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Charly, eternamente García

domingo, noviembre 1st, 2015
Para mí, García es como un padre, aunque por edad podría ser sólo mi hermano mayor. Foto: EFE

Para mí, García es como un padre, aunque por edad podría ser sólo mi hermano mayor. Foto: EFE

No puedes pensar en una sonrisa beatífica y asociarla al rostro de Charly García, el benemérito héroe del rock en español y que durante mucho tiempo fue más o menos la encarnación del diablo en la cultura popular latinoamericana.

Se llama Carlos, como Gardel y es como el genio del tango una figura mítica en el país donde nació hace 64 años.

Pero sí, había algo de ángel cuando entró a la discoteca en una silla de ruedas y un trago de algo en un vaso que levantó con su mano derecha, mientras ponía cara de bueno, de no romper un plato ni escupir al cielo, a la cámara que lo captó con voracidad.

Lo acaban de operar de la cadera y según dijo su colega y compatriota Fito Páez, “está bien, está feliz y está grabando un disco que va a estar bueno”.

Nadie espera a estas alturas un disco que esté bueno del autor de temas impresionantemente nuestros, anidados en el ADN y en el tejido sano del corazón roto que portamos no sin cierto esfuerzo, pero si Charly hace música, sonríe con cara de santo y levanta una copa, el mundo todavía tiene remedio.

En la discoteca celebró su cumpleaños 64 y para que el universo se pusiera a su nivel, como ya es costumbre, pidió que todos los invitados fueran en silla de ruedas. No hay muchas fotos de la fiesta privada en el Faena, pero las que se ven en las redes sociales muestran que nadie le hizo mucho caso.

Todos en cambio parecen haber reído mucho al lado del genio sudamericano, quien después de Gustavo Cerati es el argentino más querido y admirado en México.

Para mí, García es como un padre, aunque por edad podría ser sólo mi hermano mayor. Lo entrevisté dos veces, una de las cuales fue en una habitación de hotel. Yo sentada en el borde de la cama, él en el medio, orondo, armándose un churro de marihuana y respondiendo con simpatía mis preguntas temblorosas y pavas.

La otra fue en las instalaciones de EMI, ese hermoso caserón de la calle Río Tigris, sentados ambos a lo largo de un sillón espectacular y yo otra vez temblando. Guardo una fotografía de ese encuentro, que enmarqué para mi galería de mitos, como corresponde.

Una vez, en una conferencia de prensa, también en EMI, le pregunté qué pensaba de algo que había hecho Andrés Calamaro (no recuerdo bien) y que se parecía a algo que había hecho o había dicho Charly (como saben los historiadores de la prensa rosa del rock, el Salmón y García estuvieron enemistados durante un tiempo a causa de una mujer) y él respondió, con picardía: “Y… es la influencia”. (Los conocedores de su repertorio entenderán).

Esta semana pensé mucho en Charly, pero no por su cumpleaños ni por esa cara de bueno que pone ahora el chico más malo del rock en español, sino porque se me pegó una canción de Sui Géneris que tarareo incluso cuando escribo este texto.

“El show de los muertos”, la canción de Sui Generis en el discazo Pequeñas anécdotas sobre las instituciones y seguramente la recordé porque ha sido una semana de escribir mucho sobre la muerte y los muertos, así lo mandan las fechas.

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“No hay que hacer un show de los 43”, me decía Federico Mastrogiovanni en una entrevista que saldrá publicada mañana.

“El show de los muertos”, esa canción donde Charly dice: “Tengo los muertos todos aquí, ¿quién quiere que se los muestre? Unos hincados, unos de pie, todos muertos para siempre. Elija usted en cuál de todas ellas se puso a pensar”.

Charly, eternamente Charly. Cuando una canción alcanza para narrar lo que nos pasa.

“Elija usted en cuál de estas muertes se puso a llorar”…

Yo crecí con sonrisas de casa

Cielos claros y verde el jardín…

¿Y qué estoy haciendo…

Acá en esta calle con hambre…?

¿Cuántas veces tendré que morir para ser siempre yo?

Y no ese que duerme tranquilo

Después de asesinar sin saber

Y ríe en su casa

Con el cuerpo limpio de muerte solo con

su propia muerte pequeña, tibia;

En su espalda…

 

Bailen las viudas, vuelen los velos negros

Al infinito…

Caigan las balas sanas aquí

que las sombras se hagan gritos…

Silencio.

Antonio Sánchez, un mexicano que amamos

domingo, octubre 4th, 2015
Antonio Sánchez, un artista que amamos porque es exquisito. Foto: Tomada de Internet

Antonio Sánchez, un artista que amamos porque es exquisito. Foto: Tomada de Internet

Aunque la extradición a los Estados Unidos de famosos narcotraficantes vestidos con playeras de marca ocupe los titulares de los periódicos en nuestro país, hay hechos que también deberían ser noticia y que sin duda nos darían algo de esa esperanza con la que tímida pero pertinazmente deberíamos aferrarnos a una idea de cambio positivo en nuestra nación doliente.

Se trata, por ejemplo, de fijar la mirada en la realidad con todo lo que ella tiene por momentos de macabra, pero también de luminosa.

Y luminoso es el caso del baterista mexicano Antonio Sánchez, un verdadero fórmula uno del jazz internacional, autor de la música de la aclamada Birdman –película de otro compatriota ilustre, Alejandro González Iñárritu- y verdadero genio de la improvisación y el buen gusto en un género demandante y extremadamente competitivo.

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Desde Chick Corea a Pat Metheny, de cuyo grupo forma parte, los mejores jazzistas del mundo se disputan los servicios de este hombre siempre serio, de rostro reconcentrado y que a menudo parece tener una coraza inexpugnable, pero que en el tú a tú hace gala de una dulzura proverbial.

Y no empiecen a hablar de jazz con Antonio, para más datos el nieto predilecto del actor Ignacio López Tarso, porque entonces sus ojos comenzarán a brillar en forma incandescente y la charla durará horas.

Su técnica es feroz, su convicción por una música en la que cree como en una religión, tenaz  y consecuente, desde que estudió la licenciatura en Piano Clásico y Composición en la Escuela Superior de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Más tarde, se especializó en Ejecución de Jazz en el Berklee College of Music en Boston  y siguió con una maestría en Improvisación en el mismo género en el Conservatorio de Nueva Inglaterra.

La vida quiso que en su camino se cruzara el gran pianista panameño Danilo Pérez (sí, el de Panamonk, un disco “hereje” donde homenajeó con mucha sabrosura al dios Thelonious, para desesperación de los jazzistas ortodoxos) y lo instara a formar parte de la Orquesta de las Naciones Unidos.

Allí lo descubrió Metheny, quien al igual que lo hiciera en su momento con el bajista argentino Pedro Aznar, no tardó en incorporarlo a su grupo. Con el guitarrista de Missouri grabó “Toño” ocho discos y ganó tres Grammy.

Gary Burton, uno de los mejores amigos de Pat, lo convocó luego luego. Giró con Chick Corea, tocó con los ya fallecidos Michael Brecker (1949-2007) y Charlie Haden (1937-2014).

En 2007 lanzó Migration, su primer álbum como líder del grupo, que a partir de 2011 quedó conformado por los músicos que hasta hoy lo acompañan en el escenario: Seamus Blake (saxofón), John Escreet (piano), Matt Brewer (bajo) y Thana Alexa (voz).

Su segundo disco como solista, Live in New York (2010), fue grabado en un periodo de cuatro días en el Jazz Standard de Nueva York, al lado de los saxofonistas David Sánchez y Miguel Zenon, así como el bajista Scott Colley. Tres años después, estrenó New Life (2013), conformado en su totalidad por composiciones propias.

Three Times Three fue su siguiente producción discográfica, en 2014, y en junio de este año lanzó The Meridian Suite, cuya gira ha llevado a Antonio Sánchez al Festival de Jazz de Rochester, a los festivales de Jazz de Victoria y Vancouver en Canadá, al Auditorio de Tenerife en las Islas Canarias, al club Jazz:it en Austria, al Festival Theatre Studio en el Reino Unido y otros escenarios de Italia y Francia.

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Conocí a Antonio primero de oídas a través de los comentarios de colegas y coterráneos suyos, como el músico y escritor Alonso Arreola, el contrabajista Aarón Cruz, el baterista Adrián Oropeza, el guitarrista Eduardo Piastro, entre otros.

Siempre me llamó gratamente la atención el hecho de que nunca escuché decir nada malo de Antonio por parte de los músicos mexicanos de jazz. Por el contrario, cada vez que salía su nombre en alguna noche de bohemia, todos mis interlocutores decían maravillas de su arte y sólo cosas buenas de su persona. Es más, parecían vivir su éxito como propio y a menudo contaban sus hazañas como las de un héroe en un género que nunca morirá, pero que está ahogado por la música comercial y fatua.

Más tarde tuve la oportunidad de entrevistarlo. Fue en un año que vino Wynton Marsalis, durante una conferencia de prensa llevada a cabo en el Teatro Metropolitan o el Teatro de la Ciudad, no recuerdo bien.

La experiencia fue muy agradable. Fue una larga entrevista grabada de parados en la puerta del teatro. Grabada en una cassette que se ha perdido en el mar que guardo con porfía en un cajón.

Desde entonces, leo las noticias que narran sus logros musicales y me alegro como si fueran míos. Como me alegro ahora de que forme parte del elenco del Festival Cervantino, en cuyo contexto ofrecerá un concierto, el sábado 17 de octubre a las 20:00 horas, en la Explanada de la Alhóndiga, como parte del programa FIC Jóvenes.

Siempre que se habla de México, hay miles de cosas para destacar: los colores, los sabores, los sonidos de un país espectacular que hace las delicias de alguien que no ha tenido la fortuna de nacer en su suelo.

Tengo para mí que, además, por ejemplo, del rosa mexicano, hay en esta tierra seres maravillosos como Antonio Sánchez, un artista que amamos porque es exquisito, pero también porque es uno de los nuestros. Y eso es mucha cosa en estos tiempos.

El país de la gente maravillosa

domingo, septiembre 20th, 2015
Aun así me lo pregunto otra vez: ¿somos maravillosos los mexicanos? Foto: Cuartoscuro

Aun así me lo pregunto otra vez: ¿somos maravillosos los mexicanos? Foto: Cuartoscuro

En la cola del banco. Atrás mío, conversa una joven pareja de novios.

Él: -¿Te digo lo que siento? Que el PRD es otro pinche partido derechista más. La izquierda está en Morena y en Poder Ciudadano.

Ella: Ahora dime, ¿quién votó al PRI? ¿Quién, quién? (con tono in crescendo), yo no, ¿quién fue? ¿quién fue?

Me puse a escuchar música en el iPod.

Hay momentos en que sólo puedes escuchar música y dejarte llevar a otra dimensión. México es hoy un país del que uno quisiera escaparse, tan difícil que está entender un estado de las cosas donde la muerte y la sangre hacen su negocio macabro, mientras mucha gente se pregunta quién fue, dónde están los asesinos, quién los condenará, cuál justicia.

“Este es un país de gente maravillosa”, dice la escritora Sandra Lorenzano en el marco de una conversación amena, mientras al esplendoroso escenario montado por el canal Discovery subía una serie de mexicanos maravillosos, premiados por la señal televisiva en su gran fiesta Celebrando México.

¿Gente maravillosa? Trago saliva y digo, casi sin pensarlo, bueno: más o menos. Probablemente porque como la cantante Carmina Cannavino –quien no encontró explicación a la gran apatía que caracteriza a gran parte de la sociedad mexicana actual en una entrevista publicada por SinEmbargo esta semana- esté enojada con muchos con los que comparto este suelo entrañable.

Este país, el mío, que no reacciona con fuerza y determinación ante la impunidad, que ve con ojos ciegos cómo les desaparecen 43 muchachos estudiantes, que mira para otro lado cuando caen las cabezas de 2 mil decapitados, que no se muestra interesado en el esclarecimiento de los crímenes cruentos de la Colonia Narvarte, ¿está realmente poblado por gente maravillosa?

Me lo pregunto mientras me rodean personas maravillosas, como la propia Sandra, como el periodista Nacho Lozano, como los premiados por Discovery: los luminosos estudiantes de robótica Alberto Barrita, Luis Arturo Dan y Sergi Vidal; la científica y divulgadora de la ciencia Deborah Berebichez; la dirigente de derechos humanos y Luz Estela “Lucha” Castro; el experto en medicina fetal Rogelio Cruz; el músico Horacio Franco; el genio de los efectos especiales en el cine Charlie Iturriaga; la increíble cocinera oaxaqueña Abigail Mendoza.

Su suman también el clavadista Rommel Pacheco y los editores de Sexto Piso, Eduardo y Diego Rabasa y Felipe Rosete.

Aun así me lo pregunto otra vez: ¿somos maravillosos los mexicanos?

Y si somos tan maravillosos, ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?, como se preguntaba con gran inocencia y dolor aquella adolescente mexicana que escuché en la cola del banco.

Dice Ryszard Kapuściński en Ébano (la cita no es textual) que los pueblos suelen aferrarse a las frases de cliché y a las tradiciones populares para no cambiar. La frase “Somos así” y el consabido posterior levantamiento de hombros se pronuncian muchas veces para justificar la ignominia.

Y aunque en México como en Tailandia hay muchas personas maravillosas, no quiero pensar en un pueblo maravilloso. Lo será cuando abra las ventanas de su corazón en forma íntegra para albergar a los miles de sufrientes que no encuentran justicia ni razón en este suelo bendecido.

México no debe ser así: un país injusto donde reinan la impunidad y la muerte. No debemos levantar los hombros ni cerrar los ojos a esta realidad. Debemos ser maravillosos practicando la fe más necesaria en estos momentos: podemos cambiar, debemos cambiar.

Si no hay amor que no haya nada

domingo, septiembre 13th, 2015

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Durante la pasada y nunca olvidada Dictadura Militar en Argentina, una de las tantas cosas que estaban prohibidas (respirar y vivir eran concesiones al uso que podían practicarse aunque no en forma excesiva, el resto, todo el resto era censurable), estaban los conciertos de rock.

Fíjate: a los militantes de izquierda ortodoxos, cómo decirlo mejor: estalinistas –eso- tampoco les gustaban los conciertos de rock.

“Son los reflejos del imperio”, decían. Y tú caminabas por una calle oscura, a solas, y nunca sabías por qué ni cómo pero siempre llegabas a la puerta de un concierto. Abrías grandes tus ojos verdes, si podías dejabas correr una lagrimita y luego te dejaban entrar sin pagar la entrada.

Una vez ibas tan ensimismada que te golpeaste la frente con un poste de luz que se te cruzó en el camino. Toing. El golpe seco y a la vez sonoro en la testa. Pero no te importó.

Allí, donde la gente te pegaba tu sudor, donde gritabas y saltabas con una parsimonia furiosa (sí, la ira será escolástica o no será), te sentías a salvo del mundo. Y nunca entendiste bien por qué, hasta ahora que miras con la sangre corriendo en sentido contrario a las agujas del reloj, las fotografías de Arturo.

El Flama flameante: lo que bulle desde la lente hasta este rincón donde –como pedía Roger Waters- la música te cambia el rumbo del torrente sanguíneo. Y te dan ganas de gritar Eureka, porque al fin lo entiendes.

Allí donde Iggy Pop, esa salamandra brillante muy fea, se hace hermoso, el esbozo del miedo, la tragedia y la muerte, gritan como zombies desde un agujero.

Gritan desaforadamente, pero nunca llegan desde el mar negro y hediondo hasta esta orilla en la que un gnomo con un sombrero hongo toca tres acordes mágicos en la guitarra.

Sí, los cuerpos mojados que te aplastan y te dejan moretones durante unos cuantos días es si lo miras bien un filme de horror donde no te pagan como protagonista: eres un extra del infierno oliendo el perfume que otros te ponen en la piel.

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En la multitud se ha colado un dragón de cara blanca y ojos rojos, muy rojos. Allí, como en un “dónde está Wally” pero peor: amenaza con lanzar grandes bocanadas de fuego y nadie percibe el peligro.

La rubia en el aire.

La acordeonista con flores en la cabeza.

La boca abierta de un gigante llamado Emmanuel.

Esos calzones blancos que asoman desde los pantalones negros.

Un hombre llamado Anthony.

Una mujer.

Una túnica blanca.

La virginal Natalia.

Jimena en trance.

Como una pasajera en trance (todos los caminos conducen a Charly)

El llano rockero en llamas al final.

Porque todo arde y entiendes, al fin, entiendes, que tú podrías ser la mujer que se levanta la camisa y muestra los pechos, enardecida, hacia un horizonte donde lo único que importa es un riff y decirte a ti misma: Ey, respira doble, vive muchos años, nada malo te pasará, los zombies malolientes que te quieren destrozar la mandíbula no llegarán a la orilla, no harán de ti la ceniza del olvido.

Siempre me ha interesado el trabajo de Arturo Lara, Flama para quienes lo queremos, por lo que hay en él de amenazante y perturbador. Es el fotógrafo que capta el peligro de la existencia humana, ese vivir en trato directo con la muerte, pero sobre todo con la muerte cuando se aparece en forma trágica y súbita.

Flama no es el tipo que te dice: la vida es hermosa y tú estás a salvo. Por el contrario, es el que te lleva hasta el infierno, para que veas con tus ojos propios aquello con lo que te deberás enfrentar si quieres sobrevivir con cierta dignidad.

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La vida es tu problema, te dicen sus fotografías. A ver qué haces con estos años que te han sido prestados.

Mi tarea, parece decir el fotógrafo mediante estos cuerpos sonoros, es mostrarte lo que he tenido que pasar para construir el paisaje de la belleza que ahora ves y donde intentas cobijarte.

Entenderás al fin, como dijo un viejo poeta rockero, que aun entre el fuego, en medio del averno, lo único importante es saber que “si no hay amor, que no haya nada”.

Si no hay oscuridad, que no haya luz.

Si no hay deshielo, que no haya flama.

Pero hay.

Mucho Flama.

Y flamea, gracias a Dios.

Aylan Kurdi en el tiempo de las pesadillas; Saramago recordando el futuro

domingo, septiembre 6th, 2015
Pensar en el otro como si fueras tú, es el undécimo mandamiento que no estaba en la lista y por eso no lo aprendimos. Foto: EFE

Pensar en el otro como si fueras tú, es el undécimo mandamiento que no estaba en la lista y por eso no lo aprendimos. Foto: EFE

Como todos vi a ese niño muerto en la playa. Un pequeño con los pantaloncitos azules, la playera roja, inerte boca abajo en la frontera donde el horror marca la línea de fuga hacia ese lugar donde la vida es una pesadilla interminable.

Hace pocos días, un amigo que quiero mucho me envió la foto de él junto a su nieto, tomados de la mano en El Bolsón, una hermosa localidad de la Patagonia.

No se lo dije a mi amigo, pero cuando vi la imagen del niño muerto boca abajo, sorbiendo arena y vientos helados en aquel borde que marca nuestro fracaso como especie, pensé en él y su nieto. No lo pensé: en realidad, una imagen sustituyó a la otra en mi cabeza.

Mi mente asió el paisaje positivo y se aferró con tenacidad a esa certeza. Y al hacerlo, algo en mí inusitado, desconocido, me hizo estremecer.

Creo en el inconsciente, dijo ayer un conductor de radio. Hay cosas que no quiero escuchar y no lo hago. Aun cuando me proponga oírlas, siempre aparece algo que lo impide, explicaba.

El inconsciente. Esa corriente marina poblada por monstruos goyescos, algo que no puedes controlar y que pretendes entender a la primera. Sin lograrlo, claro.

A la madrugada, cuando el insomnio cobra protagonismo y decide por ti, encendí el televisor y vi la imagen del niño muerto en una playa.

Y mi cabeza pensó inmediatamente en el otro niño, protegido por su amoroso abuelo, vestido con una chamarra verde fosforescente, mirando erguido al ojo de la cámara.

Del niño muerto no dije nada.

Del niño vivo quise fijar su imagen en mi muro de Facebook, estamparlo como una flor en el ojal de mi alma. Abrazarlo desde lejos aunque no le haga falta, tan colmado de brazos y manos llenas de caricias que está ese niño vivo, en aquel hermoso sur argentino, tan frío, tan lluvioso, ¡y esas montañas llenas de nieve!, como cuenta su abuelo.

Hay cosas que te parece que quieres ver, que quieres saber, pero siempre aparece algo que lo impide, porque en realidad cuando te despiertas en la madrugada y ves a un niño muerto en la playa, como esos animalitos sesgados por el cambio climático que boquean su agonía en la orilla, lo que quieres es cerrar los ojos o mirar otra cosa, observar a otro niño.

Yo que siempre escucho radio oí hoy que alguien leía unas líneas de José Saramago a propósito de la migración en Europa. Nadie parará el flujo del sur al norte, no habrá vallas que lo impidan, decía el Nobel portugués en lo que parecía ser un texto de Cuadernos de Lanzarote (1993-1995).

Cuando sobrevino la oscuridad y el silencio comenzaba a ser una tromba donde las imágenes de los niños seguían superponiéndose en mi cabeza, corrí al estante donde están los libros de José.

Tengo Cuadernos de Lanzarote 2, pero no tengo el 1. Tampoco tengo, me di cuenta, Memorial del convento, que es el libro que más me gusta de Saramago, aunque ese es otro tema. Y pensé en que mañana correré a buscar ese texto, que no pararé hasta dar con él, para encontrar un poco de consuelo, para que mi inconsciente aplaque ese partido de tenis que ha decidido disputar en mi cerebro y donde todo tiene el ritmo vertiginoso del tie break, de la muerte súbita.

Tomé el libro Saramago en sus palabras, compilado por Fernando Aguilera. Fui al capítulo dedicado a Europa, concretamente a la página 472, donde discute el concepto de globalización con una lucidez escalofriante. Dice aquello tan lindo de que globalizar no implica un pensamiento único, sino algo mucho más tremendo: el pensamiento cero.

Dice que las nuevas catedrales de nuestro tiempo son los centros comerciales  y que por supuesto que hay que causar alarma social. Las sociedades tienen que estar alarmadas, afirma.

Cuánta claridad y lucidez, pero sigo con mi propósito intacto: encontrar ese texto donde vaticina las hordas de inmigrantes que saldrán de sur a norte para transformar para siempre el continente europeo y con ello el mundo.

Y ese estremecimiento que es fruto de la lectura de José Saramago, quien lo vio todo tan claro antes de que sucediera (estoy segura de que miró al niño muerto boca abajo en la arena, a su madre fallecida, a su hermano fallecido, cuando intentaban ir de Siria a Turquía y de allí a la vida), es también la trama confusa de mi ostracismo.

He pensado entonces que un niño es siempre el mismo niño y que así como no hay explicación para que Aylan Kurdi haya aparecido muerto a los tres años en una costa de Turquía, tampoco la hay para ese niño que tomado de la mano de su joven abuelo corre presuroso a la juguetería a elegir un pizarrón y unos prismáticos y, si se puede, “alguna cosa rica” (o sea, golosinas) para comer.

Y como la vida y la muerte no tienen explicación y a la mayoría de la especie humana se le ha dado por elegir el rumbo de la derrota, la memoria del futuro de un escritor nigromante como José Saramago puede hacer la diferencia entre los monstruos goyescos y la lumbre.

Pensar en el otro como si fueras tú, es el undécimo mandamiento que no estaba en la lista y por eso no lo aprendimos.

Si no lo aprendemos pronto, nuestros niños seguirán apareciendo muertos boca abajo en la arena.

Desde España, México recibe La Llamada

miércoles, septiembre 2nd, 2015
Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

De manera irónica, el haber recibido una llamada para viajar de París, Francia, en donde se encontraba trabajando en un proyecto de teatro, con rumbo a Madrid, España para presenciar lo que se le ofreció como “el suceso” en la cartelera teatral de esa ciudad europea, fue el inicio de uno de los proyectos más ambiciosos en la joven, pero provechosa carrera de Claudio Sodi, en el que tendrá, además, la posibilidad de compartir con su madre, la primera actriz Laura Zapata, mismo que se concretó con su estreno el pasado 28 de agosto.

El escenario el teatro Ignacio López Tarso, en el Centro Cultural San Ángel, es el primer escenario en el Continente Americano en recibir La Llamada, musical creado y dirigido en España y México por la dupla conformada por Javier Calvo y Javier Ambrossi (Los Javis), iniciando de esta manera el tránsito internacional de esta historia, que tiene como única finalidad convencer al público de hacer lo que le dé la gana y valorar su libertad en beneficio propio.

El siguiente país americano que recibirá este llamado teatral será Argentina, al cual se tiene contemplado llegar en 2016; además de que Calvo y Ambrossi tienen el proyecto de presentarlo en Broadway, en el formato Off-Broadway, que recibe en su cartelera puestas en escena de formato pequeño.

Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

En su versión original La Llamada, que aunque tiene como protagonistas a monjas, novicias y al mismo Dios, quien manifiesta su gusto por la música interpretada por Whitney Houston, hay que aclarar que no es un montaje religioso, sino un musical sobre la fe, la amistad y el primer amor, ha sido disfrutada por más de cien mil espectadores, lo cual le ha valido nueve premios del Teatro Musical Broadway World, de gran tradición en España.

Otros temas que se manejan son el despertar en todos los aspectos, incluido el sexual y ayudar al público a que encuentre su camino y se ayuden a ser felices.

Entre las categorías de premios que ganaron, podemos mencionar Mejor musical de pequeño formato, Mejor dirección, Mejor actriz principal, Mejor actriz de reparto, además del Mejor espectáculo del año 2013 por los lectores del diario El País y el Premio Fotograma de Plata 2013, convirtiéndose de esta manera en un fenómeno que, hoy día, continúa en temporada.

Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

Incluso, el público y la crítica madrileña han colocado a La Llamada al mismo nivel que Hoy no me puedo levantar, producción que en su reestreno y adaptación volvió a ubicarse como uno de los consentidos.

En su historia, desarrollada en el Campamento La Brújula, podremos conocer lo que sucede al reunirse una monja recién llegada, que pretende salvar el lugar con un tema compuesto por ella; una novicia con dudas y que recuerda lo mucho que le gustaba la música; y dos adolescentes castigadas, que tienen un grupo musical a quien Dios se le aparece a una de ellas, demostrándole su gusto por las canciones de Whitney Houston.

La Llamada es una comedia musical sobre el paso de la adolescencia a la madurez, sobre la amistad, el despertar, el reggeaton, el derecho a cambiar y cómo seguir el camino siendo uno mismo.

Para su presencia en México, Sodi y sus socios eligieron un cuadro de actores que  dejan un gran sabor de boca en los asistentes, pues cada uno de ellos cuenta con experiencia en medios como la televisión, el cine y obviamente el teatro, aunque algunos se ellos se estrenen en el género musical.

Ellos son, como ya se mencionó, Laura Zapata, actriz que regresa al musical tras varios años de ausencia y participaciones en puestas como Cabaret (1980) y Papacito piernas largas (1977), entre otras; además de Federico DiLorenzo, actor argentino de origen, pero desde hace más de 14 años mexicano de corazón y convicción, que también regresa al género, después de hacer currículo en nuestro país con títulos como Jesucristo Superestrella, Los Miserables, La Bella y La Bestia y Los Productores, sólo por mencionar algunas.

Además de continuar desarrollando su gusto personal y profesional por la música, siendo el más inmediato el proyecto Opera Prima Rock, en el cual se rinde tributo al grupo Queen de singular manera.

Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

Fotografía: Cortesía iQ Icunacury Acosta & Co

El resto del elenco está confirmado por Natasha Dupeyron, Tessa ia González y Alexis de Anda, además de un grupo musical en vivo y la presencia del dueto SuMa Latina.

Los orígenes de La Llamada, comentaron sus creadores, se dio con presentaciones en el lobby del teatro Lara de Madrid, con una inversión inicial de 200 Euros y teniendo como escenario el lobby del teatro arriba mencionado. Fue tal el éxito que tuvieron, que los empresarios del recinto se reunieron con ellos y les ofrecieron llevar el show al foro principal teniendo más de dos años y medio de temporada con llenos totales.

Los Javis y Claudio Sodi consideran que el éxito en Europa de La Llamada y ahora en México, radica en que es un musical distinto, natural y muy cercano, que además de poseer los elementos de una comedia musical, al mismo tiempo se convierte en un concierto en el que se pueden escuchar temas originales para la historia, como Viviremos firmes en la fe, y se hace lo propio con algunos interpretados por Whitney Houston.

Al respecto, se comentó que aunque los derechos de autor de los temas compuestos por la cantante hoy fallecida son de los más caros de pagar para adquirirlos, dejaron en claro que en la puesta se interpretan aquellos que la también actriz de El Guardaespaldas sólo les prestó y no compuso, como lo es justo I Will Always Love You, famoso por esta cinta, pero que fue compuesto e interpretado por Dolly Parton, entre otras canciones.

Además de continuar atrayendo al público a los escenarios españoles e internacionales en donde se presenta La Llamada, se hizo el anuncio también que se está preparando la versión cinematográfica de esta obra, aunque se dejó en claro que apenas se encuentran en la labor de buscar inversionistas y productores, siendo la cadena de Televisión Española (TVE) la principal interesada en concretar la misión.

Sin embargo, los padres de La Llamada dejaron abierta la posibilidad de llegar a hacer una coproducción con México, para hacer esta obra más internacional.

Para finalizar, la monja Bernarda de los Arcos, interpretada por Laura Zapata, hizo el anuncio que el elenco de La Llamada México llevó a cabo la grabación del disco oficial de la obra, el cual es vendido en el lobby del teatro Ignacio López Tarso, durante las funciones de la obra que se realizan de jueves a domingo.

¿Cómo te explicas que un país mate a su poeta nacional?

domingo, agosto 23rd, 2015

¿Cómo te explicas que un país mate a su propio poeta nacional? La pregunta sonó como un trueno en medio de una entrevista que le hice hace unos años al escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, sin exagerar una de las mejores plumas de la Latinoamérica contemporánea, con novelas formidables como El ascoLa diabla en el espejo y La sirvienta y el luchador, entre otras.

“El Salvador es bastante hostil para la literatura, porque pese a que ya no se tiene el mismo grado de animadversión que se tenía antes hacia todo lo literario, tanto la izquierda como la derecha despreciaban la literatura y a todo lo que tenía que ver con un escritor. ¡Por eso mataron a Roque Dalton (San Salvador, 1935 – cerca de Quezaltepeque, 1975)!”, explicaba Horacio, un hombre muy cercano a México, donde vivió durante varios años en los ’90.

De Roque Dalton solía hablar el chileno Roberto Bolaño (1950-2003) y de hecho En Los detectives salvajes, el entrañable García Madero roba de la Librería del Sótano un libro de poemas del trágico poeta salvadoreño, asesinado por sus compañeros de la guerrilla, quienes lo acusaron primero de ser agente de la CIA y luego de ser un espía al servicio de Fidel Castro.

Tenía apenas 40 años cuando su cadáver –con un tiro en la cabeza-fue abandonado en la selva a merced de las fieras, que lo despedazaron.

Es interesante ver la “evolución” de uno de sus asesinos, Joaquín Villalobos, ex integrante de la  Comisión Militar del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), quien terminó trabajando al servicio de la organización fascista salvadoreña ARENA, del Gobierno mexicano de Carlos Salinas de Gortari (persiguiendo zapatistas en la selva Lacandona) y del ex Presidente colombiano Álvaro Uribe en la lucha sangrienta contra el narcotráfico en dicho país sudamericano.

En 2010, Villalobos vino a México para hablar en Los Pinos ante el cuerpo diplomático y el gabinete del entonces Presidente Felipe Calderón y evaluar positivamente la que hoy sabemos fallida y devastadora Guerra del Narco. Nada mal para un traidor y homicida de su compañero de lucha, si se lo piensa con lógica.

Recordé a Dalton por un amigo argentino, decidido a pasar los meses que faltan para que en octubre se lleven a cabo las elecciones nacionales que terminarán con dos periodos de Gobierno de la Presidente Cristina Kirchner, mirando películas y evitando la televisión, nido de debates furiosos que los medios opositores libran con la esperanza de minar la figura de Daniel Scioli, el candidato que lidera las encuestas.

“Ya tengo una decisión tomada y no quiero enfermarme de los nervios escuchando las mentiras y sufriendo las operaciones de prensa. A Scioli le van a tirar con todo de acá a octubre”, decía mi amigo, quien en su nueva afición cinematográfica halló un documental dedicado al poeta argentino y guerrillero Paco Urondo (Santa Fe, 1930 – Guaymallén, Mendoza, 1976).

¡Paco Urondo! El gran poeta contemporáneo de Juan Gelman (1930-2014) –fueron muy amigos y compartieron la lucha política- que hoy se levanta como un mito desde la trágica y reciente historia sudamericana, donde se acuñó el concepto de desaparecidos que hoy ha renacido en México con furia inusitada y cifras que aumentan sin cesar.

Desaparecida está la hija primogénita de Paco: Claudia Urondo (1953-1976).

Desaparecida está su tercera esposa, Alicia Raboy (1948-1976), “levantada” por los militares en Mendoza, el fatídico día en que asesinaron a Paco, luego de que un ex compañero de militancia lo marcara en una cita, en una de las tantas delaciones surgidas de la tortura salvaje que la Junta encabezada por el ex Dictador Rafael Videla practicaba a mansalva.

LA PALABRA JUSTA

La palabra justa se llama la película dedicada al poeta del invencionismo, educado en torno a la revista Poesía Buenos Aires, fundada por Raúl Gustavo Aguirre (1927-1983).

El filme, dirigido por Daniel Desaloms, está completo y con buena calidad en YouTube. Conmueve y revela episodios ignorados de un escritor, dramaturgo y guionista de cine a quien no se le ha reconocido su valioso aporte a la literatura en español.

Precisamente, en el documental aparece el conocido intelectual Noé Jitrik, quien se lamenta por la elección política y de lucha armada elegida por Paco en una época donde había que pronunciarse de un lado o del otro de la militancia.

Se da a entender que el pase de las FAR a Montoneros y su férrea adhesión al combate le vinieron a Paco por sus convicciones, claro está, pero también como un acto de amor a su hija Claudia, una muchacha muy formada intelectualmente, llena de ideales y valiente a la hora de defenderlos.

“Cuando abandonó la vida intelectual,  dejé de verlo”, afirma Jitrik no sin cierta nostalgia y mal sabor de boca.

Uno de los momentos más estremecedores de la película es cuando se revelan los desencuentros que Urondo tuvo con la dirección de Montoneros, que lo juzgaba por su vida personal, entre otras cosas porque había abandonado a su compañera sentimental Lili Massaferro (1926), para comenzar a formar pareja con Alicia Raboy, 18 años más joven que él.

Era la época en que militancia política y vida personal conformaban una esfera unitaria y donde los actos íntimos eran evaluados por una lente pública y a menudo implacable.

En dicho contexto, Paco es “desplazado” hacia el interior de Argentina, como castigo a sus vaivenes amorosos. La película cuenta entre otras cosas que uno de los destinos adonde Urondo había pedido expresamente no ser trasladado era Mendoza, donde había vivido y mucha gente lo conocía.

La dirección de Montoneros ignoró su clamor y lo envió nomás a una muerte segura a Mendoza, lugar donde efectivamente fue asesinado.

¿Por qué no se rebeló y con ello salvó su vida?

¿Cómo hubieran sido los libros, los poemas, de un escritor brillante, si hubiera dado un paso al costado de la lucha política y hubiera dedicado todos sus esfuerzos y energías a la literatura?

Con prólogo de Juan Gelman, en 1998 se publicó la antología Poemas de batalla. Fue la época en que también se reeditó su novela Los pasos previos. En 2006, la editorial Adriana Hidalgo, publicó su Poesía Completa.

“Ya no soy/de aquí: apenas me siento una memoria/ de paso. Mi confianza se apoya en el profundo desprecio/ por este mundo desgraciado. Le daré/ la vida para que nada siga como está”, escribió Paco cuando en 1976 asumió la Junta Militar en Argentina.

En su país, donde los represores fueron juzgados y condenados a prisión, nada sigue como entonces, entre otras cosas, gracias a Paco Urondo.

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Escribir sobre comida (15 pensamientos salteados)

viernes, agosto 14th, 2015

1. Escribir sobre comida como una resistencia. Porque la comida, como cualquier otro placer, sufre de los ataques de los espíritus raquíticos de la derecha. Escribir apasionadamente sobre comida para ensanchar el placer de nuestro mundo terrible.

2. Escribir sobre comida como una liberación. Porque los de espíritu conservador (¿qué conservan en verdad sino su cerrazón?), nunca han tolerado que un humano se dé placer. Para ellos comer bien, darse a uno mismo placer, equivale lo mismo que masturbarse. Lo que es cierto pero no es pecado, como todo se etiqueta de pecado en su mundo macabro, el mundo de las mentiras y los recatos.

3. Escribir sobre comida como una llamada a la acción. Porque ese conservadurismo lo que intenta es el estatismo de lo que conocemos cono POESÍA. El cese de la curiosidad en la vida. Esos espíritus cadavéricos, mortecinos, adoran la inmovilidad. Estate quieto, no trafiques ideas (no expandas tu conocimiento), no te muevas, no salgas de tu casa, no conozcas tu país (quédate encerrado, con miedo), habla como hablan los cuadernos contables (elimina la POESÍA, sácala de la República), no comas bien, no te metas ese placer por la boca. No se te ocurra más moverte a tus anchas por el maravilloso tablero, no te dejes ir con libertad por la tabla química de infinitos sabores. Ten culpa. Restríngete. Flagélate. Ya vendrá otra vida eterna, mejor. Sin cuerpo pecaminoso. Sé prudente y discreto. Cíñete al pan y al agua. Lo demás es cosa malsana y mata.

4. Escribir sobre comida porque es necesario revalorar a la Gastronomía. No es esta una carrera de saber hacer recetas (regurgitar la tradición oral), sino justo un deseo de superar la técnica. Crear, a partir de nuestro rostro de apetitos, un tesoro. Un tesoro de un régimen, o un grupo, un tesoro de todos. Porque saber comer, hacer de comer bien, a fin de cuentas, veámoslo bien, quizá sea algo que no se enseña: se ensueña. Lo profundo ni puede enseñarse. Nos viene del misterio de la cultura, desde el incierto nacimiento del lenguaje, de donde viene la sabiduría pura. La forma de comer de un pueblo no se enseña, se absorbe. Se traspasa en calostro ese tesoro, desde la cuna: es su identidad dura.

5. Escribir sobre comida como un acto de orgullo antropológico. Porque se debe reconocer que los saberes de los sabores constituyen nuestro rostro. Y que ese tesoro fue creado, transformado y heredado por un pueblo, una y otra vez, gracias a sus ancestros. Comer entonces como ser y estar, de una manera, en el mundo. ¿Cómo nos yergue esa cultura? ¿Cómo nos vertebra? ¿Cómo nos planta sobre la tierra? Esas son las preguntas más profundas que hay que escribir al escribir sobre comida. No por gramajes y tiempos de cocción, no de programas de comida en la televisión. Porque la comida no viene de los chefs: el chef viene de la comida; comida eres tú.

6. Escribir sobre comida como un acto de rebeldía artística. Porque la cultura no sólo es lo que se queda en el cazo y nos representa, también es una masa dinámica. Le corresponde así, a los que dicen conocerla (¿reconocerla?), salvarla del sedentarismo, de la estética estática. A la cocina, lo sabemos, hay que menearla, hay que hacer que espese, de cuerpo, suba. Porque eso que se forma, esa burbuja estará llena de sentido y con ese sentido habrá que escribir el relato de la comida. El relato (¿retrato?), del pueblo según su comida. Ese potaje de relato, construido por todas las ollas de todos los tiempos (de todos los paladares que son todas las sensibilidades), constituye nuestra sopa madre. Y esa sopa importa. Es un cúmulo de obras, sucesos, enamoramientos. Lo que la olla guarda se llama Cultura: la escultura de nuestra Cultura.

7. Escribir sobre comida como exploración psicológica, exploración de eso que algunos llaman alma. Porque los fondos y untos, las salsas que conforman nuestra idiosincrasia, ahí descansan, se relajan. Escribir de comida como crear una especie de álbum familiar a través de esos guisos, de esos relatos, de esos rituales sagrados o paganos. Escribir de la comida desde ese poder de la Gastronomía de probar (¿comprobar?), en ese caldo genético-identitario, lo que nos da cara y más: nuestra particular mirada.

8. Escribir sobre comida como un misticismo, un ritual. Juego en serio para saber a qué jugamos, con qué nos la jugamos pero más, qué sabemos, a qué sabemos. Escribir sobre la comida como pulsión del pueblo o creación divina, conector entre la muerte y la vida. La comida como resguardo, cobertura contra lo desconocido, verdadera guarida de sentido. ¿No la comida nos lleva al éxtasis? ¿No es cosa erótica y religiosa al mismo tiempo? Así hay que escribir sobre comida. Con un ojo en la mesa y otro en la cama. Comida como cogida. Comilona como orgía. Comer es estar vivo: ser.

9. Escribir sobre comida para atar, conjuntar. Porque no todo se constriñe en el concepto de nacional. Justo lo contrario. Abrir pero ligar. Eso: escribir sobre comida como aliñar una sensación de conjunto orgánico pese a inmensa variedad regional. Comida es heterogeneidad Escribir sobre comida como un sueño de país, un deseo de sueño o canto general. País de las Maravillas. País de las diferencias. País de las epifanías.

10. Escribir sobre comida para sazonar las diferentes facetas de nuestra identidad cultural. Porque los platillos (como los tantos y tantos libros, los acervos dramáticos, arquitectónicos, cinematográficos, plásticos), ¿cuándo han sido queridos nada más por su materia? Las comidas son representaciones, símbolos de nuestro patrimonio. Los platillos tienen algo de tangible y algo de intangible, se juegan entre lo que son y lo que han venido siendo y, nos guste o no, pudieran en algún tiempo dejar de significar. Escribir sobre comida pues para rescatar y más que rescatar, fijar, memorizar, concretizar, por lo menos temporalmente, nuestra manera de preguntarnos sobre la vida, sobre nuestra forma de desear. Cocinar es desear. Escribir sobre comida para crear la necesidad de ese desear.

11. Escribir sobre comida como escribir sobre arte o poesía. Porque se trata en sentido profundo no de una mera actividad o sólo un producto de consumo. No y nunca lo será. Cada comida, cada platillo es una obra de carga estética a través del cual se expresan, con toda la fuerza, las ideas y emociones de las naciones. Adentrarse en la comida es adentrarse en el mundo de la cultura que le dio nacimiento. En ella ideas y valores en un determinado espacio y tiempo. No es ornamento. Es sentimiento y, por arriba de todo, un claro y fijo pensamiento. Escribir sobre comida como la comida se crea a sí misma: como como una raigambre que desde tiempos remotos se trasmina y nos determina. Escribir de comida, pues, como escribir de arte o poesía. Apasionadamente, pero también desde la historia, desde la antropología. Desde la práctica y la teoría, decididamente.

12. Escribir sobre comida como si se levantara un estudio clínico, una cirugía, un experimento en un laboratorio. Porque al ser una comida un organismo vivo, integral, es necesario someterlo a tal análisis exhaustivo para conocerlo de veras, en toda su grandeza. No se trata de una autopsia o una necropsia porque no es este un examen post-mortem, porque no buscamos las causas de la muerte de tal o cual comida (porque ésta aún palpita en el seno de nuestra vida). Acaso de una biopsia, porque analizamos algo al microscopio de los sentidos, estudiamos la magnífica variedad de especies que la representan, las señas de identidad de su compleja naturaleza: felizmente mutante o bien, saludablemente inerte.

13. Escribir sobre comida como un juego, un ejercicio de observación y experimentación lúdico-científica. Porque hay que estar a la altura del referente y, siendo la comida una mezcla delirante de elementos químicos, de diferentes estados de la materia (un conglomerado como pocos para el estudio de la física y la química en este mundo de locos), la escritura sobre ella reclama el mismo juego absoluto y gozoso. Esa es la estrategia. Crear un entramado de ideas frescas, tratamientos salvajes de una y otra teorías de la comida como gesta, como un alarde de creatividad: letras, por ejemplo, entre la ficción y la realidad, que enaltezcan su objeto de estudio y provoquen curiosidad.

14. Escribir sobre comida como hacer de comer. Con libertad y valentía. Mezclando sin miedo todos los géneros posibles. Ensayo, cuento, crónica, poesía, periodismo, entrevista. Porque sólo así se escribirá un texto que pueda contener la misma belleza que una comida contenga. Escribir sobre comida livianamente si así es la comida que intenta estudiar, escribir sobre comida densamente si así es de espeso su referente. Si hay gravedad o liviandad en el texto escrito, será porque ese gravedad o igualdad se halla en su platillo. Equilibrar, sopesar: traducir, representar.

15. Escribir sobre comida como si un platillo al comensal se sirviera. Preparar las ideas, lavarlas, cortarlas, tenerlas listas. Ensayarlas. Cocinar con ellas los platillos-textos, servirlos calientes o fríos según convenga. Probarlos. Sazonarlos. Mejorarlos. Ponerlos o proponerlos para discutirlos sobre la mesa. Escribir sobre comida de manera en que las cosas sepan a lo que representan. Escribir, por ejemplo, textos ni tan caldosos ni tan secos, ni tan pesados ni tan ligeros Ni tan claros ni tan oscuros. Ni tan crudos ni tan cocinados. Textos sabrosos, justos y equilibrados. Y saber que cada comensal comerá lo que quiera hasta saciarse. Habrá entradas y platos fuertes. Textos estudiados y textos improvisados. Dulces, salados, ácidos y amargos. Al lector, que es el comensal, habrá que darle lo que pida. No para comer, para desear.

Volver a los 31, va por ti, Rubén…

domingo, agosto 9th, 2015

Hace más de 20 años que tengo más de 20 años, querido Rubén Espinosa. Eso significa que no recuerdo exactamente cómo era yo a los 31, esa edad en que alguien decidió terminar con tu vida y con ello darnos una herida más de muerte a quienes tenemos el privilegio de todavía respirar, eso sí, mal cosidos por el lado de adentro del alma.

¿Sabes? Hay un escritor argentino que se llama Alejandro Dolina que una vez dijo que las heridas de amor son puñaladas que quedan para siempre clavadas en el corazón. Uno se sienta de tal manera que esos filos no duelan o no sangren, pero íntimamente uno sabe que el cuchillo sigue allí, para siempre.

Así es la herida de tu muerte. Quedará siempre allí y aprenderemos a respirar, mal absorber estos aires oscuros que hoy nos tocan, como el signo de nuestra orfandad, de esa soledad profunda que se hace espacio en nuestro organismo y nos marca a fuego las cicatrices que nos convocan a la madrugada, cuando se hacen presentes los fantasmas y los cadáveres nuestros, que no acaban de morir, como se le antojaba decir al poeta peruano César Vallejo.

A los 31 años, eso sí lo puedo recordar, estaba yo casada con un muchacho de 31 años, un muchachito como eras tú cuando te asesinaron. Era fotógrafo, como tú. Tenía los ojos tristes, como tú. Y alrededor de su figura magra, comedida, parecía expandirse un aura de silencio que es la voz que eligen los seres angélicos, esos que hablan sólo cuando tienen algo que decir.

Aunque no tuve el privilegio de conocerte, algo me dice que eras más del silencio que de los ruidos, de la música suave más que de la aturdidora, del café mañanero, del caminar junto a tu perro Cosmos, más que del correr vertiginoso con esa ansiedad de que la hacemos gala los menos introvertidos.

A los 31 años, mi muchacho y yo soñábamos con viajar y con tener cinco hijos y con tener una revista de música, pero de esa música que no se escucha en la radio o que no ponen de cortina en las telenovelas.

Y no tuvimos cinco hijos, pero sí hicimos la revista de música y sacamos como tú, muchas fotografías.

Aquella de la casita de Franz Kafka en Praga. Un plantío de girasoles enorme, imponente, en medio de una ruta europea. Esa foto la tengo grabada con nitidez en la memoria.

A los 31 nos emborrachamos de ron en La Habana y sentimos que en el mundo no hay mejor gente que la cubana, tipos locos que te hacen sus hermanos a la menor provocación.

A los 31 no pensaba en vivir 20 años más. Y luego de esos 20 años más no sé con qué derecho hago planes para las próximas cuatro décadas, porque aprendí de artistas que admiro –como mi compatriota Andrés Calamaro- que no vale la pena vivir sin sentirse inmortal.

Quiero volver a los 31 porque fue a los 31 cuando te quitaron los planes y los días y porque de pronto, en esta tarde pesada, cuando se avecina una de esas tormentas caprichosas del Distrito Federal –ay, cómo duele que hayas venido a buscar refugio a esta ciudad que de pronto ha mostrado la cara más fea, la más insoportable- todo lo vivido después de los 31 es un peso que ahueca aún más mi triste omóplato.

Las cosas que no verás. Como esta edición fantástica de El Castillo, de Franz Kafka, que acaba de ilustrar el maestro Fati para Sexto Piso y que seguro te hubiera encantado. Hubieras sonreído de costado al conocer la historia de ese atribulado señor K que se llama agrimensor de un castillo al que nunca la burocracia le permitirá llegar.

Y no te romperá el corazón esa muchacha que era tu novia cuando te mataron.

Y no verás morir a tus padres, porque la tragedia absurda de tu familia se mide por la partida prematura del más joven de sus miembros.

No perderás todo tu dinero del viaje en París. Y no ganarás un World Press. Y no tendrás tu primer libro de fotografías en blanco y negro, y no serás editor de foto en alguna agencia donde querrán duplicar tu jornada laboral para que puedas quejarte a gusto porque extrañas la calle.

Y no te dolerá la espalda por el peso del equipo. Y no podrás un día mandar la fotografía social al diablo y hacer de cuenta que lo tuyo era la moda, el glamour, el espectáculo, esas mentiritas que se dicen los fotorreporteros cuando llegan embarrados, sucios, golpeados, a su casa modesta, una noche de viernes, con el refrigerador vacío y la despensa sin hacer.

Y ya no irás tres días a la semana, cuarenta veces al día, al cajero automático para ver si depositaron esos tres mil pesos de tus colaboraciones.

Y no ahorrarás para tu primer viaje a Nueva York. Y nunca más te harás esas preguntas tontas que solemos hacernos cuando estamos aburridos: ¿Arte o periodismo? ¿Trabajo o creación? ¿Vida cómoda o patear el mundo con una mochila al hombro?

Tu no vida hace que la nuestra sea ahora una vida de prestado. Y cierro los ojos y recuerdo que una vez, cuando tenía 31 años, me quedé en la orilla mirando el mar como hipnotizada. Los pies estaban fríos clavados en la arena. El Sol me quemaba en la frente. Y fui feliz. Tan fácil, tan simple, tan barato, que es ser feliz. Y mira por dónde resulta que nos han convertido en seres tan desgraciados.

Va por ti, Rubén. Siempre irá por ti.

Theatre Properties en México

miércoles, agosto 5th, 2015
Foto: Tomada de Internet

Foto: Tomada de Internet

Con el cierre de temporada el pasado 2 de agosto del musical Peter Pan, el musical, escrito por Luis Ramírez y Nacho Artime, y con la celebración de 3 mil 500 representaciones, sumando sus respectivas temporadas en México, España y Londres, la productora Theatre Properties está celebrando el primero de diez años que su director Tomás Padilla, tiene pensado asentarse en México, con el espacio de presentar sus propias producciones teniendo como escenario principal el Teatro del Parque Interlomas.

En estos primeros doce meses de trabajo, Theatre Properties ha llevado a escena cinco musicales catalogados por Padilla y su socia, la actriz, cantante, bailarina y periodista Silvia Villaú como de “gran formato”, entre las que podemos mencionar Aladdín, el espectáculo de remembranza La magia de Broadway, Romeo y Julieta, además de Peter Pan, el musical, lo cual ha sido bien recibido por la mayoría de los hacedores de teatro musical en la ciudad.

Pero según nos comentó el propio Tomás Padilla, esta labor no ha sido para nada fácil, primero  por la desconfianza que ha llegado a surgir por tratarse de un productor extranjero, que ha confiado en su intuición para llegar a otro país y hacer empresa, y en segundo por la mala envidia que “los buenos resultados nos han dejado”, afirmó el también abogado.

Sin embargo y después de este breve tiempo de experiencia en nuestro país, el productor asegura que los profesionales del teatro musical mexicano ya se han ido acercando a su empresa, pues asegura que saben que el suyo es teatro de calidad y que la programación que ofrece “es estable e intensa”, además de que cuentan con la preferencia del público que acude a este recinto.

No obstante, al comentar sobre la respuesta y constancia del público hacia sus propuestas escénicas, que pese a tener calidad tiene la desventaja de encontrarse en los límites del Distrito Federal y el Estado de México, reconoció que si ha costado trabajo hacer que la gente acuda al Parque Interlomas a ver sus producciones musicales, en ocasiones a pesar de ser asiduos a este género teatral.

El público que han logrado capturar es el que reside en zonas como Huixquilucan, Santa Fé, Polanco, La Herradura, Naucalpan y Cuajimalpa e incluso de Satélite y Zona Esmeralda.

La idea que Tomás Padilla tiene, durante su segundo año de trabajo en México, es el salir del Teatro del Parque Interlomas para ubicarse en otros, ubicados en el centro de la ciudad, pero dejando en claro que no descuidará, ni abandonará su centro de operaciones en Interlomas. Aunque ya está acercándose a otros escenarios para abrir esta nueva etapa, por el momento no tiene nada en concreto, esperando tener buenas noticias en breve.

Asimismo, además de recibir en el Teatro Del Parque a producciones ajenas a su empresa, el líder de Theatre Properties hizo a un lado la posibilidad de hacer sociedad con otros productores para montar sus espectáculos, pues lleva 15 años trabajando solo; aunque tampoco lo descartó, tomando en cuenta el modo de trabajar de algunas productoras nacionales, asegurando estar abierto a escuchar y estudiar proposiciones.

Cabe mencionar que la llegada de Tomás Padilla al teatro musical mexicano se dio en el año 2 mil con el montaje de El hombre de La Mancha, producción de OCESA Entretenimiento, siendo su empresa en ese momento, Espectáculos 95, la encargada de vender a la arriba mencionada la escenografía, vestuario y utilería de esta puesta, escenificada en el Teatro 2 del en ese entonces Centro Cultural Telmex.

En 2010, ya como Theatre Properties, vino en gira justo con la puesta española de Peter Pan el musical, pero sin Silvia Villaú como protagonista; y en 2014 se dio su llegada oficial a México con la venta de la producción del musical Shrek, producida por Rodolfo Ayala, Gerardo Quiroz y Darío de León, misma que también dirigió en nuestro país, con las actuaciones de Adal Ramones y Natalia Sosa, entre otros.

De profesión abogado, profesión que ejerció durante 15 años, por la que incluso tenía ya un despacho, Tomás Padilla fue promotor inmobiliario,  hasta que hace algunos años un buen amigo le pidió un préstamo para una producción teatral. Se la prestó y por fortuna se la devolvió; después sucedió lo mismo, hasta que un día le preguntó si podía ver cómo trabajaba ese dinero, siendo esta la manera como se involucró en la producción teatral.

Otras de las puestas en escena que ha producido son: El hombre de La Mancha, Annie, el musical, Hermanos de sangre, el musical y Musical en concierto, los cuales ha presentado en países como España, Reino Unido, Portugal, República Dominicana, Uruguay y Perú.

Otro de los aciertos que ha conseguido con la llegada de Theatre Properties a México, es la apertura de una escuela de Teatro Musical, justo en el área de Interlomas, la cual cuenta con la dirección de Silvia Villaú, quien como mencionamos líneas arriba cuenta con una trayectoria artística como actriz, cantante y bailarina, además de ser periodista de profesión.

Foto: Tomada de Internet

Foto: Tomada de Internet

Cabe mencionar que desde hace tiempo, Villaú ya daba clases de actuación, canto y baile en España y en Sevilla, abriéndosele ahora la oportunidad de compartir sus conocimientos sobre este género teatral, además de otras posibilidades, entre ellas preparar las audiciones y la manera de integrarse al Teatro Musical; teniendo en su plantilla a profesores titulados y con experiencia sobre los escenarios.

Ha participado en los montajes de El diluvio que viene y Enamorados anónimos, ambos en España; además de participar en varios de los montajes llevados a escena por Theatre Properties.

Además de esta institución, Silvia Villaún encabezará la nueva división de la empresa, enfocada al montaje de musicales de formato pequeño, pero teniendo la misma calidad que le han dado a sus montajes desde antaño. Su primer proyecto como directora será con El mago de Oz, puesta en escena que tiene pensado estrenar en septiembre próximo.

En esta obra, que contará con actores con trayectoria probada en los escenarios, dará la oportunidad de acoger a los alumnos con más aptitudes que surjan de su escuela.

Otro proyecto en el que ya trabajan Tomás Padilla y Silvia Villaú, dentro de Theatre Properties, será el montaje de Kekyll & Hyde, musical que ya han probado en su país natal. En México, además de interpretar uno de los roles principales, Silvia Villaú participará como asistente de dirección y coach vocal y de actores.

Cine para niños… y no tan niños

miércoles, agosto 5th, 2015

“El cine no es un trozo de vida sino un pedazo de pastel”, proclamaba el cineasta inglés Alfred Hitchcock. ¿Y quién mejor que un niño para saborear una tarta multisabores como la que desde hace dos décadas hornea La Matatena, la Asociación de Cine para niñas y niños, A. C.? Se cumplen 20 años de realizar un encuentro entre las miradas infantiles y el arte de las imágenes a través del Festival Internacional de Cine para niños (…y no tan Niños). Con la Cineteca Nacional como fiel sede, del 3 al 8 de agosto, padres e hijos podrán compartir esa torta con merengue de la que hablaba el Maestro del Suspenso.

La fundadora y directora de Matatena, A.C., Liset Cotera García, reconoce que el cine impacta de manera positiva en los niños y el cometido de su asociación es acercar a la población infantil realizaciones pensadas para ellos y su visión del mundo: “Este festejo permanece como un medio para promover valores como la amistad, la inclusión, la familia, y así formar desde pequeños a mejores y más conscientes ciudadanos”.

Este año el pastel fílmico fue elaborado con el sabor de más de 24 países e incluye ocho largometrajes, cuatro cortos de ficción, 28 cortos de animación, siete documentales y 20 realizaciones de pequeños cineastas con un cúmulo de inquietudes por expresar. Películas que fomentan la amistad, la armonía familiar, el vínculo con padres, hermanos y abuelos; valores cívicos y morales.

De los niños preocupados y ocupados por preservar el medio ambiente: Yael protegiendo el bosque (Suiza, 2014) de Ilona Stämpfli. Yael, la protagonista, apenas tiene 10 años de edad y ya sabe que el bosque es sagrado y lo defenderá cuando sea amenazado por una ruta de concreto. En No hay peces (EEUU-Inglaterra, 2013) de Miki Cash y Tom Gasek, la contaminación en los océanos está dejando a las focas sin alimento. ¿Qué se podrá hacer al respecto?

Otras cintas describen emotivos encuentros entre niños y adultos. La polizón (Suiza, 2013) de Maria Brendle, es un aleccionador encuentro entre una niña de 8 años que ha escapado de un orfanato y una mujer ciega, cada una encontrará su complemento en la otra. Shana (Suiza/Canadá, 2014) de Nino Jacusso, narra el viaje musical de una joven violinista. En El regalo (2014) dirigida por el alemán Jacobo Frey, un niño adicto a los videojuegos encontrará un mundo insospechado lejos de su computadora.

Temas como la migración, los desplazados y la segregación se describen en títulos como Lisa, Princesa por un día (Alemania, 2014) de Phillis Fermer, cuya protagonista es una niña albina de 11 años, cuyos padres han huido de Sri Lanka para refugiarse en Alemania. En Jamila, me gustaría poder volar (Dinamarca, 2013) de Jannik Hastrup, una niña vive en un campamento de refugiados mientras su familia intenta trasladarse a Dinamarca.

Los animales protagonizan otras fantasías: en Historia de un oso (2014) del chileno Gabriel Osorio, un osezno experto en relojería fabrica un objeto mágico. El elefante y la bicicleta (Francia-Bélgica, 2014), con el trabajo de animación de Olesya Shchukina cuenta la ilusión de un paquidermo de andar sobre ruedas. Amicus (2014) del mexicano Raúl “Robin” Morales, se centra en los lazos entrañables entre un niño de la calle y un felino, ambos habitantes de una ciudad inhóspita.

Los objetos cobran vida en El pequeño Ruddy (Latvia, 2013) de Dace Riduze, que narra las peripecias de un lápiz rojo para evitar que una mosca estropee sus dibujos. En Macrópolis (Países Bajos, 2012) de Joel Simon, los juguetes poseen sentimientos y tras ser descartados por la fábrica que los creó se lanzan a la aventura de encontrar a un niño que quiera jugar con ellos.

Se exhibirá también el filme realizado por niñas y niños que aprendieron este arte en La Matatena, A. C., y en donde es evidente que ellos no son ajenos al caos que se vive en algunos hogares y a las responsabilidades que agobian a los adultos: Flor del corazón (México, 2014). Un relato sobre lo que ocurre

cuando mami regresa a casa tras su difícil turno de obrera en una fábrica; el espectáculo que encuentra no es alentador: desorden por doquier, los hijos peleando, un papá que no se involucra en las tareas domésticas y un bebé por atender. Los pequeños cineastas brindan un destello de esperanza al drama de todos los días de muchas mujeres.

Si los chiquitines desean ser más que espectadores podrán inscribirse a los talleres de animación que impartirá el bonaerense Rodolfo Pastor (Langostino,1987), un maestro en dar vida a los muñecos de plastilina, a los objetos y a los recortes de papel y cartón. El Festival también visitará la Sala Julio Bracho de la UNAM, Faro de Oriente y la Universidad Autónoma de Chapingo. Cine positivo, inteligente, esperanzador. Como para reacomodarse en la butaca y pedir otra rebanada de pastel.

 

Si me das a elegir, me quedo contigo…

domingo, agosto 2nd, 2015

Si me das a elegir entre Los Chunguitos y Manu Chao, me quedo con Deprisa, de prisa, filme de una época irrepetible: Carlos Saura hacía buenas películas, los hermanos Salazar eran jóvenes y sus primas de las Azúcar Moreno todavía no se habían hecho famosas a fuerza de pelearse en los platós televisivos.

Si me das a elegir, por ejemplo, entre la ternura proverbial de Antonio Muñoz Molina -un tipo al que hay respetar y querer sólo porque sabe mucho de jazz y dos por tres firma artículos condenadamente buenos dedicados a la memoria del prócer Thelonious Monk- y la mala uva de Enrique Vila-Matas, quien en una pasada edición del Hay Festival Xalapa paseó su misantropía y su bad milk por las muy atribuladas rutas veracruzanas, me quedo con la Elvira Lindo post-Manolito Gafotas, tan interesante novelista que es la susodicha.

Sin embargo, ya sabemos que en la vida no todo es Gary Oldman ven a mí; por el contrario, muchas veces nos tenemos que tragar algunas cucharadas de aceite de ricino y no precisamente a causa del estreñimiento malsano a que nos condenan las ingestas de alimentos perniciosos. En este punto vale una digresión: un amigo solía decir, okey, me tomo la cucharada, pero una al día, hay que dosificar las cuotas de veneno a que estamos destinados.

En Latinoamérica, los hablantes solemos confundir el significado de último con el de ultimátum. Así, no faltan quienes inician las conversaciones con un rotundo “Ultimadamente”, cuando en realidad quieren indicar “Últimamente”.

La verdad es que última y ultimadamente, en un espacio de tiempo que no alcanzamos a precisar con justeza porque cuando nos levantamos el dinosaurio seguía allí, nos inflan las ínfulas de los fatuos escritores inflamados por una industria editorial, la española, que nos quiere vender el gato, la liebre y los ratones también.

Aficionados a las burbujas que luego los dejan desocupados, les quitan su frágil condición de europeos y los incita a votar febrilmente por el PP, los hijos de la desnaturalizada Madre Patria han vivido, desde los Juegos Olímpicos del 92 a las fechas, un fervor nacionalista justificado muchas veces y otras absolutamente ridículo, como cuando en alguna carrera de F1 no participa Fernando Alonso y el titular del domingo, de todos modos, es ¡Fernando Alonso!

La literatura no es la excepción. Por eso, nos hemos atrevido a hacer una serie de apreciaciones bajo el título ¿Te enteras?, sólo para “medirle el agua a los camotes”, como se dice en México, a saber.

-En Latinoamérica hay cientos de cronistas mejores que Quim Monzó.

-Para que Enrique Vila-Matas gane el Nobel, primero tendrá que escribir un libro de verdad, desde la primera a la última página.

-Javier Marías no es el mejor novelista de la lengua española. Antes parece un señor muy enojado que rechaza premios y da consejos todas las semanas en una revista que antes se leía mucho y ahora se padece más. Desde hace 10 años, las novelas de este señor parecen ser la misma, con distinta portada, claro, porque Alfaguara –ya se sabe- no se mide en gastos.

-Los editores legendarios de la lengua española hace rato que, como Fernando Alonso, no corren muchas carreras y pierden el título de la Fórmula Uno, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…

-Si la prensa española y las listas de menores de 39 insisten con decirnos qué debemos leer los latinoamericanos, haremos una con los autores españoles que no deben leer los españoles

Dicho esto con todo cariño y sin que se lesionen para siempre nuestras relaciones carnales y ancestrales, ¿eh?

GASTRONOMIWESTERN (BALAZOS DE PLACER IPSOFACTO)

viernes, julio 31st, 2015

NOTA DEL COCINERO QUE ESTO ESCRIBE:

Le presento a usted, querido lector, algunos platillos de fácil levantamiento para el goce colectivo. Son juegos. Eso: 60 juegos que hemos hecho en familia o con los amigos. Y bueno, son juegos que hemos visto todos, de alguna manera, flotar en el imaginario. Habrá que ponerlos, pues, en boca de todos. Por eso más que leer, le pido cocinar y compartir. En la ecuación de siempre de esta su sección “Sobras Completas”: cocinar es amar y amar es la mejor manera de vivir. Buen fuego.

 

Para empezar: Agua de jengibre, miel y limón con mucho hielo. O bien: Agua de pepino, yerbabuena y limón. / O agua mineral con limón y albahaca. Para leer una novela por la tarde, a través de la ventana. / Vamos un poco más lejos: Nieves de fresa y naranja en taza. Por debajo anís, sal de grano y una pizca de chile piquín, como postrecito valiente entre amigos y escuchando a Toña La Negra. / Otro postre: A una manzana se le pica con tres clavitos de olor. Va al horno con crema ácida y miel. Se espolvorea con canela y pimienta blanca. Para tardes de lluvia en Cuernavaca. / Hablando de un fin de semana: Cubos de piña, gajos de naranja y cuadritos de pepino. Se rehogan en bastante ajo fresco machacado y chile verde picado. Serrano o de árbol para que se sienta. Sal. Para pastar la vida a un costado de las albercas. / Gazpacho La Bota: Tomates molidos con ajo y pimienta. Tropezones de pimientos de colores, pepino cebolla y sal de grano. Si en mar: con anchoa. Si en tierra: chicharrón seco y gota de crema. Dibujar en su superficie grafías de aceite de oliva. Tómese en mangas de camisa, al mediodía. / Botana: Cubitos de queso de puerco frito con cebolla acitronada y cilantro. A taquitos. Umbral a otra dimensión para antes de comer. Con una paloma de tequila blanco. De pie, frente a una barra. / Tortón Gabacho: Se rebana el filete en láminas. Se amontonan las lajas en el pan con cebolla desflemada con pimienta negra,  chipotle y vinagre. Se ahoga todo en queso Cheddar. Para ver a John Waters, cerveza en mano. / Sendo Trago: Chartreusse Verde, Cognac y un poco de agua mineral. Trago para cisnes negros. No para policías sino ladrones, en mundos paranormales. / Montaña: Se revuelca una milanesa cruda en pan molido, queso parmesano, ajo en polvo, pimienta y sal. Se fríe. Se sirve sobre un montículo de puré de papa y se cubre todo con espárragos fritos en salsa de soya. Se toma con un refresco de manzana frío con toque de ron. / Monstruo Verde: Fusilli frío revolcado en una salsa de aguacate fresco, gotas de limón, perejil picado y Nueces de la India. Tómalo con un lassi de yogurt de coco leche y miel. / Picheo salvaje: Se pica cebolla morada y chile ancho frito. Se aglutina todo con queso Philadelphia. Las bolas del tamaño de tenis se empanizan en chicharrón con carnita. Con una lager. / Las Minas del Rey Salmón: Se dora bien un pedazo grande del lado de la piel. El otro lado se deja libre del fuego. Se unta por ahí con semillas de mostaza, vinagre y miel. Se sirve muy caliente con un Yoli helado. / Pollote: Pollo frito en tomillo, comino, pimentón, pimienta y sal. Se sirve dorado en parrilla como si hubiera muerto por un rayo y se hunde con saña en una salsa cátsup con tabasco. Para pasar la tarde lluviosa con juego de mesa. Viendo películas de poca monta como que no quiere la cosa. Comida para desdeñar. / Crepas Deluxe: Un buen de foie gras se mezcla con espinacas para rellenar unas crepas que se bañarán de salsa de tomate muy ligera. Luego se gratinan con queso madurado de tres leches (oveja, vaca y cabra) o Parmesano Reggiano.  / Electroshock: Pan untado de Cabrales, decorado con frutillas en almíbar. Se sirve con un amontillado frío. / Jesuschrist Navideño: Hazlo y vive. Unta un Turrón de Jijona con cajeta y llévalo a tu buchaca. / Clamato Navajo: cerveza clara, clamato, limón y sal. Se deja caer en cada trago media lata de navajas o navajuelas en su jugo. Leche blanca para tigre blanco. Para robar bancos. O para llevar al espacio en un nuevo Vikingo de Carl Sagan del futuro. / Postre rápido: Plátano Tabasco, rompope y canela. Se sirve con crema irlandesa. / Torta para mexicanos borrachos: El cocinero refríe los frijoles en manteca de cerdo e integra al mazacote pedazos de cabeza de lomo de cerdo o maciza, chorizo rojo, cebolla y chile verde picado. Se espolvorea de queso de Ocosingo o Cotija de cepa. Esto va en tortón, se jama y luego se retoman los tragos. / Brasilito: Mangos verdes con chile piquín. Se comen cuando uno se sienta niño, frente a la ventana, cuando llueve, escuchando sones jarochos. Ayuda al sabor imaginarse en los Tuxtlas o Tlacotalpan. Música de Agustín Lara. / Pesca: Sardinillas fritas en aceite de oliva. Sobre huevo frito cascado en papas cambray. Pan de ajo. Martes por la tarde. Lees poesía española. / Over the topgonzola: Ensalada de berros, rodajas de cebolla, tocino y tiras de pimiento con durazno y todo tipo de nueces. Déjale caer pedazos de Gorgonzola. Déjate ir. / Lunáticamente: Fríe en mantequilla unos tamales de dulce. Esos tamales rositas los bañas con mermelada de fresa tibia. Va con champurrado o mismo atole de fresa. / Tártara full: Molida, huevo, anchoas, cebolla, cilantro, sardinas, limón, alcaparras, gulas de surimi, mostaza, pimienta y sal. En galletitas saladas. Bébase con un Bloody Mary con todo y apio. Sábado, mediodía, en el jardín. Marida con Mojitos. / Mimosa fake: Vino blanco con jugo de piña. Harto hielo. Tómese en Tequesquitengo con moscos y mucha cruda. Si es con Boing de fresa es para pasar los sábados de mercado de pulgas o en compra de libros usados. / Daikiri Matanzas: Hielo frappe, ron Mulata, limón, gotas de naranja y marrasquino. Vaso alto. O dos vasos que son tres o cuatro. Enamora y sofoca dolores crónicos. / Sarcófago dorado: Donas de maple rellenas de lajas de tocino ahumado y espolvoreado de azúcar impalpable y cocoa Hershey´s. O hacerlo con donas rellenas de pastelera y poner el tocino arriba. Para ver películas cruentas o cursis. / Hot Cakes Palacio: Paté y mantequilla. Con rajas chiles jalapeños en vinagre a un costado, café negro. / Desayuno Calera: Café negro y cenicero. / Sed: Agua de tuna y tamarindo con mezcalito. / La bella y la bestia: Queso Cotija con miel de piloncillo y pasas. Postre de tres segundos pero de resabio eterno. Pieza elegantemente dramática con gesto antropológico. Para espíritus nobles. /Molletes Sol de Media Noche: Molletes con huevo estrellado arriba, bañados en salsa verde y roja, y espolvoreados de queso añejo. / Espadas: Fuet sopeado en salsa macha. Se da uno a cada comensal, como espada. / Cebiche Frutal: Pescado cocido en limón con trocitos de mango, melón, jícama y pepino. Poco de vinagre y gotas de salsa de chile habanero. / Punch: Higaditos de pollo envueltos en tocino. Se fríen en aceite de oliva y se rehogan en vino tinto o jerez. Al salir se espolvorean en sal de mar, pimienta y pan molido. / Luna de miel: Pan tostado, mascarpone y miel de abeja. Para ver películas domingueras, con gatos y de preferencia, a un costado, desnuda, su pareja. Es un beso al alma, recuperarla, agruparla. / Disculpe, ¿estamos en el cielo?: Champola de nieve de coco con ron blanco. Puede ponerle trocitos de pistache o trozos de galletas de avena o linaza. Piense que se halla, con la mente en blanco, frente al bello mar de Campeche. Duerma en esa leche. / Románico: Compre pastelillos de fresa, vainilla y chocolate en la tiendita de la esquina. Agólpelos ordenadamente en el refractario. Cubra de cajeta y crema batida. Sirva gélido con espresso doble o chocolate igual de frío. / Potaje nuestro: Potaje de frijol molido con crema ácida y trozos de butifarra y huevo cocido. Lleva al centro un espejo de aceite de oliva y crotones. Para la mañana. Para la campiña. Para leñadores. /Amarillo  y Negro: Tortilla de huevo con morcilla cebolla y alioli. Se corta en triangulitos y se sirve como pintxos. Con sidra asturiana, blanco de verano o tinto frío. / Nodo: Arroz con frijoles caldosos y huevo frito, bañado todo en asiento de chicharrón. Se sirve sólo con tenedor.  / Néctar George Lucas: Malteada de helado de vainilla, leche evaporada, hielos y Nutela. A ese esquimo se añade, al final, una cuchara larga para pescar M&M´s. / Panino Fino: Se tateman mitades de pan bolillo en el comal.  Se embadurnan de mantequilla, ajo frito machacado y aceite de oliva. Arriba: cantidad de Salami Milano y un huevo frito por cada mitad. Cebolla dorada. / Pececitos: Corte Sierras de los costados. Los lomos se sumergen en oliva y vinagre, ajo sal de grano y oliva. Espere unas horas. Sirva  como entremés de ánimo ultramarino con aperitivo de vino cocido, frío. / Deseo Salmónico: Salmón crudo partido en polines. Lo sumerge en limón y jengibre y pimienta verde. Sal al gusto. La grasa de este animal lo llevará al cielo. ¿Ya hizo reservaciones? / Intervención verde en un dos por tres: Pida una pizza de pepperoni.  O sólo de queso si no come carne. Por otro lado hágase unas espinacas con crema, nuez moscada, pimienta y sal. Póngalas  sobre la pizza. Sírvala muy caliente con una limonada clásica. / Guapa Mole: Igual Pizza de queso pero sumergida toda su circunferencia en chicharrón prensado, guisado. Inventemos unas: ¿rajas con crema? ¿Pulpo en su tinta? / Lajas: Rodajas de papa y jamón serrano frito. Se aliñan con crema y su grasa, harta mantequilla. Se gratinan con Emmental o Gruyere. Van con pimienta negra. Se comen con palillos entre juego y juego de dominó. Cerveza clara y éxitos del pop. / Torpedo: Imagine usted el poder de esto. A manera de un chilli dog: toma usted un chorizo argentino, lo mete a la medianoche, lo baña en fabada, alioli y chiles jalapeños en escabeche. Para jugadores de rugby luego de una campal. / Rolló Huevón. Va frío y es muy bueno para las chicas lindas. Dos huevos duros se bañan en alioli y mostaza, pepinillos agrios y se enfría en la nevera. Luego se pone eso sobre un pan árabe con cama de suficiente lechuga en tiritas. New York en un wrap. / Naves: Tostadas de tortilla de maíz con mousse de jitomate, carpaccio de res en aceite de ajonjolí y soya, rematado con alcaparras y queso gruyere. No lo trate con sofisticación sino como botana común. Se come solo, es decir, trinche para recoger detrito y gañote. / Boucade de aceite de oliva y sal. Ese, señores diplomáticos, ese es el mejor abrebocas que ha inventado la humanidad. Hágalo y embarnezca. Se sirve en ayunas. / Huevo nuevo: Mire usted: no tenga miedo en hacer un huevo revuelto con mucha mantequilla. Póngalo en canapés de hojaldre y báñelos con caviar. Sea generoso. Lo digo con el caviar. No le dé a nadie. / Quiere sorprender en la taquiza del vecino: no pierda  la oportunidad. Haga las mollejas en su parrilla. Bien doradas y varias que a todos se antojan. Húndalas en salsa de chile pasilla con guajillo. A tacos leperos que terminarán lo quiera o no sobre su camisa. Créame: no lo creerá. / ¿No tiene tiempo? Ponga a hervir chayotes y coliflores. Las servirá aún echando vapor, con una salsa de mantequilla negra. Bechamel si quiere. Decenas se acabarán. / Nicoise del Rey Calamar: Tomates cherry, cebollín, huevos duros, aceitunas negras, papas, lechuga, aros de calamar frito, todo bañado en una salsa de ajo y crema, sal y pimienta. / Mejor mejora el mejillón: Tome 20 mejillones. Vacíe una media botella de vino blanco y agua. Ponga azúcar, sal y un ajo para que le otorgue ego a su sopa. Hierva y sírvala en la azotea, luego de fumar hierba. Cuando llueva. Para recordar al amor de su vida y pedirle al tiempo que vuelva. / Mister Calamar: Tome calamares baby squid y los saltea en ajo y oliva. Tome salsifís o bastones de yuca. Todo turgente (no se pase de tueste), lo revuelca en pan molido con sal y pimienta. Le propongo que se invente un coulis de chiles secos en mermelada de fresa. Y vea que fineza. / Tome un pollo entero y una cubeta. Ahóguelo una noche en tomillo y comino, gritos pelados de ajo, naranja agria y cerveza. Usted, mientras, lea. Al día siguiente lo dora en el fuego parrillero con sal y pimienta. Salsa de tomates crudos, vinagre y azúcar. / En directo: No se ría: Tuétanos con pajilla. Le pondrán. Ría, ría, ría. / Flautista: Tacos dorados de rillet de cerdo y jardín de col y salsa de tomate verde. / Espíritu blanco: Pan dorado. Mantequilla fina y clarificada. Un golpe denso de mascarpone frío, salido apenas del frigorífico, y miel. Miel de abejas. Es un beso de dios a los hombres de buena voluntad. Hágalo y vea. Recompensa tu trabajo con ese regalo, hermano. / Tripas de res en salsa verde: A tacos. Tripa gorda y delgada, bien limpia. No frita como chinchulín sino sancochada. Alimento de villanos pero también de hadas. Cinco o seis tacos, dele, no pasa nada.  / Pulpo quemado. Tome dos pulpos. Prescinda de las testas. Puros tentáculos de pulpos. Fríalos en manteca de cerdo hasta hacerlos carboncito. Que truene. Con una Fanta de naranja. Levántese y ande, sobre la nada. / Torta de ostiones ahumados, jalapeños en escabeche y Philadelphia. Hace de una malpasada una buena cena. / Monederos: Gorditas de butifarras en salsa de morita. Dominguerísimas. Para ver de lado el futbol mexicano. / Viento fresco: Sensao, nieve de guanábana y dos onzas de vodka. Para ir por el camino amarillo a donde quiera que sea.  Claro, por la sombra. / Morada: Crema de betabel con nueces garapiñadas. Un plato para vampiros jubilados. Sírvala con agua de piña, limón y alfalfa. Tomarla como almuerzo un martes cualquiera, en calma. / Long Island Real Tea: Ginebra, vodka, jugo de limón y naranja, jarabe, tres bolsitas de té negro. Se decora con rodaja de limón. Con pretzels. Para una larga jornada. / Asesinato: Haga una salsa de Cabrales, leche, ajo y pimienta. Espesa. Se vierte sobre el filete dorado por fuera y rojo por dentro. Ciruelas a un costado para dar un volantazo de sabor. O cerezas en almíbar para decorar. La sangre se pega con ese colorado. Parece un monstruo recientemente asesinado. Gloria inmediata. / Pájaro Nalgón: Espresso doble, hielo frappe, mascabado, extracto de vainilla y canela. Se sirve con galletas Oreo. Para ver películas de detectives. / Azul Cielo para Hombres de Espíritu Fluorescente: Leche, licor de curazao, vodka y azúcar. Trago costeño para tomarse en velero. O ya de plano en la ducha, pero ensoñando con el marinero triste que llevamos dentro. / Avandareño: Taco de cecina de res, aguacate, trozos de chile ancho frito, crema y chicharrón seco. / Mejillones en alberca: Es una vichyssoise tradicional con poro, cebolla, papas leche y crema. Fría, claro, pero con mejillones en su concha y camarones gigantes pelados. Vino blanco dulce. En días de mucho trabajo, para reagruparse y continuar. / Hot Cakes Special: Mezcla la pasta para hot cakes con trozos de manzana o pera. Cuando sirvas, sírvelo con miel de maple mezclada con canela. Puedes poner arriba un poco de chantilly o cottage con moras. Se toma con un batido de leche tibia endulzada con harta espuma. /Rodajitas de lengua de res frita: Para engullir en frío. Se sumergen en mayonesa casera con bastante oliva y ajo.  Picnic cárnico pero discreto. Recuerda nuestra naturaleza de comedores salvajes pero no pierde el toque sofisticado. / Sandwich del niño Mauricio: Relish de pepinillos agridulces, mostaza fuerte, mayonesa al limón y salsa cátsup. Padres de familia absténganse. Niños atragántense. / Filete a la fogata: Hazla para tomar calor y deja caer sin que nadie se percate una caña de filete cubierto en sal y envuelto en un trapo húmedo. Por otro lado, igual,  dos o tres pelotas que son cebollas con un limón adentro. Que tomen vino. Al empezar el hambre saca el tesoro. El trapo morirá pero mezcla todo. Presto, el jubileo. / Nube blanca: Mezcla queso azul y Philadelphia. Ni que escalde ni tan suave. Rellena una baguette y castígala en el refrigerador. Sácala bien fría y parte. Cómela con uvas verdes igualmente frías. Se sirve con un Ginger Ale. / Sandwiches de la abuela para la sobremesa: De sesos de res con epazote. Los emparedados se fríen en mantequilla y se cortan en triángulos. Se quita el exceso de aceite y se sirve con una Coca- Cola bien fría. / Sopa de pan: Caldillo de tomate, crotones de pan flotantes y huevo cocido. Sopa de todo y nada. Sopa sabia. / Tapenade libre: Fríe aceitunas verdes y rojas en un poquito de aceite de oliva. Suma tomate, ajo y pimienta. Anchoas. Dos huevos cocidos en pedacitos. Muy bueno para redactar en la computadora este texto sobre cocina. / Señores Chiles: Hierve tantos chiles anchos como quieras. Tiernitos los rellenas de Cotija o Requesón. O los dos. Los sirves bien vestidos y los bañas en una salsa de piloncillo. Redondo y lucidor. Decora con queso rallado. / Tentempié de mar: Pescado hecho carbón. Fríe sardinas, boquerones, caballas, charales. En fin, morralla del mar. Fríela hasta que puedas tomar un pescado con las uñas y se mantenga firme. Los sirves con limón, sal y chile piquín. Para ver las series de televisión. Se sirve con palillos y cerveza de trigo. / Volver al pasado: ¿Tristeza? Ya sabes: Coca-Cola con limón. Infancia. Ternura. Fuente de sodas en la isla de la infancia. Edad de oro, rejuvenecimiento. ¿Con vainilla? ¡Maravilla! / Luchas en lodo. Mezcla tus Rib Eye con asiento de chicharrón o manteca de cerdo. Es ungüento mágico, traje invisible del sabor. / Bomba de Veracruz hasta la casa: Frijoles bien refritos en manteca, que se renieguen a tomar forma. Ponles un poquito de azúcar. Así van para adentro de una concha que has partido por la mitad, untado de mantequilla y puesto a dorar sus adentros en la sartén. Buen viaje. / Discos de salsa: Fría dos tortillas, amigo, y rellene de huevos revueltos con chorizo. Bañe con una salsa de frijoles aguada, sazonada con rajitas de serrano. Arriba: rodajas de cebolla, crema y queso fresco. Coloreé con salsa de jitomate picante. / Postre rústico: Recuerde sus tardes de niño. Es muy sencillo: galletas Marías, mantequilla y cajeta. Duro y al cerebro. Para volver a la felicidad, no hay mejor receta. / Cohete al cielo: Cuete frito con ajo hasta que quede compacto y seco. Pon papas si quieres. Se baña con mole rojo bien picante, al que se le han molido, frescas, cuatro guayabas. Tacos  para llegar al cielo y más allá. ¿Al infierno? / Costalitos. Tamales de elote frito con crema. Sírvelos sobre setas al ajillo. / Jamón salseado. Pon a hervir un jugo de naranja. Muela un par de tomates verdes y ajo. Ponga gotitas de limón y chipotle. Vierta la salsa sobre unas rebanadas gruesas de jamón de pierna de cerdo bien fritas. Se sirve con puré de papa mezclado con pudín de manzana. / Al hecho pecho: Pecho de ternera al horno. Mételo a nadar en una crema de champiñones y vino blanco. Sírvela con un spaghetti muy sencillo: cebolla picada, perejil frito y parmesano. / Chambarete  frito en jarabe de tamarindo y chiles de árbol secos. Así. Tal cual. Cueza la carne, fríala y bañe en botella de jarabe de tamarindo. / ¿Pudín azteca? Mejóralo con carne al pastor. / ¿Submarinos Marinela? Inyéctalos con mermelada de chabacano. / Picaña sorpresa para la cena: Comer una parrillada con los amigos. Al acabar de comer se los llevas a la sala. En el fuego que se extingue deje caer un par de pedazos de picanha y un pedazo grande de madera. El tiempo hará que esa madera se torne en humo, y ese humo hará que su carne sepa a cabaña. / Brebaje Multitudinario. Abre un hoyo en una sandía, déjale caer una botella de vodka. Enfríala. Mete una llave de plástico en ella y déjala a un costado de la alberca. /  Y una cosa más: siempre inventa, juega. La cocina de todos los días no es cosa de ciencia. Inventa, juega, que la imaginación se vuelque sobre la mesa.

 

Soñé con Marosa di Giorgio

viernes, julio 31st, 2015

Soñé con Marosa di Giorgio y es hermosa, aunque no la vi. Estaba bañada en luz. En el sueño alguien me decía que en la noche daban una obra de teatro a partir de “Mesa de esmeralda” de la Marosa. Yo preguntaba dónde darían la función y me decían que en el cine Lorca. Así que estaba en el cine: una sala sin gradas, todos los asientos a la misma altura y al final de ese espacio una pantalla para proyectar. Pero, ¿qué no era una obra de teatro? Y sí, se apagaban las luces y entre las butacas comenzaban a correr los actores, del techo caían, despacio, frutos luminosos. Al terminar la función escuchaba decir a una pareja de ancianos que Marosa estaba en el camarín, yo me exaltaba porque quería entrevistarla. Recuerdo que una vez leí que la poeta Uruguaya no daba muchas entrevistas y las que llegó a dar eran un delirio, pues siempre respondía cosas que al principio no tenían nada que ver con la pregunta. Le preguntaban si algunos de sus poemas venían de la primavera y ella respondía que “Para ir a la escuela nocturna era dificultoso. Pues, la escuela no estuvo dos días en el mismo sitio.” Así que en el sueño yo buscaba recorrer la sala para llegar hacia los camarines y encontrarme con ella, pero antes de llegar al final de la sala, las manos se me llenaban de liebres y de los brazos saltaban liebres y de un momento a otro el cine era una pileta de liebres entre las que me perdía.

Va entonces este texto para Marosa. Agosto es el mes en el que la poeta murió y este año se cumplen 11 de su muerte.

La obra de di Giorgio está plagada de pasajes oníricos que devoran la realidad para disfrazarla de otro tipo de fantasías. Sus poemas ofrecen al lector un océano de posibilidades que no terminan. La poeta crea lo inimaginable de un modo tan natural que uno queda convencido que el mundo del que habla es completamente cierto, y lo es. A través del lenguaje genera un cosmos, un canto de lo natural y lo místico. También, en sus poemas y en su prosa encontramos mundos neobarrocos apoyados en una mitología propia del estilo de Marosa.

Comparto un fragmento que tomé de Los papeles salvajes (Edición definitiva de la obra poética reunida). Publicado por Adriana Hidalgo Editora.

Fragmento de SEÑALES MÍAS.

Vine  a la luz en este florido y espesante Salto del Uruguay, hace un siglo, o ayer mismo, o mismo ahora, porque  a cada instante estoy naciendo. Era por junio y por domingo y a mitad del día. Imagino el rostro pálido de mi madre, y más allá a los campos con escarcha crecida –como mármol levísimo, lúcido, adecuado sólo para construir estatuas de ángeles- y con las telarañas cargadas de perlas, y las naranjas como bombas de oro, olvidado ya el azaharero origen. Y del campo hablo, porque a él partí, apenas vivido ocho días. La casa de mis abuelos era larga, oscura y baja, y su edad, de cien años, y apropiada sólo para que la morasen fantasmas, o algunas gentes extrañas y hermosísimas, o un animal blanco y poderosamente milagroso. En su torno todas las flores se ceñían y todas las bestias y las sombras todas y los destellos. Yo partí de ella sólo para ir a la escuela; pero, la escuela quedaba apenas mas allá y también bajo las flores; borroneó mi caligrafía primera el polvo amarillo de la garganta de las amapolas.

Los seres que vivieron conmigo aquellos años – digo abuelos, padres, tía, prima, hermana, algunos ya muertos, pero no muertos- se me mostraron siempre silenciosos e irisados. Me amaban entrañablemente y les amé – o les amo- con locura. Y recuerdo también a los animales que colaboraron con nuestras vidas, que abrían cerca de nosotros, sus caras santas, sus ojos bonísimos, y aunque de ellos no resten ni los huesos, segura soy de reencontrarlos alguna vez.

Por aquel entonces, Dios ya me quería, me amó siempre con voracidad.

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Eterna lucha entre el teatro y la televisión

miércoles, julio 22nd, 2015

Hace algunos días, a través de Facebook, un miembro de la comunidad de actores de teatro musical subió una publicación en la que comentó sobre la eterna batalla que ha existido en varios medios, en especial en la televisión, por negarse a abrir sus puertas a los actores que han desarrollado gran parte de sus carreras a este género teatral, provocando que con ello sientan que existe un tipo de rechazo, además de considerar que su trabajo no se reconoce como debiera.

Esto ha provocado que entre este grupo existan divisiones en las que predominen las comparaciones y la presunción de capacidades histriónicas sobre el escenario, dividiéndose como “actores de televisión” y por aquellos que tienen “la fortuna de dedicarse al teatro”, quienes han llegado a donde están por “haberse roto el cuerpo y el alma” estudiando y haciendo miles de audiciones cuando, a final de cuentas, este tipo de situaciones suelen ocurrirle a todos los actores, se dediquen al área a la que se dediquen.

Por desgracia esta situación ha existido en nuestro país desde muchos atrás, a diferencia de lo que ocurre en otros, como Estados Unidos por ejemplo, en el que los actores que trabajan en teatro musical, tienen las mismas oportunidades laborales y de presencia que el resto de sus colegas, haciendo a un lado cualquier tipo de comparación y competencia.

Entre ellos, podemos mencionar a Neil Patrick Harris, quien lo mismo ha participado en exitosas temporadas de musicales y obras de cámara en Broadway, que en películas y series de televisión como “How I Met Your Mother”, por mencionar algunas; así como a Idina Menzel, quien ha hecho lo propio en cine y teatro, ganándose la atención del mundo entero con su interpretación de “Elphaba” en “Wiked”, así como en la versión para cine de “Rent”, en la que también participó en teatro.

Sin embargo, y contrario a lo que pudiera pensarse, durante su existencia en nuestro país la televisión no ha dado la espalda a los actores que han hecho trayectoria dentro del teatro musical, ofreciéndoles personajes que a diferencia de los que interpretan sobre la duela, no cantan, ni bailan para narrar sus historias, dejando aún así buenos resultados entre los televidentes y productores, que deciden incluirlos en sus siguientes proyectos.

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Prueba de ello son Lisardo, quien ha sabido dar un balance entre su paso por el musical y la televisión, interpretando lo mismo villanos y rompecorazones melodramáticos, que personajes de gran importancia en el teatro musical, como “Jean Valjean” de “Los Miserables” o el galán de “Víctor Victoria” y “La novicia rebelde”, por mencionar algunos.

Lo mismo ha sucedido con Marisol del Olmo, quien hoy día ha logrado consagrarse como actriz de telenovelas, no sin antes hacer trayectoria dentro del teatro musical, al igual que otros nombres que han logrado colocarse dentro de la televisión mexicana, ya sea en melodramas o unitarios, como Dario Ripoll, Lenny Zundel, Abel Fernando, Iván Caraza, Luis René Aguirre y Flavio Medina, por mencionar algunos.

De igual manera, han existido algunos casos de actores de teatro musical que no gustan de desenvolverse en el melodrama televisivo, pero si pueden hacerlo en programas musicales por decisión propia, como las hermanas Lola y Laura Cortés quienes han entregado buenos resultados haciendo lo que les gusta: cantar, bailar y compartir sus experiencias, en reality shows como “La Academia”; o Bianca Marroquín, quien ha dejado boquiabiertos a los televidentes con sus participaciones en programas de baile y canto.

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En lo que respecta a Lola Cortés, hay que mencionar que tuvo participaciones en la década del ochenta del siglo pasado en telenovelas como “El extraño retorno de Diana Salazar”, entre otras, pero tomó la decisión de abandonar los melodramas  para dedicarse por completo a su carrera en el musical y ahora también en la conducción, en programas como “El rival más débil”.

Por su parte Bianca Marroquín, debido a la trascendencia que logró con su participación en México y Broadway con el musical “Chicago”, recibió de Luis De Llano la oportunidad de protagonizar la telenovela “Esperanza en el corazón”, haciendo pareja con Patricio Borguetti y compartiendo créditos con luminarias como Lucía Méndez y Fernando Allende.

No obstante, los grupos de encuesta demostraron que a los televidentes les gustaba más verla en acción cantando y bailando, disminuyendo con ello su participación en la historia, siendo quienes cerraran la historia en su capítulo final la pareja madura arriba mencionada.

También, han surgido figuras provenientes de la televisión que han logrado tener un paso satisfactorio por el teatro musical. Entre ellos cabe mencionar a Carlos Rivera y Vince Miranda.

Cada uno con su estilo y personalidad  se han ganado un sitio más que especial lo mismo en México, en el caso de Vince con “Hoy no me puedo levantar”, o en el extranjero en lo que a Rivera se refiere en su paso por el “Rey León”, primero en España y ahora en nuestro país, sin hacer a un lado sus trabajos previos dentro del género en “Bésame mucho” y “Mamma Mía”, además de “La Bella y la Bestia”.

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Otro caso es el de Mauricio Martínez, quien ha logrado compaginar su faceta en el teatro musical con la televisión, participando en montajes como “Mentiras” y “La fierecilla tomada”, y en telenovelas como “Señora acero” y “La mujer del vendaval”, entre otros; además de algunas obras de cámara y participaciones especiales en la industria del cine.

Por desgracia en nuestro país esta es una enfermedad incurable, le pese a quien le pese; y es que más que buscar la calidad, la mayoría de los productores lo que quieren es vender sus proyectos, teniendo como “arma principal” un nombre taquillero, sin importar que cante y baile o ninguna de las dos, en relación al teatro musical; o actúe o no, en relación a la televisión, cine y teatro de cámara.

Incluso, algunos productores teatrales se han encargado también de encasillar a sus cuadros de actores, negándoles el plan de participar en obras ajenas al musical, a pesar de que cuentan con las capacidades para hacerlo.

Quien logró romper con esta situación fue José Antonio López Tercero, quien sin descuidar su pasión por el musical, incursionó en el teatro de cámara con “Respira”, una obra de fuerte contenido argumental, teniendo como cómplice a Carla Lorena Bauche, llevándose la aceptación y aplauso del público.

Más que hacerlo por tener una mayor remuneración económica, lo cual es también justo pues los actores de teatro empiezan a cobrar un salario una vez que se inicia la temporada, pues en México la gran mayoría de los ensayos no se pagan, lo que buscan los actores que trabajan en el teatro musical es recibir la oportunidad de incursionar en otras áreas de trabajo histriónico y dejar en claro que son artistas en toda la extensión de la palabra y hasta más.

Esperemos que el número de oportunidades aumente con el paso del tiempo, de manera inmediata.

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La memoria me resulta complicada

domingo, julio 19th, 2015

Escribir un libro de memorias constituye probablemente un acto de profundo narcisismo. Sobre todo si ese libro, si esas memorias, se refieren a la vida y obra de aquellos músicos que como Neil Young, Frank Zappa, Johnny Rotten, Pete Townshend, construyeron gran parte del mito de nuestra juventud.

Aceptando, además, que vivir –aunque esto suene exagerado- consista en ser joven y luego recordarlo, pero ese es ya otro tema.

Una canción preciosa del artista argentino Luis Alberto Spinetta dice en una de sus líneas aquello tan evocador de “La memoria me resulta complicada, no me acuerdo ni de las cosas que leí”. El tema se llama “La búsqueda de la estrella” y aparece en el disco del Flaco editado en 1971 con el título Spinettalandia y sus amigos.

[youtube mcmpI1KWOLE]

La letra, sobre todo esa línea entre otras definitivas y transformadoras que tiene la canción –una constante en la obra de Luis- por caso aquella que dice “después de todo tú eres tu única muralla, si no te saltas nunca darás un solo paso”, vino a mí en forma espontánea hace unos días.

Parecía un mantra, pero en realidad era el testimonio de un recuerdo desordenado. Me acordaba la línea de la canción, pero no su título, ni el disco, ni si el Flaco la había hecho con Pescado Rabioso o con Almendra.

Curiosamente, conmovedoramente, una persona que amo y que está lejos también había amanecido tarareando esa línea de la canción: “La memoria me resulta complicada…”, sin recordar más datos de la misma.

La memoria, la búsqueda de la memoria, puede construir entonces la senda espiritual por medio de la cual te sientes irremediablemente unido a alguien con la fuerza de una fugaz eternidad.

Ya lo dijo el gran Vinicius de Moraes en su “Soneto de la fidelidad”

Y …cuando, después, venga y me busque

Tal vez la muerte, angustia de quien vive

Tal vez la soledad, fin de quien ama

Pueda decirme del amor (que tuve)

que no sea inmortal puesto que es llama

pero sea infinito mientras dure

Aun cuando no conozcas nada del idioma portugués, no te pierdas el recitado de Vinicius pegado al tema “Eu sei que vou te amar” que interpretan María Creuza y Toquinho en una grabación de 1958, pero ese es otro tema.

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Esa memoria que nos resulta complicada y que alude a una eternidad efímera, suenen como suenen juntos esos dos conceptos contradictorios, es la base de nuestra existencia.

Vivir el aquí y el ahora, el tiempo presente, no quedarse anclado en el pasado, son propósitos nobles, positivos, pero ningún sentido tendrían sin el recuerdo que se va cimentando en paralelo.

Quizás vivimos para recordar. Pienso en ello a raíz de los libros que me ha tocado leer y reseñar en días recientes, por caso la autobiografía de Pete Townshend, el líder de The Who, que narra su primer encuentro con Roger Daltrey, la primera audición que dio Keith Moon cuando buscaban baterista, cómo casi estuvo por quedar fuera de la agrupación pues los representantes no lo querían por feo y cómo luego se convirtió en el símbolo de la banda, a pesar de que como él mismo acepta “mis compañeros eran los guapos”.

O cuando Neil Young caminaba por las calles de Nueva York, sonó su teléfono celular y al otro lado estaba Bob Dylan. No puedo dejar de imaginarme la escena, evocarla una y otra vez como si yo la hubiera vivido o protagonizado.

Los dos tipos más importantes de la canción contemporánea hablando del sombrero de uno –de Neil-, una conversación que le hace decir al canadiense: “el hombre es su ropa” y destacar al mismo tiempo lo emocionante que resulta que te llame Bob para decirte lo mucho que le gustó tu actuación televisiva. Aunque seas Neil Young, nada más ni nada menos, siempre Dylan será Dylan, el padre de todos, pero ese es otro tema.

Tal vez el narcicismo esté subvalorado, pienso. Alude a cierta moral judeocristiana de la culpa por preocuparse demasiado por uno mismo, lo que en términos de una existencia ideal que acepta lo colectivo, lo gregario, como el paraíso a obtener en la tierra, implica un pecado mortal.

Sin embargo, la narración de la vida individual es de hecho más reveladora y nutritiva que aquellas gestas donde un grupo adopta la cara anónima del conjunto para clavar un estandarte en un promontorio y con ello “hacer historia”.

Son significados que se contraponen, siento: historia y memoria. Parecen hermanos, pero en el fondo son enemigos.

La memoria siempre es más complicada, más sutil y por tanto más inabarcable que la historia.

Como sucede en un mapa: líneas metafóricas que te indican un destino efímero, sin la posibilidad de contener ese perfume que llega a ti cuando cierras los ojos y te trasladas a esa vieja estación de tren donde te sentabas a esperarlo y él llegaba con sus ojos negros, negrísimos, y sonreía como de costado, pero ese es otro tema, claro.