Archive for the ‘Sabores del Pacífico’ Category

Sabores del Pacífico | Cocina poética en Vallarta

viernes, diciembre 9th, 2016

En esta entrega, Alondra Maldonado habla sobre el trabajo y la filosofía detrás de las creaciones del chef Hugo Ahumada, quien en su restaurante Maia, en Puerto Vallarta, sirve gastronomía que define como poética y como un medio para sanar colectivamente.

Hace más de 20 años que se realiza en Puerto Vallarta el Festival Gourmet Internacional. La visión de sus creadores ha sido consolidar este mágico puerto como un destino gastronómico, como su nombre lo dice, internacional. La mayoría de sus chefs invitados solían ser de otras partes del mundo donde se debían importar gran parte de los ingredientes, que a decir verdad, lo hace interesante para locales y turistas, el mundo culinario viene a Vallarta. No obstante, desde el 2010 las cosas han tomado un giro distinto, y lo mexicano cobra fuerza. Cada vez son más los chefs mexicanos con propuestas particulares invitados a participar de este festival, como este año participó el Chef Hugo Ahumada quien tiene una propuesta como él lo describe: poética.

Aquí el chef con una de sus creaciones poéticas. Fotos: Chef Hugo Ahumada

Aquí el chef con una de sus creaciones poéticas. Fotos: Chef Hugo Ahumada

Fuertemente influenciado por Jodorowsky, toma su definición de la poesía como un acto creativo, donde el arte debe ser utilizado para sanar, de ahí que para Ahumada, la cocina es un arte curativo porque…”los cocineros, además de los doctores, son los únicos que pueden introducir algo dentro del cuerpo humano.” Así, considera a la cocina como un medio para sanar colectivamente. Ahumada cava profundo, más allá de cocinar algo de manera tradicional, de seguir una receta, de utilizar los productos locales porque así es la moda, él lleva su arte a un plano espiritual donde el elemento principal es el amor al cocinar, el respeto al ingrediente, a la tierra porque “la tierra es tan sabía que te ofrece lo que necesitas en el lugar perfecto, o ¿cómo explicas que en el calor del mar, una palmera te provea de una esfera que en su interior hay agua para saciar la sed y carne para alimentarte?” Toma de esta perfección natural para cocinar y aplicar las técnicas internacionales que ha adquirido a lo largo de sus 20 años de experiencia en las cocinas más refinadas del mundo, desde Chicago, Chile, Suiza, Inglaterra, San Francisco.

Fotos: Chef Hugo Ahumada

Para Ahumada “la cocina como un medio para sanar colectivamente”. Fotos: Chef Hugo Ahumada

Adentrarse al mundo de Hugo es remontarse a un tiempo primordial, donde la cocina debe ir acompañada de música, pintura, escultura, servirse en los elementos más naturales posibles, todo es una celebración a la magia de la existencia. Así su lugar se llama Maia, como su única hija, también como la cuarta estrella más brillante de la constelación de Tauro. En su restaurante se juega con todos los elementos, una tabla de quesos, jamás será una simple tabla de quesos, la tabla será un tronco que de seguro encontró mientras camina por una montaña sagrada que suele visitar y donde es parte de un proyecto.

Fotos: Chef Hugo Ahumada

Uno de los platillos que se sirve en Maia, su restaurante en Puerto Vallarta. Fotos: Chef Hugo Ahumada

Durante este Festival Gourment Internacional, su plato estrella fue la sopa de coco con camarones, inspirada en la clásica clam chowder, pero con los ingredientes locales. Su sopa de coco, no tiene ese toque oriental, que al menos yo esperaría, es algo majestuoso, una oda a esta región del Pacífico, coco y camarón, no hay elementos más representativos de la región que estos, pero vistos a través de los ojos de Ahumada.

A la mesa te llega un coco entero humeante, con algunos camarones con un toque ahumado, porque para el chef es primordial que los elementos básicos toquen su comida, así el señor fuego o “el abuelo fuego”, como lo llaman los huicholes, quienes tienen una fuerte influencia en él, siempre está presente en la cocina de este experimentado chef.

Fotos: Chef Hugo Ahumada

Su famosa sopa de coco con camarones. Fotos: Chef Hugo Ahumada

En definitiva es un must a visitar si te encuentras en la región de Puerto Vallarta, otro imperdible son sus jaibas al ajillo.

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Sabores del Pacífico | Las cocinas del Pacífico Americano en el Foro de la Gastronomía

viernes, noviembre 25th, 2016

No sé si están familiarizados con el Conservatorio de la Gastronomía Mexicana, pero si a alguien le debemos que la cocina mexicana haya logrado la declaratoria de Patrimonio Intangible de la Humanidad, no sólo de los mexicanos es gracias a la visión y ardua labor de documentación de quienes iniciaron el Conservatorio encabezado por la doctora Gloria López Morales. La visión es trabajar para salvaguardar, documentar y promocionar a la gastronomía mexicana por el carácter simbólico, onírico y comunitario que ésta representa.

Dentro de las acciones que la UNESCO propone para mantener esta declaratoria está la creación de un foro donde se reúna a las distintas gastronomías del país con el fin de dar a conocer las distintas expresiones culinarias, procesos e ingredientes.

Imagen: Facebook (Foro-Mundial-de-la-Gastronomía-Mexicana)

Imagen: Facebook (Foro-Mundial-de-la-Gastronomía-Mexicana)

Del 24 al 27 de noviembre se está llevando a cabo el IV Foro Mundial de la Gastronomía Mexicana en el Centro Nacional de las Artes en la Ciudad de México, cuyo tema es “Las cocinas del Pacífico Americano, Arte y Artesanía para la Mesa y la Cocina”.

¿Se imaginan todo nuestro Pacífico es un solo lugar? Para los habitantes de la capital Azteca es una gran oportunidad para esparcirse y aprender más de nuestra gastronomía que es más que el delicioso y complejo mole que tanto nos identifica.

Lo maravilloso de este Foro es que en su carácter de mundial, tiene año con año invitados especiales, así que estará presente Filipinas como invitado especial, ¿ya adivinaron por qué? Recordemos el intercambio comercial que se dio a través de la Nao de China o el Galeón de Manila, como también era llamado. El servicio fue inaugurado en 1565 por el marinero y fraile español Andrés de Urdaneta tras descubrir la ruta de regreso a México a través del Océano Pacífico, ésta fue una de las rutas comerciales más largas de la historia, y funcionó durante 2 siglos y medio. Zarpaba de Manila, hacía paradas en Cabo, San Blas, Acapulco y llegaba hasta Perú. El último barco zarpó de Acapulco en 1815 cuando la Guerra de Independencia interrumpió el servicio. El intercambio de especias, sedas, técnicas culinarias y de inmigrantes fue extensísimo. Por lo que entre los países invitados está Perú, Ecuador, Colombia y como ya mencionamos, Filipinas.

Los temas a tratar son: La ruta del Galeón de Manila como patrimonio cultural, Promoción de la Cocina Mexicana en el País, Las cocinas callejeras, La cocina tradicional al rescate de la salud, Arte y artesanía para la mesa y la cocina, Las cocinas del Pacífico Americano, etcétera. En la parte gastronómica tendremos clases demostrativas, donde la intención es hablar sobre las coincidencias y diferencias de las distintas cocinas, como: Perú y su cocina de la costa, La cocina nayarita, la cocina colombiana, centroamericana, la cocina de Guerrero, la cocina inspirada en la costa michoacana, de la costa sinaloense. Es decir todo un agasajo al paladar y al saber.

También existe una sección donde las cocineras tradicionales de los distintos estados ofrecerán sus platillos a la venta, habrá presentaciones de libros culinarios, así que vénganse con el estómago dispuesto y la cartera lista.  Si eres estudiante de gastronomía, sibarita, curioso, amante de lo propio, este es el lugar para conocer más de las cocinas del Pacífico.

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Sabores de Pacífico | Tacos de aire de Sinaloa

viernes, noviembre 11th, 2016

La chef Alondra Maldonado escribe ahora sobre los “tacos de aire”, un platillo muy típico para comer por las mañanas en Escuinapa, Sinaloa. Y aprovecha para llamar a recuperar la mexicanidad, circular por esos pueblos olvidados del país, llenos de aromas y tradiciones: “Que no falten, el chile, jitomate y el maíz”.

“De lengua me como un taco”, dicen por ahí y así pasó en las elecciones del país vecino, el poder latino dio atole con el dedo.

Mejor prefiero un taco de aire de Escuinapa, Sinaloa, si no los han probado se los recomiendo ampliamente. Hace unos días conocí el caso de una amiga alérgica al camarón, a tal grado que con tan solo olerlo se llena de ronchas, alguien presente hizo la observación de que los aromas finalmente eran moléculas y, al ella inhalar moléculas aromáticas de este producto se disparaba la alergia. Ese comentario me llevo ineludible a los viajes de Tepic al mágico puerto de Mazatlán en mi infancia. La parada obligada era cerca de la plaza de Escuinapa, por una lateral se encontraban decenas de puestos, uno tras otro, todos vendían tacos dorados de camarón. Sin importar que ahí es tierra camaronera, el relleno no es precisamente generoso, de ahí el apodo de cariñito, “tacos de aire”, ¡ah! pero que sabrosas moléculas de aire.

Foto: Especial

Foto: Especial

Estos tacos, se elaboran con camarón chico pelado, utilizando tortilla raspada que se dobla a manera de quesadilla y se les inserta un palillo para que no se abra. Se fríen y se apilan en los cubos de cristal de cada uno de los puestos, algunos más establecidos les ponen un foco para que se mantengan doraditos. Para los despistados, también hay de papa. Cuando pides estos adictivos tacos, se bañan con una salsa de tomate muy ligera y encima lleva col blanca y zanahoria rallada, por un lado la mitad de un limón. Son ideales para el desayuno, media mañana, el tentempié para seguir la carretera. No recuerdo esta parada por la noche. Siempre era como a las 11 de la mañana.

La salsa tiene el secreto de utilizar las cabezas del camarón para hacer un caldo básico de camarón y ahí cocer los jitomates. Hay quienes licúan los jitomates con todo y las cabezas, otros sólo las usan para extraer el sabor. Tomarse el caldo que queda en el plato es una gozada y como en México nos encanta todo lo que tiene salsa, esta ocasión no es la excepción. Estos tacos tienen una gran capacidad de seducción, una vez que pruebas uno, quieres otro, aunque quieras ser prudente con las porciones, acto seguido pedirás otro y si te descuidas, de un sentón podrás comerte unos seis mínimo. Me quedo más tranquila de saber que al menos, si no tienen tanto camarón en el relleno, al menos muchas moléculas sí tienen, porque de que saben a camarón y más al bañarlos con la salsa.

Es momento de circular por las venas olvidadas del país, las venas de las carreteras libres, llenas de pueblos, aromas, tradiciones, comida e inyectarnos una buena dosis de mexicanidad, de amor por lo propio, es hora de enamorarnos de hasta las moléculas de los aromas emanados de los fogones propios, consumir lo nuestro y hasta de hacer cultivos de traspatio cuando sea posible. Que no falten, el chile, jitomate y el maíz. Estos aromáticos tacos pertenecen al reino de la milpa, de la tortilla de maíz, con el producto local por excelencia proveniente del mar Pacífico.

Alondra Maldonado Rodriguera, Sabores de Nayarit

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Sabores del Pacífico | La picardía del buen comer

viernes, octubre 28th, 2016

“Qué caprichosa es la naturaleza, siempre semeja las partes del hombre y la mujer; es bien pícara, como la almeja generosa.” Hugo Angulo.

Foto: Alondra Maldonado

Hugo Angulo, el chef de Punta Morro. Foto: Alondra Maldonado

Yo busco comer en las cocinas donde el buen humor y el amor impera; algunas veces es meditativo, callado, convulsivo, humorístico, y Hugo Angulo es lo último, pícaro, humorístico, convulsivo. Al igual que su cocina, tanto buen humor, solo puede ofrecernos una cocina que sorprende la vista, el paladar y al alma.

El escenario de Angulo es el teatro que todo cocinero quisiera tener y en el que todo comensal quisiera estar: Punta Morro en Ensenada Baja California. Entrar al restaurante es adentrarse a alta mar, las olas chocan contra los cristales, el movimiento del agua engaña a la mente, piensas que estás en un viaje marino. El espectáculo de las olas estrellándose contra las piedras, el sonido del agua deslizándose entre ellas, el infinito, el mar claro, hacia el Este las montañas desérticas de cactus y rocas. Estás en el Pacífico mexicano en su extremo norte, belleza única.

Foto: Alondra Maldonado

“La cocina de la región es una acertada fusión con estos elementos que ya son parte de la vida cotidiana”. Foto: Alondra Maldonado

“El término de Baja Med, tiene que ver con el ingrediente -nos dice Angulo- aquí se dan el romero, albahaca, estragón, lavanda, nísperos, higos, naranjas, macadamia, dátiles; en San Quintín, se dan las fresas, zarzamoras, frambuesas, peras, manzanas, en el mar tenemos abulón, langosta, atún aleta amarilla y azul, ostión kumamoto, mejillones, almeja chocolata, la chiluda. También tenemos una fuerte influencia china, por todos los inmigrantes que llegaron a Ensenada. Así que se consume también el fideo de arroz, la tapioca, jengibre, aceite de ajonjolí, salsa de ostión y anguila”.

Esta es la alacena de Angulo y de la región, frente a Punta Morro, se pueden apreciar grandes círculos en el mar que, me dicen, son los criaderos atún. Angulo, participa del círculo virtuoso de cocinar con los ingredientes de la región, de temporada, de hacer conciencia a los pescadores y no comprar cuando algún producto está en veda.

La cocina de la región es una acertada fusión con estos elementos que ya son parte de la vida cotidiana, no es una fusión forzada, es histórica. Es una cocina de ceviches con los elementos propios, como las hierbas de olor, el jengibre, sobre tostadas de arroz; o los famosos tacos de langosta envueltos en tortilla de harina, acompañados con frijoles refritos de la variedad pinto.

La almeja chilada o generosa. Foto: Alondra Maldonado

La almeja chilada o generosa. Foto: Alondra Maldonado

El chef Hugo Angulo, nos comparte un poco sus secretos de cocina sobre la almeja chiluda nos dice: se debe poner agua a hervir con sal de grano y cuando hierve, se avienta la almeja durante 10 segundos, una ligera blanqueada para quitarle la piel. En cuanto se saca, se coloca en un baño María inverso; es decir, en agua con hielo para cortarle la cocción. Al bajarle la temperatura se le quita la piel, se limpia el intestino. Una vez lista, la puede preparar como tu imaginación te dicte. Ojo, si se pasa de esos 10 segundos, se hará dura.

Algo que me gusta de sus ceviches son justo el frescor, por ejemplo, el ceviche verde lleva: albahaca, menta, orégano, chile habanero, manzana verde y el pescado de su preferencia.

Otro ceviche que es de mis favoritos es frescura pura:

Abulón , para el aderezo; jengibre fresco, salsa de soya, aceite de oliva, mostaza, echalote; todo esto se licúa muy bien. Se adereza el abulón, se pude montar sobre una tostada y decorar con algunos brotes.

Uno de los ceviches. Foto: Alondra Maldonado

Uno de los ceviches. Foto: Alondra Maldonado

Con estas delicias nos despedimos de este viaje por la Baja California Norte.

 

Alondra Maldonado Rodriguera

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Sabores del Pacífico | La cereza del pastel en el Valle de Guadalupe

viernes, octubre 14th, 2016

Para finalizar el recorrido por el Valle de Guadalupe quiero cerrar con lo que para mí es la cereza del pastel, con la historia de uno de los ejidatarios que hoy se ha transformado en una pequeña vinícola de gran calidad. Esta historia es la historia de muchos en el valle, es la historia de la posibilidad, es la historia que me deja con sabor a esperanza, además de un gran vino en el paladar.

El señor Tomás Bravo Galván, hombre como se diría coloquialmente: “echado p’alante”, según nos cuenta su hijo Juan Carlos, -Era un hombre visionario, de mentalidad ganadora, trabajador- que emigró a los Estados Unidos y trabajó haciendo de todo sin parar, veinticuatro horas diarias durante un año y al volver, traía su dinerito. Los rusos, que habían llegado al Valle de Guadalupe debido a la revolución rusa trajeron consigo vides y fueron los que sembraron la simiente de la vocación vinícola del valle. Corría 1944 cuando nuestro protagonista, el ejidatario Don Tomás Bravo, al volver se dio a la tarea de junto con su esposa Juana Careaga Valdés, al lado de sus ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro hombres, de plantar en sus primeras 20 hectáreas entre aceitunas y vid de la variedad palomino y carignan. Hacia 1950, el rancho empieza a producir y la uva, al igual que el resto de los ejidatarios se vendía a Santo Tomás, L.A Cetto y Pedro Domecque principalmente.

El señor Tomás Foto: Alondra Maldonado

El señor Tomás Bravo Galván. Foto: Alondra Maldonado

-Al cabo de los años, Pedro Domecque, nos dijo que ya no quería nuestra uva, ahora quería nebbiolo, tempranillo, cabernet, malbec. Nosotros pensamos que estaba bien, que ellos nos ayudarían en la transición, pero no fue así. Imagínese la desesperación, ¿cómo le íbamos a hacer? Si apenas sacábamos para nuestro gasto. Muchos, arrancaron sus vides y sembraron otras cosas, otros vendieron sus predios. Cuando apareció un ángel y cambio el rumbo de nuestras vidas. Ese ángel es Hugo D’Acosta, él para empezar inició comprando nuestra uva, y la pagó de 4 a 5 veces más de cómo nos la compraban, fue cuando inició con Casa de Piedra. Pero luego abrió La escuelita, él me dijo, ponte a trabajar y te ayudo a que produzcas tu vino. Sinceramente yo no entendía su proceder, o hasta donde quería llegar con decirnos súbete a este barco que juntos vamos a navegar. Yo le decía que nos haríamos competencia, pero Hugo me dijo; “si tú ganas, si a ti te va bien, a mí me va a ir bien también”. Nos abrió las puertas y nos cobijó con nuestro viñedo de más de cincuenta años. Antes llovía, ahora no, es raro el viñedo que tenga sistema de riego. Cuando empezamos con esto decidimos dejarlo así, como estaba, sin sistema de riego, elaborar un vino de manera tradicional, con las condiciones naturales de la tierra y dar a conocer que se puede elaborar un vino de manera tradicional. Ya llevamos 16 años produciendo vino y 10 años con el auge del Valle de Guadalupe. Yo estoy súper agradecido con Hugo y con Toño Badan que fue quien me presentó con Hugo.

"Entrar a su espacio de transfiguración, es toparse con pilas de cemento, con enfriadores (chillers) manuales, medidores de grados brick, mangueras para el remontaje de forma manual, nada de acero". Foto: Alondra Maldonado

“Entrar a su espacio de transfiguración, es toparse con pilas de cemento, con enfriadores (chillers) manuales, medidores de grados brick, mangueras para el remontaje de forma manual, nada de acero”. Foto: Alondra Maldonado

De este proceso surge JC Bravo, de uva carignan originalmente, le siguieron con la uva palomino y en el 2012, lanzan Don Tomás, de uvas carignan-malbec y malbec-nebbiolo en honor a Don Tomás Bravo Galván, el padre visionario de don Juan Carlos. Es una delicia platicar con la familia entera, todos participan: su esposa la señora Leticia Ayundez de Bravo, sus hijos; Tomás, Juan Carlos, Carla Irene y Alejandra Bravo Ayundez. Como lo expresan, se han subido al barco de la vocación del valle, ahora prensan sus aceitunas, de donde surge el aceite Doña Juana en honor a la madre de Juan Carlos, he de decir, que es de los mejores aceites de oliva que he probado, han sembrado higos, naranjos, toronjas, granadas, entre otros árboles frutales, de donde han comenzado la elaboración de mermeladas artesanales con sus mismos frutos.

Entrar a su espacio de transfiguración, es toparse con pilas de cemento, con enfriadores (chillers) manuales, medidores de grados brick, mangueras para el remontaje de forma manual, nada de acero, pero todo de impecable limpieza, ahí con extremo cuidado de los elementos iniciando por la uva, la temperatura, el azúcar, etcétera. Cuando logran el producto deseado lo dejan reposar, añejar mínimo durante un año en barrica de roble francés y americano de segundo y tercer uso; después vuelve a entrar el ángel de la región, pues transportan el vino a las instalaciones de D’Acosta, y él les auxilia a estabilizarlo y clarificarlo, pues no cuentan con el equipo, se embotella, para volver a reposar otro año mínimo antes de salir a la venta. Aclaro que no conozco a Hugo, solo de oídas, su esposa Gloria fue quien nos dio el tour por su pequeña fábrica; no obstante, le profeso un profundo respeto por el cambio que ha logrado en la región, en la vida y el alma de ejidatarios y amantes del vino. Me recuerda al proverbio que dice: Más vale un buen nombre que las muchas riquezas. Me parece que es un ejemplo a seguir en las distintas áreas productivas del país.

La foto del recuerdo. Foto: Alondra Maldonado

La foto del recuerdo. Foto: Alondra Maldonado

El sabor del Pacífico en el Valle de Guadalupe es un magnífico maridaje entre el fruto de la vid y del mar, en JC Bravo, ahora han iniciado de manera informal un pequeño restaurante, donde encuentras ostiones, almejas, pulpo, atún a las brasas, entre otras delicias.

Nuestro vino mexicano ha dado saltos agigantados, consumamos lo propio, visitemos nuestras zonas vinícolas, en este caso, el Sabor del Pacífico en la Baja California, me ha mostrado un rostro fresco, renovado, que ha encontrado identidad propia.

[email protected]   – Sabores de Nayarit

Sabores del Pacífico | Queso, ostras y vino

viernes, septiembre 30th, 2016

Visitar cada una de las bodegas del Valle de Guadalupe requiere tiempo para disfrutar, estómago, actitud para estar de ánimo ligero todo el día y por supuesto, un conductor designado, o cumples el sueño de la vida y te quedas a dormir entre los viñedos. Apenas pisas una bodega, sin importar la hora, ya sean las 10 u 11 de la mañana y ya estás con una copa de vino, tinto, blanco, rosado, espumoso, lo que gustes o bueno, en realidad siempre hay un orden, del más ligero al más robusto con paso por madera.

El tema es que el espíritu siempre se aligerará, lo más notable es que el vino sin excepción, al menos los que probé, son de gran calidad, expresando siempre el espíritu del valle con esas notas minerales.

Mi viaje a la Baja fue un tanto relámpago y visité pocas bodegas, porque también lo sabroso es dialogar con los productores, conocer las historias de vida, comer un poco de pan artesanal remojadito con aceite de oliva de la casa.

Así, hay dos bodegas que quedaron inscritas en el alma: Jc Bravo y Vinícola 3 Mujeres, ¡claro, discípulos de Hugo D’Acosta!

Foto: Alondra Maldonado.

Foto: Alondra Maldonado.

En lo personal me gustan las historias de mujeres, de mujeres que entrelazan pasiones, vidas, que se fortalecen y logran la pasión individual a partir de un colectivo: Vinícola 3 Mujeres, es la perfecta ejemplificación. Es la historia de Ivette Vaillard, oceanóloga y ceramista; Eva Cotero, fotógrafa y Laura Mc Gregor, administradora de empresas; 3 amigas quienes coinciden en este encantador valle y en la Escuelita de D’Acosta. Ivette y Eva, se habían conocido durante su época universitaria, a su vez Eva era amiga de Laura. Las 3 unidas por Dionisio, estudiando en la Escuelita. Como Ivette, tenía ya una pequeña cava familiar, le ofreció a estas amigas guardar aquí el vino que elaboraban como parte de la Escuelita, esas pasiones que inicialmente son solo pasión y divertimento, que se transforman en tu modo de vida. Así sin pensarlo, poco a poco, el proyecto se convirtió en Vinícola 3 Mujeres, donde bajo la misma etiqueta cada quien elabora su propio vino. La esta pequeña vinícola es realmente privilegiada, desde lo alto de una colina, puedes observar el valle sentada bajo la sombra de olivos, con patos y gallinas que se cruzan bajo los pies, un lugar vibrante, rodeado por hierbas aromáticas y un huerto de árboles frutales de donde se elaboran las mermeladas caseras que sirven en su pequeño restaurante.

Al llegar a este lugar mexicano de ensueño, mediterráneo-mexicano, con el restaurante y la vista a mano derecha, frente a mí una pequeña puerta de madera techada por una enredadera que me invita a querer entrar. Toco la puerta y sale Ivette, un espíritu pacífico, ligero, sonriente, me invita a pasar a la cava donde hay una chica guiando una degustación.

Foto: Alondra Maldonado.

Foto: Alondra Maldonado.

Cuando entras a la cava de reciente construcción, te reciben imágenes de cada una de las amigas en blanco y negro trabajando en la pisca de la uva, tras el pasillo, hay una iluminación perfecta, y un estante con cerámica de Ivette, del otro lado las botellas. Es un espacio sumamente femenino, delicado, donde un par de barricas la hacen de mesa para llevar a cabo la degustación.

Probamos tres vinos, pero el que robó mi paladar es La Mezcla del Rancho, para mi sorpresa, es el resultado de una mezcla de vino francés elaborado para este propósito y vino del Rancho (como le llaman). Este vale muchísimo la pena que lo prueben, quedaban pocas cajas, pero pueden hacer su pedido contactándose a la Vinícola.

Ya les contaré de JC Bravo, que merece un capítulo aparte.

Chef Alondra Maldonado Rodriguera

[email protected]/ www.saboresdenayarit.com

 

Sabores del Pacífico | El fruto de la vid

viernes, septiembre 16th, 2016

No hay como caminar entre los viñedos del Valle de Guadalupe para entender el término de vino mexicano. Porque no sólo la tierra confiere su carácter a la uva, tiene que ver con el ambiente que se respira en el lugar, escuchar tu idioma y tu acento, oler los aromas familiares de langosta con frijoles y unas tortillas de harina; o aquellos que se crean actualmente utilizando los ingredientes de la región, los ingredientes que trajeron consigo los franciscanos, hierbas aromáticas del mediterráneo, con sus vides, porque hay que transformar la vid en vino, y los frutos del generoso mar de Baja California.

Sí, el vino mexicano que cada vez es más reconocido por su calidad, que tiene historias de vida de ejidatorios, de quienes con ingenio y conocimiento decidieron hacer lo propio y contagiar a toda una región para transformarla en una región vinícola. La tierra del Valle es sumamente mineral, con añadas difíciles de muy poca lluvia, bañada por la brisa marina, así como por los vientos que vienen del Pacífico, es tierra arcillosa con base de granito, de piedras enigmáticas y por supuesto, pedregosa a simple vista, de tierra.

Foto: Alondra Maldonado

Foto: Alondra Maldonado

Las vides están acompañadas por olivos principalmente, en las laderas el romero crece arbustivamente junto con la lavanda, al bajar un poco el sol, el viento se siente fresco, incluso en el más caluroso verano.

Me encanta la historia de Gloria y Hugo D’Acosta, de Casa de Piedra.

“Mientras Hugo hacía vino por un lado de la casa, yo amamantaba.”

“Nuestra primer molienda fue con un molino prestado.”

“Hugo logró la primer producción de vino prevendiendo 800 cajas de vino que jamás había hecho, y así nos hemos mantenido, las añadas ya están prevendidas.”

“Cada vez que doy un recorrido siento los pies en la tierra.”

Foto: Alondra Maldonado

Foto: Alondra Maldonado

Estos son los dichos de Gloria, es un deleite escucharla pues sus ojos se remontan al pasado y sus pies, que calzan unas sandalias, se enraizan. Por supuesto, la finca que era la casa familiar, perdió poco a poco el calificativo de familiar y ganó la producción vinícola, además por estar rodeada por parte de los viñedos de los D’Acosta. Gloria nos dice enfáticamente que sus vinos buscan expresar la tierra: Uno tinto, Vino de Piedra, que siempre es 50 por ciento tempranillo y 50 por ciento cabernet sauvignon, y uno blanco, Piedra del Sol, de chardonnay.

Indudablemente estos vinos transmiten el terruño donde se expresan, con notas muy minerales.

“La añada 2016 es una muy difícil; hemos tenido muy poca lluvia, una ola de calor que quemó gran parte del viñedo. Hugo dice que es una prueba para los enólogos.”

Foto: Alondra Maldonado

Foto: Alondra Maldonado

Esto nos lo contó Gloria casi al final del recorrido, lo cual despertó la curiosidad para estar atenta a esta añada cuando salga al mercado.

Los D’Acosta están estrenando un restaurante ligero, de esos para levantar el espíritu una barra de espumosos de casa acompañados por ostras de la región, ya sean frescas recién salidas del mar o al grill, con hierbas de la región un soberbio aceite de oliva de la región.

Chef Alondra Maldonado Rodriguera

[email protected]/ www.saboresdenayarit.com

Sabores del Pacífico | El sabor del espíritu

viernes, septiembre 2nd, 2016

Estoy conmovida hasta la médula, durante esta búsqueda de los Sabores del Pacífico resonó en mis oídos el nombre de Hugo D’Acosta con palabras llenas de gratitud. Alguien dijo: ” Apareció un ángel que me cambió la vida”.

El indignante hecho de la invitación de Donald Trump por Peña Nieto a nuestro país, después de los insultos que le ha prodigado a los mexicanos, en palabras de Fernanda Familiar este acto fue “abrirle la puerta al enemigo”, es un acto indignante, nauseabundo, ruin, bajo. Es un hecho que nos muestra el no amor por lo propio, por defender a tu pueblo, a tu país, es un espejo del deterioro en el que se encuentra nuestro terruño, creo que lo calificaría mejor la palabra abandono. Abandonado a los intereses de una cúpula de poder embriagados de una avaricia desmedida, que amasan fortunas que ni ellos, ni su familia inmediata podrían terminarse en vida. Este cuento ya lo sabemos, a costa de los millones de mexicanos que viven en extrema pobreza, de los otros millones de clase media que luchamos contra los vendavales. Una sistema cancerígeno que carcome el recurso vital más importante, el espíritu del ser humano, el saberse capaz de cambiar el rumbo de la vida misma; masas enteras que dicen resignados: “pos así es la vida”.

En lugar de que el apoyo al deporte, música, pintura, letras, investigación, documentación, promoción y salvaguarda gastronómica fuera en un crescendo, tiene un descenso a pasos agigantados espeluznante que se evidenció palpablemente durante los Juegos Olímpicos de Rio. Jugadores que durmieron en una banca de parque, uniformes parchados, jugadores que llegaron gracias al boteo por las calles de la ciudad. Así está nuestro México, pero por ahí dicen: La culpa no la tiene el indio sino quien lo hizo compadre. No hay otro, sino nosotros mismos.

Por eso estoy conmovida, porque comprobé que basta la voluntad y la generosidad de un hombre para cambiar el rostro de una región. La realidad del Valle de Guadalupe era, un puñado de casas vinícolas donde no todas sobresalían precisamente por su calidad, que compraban la uva a los productores del ejido El Porvenir a precios no justos, donde las grandes ganancias nada tienen que ver con el principal productor de la cadena, quien sembrar la uva. La historia de todo México. Hasta que alguien tuvo la gran ocurrencia de cultivar el espíritu humano y decir en primer lugar: puedes cambiar el rumbo de tu vida. Esto ya son palabras mayúsculas, que a alguien acostumbrado a cuidar de la vid, piscar y vender su uva, le digan, puedes hacer algo diferente. Es realmente romper con esquemas, es despertar la curiosidad interna, es atreverse a soñar, es despertar de un letargo, es ver el amanecer tras el horizonte oscuro.

Pero los sueños no se logran con deseos, se logran a base de esfuerzo y conocimiento, este último elemento es el principal para dejar de ser mano de obra, para convertirse en una fuerza creadora capaz de transformar los elementos, de darle un valor agregado a aquello que nuestras manos produce. El conocimiento te revela el por qué de los sucesos o al menos, te da elementos para jugar con la materia. Hugo D’Acosta, no sólo despertó la curiosidad de una posibilidad distinta, sino que tomó a un puñado de hombres, muchos de ellos integrantes del ejido El Provenir, quienes desesperados por la decisión de una de las grandes empresas de no querer más la variedad de uva que tenían, sino otras variedades, estaban a punto de abandonar sus tierras. Los tomó y los formó en el arte de la transmutación del mosto en vino, en la belleza única de cada variedad, en los sabores y aromas que esconden cada una de ellas, en el valor de un vino hecho con cariño, cuidado, esmero, dedicación y conocimiento. Clases teóricas, en campo, en la elaboración práctica del vino personal, acompañamiento en su producción y así, el valle de unos cuantos señores feudales, se convirtió en un valle de artesanos, de productores locales, esa revolución silenciosa, yo la diría una revolución amorosa de “generosidad intelectual”. El acompañamiento de Hugo, aún no termina, es todavía es un tutor de mano firme, guía, auxilia, capacita, deja que cada uno exprese el alma propia en su vino. Ha transformado su entorno, ha extraído la miel del espíritu humano.

 

Nos ha enseñado un camino para lograr el cambio de manera sustentable.

 

Chef Alondra Maldonado Rodriguera

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Sabores del Pacífico | De este lado de la ilusión, Tijuana

viernes, agosto 19th, 2016
Foto: Alondra Maldonado

Foto: Alondra Maldonado

Tomo el avión desde Tepic con destino a Tijuana, ya van tres ocasiones que hago esta ruta en fechas recientes. Las dos anteriores no me había tocado ventana, pero lo mismo hubiera dado. Estaba tan cansada por el ajetreo de los días anteriores que era el momento añorado para sentarme a dormir mientras estaba en el aire. Al aterrizar siempre me esperaban el mercado y cocinar. Esta ocasión ha sido distinta, me tocó ventana y no estaba agotada.

Apenas llevábamos 5 minutos de vuelo cuando el chef Marco Valdivia, mi compañero de viaje, me señala y dice: mira, qué cerca está el mar de Tepic. -¡Qué! ¿Ya se ve el mar?- pienso. Al voltear veo esa mágico lindero del mar y la tierra, ¿quién le ordena al mar que se detenga ahí? Veo la verde selva con sus distintas tonalidades, alcanzó a percibir un tramo de la Sierra de San Juan, los serpenteantes manglares, veo un pequeño poblado, una ensenada, y al unísono decimos: ¡San Blas!, a partir de ese momento se percibe todo muy cerca desde el cielo. Distingo el poblado de Villa Hidalgo, cruzando el puente del río está Santiago Ixcuintla, siguen los manglares, se abren los canales y ahí está la mítica isla de Mexcaltitán, tan mística como abandonada. El verdor continúa, las aguas son cobrizas, el manglar se extiende, las aguas salobres, el verde, identifico el último municipio de mi estado y su extensa playa del Novillero. El avión sigue por la costa y entramos a Sinaloa. Los manglares continúan, ¡Mazatlán a la vista! El verde espeso de manglares trasmuta por uno de cultivos ordenado y el mar se torna de tonalidades más azules. Las palmeras cambian a cactus, todo el norte del Pacífico desde las nubes, ante mis ojos corría una deliciosa película paisajística, de súbito era todo arena cobriza, tierra fracturada, arena blanca a blanquísima, el mar con pinceladas de finas tonalidades de azul, esmeraldas, cristalino, arena blanca, dunas, sigo en mi México mágico, desde las nubes lo percibo tan apacible, tan azul y limpio. ¿Qué frutos nos frecen estas aguas, esta tierra? De la exuberancia a lo espartano. La arena blanca da pie a tonos de tabaco dorado por el sol, a una falla que aún desde lo alto impone, ¿será La Rumorosa? Veo árboles que parecieran cactus hombre.

Foto: Alondra Maldonado

Foto: Alondra Maldonado

El capitán anuncia que estamos a punto de llegar a Tijuana, no piso tierra, pero ya he saboreado un delicioso banquete.

Tijuana, aquella ciudad que cuando la cruce por primera vez hace más de 30 años me pareció sin city, ha sido transformada, la han limpiado, trazado, y ahora perfila como una las capitales gastronómicas del país. Cuanta con la única escuela de gastronomía con una maestría en Cocinas de México, lo que ha provocado que haya un sin número de food trucks de gran calidad en el producto y manejo de técnicas, cuyos propietarios o cocineros son los egresados del Culinary Arts School, que dicen con gran aplomo: nuestra cocina regional es la suma de todas las nacionalidades y regiones de México que convergen aquí. Ahora surge la Bajamed, este clima similar al Mediterráneo en Bajacalifornia, en nuestro Pacífico y Mar de Cortés. Donde todos se esmeran por utilizar el producto local con gran orgullo. Pero antes de este movimiento global, lo trendy era justo traer el salmón de Noruega y usar tantos productos exóticos como fuera posible.

Foto: Alondra Maldonado

Foto: Alondra Maldonado

¿Por dónde empezar a explorar esta región? Decido buscar la raíz de la famosa ensalada César, ¿quién no la ha probado? ¿En qué lugar del mundo no se sirve en alguna de sus versiones? Entrar al Caesar’s es un viaje al pasado, el mobiliario, los meseros, la atención, los uniformes, en un sentido, hasta los comensales, este es un lugar obligado si te encuentras en Tijuana.

Frente a ti, llega el mesero arrastrando un carrito de servicio hecho de madera, con todo lo necesario para esa sublime emulsión. Agrega anchoas a una ensaladera gigante, las pisa con tenedor, toma un huevo con pinzas, rompe un extremos con una cuchara, vierte la clara sobre un plato hondo, la yema a la ensaladera gigante, hace girar el pimentero de manera generosa sobre la yema y con una pala de madera incorpora a chorro en forma de hilo el aceite y ahí, esos dos elementos que normalmente no se unen, frente a tus ojos sucede la alquimia convirtiéndose en uno, sazona con unas gotas de salsa inglesa, salsa tabasco, un poco de sal y limón recién exprimido. Todo se va agregando sin dejar de batir. En ese momento, un chico acerca hojas de lechuga orejona bien turgentes, las dejan caer a la ensaladera, mezclan y te sirven un de cinco a seis hojas por porción, las bañan con queso parmesano rallado, una rebanada de baguette, previamente tostado con aceite. Sublime.

Ahora sí, a descubrir los viñedos, el mercado local, los productos marinos, los quesos de la región.

Alondra Maldonado Rodriguera

Chef

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Sabores del Pacífico | Los tan deseados camarones

viernes, agosto 5th, 2016
Imagen: Shutterstock

Imagen: Shutterstock

Aroma salobre, vegetación vibrante, garzas elegantes, caimanes, tortugas, camarones y ostiones. Gente por demás alegre, sencilla, reflejo de su cocina: sencilla y sorprendentemente deliciosa. Así es el terruño de los poblados aledaños a la isla de Mexcaltitán, en Nayarit. Isla que de acuerdo a algunas teorías, fue el punto de partida de los aztecas buscando la tierra prometida, otras dicen que no partieron exactamente de la isla, sino de esa zona de marismas. Tan se sostiene dicha teoría que año con año se realiza una peregrinación desde Mexcaltitán hacia la Ciudad de México, llamada Ruta de Aztlán a Tenochtitlán.

Existe un pequeño poblado perdido entre los caminos, que de antaño se vieron rodeados por la siembra de un hoja alargada, elegante. Campos verdes de hojas que luego mutaban a la visión cobriza del secado de esta valiosa siembra: el tabaco. Este era el esplendor de la Costa de oro nayarita, el Municipio de Santiago su corazón. En este rincón del Pacífico se encuentra nuestro diminuto poblado: Pozo de Ibarra.

Hay momentos en los que la verdad se oculta para luego revelarse con fuerza. Durante nueve meses realicé las mismas preguntas: ¿Cuál es la comida típica? ¿Qué comen? ¿Cómo lo preparan? Salieron a luz varias recetas, nombres de poblados que debía visitar, un hilo conductor invisible y lo que inició como un recorrido de investigación exclusivo de la zona costera, me llevó hasta las poblaciones serranas.

Se recopilaron decenas de recetas donde el camarón es el rey de la gran mayoría de recetas de la costa, finalmente se trabajó arduamente en escribir textos, estandarizar recetas, diseño de libro, dummy, hasta lograr la impresión. Se realizó la primera presentación del libro y ahí inició el viacrucis de enfrentar una pregunta cuya respuesta eran no.

-¿Están los camarones de Pozo de Ibarra?

-Mmm no. ¿Dónde está Pozo de Ibarra?

-Pues en Santiago.

Me quedé con cara de plato, con la expresión de una de mis tías de más de 95 años frente a cualquier información que claro que conocía, y ahora su mente de demencia senil ignora. Ella con ese ingenio que siempre la caracterizó saca la situación avanti diciendo: ¡Primera noticia!

Así, repetidas veces durante dos años he vivido con esta pregunta contante sobre los camarones de Pozo de Ibarra.

Tal vez no me la decían porque no es una de esas recetas que se preparan en casa. Es típica de un lugar que se inició como la cantina del pueblo; Cantina Rivera, su sazón para preparar camarones traspasó el lugar íntimo masculino, llegó a las casas y las mujeres pronto se sublevaron para poder degustar las famosas recetas. Con el tiempo abrieron a la vuelta de la esquina “La marisquería Rivera”. La cocina se encuentra del lado de la cantina y de ahí salen los pedidos para ambos lugares.

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Como en esta vida no hay plazo que no se cumpla, finalmente llegué al poblado rural, donde el tiempo transcurre distinto y al caer la tarde ponen mesas en la banqueta o en la calle y se ven familias completas jugando a la lotería, niños correteando con resorteras, agrupaciones de hombres y mujeres mayores sentados viendo transcurrir la vida mientras se espantan con un trapo a los zancudos. El tabaco yo no es lo que fue, y los campos se perciben un tanto confundidos.

Entrar al lugar de los Rivera, es adentrarse a un ritmo acelerado contrastante con la quietud del pueblo. El lugar está lleno de gente, el mesero corre de un lado a otro, soplan los ventiladores y el menú consta de los camarones al vapor, ceviche de camarón, cucarachas de camarón y chicharrones de camarón. Se acabó. Bueno, y por ahí siempre habrá unos frijolitos refritos de la variedad azufrado con queso fresco.

Al centro te sirven la salsa aguachile, por sus ingredientes básicos, chile serrano y agua, también lleva jugo de limón, sal, pimienta de granos “recién reventados”; acompañados de unos totopos hechos en casa en cazo de cobre.

Uno que es metiche, me metí hasta la cocina, y empiezan las lecciones del lugar.

-El mejor camarón es el de estero, y no todo el camarón sirve para todo. Mire el más chiquito es para el ceviche de camarón, ese va entero y pelado, el que es mediano y fileteado es para aguachile, pero el de ceviche debe ser chiquito y entero. Pero el chico con cáscara y cabeza es para hacer los cucaracha, los medianos grandes son para hacerlos al vapor.

Los camarones "al vapor". Foto: Alondra Maldonado

Los camarones “al vapor”. Foto: Alondra Maldonado

Finalmente llega el ceviche, con un equilibrio de limón perfecto, el camarón crudo todavía de tonalidad azul grisáceo, cebolla morada, jitomate y chile serrano. Al cabo de unos minutos, los camarones “al vapor”, que a cualquiera confundiría este método de cocción que obliga justo al calor del vapor. En su lugar nos llegó una cazuela de barro de un complejo aroma invitador, más que al vapor una sopa de camarón, medio kilo de camarón entero, cubos de jitomate, cebolla en pluma, rajas de chile jalapeño y ese caldo rojo delicioso, con notas de orégano fresco, pimienta recién martajada, caldo de camarón, un dejo de mantequilla y mostaza. Sin preguntar, para pronto me informaron que primero te sirves tu porción de camarón, para las cáscaras y cabezas es el plato que te ponen a un lado, tarea que por supuesto se realiza con las manos. Tu premio es el caldito, te lo sirves al final. Todos en la mesa nos peleábamos por el caldo, miento, ¡por todo!

Cuando llegaron las cucarachas: el camarón pequeño, de una tonalidad café, dorados, crujientes, no quise indagar sobre la mente imaginativa que bautizó así a estas delicias. Tema que por supuesto surgió en la mesa. Unos afirmaban que por el brillo que toman del aceite y le da un parecido a estos animalejos y otros que… Olvidémoslo. En mi libro está una receta parecida, estos tienen una variante. Sobre el aceite bien caliente, se les agrega unos tres dientes de ajo partidos en tres, luego se les agrega el camarón entero como ya lo dijimos, sal de grano y cuando deja de hacer espuma, unos chiles cola de rata, como les decimos en Nayarit y en el resto del país se les conoce como de árbol. En cuanto están crujientes se sacan. Estas delicias crocantes, saben mejor sopeadas con un toque de la salsa de aguachile. Todo esto siempre va acompañado por una ricas y bien frías cervezas de cuartito, para que no se calienten.

Buen provecho, desde este rincón del Pacífico.

Alondra Maldonado Rodriguera / Sabores de Nayarit

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Sabores del pacífico | Vallarta de mis amores

viernes, julio 22nd, 2016

Estaba leyendo algo de poesía China, dónde bajo el mecenazgo del emperador Xuanzong, durante la Dinastía Tang (618-907), China tuvo un florecimiento importante de las artes y la poesía. Esta manifestación artística es inseparable de la cosmovisión del Tao. Siendo el Tao un término por demás abstracto que suele traducirse como el Camino, Unidad, Vacío, Origen. Retóricamente se dice que:

El Tao engendra al Uno.
El Uno engendra al Dos
El Dos engendra al Tres
El Tres engendra a las diez mil cosas.
(Wang Wei. Poemas del río Wang, Pilar González España)

El Uno es justo la unidad de donde todo proviene, de él se deriva el Dos; que es la manifestación de la dualidad que se contrapone: el yin y el yang. Pero este Dos, que es un enfrentamiento de opuestos necesita un elemento ternario para que ambos dejen de existir como conflicto. Es así como el triángulo representa a la Totalidad, al estado perfecto ideal, al triángulo del tiempo: presente, pasado y futuro; el desenlace del amor: padre, madre e hijo; lo que conforma al mundo: Cielo-Tierra- Hombre. (Wang Wei. Poemas del río Wang, Pilar González España). Durante esta Dinastía la mejor manera de representar al Tao, al Todo, era la poesía paisajística. Es curioso que la traducción literal de paisaje en chino es Montaña-Agua, y este vocablo de nuevo alude a la totalidad.

La Montaña es estabilidad. El Agua, que alude al mar, es lo que fluye y cambia; estos dos polos lejos de contradecirse forman una Unidad, y así volvemos al concepto del Tao.

Mientras leía estos conceptos frente a un mar acerado enmarcado por montañas, bajo un cielo azul claro, despejado, palmeras ondulantes por el viento que contiene estas dualidades, me supe parte de ese todo. El todo que los Beatles cantaban: “imagina que no hay países”, donde simplemente somos parte de este mundo. No obstante, si hay un lugar del mundo donde Montaña y Mar se funden es sin lugar a duda Puerto Vallarta y su vecina Bahía. Sí, existen muchos lugares donde mar y montaña se funden; no en todos se goza del agua cálida de su mar que te invita a adentrarse en él sin importar la época del año.

Cuando hablamos de sabores, no pensamos únicamente en los comestibles, sino aquellos sabores que se ven, se abrazan, nos envuelven y nuestros sabores del Pacífico, están llenos de paisajes tan distintos. Puerto Vallarta, es un lugar que nos invita constantemente a retomar una relación con el entorno natural exuberante, y más si nos adentramos por la carretera que va hacia Mismaloya para llegar al Jardín Botánico, sabremos por qué Elizabeth Taylor y Richard Burton hicieron de este pedacito de tierra su cielo.

Al leer sobre esta unidad y el concepto de paisaje me hizo evocar el escenario de la totalidad para consumar otra. Sobre un risco, plataforma que permite ver la inmensidad. La verde selva a las espaldas habla del renacimiento. Ahí, el viento suave nos acaricia. Las olas se agolpan formando una suave brisa. Son las 7 de la noche, hora en que el sol cae y vuelve un fuego encendido todo lo que ve: Mar, cielo, rostros, árboles, flores, todo toma una tonalidad de bronce. Por la hora, se encienden unas antorchas que guían hacia un pequeño altar enmarcado de flores.

El escenario Tierra-Cielo- Hombre, Montaña-Mar- Hombre, en el triángulo perfecto de la Totalidad, esto se conjuga en Puerto Vallarta y su vecina Bahía.

Alondra Maldonado Rodriguera

[email protected] / www.saboresdenayarit.com

Sabores del Pacífico | Humo de mangle

viernes, julio 8th, 2016
Foto: Shutterstock

Foto: Shutterstock

Con riesgo a ser linchada creo fervorosamente que el marisco proveniente del Pacífico tiene un sabor muy especial, distintivo, que yo lo achaco siempre a la existencia de los manglares; eso sin olvidar su presencia en ambas costas de México. Los cuales se desarrollan en el Pacífico desde Chiapas hasta la Baja California en la Laguna de San Ignacio, mientras que en la costa del Atlántico se encuentran desde la parte sur de Quintana Roo (en el litoral del Caribe)  hasta la Laguna Madre en el estado de Tamaulipas (Golfo de México). No obstante, a pesar de la similitud del ecosistema, los mariscos del Pacífico saben distinto per se.

Es curioso como un cierto producto tiene distintos usos en las diferentes regiones de México. Si hablamos del epazote, en mi tierra se usa sólo para dolor de estómago, pues se dice que desparasita; mientras que en las costas de Guerrero y el centro-sur de México en general, es una hierba que aromatiza las cocinas y sus guisos.

De esta manera el mangle no es utilizado en todas las cocinas donde se encuentra, y su uso confiere un sabor característico. Así el pescado zarandeado, no tiene mayor secreto que el humo del mangle.

Algo que en casa se hacía para desayunar era lisa tatemada en salsa verde o roja; si el señor que pasaba por la casa decía que era estilo La Tobara o de ahí, seguro que le compraban. Cuando íbamos de paseo a la playa, pasar por alguna de las ramadas por la famosa lisa tatemada, era parte del ritual, cuando la lisa era hembra y salía hueva, el ritual se volvía festín.

Siempre tuve la incógnita de la diferencia entre el tatemado y el zarandeado, pues ambos son a la parrilla y con leña de mangle. Hace algunos años tuve mi iniciación en el mundo de la cocina de brasa estilo Nayarit: Son apenas la 7 de la mañana y ya estoy con el Sr. Robinson, propietario de una ramada en la región conocida como la tobara.

-El fuego tiene su chiste, le ponemos mangle seco para que haga brasa; verde para que haga humo y de sabor. La parrilla debe estar a 70 cm del fuego.

Dice orgulloso de su saber.

-Las cabezas y las lisas más grandes deben ir donde el fuego está más alto, porque tienen más carne y las colas y las lisas pequeñas donde está más bajo.

Así me va relatando su conocimiento mientras yo lo acompaño y él pacientemente me deja ayudarlo. Aprendo a hacer un corte en la panza de la lisa, para luego introducir dos dedos hasta llegar a una parte redonda, jalar sin miedo y sacar todas las vísceras de un jalón; también hago dos incisiones laterales profundas para que la sal entre al pescado.

-Esta es la gran diferencia con el zarandeado, pues en el zarandeado el pescado va abierto; mientras que un pescado tatemado va entero, sólo rayado.

La parte más artística y difícil es la del tendido de 30 lisas, pues el humo te hace llorar, me hace pensar que si algún día tengo ganas de llorar sin dar explicaciones, simplemente iré a tender lisas. Las cuales se tienden encontrándose cabeza con cabeza, igualando los tamaños, para calcular el tiempo de cocción. El tendido parece una larga fila de peces enamorados dándose un beso. Terminada esta primera parte tomamos un coco lentamente mientras esperamos a que el fuego haga su labor, para darles la vuelta; labor que requiere maestría, pues la piel del pescado suele pegarse en la parrilla y si no eres cuidadoso el pescado se rompe.

Mientras tomamos agua de un coco recién abierto, con el sol frente a nosotros colándose entre los manglares, el señor Robinson concluye su clase.

-En Nayarit el vocablo zarandear, no sólo se aplica a los pescados fileteados en mariposa, sino a todo aquello que se cocine con olor a mangle. Como los ostiones o tacos zarandeados de frijol, marlin, camarón o guiso de lisa que se dejan dorar entre el humo y fuego de mangle.

Afortunadamente, ya existe una ley de protección al manglar, que funciona sólo cuando no sirve a los grandes capitales. De tal suerte, que quienes no tienen la fortuna de tener al manglar de jardín, han buscado maderas que otorguen buen sabor al pescado, encontrando al mango como un buen sustituto.

 

Chef Alondra Maldonado Rodriguera

[email protected]/ www.saboresdenayarit.com

 

Sabores del Pacífico | El terruño

viernes, junio 24th, 2016
Las playas del Pacífico. Foto: Shutterstock

Las playas del Pacífico. Foto: Shutterstock

Nací a una hora del mar Pacífico, específicamente del Puerto de San Blas y la playa de Matanchén, Nayarit. Matanchén es un mar calmo, que solía ser de una amplia bahía; San Blas con su conocida playa Del Borrego, fue el lugar preferido de jóvenes estadounidenses durante los años 60, cuando huían del envío masivo por parte del Tío Sam a Vietnam. Esa época fascinante (que la conozco por relatos) de hippies sobre sus tablas de surf al son de los Beatles, hace mucho que quedó atrás, pero su herencia permanece y se hace presente. Muchos jóvenes locales aún practican el equilibrio y torean olas sobre sus tablas, pero lo que no escapa a nadie, es el famoso pan de plátano herencia de una joven enamorada californiana, que nos heredó su receta y, la verdad, ahora es ícono de toda la zona. Puedes encontrar en cada palapa junto al pescado zarandeado, pan de plátano. Nayarit es un verdadero vergel, semilla que toca el suelo, semilla que germina; el plátano se da en distintas variedades, los hay de cáscara amarilla, roja, morada, de tamaño chico, mediano y grande. Así que aunque la receta se haga en otras latitudes, jamás se comparará con el pan que se elabora con los plátanos que crecen en la selva bañados con la brisa salina del mar.

La costa oeste de nuestro convulsionado, doliente y querido México está bañada por el océano Pacífico, que a través de su navegación permitió un intercambio económico y, uno muy sabroso de ingredientes y técnicas culinarias asiáticas como de otras latitudes del continente Americano. Hacia 1800 la Nao de China llegaba directo al puerto de San Blas, después llegaba a Colima, Guerrero, y seguía su ruta hasta el sur de nuestro continente. Dejemos de lado, por un momento, al resto de los países de América; reflexionemos sobre las distintas geografías que se bañan en el Pacífico, el desierto de las Californias, Sonora, Sinaloa, la región de manglares de Sonora, Nayarit, Jalisco, la diversidad de Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Todo un entramado de sabores.

El sistema de manglar que se extiende por Nayarit y Sinaloa, es uno de los más grandes de México, ecosistema que le imprime un sabor muy particular a nuestros mariscos por la condición salobre de sus aguas, que además le otorga un carácter muy especial a los que son ahumados con el humor de leña de mangle. Aquí el camarón toma un sabor sin igual, se dan al por mayor los ostiones de las variedades de placer, raíz y piedra; Sonora hace alarde de sus callos; Baja California de sus langostas; el sur de Nayarit es rico en atún, mantarraya; Guerrero, prefiere al huachinango para su pescado a la talla y caldo de langostinos.

¡Qué sabroso recorrido por el Pacífico! Los invito a acompañarme en esta aventura donde se entretejen maíz y camarón, especias e ingredientes de oriente como el arroz, comino, jengibre con los ingredientes prehispánicos como el chile, frijol y jitomate, que visten a un mundo de productos del mar.

Chef Alondra Maldonado Rodriguera

[email protected]/ www.saboresdenayarit.com