Jorge Alberto Gudiño Hernández
La lista no es extensa, se ocupa de los mínimos. Falta agregar, por supuesto, a todas esas personas que siguieron trabajando durante el confinamiento pues sus labores se desarrollaban dentro del marco de las actividades esenciales, pero ésa es otra discusión.
También al personal de enfermería, a los afanadores, a todos los que intervienen para que las instalaciones de los hospitales y consultorios estén limpios, a los farmacéuticos, a quienes tienen contacto cotidiano con personas que, se sabe, están enfermas.
Y como somos tantos, es sencillo encontrar contrastes por doquier. De nuevo, el espectro es amplio y apunta a muchas direcciones. Sin importar cuál es la postura de cada uno de nosotros, cuáles nuestras experiencias, cuántos los sacrificios, la forma en la que se acumulan las emociones y demás, lo cierto es que el deterioro se ha instalado en nuestras vidas.
Tengo fea letra, ni modo. Además, nunca me gustó el corrector: ese simulacro de la perfección.
Aquí, de entrada, llevamos un año con una suspensión absoluta de lo presencial sin que algo permita pensar en flexibilizarlo. Y eso es algo que afecta a los niños, a sus padres, a la economía en general.
Al margen de las críticas al sistema debido a las largas filas, a que el personal de las brigadas portaba chalecos partidistas, a que, en algunos casos, se solicitaron fotos que apuntan a un uso proselitista, hubo un ambiente generalizado de bienestar.
«Viví en una colonia cerrada durante mi infancia, en lo que entonces era la suburbia de la ciudad».
Años más tarde, cuando el posible delito ya ha prescrito (aunque es irrelevante pues ya fue juzgado), decide lanzarse como precandidato para un puesto de elección popular.
unque es justo decir que la historia que ha ocupado a buena parte de las finanzas norteamericanas de esta semana no parte de un robo.
Mucho se ha dicho sobre el reclamo que debería hacer la población a la forma en que los encargados han manejado esta pandemia.
Bajar la Luna y las estrellas es imposible, decirlo resulta tentador.
Así que, por mucho que uno quiera, es impensable que un hombre volador de acero con capa llegue a rescatar a cierto mago con una cicatriz en la frente en la batalla final.
Pese al problema con los semáforos, bien podemos ser cautos.
Un estudiante universitario a cuya familia (mamá, papá y hermano) les dio COVID. Él ha estado en su cuarto para no contagiarse. Por suerte, salió negativo en la prueba. Así que aprovechará para irse el viernes a Acapulco con varios amigos.
No se sobreinterprete, estos cuentos y novelas cortas no son especialmente complicados. Si acaso, funcionan en el mismo sentido en que lo hace la mejor de las literaturas, que es al sitio al que pertenece: nos permiten cuestionarnos asuntos relacionados con nosotros mismos.
En primer lugar, porque la FIL no es sólo su organización sino sus resultados. Sí, uno podría traer al más acérrimo crítico de la 4T.