Jorge Alberto Gudiño Hernández
Como la belleza es subjetiva en muy buen grado, resulta interesante, entonces, suponer cierto ejercicio plástico.
«Eso sí, he seguido sin llegar tarde a clases o a recoger a mis hijos a la escuela (algo que, al parecer, no ocasiona mayores problemas a otros niños ni a otros padres que, además, hacen rendir mejor su tiempo). La idea persiste: no me gusta que otros me esperen».
«Quizá todos nosotros hemos escuchado de personas relativamente cercanas historias de robos, violencia, delitos de cuello blanco o finales trágicos. Pocas veces, salvo cuando el asunto es muy mediático, escuchamos, en cambio, el epílogo que sería el encarcelamiento o la condena de los culpables».
«Lesiona el comunicador que miente, el padre que compara, el profesor que insulta, el gobernante que hace todo junto, sistemáticamente, persiguiendo un fin que, cada día, se le escapa más de las manos. A fuerza de abusos, las palabras recuperan su peso y lastran».
«Todos mis alumnos de este semestre son alumnos nuevos (al menos para mí). Es decir, sólo los conocía a través del velo sanitario. Y sus caras enteras no corresponden con lo que mi mente había imaginado. Cada que un alumno se quita el barbijo mi desconcierto se dispara. En verdad: no coinciden las imágenes».
«Entiendo las motivaciones de mis alumnos cuando me presentan un pretexto en lugar de un trabajo. Y, para ir más lejos, también entiendo el drama que se desarrolla en la colonia de al lado porque el marido encontró a su mujer entrepernada con otros dos sujetos y ahora todo se ha vuelto un caos».
«Lo peor es que, a fuerza de berrinches y a falta de argumentos, cada vez queda más claro que sí, que en efecto, deben ser graves los actos de corrupción en su círculo cercano. Y aunque siga habiendo una enorme red de aplaudidores, lo cierto es que esas cosas no se hacen».
«No hay nada que me permita meter las manos en el fuego por ningún gobernante. Por ninguno. Aunque yo haya votado por él. Me parece que buena parte de la labor política de los más encumbrados pasa por traiciones, por desvíos, por muestras de poder, por cochupos y trampas varias, cuando no son cosas más graves».
«(…) no hay forma de atenuar la angustia de los padres que, sabedores de que sus hijos no están vacunados, cada semana se enteran de nuevos niños contagiados. Basta uno para la tragedia».
«Ignoro qué tanto sabe Djokovic sobre vacunas y en qué basa su postura. Ignoro, en ese mismo sentido, qué tanto saben los antivacunas y en qué basan su postura. Sin embargo, esté uno o no de acuerdo con las leyes, las normas o las posturas de los otros, no puede trasgredirlas a voluntad».
«Mientras manejo hacia la universidad o a la escuela de mis hijos me he dado cuenta de que hay menos tráfico. Muchas de los colegios que se atraviesan en nuestras rutas están vacíos. Los hay particulares y oficiales. Sin alumnos, sin clases. No me queda del todo claro qué es lo que sucede pero, supongo, que es una suerte de acuerdo dentro de la comunidad educativa. A estas alturas, no me parece mal».
«Conocer a cabalidad los recursos narrativos con los que uno cuenta, saber abrirse paso en medio de esa aporía que implica la elección de una estrategia textual, tener la sensibilidad para saber hasta dónde se puede llevar cada herramienta sin forzarla y, además, ser capaz de mediarlo a través del lenguaje, es algo que no consiguen la mayoría de los escritores».
Me queda claro que no existen métodos cuantitativos para evaluar la calidad de un texto literario. Por más que busquemos, no hay cómo dar con un procedimiento que permita asignar una calificación a determinada obra. Eso no significa, empero, que no existan parámetros para evaluarla. Es la labor de dictaminadores, de académicos, de jurados y […]
«Aprendimos, entre otras cosas, que en esta nueva etapa el contacto con quienes nos ven o nos escuchan es más estrecho. Atendemos el chat en vivo pese a mis claras limitaciones para las actividades multitarea. Debo confesar que es de lo más divertido. Esa interacción en tiempo real con los contertulios permite generar un diálogo mucho más enriquecedor. De hecho, le da más sentido a la idea de La Tertulia».
«(…) permítanse vacunarse aunque no coincidan las marcas o tengan sospechas respecto a su funcionamiento. Mientras esperan, bien podrían ver hacia el techo y descubrir un mosquito volando cabeza abajo antes de posarse sobre la superficie rugosa. ¿Quién sabe, en una de ésas, descubren cuál es la mecánica particular del movimiento que permite ese giro intrépido y, con ello como argumento, convencen a alguien más de vacunarse o de que, en efecto, la gravedad existe?».
«Todo parece indicar que con el asunto aeroportuario terminará sucediendo lo mismo: nos acostumbraremos a un sistema que está colapsando constantemente. Lo peor es que, a diferencia del tránsito citadino en donde podemos optar por una bicicleta, caminar o el transporte público, en el caso concreto de los vuelos no hay nada que podamos hacer».