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Tomás Calvillo Unna

28/08/2019 - 12:05 am

El poder de ellas, más que poder

Los ríos son ellas, ese inmenso caudal de vida; a veces arroyo, hilo de agua, o fértil tormenta.

Se Avecina Pintura De Tomás Calvillo Unna

Para Las Leonoras, de Guadalajara.

Este año es el año de la mujer y el agua.
No inició en enero
aunque enero ya lo sabía.
Los ríos han entrado a la casa,
e inundan las habitaciones.
La casa es el planeta todo,
y las habitaciones también somos nosotros,
no sólo los países y las ciudades.

Los ríos son ellas, ese inmenso caudal de vida;
a veces arroyo, hilo de agua,
o fértil tormenta;
majestuosa cascada
y también solitario lloro,
como la primera lluvia
cuando con sus gotas sueltas
tocan la cicatriz de la tierra.

Ese sentir del llover,
ellas lo guardan dentro,
muy dentro,
más allá del corazón,
donde las nubes del alma,
las hendiduras de la vida,
las cuevas del sueño,
perduran.

Es el secreto que descifran
cada amanecer,
ante el espejo
ese objeto ciego del engaño,
abanico de ilusiones
entre los intersticios de la verdad.

Los ríos van al mar y vienen de las montañas,
se convierten en la sangre misma
que nos circunda: el rojo poder
que despierta y asombra,
coraje puro
amorosa vitalidad,
tan sorpresa,
tan palpable
y aun así, efímera.

La Luna misma en Ella se explica,
se refleja y hace del tiempo
su retorno.
Como si develara
que la eternidad es cierta.

Y el agua y la mujer
en su ir de pausas y clamores
cifrando la vida y sus pasiones
atraen la hostilidad del monstruo:
su abismo de irritación y envidia;
la oquedad de su mutilado espíritu.

Este es el año de ellas,
y también el siglo
que el águila celebra
en su trasparente vuelo;
desde el balcón de la tarde, en la altura
se atestigua la confirmación de su destino

Ellas en su silencio lo saben
preservan la dicha del ritual:
las nupcias de la tierra y el cielo;
ellas que ofician el misterio de la luz
al engarzar la cuentas
de los días y las noches.

en Sinembargo al Aire

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