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Rubén Martín

03/10/2021 - 12:04 am

Disculpas, evangelización, colonización y acumulación

«La mayoría de las notas periodísticas se centran en la burla contra AMLO cuando lo relevante, desde mi punto de vista, es que Aznar reivindica la Conquista desde la misma visión racista de los conquistadores de hace 500 años».

«(…) Aznar pretende encubrir que este proceso de colonización de las ideas y cosmovisiones de los pueblos originarios, se impuso de la manera más violenta y cruel». Foto: Cortesía INAH

Ya se sabía que la solicitud lanzada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador para que la Corona española ofreciera disculpas por la conquista a los pueblos originarios de este continente que ahora nombramos América, iba a levantar controversia y polémica.

En sí misma la propuesta de López Obrador no sólo es polémica y controvertida, al mismo tiempo es incongruente, porque por un lado hace ceremonias donde ofrece disculpas a los pueblos originarios, como acaba de hacer con el pueblo yaqui, pero de otro lado el Estado que encabeza sigue ejerciendo el colonialismo que antes era obra de la Corona española y que continuó con el Estado independiente, tal como ahora denuncian los pueblos de la península de Yucatán que se oponen al megaproyecto del Tren Maya.

Las reacciones han sido de todo tipo: desde el desdén del actual monarca español, hasta las estupideces como la del expresidente José María Aznar que, más allá de burlarse del nombre de López Obrador muestra su ignorancia. La mayoría de las notas periodísticas se centran en la burla contra AMLO cuando lo relevante, desde mi punto de vista, es que Aznar reivindica la Conquista desde la misma visión racista de los conquistadores de hace 500 años.

Tras burlarse del nombre de AMLO, Aznar añadió: “Es que si no hubiesen pasado algunas cosas [la violenta Conquista], usted no estaría ahí, ni podría haberse producido la evangelización de América”, lo que desató aplausos de los militantes del Partido Popular reunidos en una convención en Murcia. Abiertamente Aznar reivindica la Conquista porque trajeron la “evangelización”, asumiendo con ello la absurda e ignorante idea de que las creencias, cosmovisiones y religiones que tenían los pueblos que poblaban el continente eran menos valiosas o en sí mismo “diabólicas” por lo cuál imponer la evangelización fue un “legado civilizatorio”. Al elogiar la “evangelización” como un tributo positivo de la Conquista, Aznar pretende encubrir que este proceso de colonización de las ideas y cosmovisiones de los pueblos originarios, se impuso de la manera más violenta y cruel.

Así lo recuerda este extracto de Eduardo Galeano de su libro clásico Las venas abierta de América Latina: “(…) antes de cada entrada militar, los capitanes debían leer a los indios ante escribano público un extenso y retórico requerimiento que los exhortaba a convertirse a la santa fe católica: ‘Si no lo hiciereis o en ello dilación maliciosamente pusiereis certifícoos que con la ayuda de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros y vos hare guerra por todas las partes, y manera que yo pudiere y os sujetaré al yugo y obediencia de la Iglesia y de su majestad y tomaré vuestras mujeres y hijos y los haré esclavos y como tales los venderé y dispondré de ellos como su majestad mandare y os tomaré vuestros bienes  y os haré todos los males y daños que pudiere’”.

Aznar, y con él seguramente millones de españoles pero también latinoamericanos, creen que la Conquista fue sobre todo una empresa religiosa y civilizatoria, ignorando que la motivación esencial de las empresas de conquista de las potencias europeas, era encontrar otras fuentes de acumulación de capital.

Prácticamente todos los autores que han estudiado el origen de la moderna sociedad capitalista han destacado el papel tan relevante que tuvo la guerra, la violencia, el saqueo y el despojo, en la empresa de la conquista de las poblaciones, bienes y territorios de lo que ahora es América. El objetivo principal, dicen todos estos autores, era encontrar y acumular nuevas riquezas. Aquí resumo algunos autores que estudie para una tesis de posgrado.

En el apartado sobre el proceso de acumulación originaria de El Capital, Carlos Marx resume: “El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, el exterminio, la esclavización y el sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la Conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: tales son los hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista”.

Karl Polanyi enumeró los medios violentos, guerreros y corsarios que abrieron paso al comercio de larga distancia impulsado por los europeos. “En el pasado, la organización del comercio había sido militar y guerrera; era un adjunto del pirata, el ladrón, la caravana armada, el cazador, el trampero, el comerciante espadachín, los burgueses armados de los pueblos, los aventureros y exploradores, los plantadores y conquistadores, los cazadores de hombres y los comerciantes de esclavos, los ejércitos coloniales de las compañías certificadas”, cita Polanyi en su libro La gran transformación.

Adam Smith cuestionó los motivos piadosos de convertir a los pueblos originarios al cristianismo esgrimido por Cristóbal Colón y los españoles y dijo: “Todas las demás empresas de los españoles en el Nuevo Mundo, posteriores a las de Colón, parecen haber tenido el mismo motivo. Fue la sed sacrílega del oro (…)”.

Por su parte el historiador económico Carlo Cipolla es particularmente insistente en este punto. “La palabra ‘oro’ regresa de continuo con obsesiva insistencia en las anotaciones del almirante genovés (Cristóbal Colón). En los decenios sucesivos los conquistadores españoles demostraron estar dominados y motivados por la misma pasión obsesiva. Nada parecía interesarles fuera del oro, y para apropiarse de él se mostraron capaces de cualquier sacrificio, así como de cualquier infamia. Para conseguir información acerca de la existencia de tesoros no dudaron en torturar y asesinar a decenas de miles de indígenas”, dijo Cipolla en su libro Conquistadores, piratas y mercaderes: La saga de la plata española.

Cipolla recuerda que a los ayudantes de Cortés les tomó tres días enteros hacer el inventario del oro de los aztecas, luego de torturar a Cuauhtémoc y de engatusar a Moctezuma para que revelara el lugar donde se guardaba el tesoro imperial. El autor italiano cuenta cómo al capitán español encargado de conquistar el imperio inca, ordenó fundir 700 planchas de oro, finamente labradas, saqueadas de la ciudad imperial de Cuzco: “y así, con gran violencia, tomó posesión del material recogido (…) Los españoles se mostraron particularmente eficientes en despojar y depredar a los indios”.

En su libro, Orígenes del capitalismo moderno, el historiador francés Henri See recuerda la violencia asociada a la Conquista: “Mediante verdaderos actos de piratería, los comerciantes europeos obtenían enormes ganancias, que en ocasiones excedían del 200 o del 300 por ciento. No era menos lucrativa la práctica del trabajo forzado que los europeos exigían a los indígenas en las colonias; españoles, portugueses, holandeses, todos mostrábanse igualmente despiadados con las llamadas razas rojas o amarillas. En toda América, pero especialmente en las Antillas, regiones enteras quedaron despobladas de indios, al grado que era necesario sustituirlos con negros que los traficantes importaban de África: comercio criminal, pero que dejaba enormes utilidades”.

Fernand Braudel, fundador de la escuela de los Annales, se detiene en la conquista de los pueblos originarios de América. “Milagrosamente, sobrevivió a las pruebas de la conquista, y de la explotación colonial: a las matanzas masivas, a las guerras implacables, a las rupturas de los lazos sociales, a la utilización forzada de su ‘poder de trabajo’, a la mortalidad que ocasionaron los traslados y las minas, y, para terminar, a las enfermedades epidémicas llevadas de Europa y África por los blancos y los negros. De 25 millones de habitantes, México central pasó, así, se calcula, a una población residual de un millón. El mismo descenso ‘abismal’ se produjo en la isla de La Española (Haití), en Yucatán, en América Central y, un poco más tarde, en Colombia (Braudel: Civilización material, economía y capitalismo. Siglos XV-XVIII).

De modo que bajo el pretexto de la evangelización y traer la “civilización” a los pueblos que habitaban este continente, españoles y el resto de las potencias europeas impusieron violentos y sangrientos procesos de conquista de territorios con lo que despojaron a las poblaciones la soberanía de sus cuerpos, sus bienes y hasta religiones y cosmovisiones. Gracias a este violento proceso de conquista, los europeos realizaron un masivo traslado de capital de América a Europa, con lo se sentaron las bases del capitalismo moderno, como lo admitió en su tiempo Max Weber: “Las adquisiciones coloniales de los Estados europeos han dado lugar en todos ellos a una gigantesca acumulación de riqueza dentro de Europa” (en su libro: Historia económica general).

Tanta evidencia histórica a la mano para que los nuevos conquistadores, como Aznar, salgan con las mismas estupideces de elogiar la Conquista por la traída de la “evangelización” de la religión católica a los pueblos de lo que hoy es América.

Pero más allá de la polarización entre gobernantes que romantizan a los pueblos originarios como López Obrador, o políticos ignorantes como Aznar que los desprecian, resaltan iniciativas políticas que pretenden conmemorar 500 años de conquista desde otro espacio y otra política: la de los pueblos que afirman que nunca fueron conquistados. Y en lugar de pedir disculpas a los conquistadores, van a la Europa de abajo para hablar con otros pueblos y comunidades para conocer cómo es que resisten al mismo sistema que hace 500 años conquistó y colonizó América. De eso trata la Travesía por la vida que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI) están llevando a cabo por otra Europa. Al final, los que impusieron la evangelización y la colonización en América, son los mismos que dominan y oprimen a los europeos de abajo.

Rubén Martín
Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales. Twitter: @rmartinmar Correo: [email protected]
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