del PRI ha venido disminuyendo, ha venido enflacando, porque no sintieron que Enrique Ochoa [Reza] fuera un priista que fuera uno de ellos; no sienten que Meade sea uno de ellos […]. Entonces, creo que el manejo que ha hecho el Presidente Peña de su gobierno, no sólo ha dejado muy malas cuentas en términos sociales de bienestar y de tranquilidad a la población, sino también ha lastimado al propio priismo que debía de representar.

–¿Si tuviera que calificar a las tres últimas administraciones con una palabra, cual sería?

–Son una experiencia frustrante por diferentes razones y en diferentes grados. Me parece que la mayor responsabilidad competía a Fox, porque con Fox, llegó un enorme entusiasmo […]. Y este hombre frívolo e inculto ejerció un gobierno irresponsable y de malos resultados […]. Si hoy nos estamos quejando de los gobernadores que devinieron caciques, es por Fox, porque en el sistema político mexicano, hasta antes de la alternancia, los gobernadores eran delegados del Jefe del Ejecutivo. Un hombre como Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, hizo Gobernador a todo aquel amigo suyo que quiso ser gobernador -Otto Granados en Aguascalientes, Rogelio Montemayor en Coahuila, Sócrates Rizzo en Nuevo León, Patricio Chirinos en Veracruz- pero al final de cuentas sabían que los habían puesto y que los podían quitar en cualquier momento. Y el régimen siempre tuvo instrumentos para llamar a cuenta a aquel Gobernador notoriamente corrupto, notoriamente repudiado. Cuando viene la alternancia, el Presidente Fox y los supergerentes dejan sueltos los hilos. Les entrega cantidades monstruosas de dinero sin ninguna limitación, y no cumplen el papel de contrapeso.

–¿Estaríamos hablando de una falla del federalismo?

–Sí, práctico […]. Y entonces digo: Hoy, que en los estados no existen los contrapesos institucionales porque el Congreso está intimidado o maceado, porque el sistema de justicia depende del señor Gobernador, porque los medios [de comunicación] están maceados o intimidados, tendría que haber, a nivel federal, la capacidad para llevar a cuentas. Ya me imagino que Osorio Chong hubiera llamado a Javier Duarte [de Ochoa] y le dijera: “Oye, aquí tenemos este expediente que nos armó la Procuraduría o nos armó el Cisen. Estás cometiendo todos estos desfalcos y tu familia y tu suegra… Entonces, vete por la derecha porque si no te fregamos”. No lo hizo. Osea, la gran responsabilidad del Secretario de Gobernación Osorio Chong fue mirar hacia otro lado frente a esta descomposición, que en ocasiones se denunciaba, sobre todo, por medios nacionales, pero que él frente a eso, hizo nada. Es una gravísima irresponsabilidad, pero eso empezó con Fox. Fox es el que dejó prácticamente sueltos los hilos de contrapeso de la federación con relación a los estados.

–¿Y es un problema estructural, un problema de negligencia, o una cuestión que implica ambas circunstancias?

–Yo creo que son las dos. Por ejemplo, a nivel institucional hemos ido avanzando un poco. Construyendo, penosamente, instituciones democráticas. Por ejemplo, un Instituto Federal Electoral que, hasta antes de su creación, era una instancia de la Secretaría de Gobernación, y el Secretario de Gobernación conducía la Comisión Federal Electoral. Es decir, las elecciones las manejaba la Secretaría de Gobernación. Ya fue un modesto avance el crear un IFE, que en un primer tramo era presidido por el Secretario de Gobernación, y después avanzar hacia la ciudadanización del IFE, hoy INE. Nos costó mucho trabajo crear esa instancia. Mucho trabajo crear el Instituto Federal de Acceso a la Información, un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, darle autonomía al Banco de México, generar espacios de libertad crecientes en los medios. Todo eso, es un proceso de muchos años. Algunos los ubican a partir del 68. Es decir, que los jóvenes del 68, en su protesta, oxigenaron el sistema y reclamaron espacios de libertad.

–¿Pero qué hemos visto en este gobierno?

–Han sido casi seis años de operar la captura de esos órganos. Entonces, el Gobierno de Peña se dio cuenta de los riesgos de que hubiera esas instancias democráticas. ¿Y a qué se dedicó? A utilizar su poder para ir postulando a comisionados, a consejeros, a magistrados afines. Y eso explica por qué por ejemplo, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación emitió una sentencia aberrante, que le permite a “El Bronco” ser candidato presidencial […]. Tenemos instituciones que penosamente hemos ido construyendo, pero lo que nos dice la experiencia de estos cinco años de gobierno es que esos avances nunca son para siempre. Que hay que estarlos defendiendo continuamente, porque puede llegar un gobierno que decida dar marcha atrás, y operar toda su fuerza para capturarlos, para secuestrarlos y para desnaturalizarlos.

–¿Qué nos hace falta para salir adelante?

–Necesitamos una sociedad que tenga más energía y más capacidad para señalarlos. Ojalá que, cuando estos miembros de la clase política entren a un restorán, la gente les silbe y les miente la madre. Hora que les diga, nos fallaste. Ojalá que les reprendan. Y que si viajan en un avión ocurra lo mismo. Y que haya, digamos, una actitud de decir “ya nos llegaste hasta el colmo” y no ocurra lo que muchas veces ha ocurrido […]: que esos criminales, aún algunos que salen de prisión, después aparecen en las páginas de sociales a color, compartiendo con los altos directivos económicos de este país, porque seguramente han sido cómplices y les deben mucho.

–¿Y las organizaciones de la sociedad civil?

–Yo creo que sí es importante que los espacios que por fortuna hoy son más que antes, espacios como Mexicanos Unidos Contra la Corrupción, como el Instituto Mexicano de la Competitividad, como México Evalúa, como Alto al Secuestro, como Causa en Común, se multipliquen y se pongan más de acuerdo y generen una presión social que les haga ver que son nuestros mandatarios (y que nosotros mandamos).