Héctor L. Frisbie
03/02/2022 - 12:02 am
COVID Largo y la generación COVID19
Hemos empezado a ver secuelas en pacientes menores de edad, muchos de los cuales nunca exhibieron síntomas, sin embargo las secuelas están presentes.
Sin duda uno de los avances más importantes en medicina ha sido el desarrollo de vacunas. Antes del descubrimiento, investigación y desarrollo de antibióticos y vacunas la expectativa de vida era de poco menos la mitad de lo que es ahora.
La mayoría de las personas morían de complicaciones asociadas a enfermedades infecciosas en circunstancias lamentables. Muchas de esas personas morían en la infancia. Las sobrevivientes tenían vidas cortas con una gran variedad de secuelas y una calidad de vida nula.
Los retos de la salud pública en el siglo XIX y XX fueron las enfermedades infecciosas de la infancia y la edad adulta en las primeras 3 décadas de la vida, antes de los 30 años. Esto dio origen al desarrollo de lo que inicialmente fueron inoculaciones y posteriormente evolucionaron a lo que ahora conocemos como las vacunas.
No es difícil ver las estadísticas en espejo del crecimiento explosivo de las vacunas a la segunda mitad del siglo XX y la disminución en picada de las enfermedades infecciosas incapacitantes y mortales.
Quienes practicamos medicina clínica y hemos tenido la desafortunada experiencia de contemplar a un paciente morir de tétanos o a un menor a quien se le negó, por ideología, el acceso a la vacuna de sarampión presentar crisis convulsivas por encefalitis y sobrevivir con severas secuelas neurológicas nos cuesta trabajo entender como un reducido grupo de personas cuestionan la evidencia histórica y el impacto en la salud publica, en la calidad de vida y expectativa de vida logrado por la vacunación universal en menores y en programas de vacunación para mayores de 50 años así como vacunación especial a grupos vulnerables.
En esta pandemia COVID19 hemos ido aprendiendo como la gran cantidad de secuelas, como se conoce a los efectos a largo plazo de una enfermedad o accidente, persisten por tiempo prolongado sin un tratamiento específico hasta hoy de lo que parece ser la piedra angular de esas secuelas. El daño a la vaina de mielina, cobertura de lípidos (grasas) protegiendo una porción de las neuronas. Las secuelas han sido identificadas desde muy temprano en la pandemia en un extraordinario articulo publicado por las Doctoras Sandra Lopez-León, Carol Perelman, Talia Wegman-Ostrosky, Rosalinda Sepúlveda, Paulina A Rebolledo, Angélica Cuapio y Sonia Villapol. Ellas hicieron una descripción puntual de las 50 secuelas mas frecuentes identificadas hasta ese momento. Con el tiempo hemos identificado aproximadamente 200 y aún no sabemos por cuanto tiempo persistirán.
Hemos empezado a ver secuelas en pacientes menores de edad, muchos de los cuales nunca exhibieron síntomas, sin embargo las secuelas están presentes. Para algunos nos es difícil entender porqué la vacunación en menores no ha tenido la misma difusión e implementación como en las personas adultas. Entiendo que la mortalidad en menores es baja, sin embargo ese no es el único parámetro al evaluar la conveniencia de implementar un programa de vacunación.
Si como consecuencia de no vacunar a menores tenderemos en los siguientes 10, 20 o 30 años una generación COVID19 con secuelas a largo plazo o irreversibles, habremos desaprovechado la enseñanza de 200 años con vacunas a nuestro alcance.
Referencias
https://sjbpublichealth.org/200-years-public-health-doubled-life-expectancy/
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