Latinoamérica 21
La primera hipótesis para entender esta rabia social es que se trata de un formato de movilización y protesta que es política en sí misma, pero no se dirige a la política.
En América Latina, el antifeminismo surge de la alianza entre el neoconservadurismo católico, apoyado por su contraparte hispana, y las organizaciones integristas evangélicas que han recibido el apoyo de la nueva derecha cristiana estadounidense.
Es obvio que sí existió y que persistirá ese peaje al humor social derivado de la emergencia sanitaria, pero no para todos, y sí concentrado en determinados grupos y fruto de la exposición a determinado tipo de vivencias durante la pandemia.
El triunfo del Pacto Histórico, la alianza de fuerzas en torno a Gustavo Petro, marca por eso una ruptura frente a ese esquema de interpretación de la realidad, pues ahora será la izquierda legal, encabezada por un exguerrillero, la que gobierne.
Tras las elecciones, y en vista del difícil escenario para la segunda vuelta del petrismo, muchos quieren ver ahora en “Rodolfo” el plan C del uribismo y un escenario simple, de nuevo, de izquierda contra derecha. Creo que se equivocan. Me explico.