Jorge Zepeda Patterson
El tema es complejo y escapa a los límites de este texto, para empezar porque la equidad no se remite exclusivamente a un asunto aritmético (igual número de precandidatos), sino también de piso parejo, o ausencia de éste, en la manera en que hombres y mujeres se disputan los puestos.
«¿Qué ciudadano o qué militante puede levantar medio millón de firmas de apoyo diseminadas en la mitad de la república en un mes? Marcelo Ebrard sin duda».
En los últimos días dentro de los círculos cercanos al obradorismo y en las redes sociales afines a esta corriente, se ha mencionado de manera insistente la posibilidad de que los recientes cuestionamientos a Xóchitl Gálvez precipiten su caída.
«(…) como en el caso de Peña Nieto, de los gobernadores priistas o de Trump, cabría preguntarse si tal agradecimiento debería tener tamaña recompensa».
Pero para que exista un acuerdo se necesitan dos partes. Ebrard está convencido de que se la debían, la pregunta es si López Obrador en algún momento llegó a asumirlo. Todo indica que no es así (…).
«La inconformidad de Ebrard ante la inevitable cargada en favor de Sheinbaum en parte es comprensible, pero solo en parte».
Las nuevas revelaciones sobre el caso de Ayotzinapa nutren las reservas que despierta en muchos la participación cada vez más protagónica de los militares en la seguridad pública.
Que el Ejército se infiltre en organizaciones criminales es entendible, pero que lo haga en organizaciones sociales es preocupante.
«No se trata, desde luego, de dejar de ser rehenes de los cárteles para comenzar a ser rehenes de los soldados. Pero sí de asimilar la gravedad de la situación y discutir nuestras opciones sin mezquindades políticas».
No, las élites no asumirán responsabilidad alguna de la situación en la que nos encontramos y no tendrán problemas en convertir en cabeza de turco de todos los males al gobernante que intente cambiar las cosas.
«No sé si las medidas que contempla el decreto para paliar la escasez de agua en Nuevo León sean las más convenientes o no. (…) Lo que no es deseable es condenarlo o lincharlo, al margen de su contenido, simplemente en aras de nuestras disputas de cada día».
«La respuesta de López Obrador con el ‘uy qué miedo’ ha sido leído como si se tratase de una frivolidad imperdonable, pero a mí no me parece más que la expresión poco atinada de una intención legítima: mostrar que todo el asunto es menos grave de lo que plantean sus críticos».
Para nadie es un secreto que la libertad de Caro Quintero, el asesino confeso de Enrique Camarena, el agente de la DEA, era el agravio número uno en la lista de reclamos de Estados Unidos a México.
Esperar cuatro años para anunciar una investigación sobre presuntos hechos de los cuales los mexicanos fuimos espectadores durante todo un sexenio, no parece lógico.
Me parece que en la percepción del Presidente se impone la creencia de que toda corrección supone un gesto de debilidad y que eso daña su reputación.
«(…) lo que está fuera de duda, es que no puede sostenerse la visión catastrofista e interesada de que la 4T ha generado la ruina económica del país, como sostienen sus detractores».