Artes de México
En el Silencio luminoso, Yamina del Real, fotógrafa, sexóloga y artista visual, acompañada de la pluma de la escritora Sandra Lorenzano, toma como recursos el cuerpo femenino, las sábanas blancas, el efecto blanco y negro y la supuesta pulcritud atribuida, para llevarnos por un sendero de sangre, carroña y hedor. En este magnífico ensayo fotográfico. Ambas artistas encuentran la forma de representar la realidad de México, la violencia ejercida contra la mujer.
Los otomíes saben que para que el maíz se dé es necesario que participen distintas divinidades en su crecimiento, para ellos no sólo se trata de sembrar y ya, eso claro que lo hacen y son expertos en esos menesteres, como herederos de una cultura agrícola milenaria. Sin embargo, quizás lo más importante para ellos está en convocar, reconocer y convidar a las divinidades involucradas directamente en el crecimiento de las plantas, en virtud de que éstas son consideradas “plantas-personas” que poseen un espíritu esencialmente humano, análogo al de ellos mismos, como lo evidencian sus respectivos recortes de papel elaborado por el chamán.
En La palabra fragante, cantos chamánicos tzeltales, Pedro Pitarch recopila algunos cantos en lengua tzeltal de los valles de Chiapas. El origen del pensamiento mágico se refleja en las ceremonias, y éstas se forman a partir de los cantos y los rezos. En esta obra, se recopilan los cantos de curación, se muestran en papel las palabras que hacen delgado el velo entre los mundos y permiten la sanación, el nacimiento e incluso la muerte.
La sequía, producto del cambio climático, afecta drásticamente distintas regiones agrícolas del país, la huasteca no es la excepción. Uno de los modos que tienen los otomíes de afrontar la prolongada escases de agua es a través del ritual. El Costumbre de cambio de año tuvo lugar el sábado 28 de diciembre, 2019, en la casa de don Cecilio, chamán otomí que convocó a los pobladores de Cruz Blanca, Ixhuatlán de Madero, para que se sumaran y cooperaran para la realización del ritual; con todo la participación fue escasa. “Ya la gente no como quiera participa”, asegura don Cecilio.
La miniatura es la escala natural del nacimiento, y no sólo por la dimensión en la que el misterio es representado, sino porque el acto de ponerlo remite a la infancia, ese espacio en el que todo nos parecía inmenso porque nosotros(as) éramos pequeños, y que ahora nos parece diminuto porque somos grandes.
No hay que avergonzarse de creer en los amuletos, tan estéticos y misteriosos y cargados de simbolismo como muchos de los objetos trendy adorados y devorados por la sociedad contemporánea, pero eso sí, mucho más profundos por todo aquello que nos revelan acerca del funcionamiento y la definición del mundo, así como de las fuerzas cósmicas, contenidas en ellos.
Al comenzar un siglo, siete cartas (más una) a dos mujeres, una en la mitad de su vida, otra que comienza apenas la suya. Para decirles lo mismo a ambas: la vida no es fácil, pero sólo tenemos ésta. El planeta está en peligro, pero sólo tenemos éste.
Conforme uno se abre paso por las páginas de este bestiario, salta a la vista el uso de frases tales como «alimento bueno» o «bueno para comerse» para describir aquellas que son aceptadas y consumidas tanto por indios como por españoles. Por ejemplo, un extracto de la Historia natural de la Nueva España de Francisco Hernández describe de este modo al michpillin, “una masa de pececillos no mayores que liendres.” Por otro lado, las descripciones de aquellos animales considerados tabú para las culturas europeas, como es el caso de las serpientes, generan una imagen de barbarie respecto a los indígenas que los consumen.
La cocina tradicional mexicana no sólo es el resultado de su pasado prehispánico o de su mestizaje colonial, sino que está conformada por varios elementos que van más allá de lo estrictamente culinario: desde la biodiversidad del territorio mexicano y el significado ceremonial y ritual que se le ha otorgado a los alimentos a través del tiempo, hasta la relación que guardan las artesanías con los ingredientes culinarios característicos de cada región y los procesos de cultivo y transformación de las materias primas, tan característicos de nuestra gastronomía.
En el mundo de la botánica, la espina y el fruto son dos caras de una misma moneda. Por una parte, las espinas protegen a las plantas y a sus frutos de depredadores. Sin embargo, gracias al consumo de sus frutos por parte de los animales es posible que las semillas se esparzan por todo el territorio. Por ello, cada fruto posee características para atraer a depredadores que tengan la capacidad de propagar sus semillas —ya sea de manera natural o artificial—, así como para repeler a aquellos que no son aptos.
El libro como objeto está compuesto de dos pequeños tomos ubicados uno enfrente del otro, lo que permite abrir cada uno en la misma página correspondiente y admirar un paisaje amplificado de una banqueta, observar en la esquina inferior izquierda una alcantarilla, mientras en el centro se ven algunas hojas secas o un mensaje rallado con esténcil. El ejemplar se puede poner en el piso, abrirlo de par en par y concebir ese pequeño espacio como una instantánea de las calles de París, como si esos empedrados pudieran ser parte de un departamento en la Ciudad de México.
Los fragmentos reproducidos a continuación pertenecen al libro Francisco Xavier Clavigero. El aliento del Espíritu, de Arturo Reynoso, y editado por Artes de México, en el que se detalla, con lúcida precisión, la manera en la que el jesuita veracruzano abordó la compleja relación entre el discurso de la fe, la ciencia y la historia. Este libro es un acercamiento indispensable para entender a fondo las aportaciones y los alcances de la obra de Clavigero.
Si el cuerpo de los mexicanos está hecho de maíz, entonces su corazón debe ser un nopal y su sangre el jugo de una tuna. Desde tiempos de antaño el nopal y sus frutos han sido símbolo de la espiritualidad en México, además de ser alimento, sustento económico, deleite, medicina, material de construcción e inclusive arte; el mismo Diego Rivera mezclaba sus pinturas con nopal y cal para la mejor preservación de sus murales.
En México, hasta hace algún tiempo el conocimiento sobre pueblos indígenas y sus lenguas era escaso, se trataba más bien de un asunto de especialistas que de dominio público. En el panorama nacional esto cambió debido a la insurrección del EZLN, hace 25 años. El levantamiento armado trajo a la palestra el tema de la existencia y continuidad de los pueblos indios así como sus exigencias por el reconocimiento de sus derechos políticos, entre otros, su derecho a la autonomía y al reconocimiento de sus territorios. La campaña de integración y castellanización forzada, iniciada en el periodo posrevolucionario, no había dado el resultado esperado ni hecho mella de manera homogénea en la nación.
La historia de cómo estas esculturas llegaron a formar parte de cada escenario no sólo de nuestro país, sino de otras naciones como Francia, Alemania y Estados Unidos, representa más que un simple proceso de producción masiva: es un fenómeno en el que cada elemento responde a una faceta distinta de lo que significa el arte, desde el siglo XIX, para la cultura occidental.
El chamán presentifica y torna visibles a los no humanos y casi humanos por medio de la ropa que les otorga a esos muñecos. Así, repara la ausencia de unos y la invisibilidad de otros. Convocados gracias a la intervención chamánica de recorte y amarre, los humanos pueden tratar de comunicarse con ellos para pedir por la subsistencia de la vida campesina o para hacer cordiales las relaciones al interior de la colectividad.