Arnoldo Cuellar
18/02/2021 - 12:05 am
Arroyo Vieyra: la misoginia light no es menos dañina
La alusión a ese tema público fue respondida por Arroyo Vieyra con una grosera alusión personal al inquirir a Botello por un tema de su vida estrictamente privada que no reproduciré.
Hace casi seis años en el marco de una campaña electoral reñida, el Diputado federal priista Francisco Arroyo Vieyra creía subir el tono de la contienda municipal por la capital de Guanajuato al llamar denigratoriamente a la aspirante panista Ruth Lugo Martínez «Señora Weiler», en busca de un juego de palabras que asociara a la candidata con la raza canina Rottweiler.
Afecto a un humor político que quería ser ácido pero terminaba siendo denigratorio y rebajando el nivel de una contienda civilizada a un pleito de barriada, Arroyo, quien había presidido el Congreso de México en esa legislatura y se aprestaba a dar un salto a la diplomacia en la que representaría a nuestro país en Uruguay en el Mercosur, no hacía sino mostrar un añejo vicio de los políticos mexicanos: la resistencia a la participación de las mujeres en la esfera pública.
Aunque Lugo Martínez presentó una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el asunto no prospero por la carencia de un marco legal para sancionar la violencia política de género, que apenas se acaba de instaurar el año que pasó y por la capacidad de influencia del legislador.
Arroyo, nunca se disculpó y tampoco aprendió. Este fin de semana se enzarzó en una disputa de redes sociales con la exalcaldesa de León Bárbara Botello Santibáñez al comentar una fotografía publicada por ella junto a sus mascotas con un solo adjetivo que, de nueva cuenta, quería ser ingenioso y punzante pero que sólo resultó despectivo: «mimético», dijo el exembajador para comparar a la mascota y a su propietaria.
El comentario seguramente no agradó a Botello quien respondió con agresividad no contenida aunque acompañada de un emoticón amable: «como va ls inversión en Andorra?», aludiendo al escándalo que acabó con la carrera de embajador del político guanajuatense, al encontrársele mediante una investigación periodística una cuenta no declarada de 1.2 millones de dólares en el principado español convertido en paraíso fiscal.
La alusión a ese tema público fue respondida por Arroyo Vieyra con una grosera alusión personal al inquirir a Botello por un tema de su vida estrictamente privada que no reproduciré.
Cabe señalar que la fortuna del político priista es un tema público en un país donde el enriquecimiento inexplicable de la clase política ha originado un amplio enojo ciudadano que ya se manifestó políticamente al respaldar mayoritariamente el proyecto de un candidato presidencial que hizo de la lucha contra la corrupción su bandera, aunque hasta ahora la promesa sea solo discurso.
En cambio, las relaciones personales de la exalcaldesa no son de ninguna manera un tema sujeto a consideraciones públicas, si es que son ciertas, y mucho menos si solo son infundios.
Las actitudes de Arroyo Vieyra manifiestas en ambos episodios dejan ver la profunda misoginia que padece y ejerce el patriarcado político mexicano, que de dientes para afuera acepta la paridad y las nuevas reglas del juego, pero que en cuanto puede, en privado o a través del escape subconsciente del chiste y la gracejada, deja ver su irritación.
La otra cara de esa misoginia es el nepotismo. Bienvenidas las mujeres a la política, siempre y cuando se trate de las que pertenecen a la familia del patriarca que a través de ellas quiere seguir ejerciendo influencia y de paso negando su autonomía y dignidad personal.
Como se ha insistido con razón, la violencia extrema contra las mujeres empieza en la concepción discriminatoria agazapada en mensajes y expresiones que hemos normalizado y que urge desterrar de la vida diaria y del diálogo público.
El debate sobre las ilegítimas aspiraciones políticas de un personaje acusado de violencia de género como Félix Salgado Macedonio es un tema de frontera, sin embargo, las resistencias machistas se expresan también de otras formas que no por menos brutales son menos perjudiciales.
Resulta aún más significativo que quien exhibe actitudes de discriminación se maneje por la vida con un aura de liberalidad y buena educación. Si quien ha presidido uno de los poderes constitucionales del país y lo ha representado internacionalmente no tiene la capacidad de reformular su machismo residual y sólo asume la equidad como una pose de política correcta, definitivamente es mucho lo que queda por avanzar para llegar a la igualdad plena y el irrestricto respeto a la dignidad de mujeres y hombres.
Por eso importa hablar de ello.
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