No hay que avergonzarse de creer en los amuletos, tan estéticos y misteriosos y cargados de simbolismo como muchos de los objetos trendy adorados y devorados por la sociedad contemporánea, pero eso sí, mucho más profundos por todo aquello que nos revelan acerca del funcionamiento y la definición del mundo, así como de las fuerzas cósmicas, contenidas en ellos.
Por David Lorente Fernández
Ciudad de México, 22 de diciembre (SinEmbargo).- La revista número 131 de Artes de México dedicada a los amuletos interpela al lector con una portada repleta de objetos extraños que, como un cajón de curiosidades, apresan la atención del observador. Es casi un impulso darle la vuelta al ejemplar y continuar desplegando las solapas en una exploración visual arrastrada por una curiosidad que, aunque quizá algún lector se resiste a reconocer, late en cada uno de nosotros. ¿O acaso alguien no se ha preguntado alguna vez sobre el significado o el valor de los amuletos? En la portada, contraportada y solapas de la revista distinguimos amuletos que conviven con nosotros o hemos visto; no nos resultan tan extraños, pero quisiéramos saber más de ellos; también otros objetos francamente raros que, deducimos, deben presentar cierta naturaleza común. Colgantes de ámbar, cuarzos, exvotos o milagritos, conchas y caracoles marinos, el cascabel de una víbora, un frijol, una rana de metal y una llave con inscripciones conviven con una planta enroscada y figurillas antropomorfas en un desorden bastante sugestivo. Estos objetos, descubrirá el lector al abrir la revista, caracterizan a la totalidad de los pueblos del planeta, no sólo en un pasado remoto, folclórico o supersticioso, sino en la más globalizada realidad actual.
No hay que avergonzarse de creer en los amuletos, tan estéticos y misteriosos y cargados de simbolismo como muchos de los objetos trendy adorados y devorados por la sociedad contemporánea, pero eso sí, mucho más profundos por todo aquello que nos revelan acerca del funcionamiento y la definición del mundo, así como de las fuerzas cósmicas, contenidas en ellos. El lector, fascinado por la magia que aún queda en el mundo, y secretamente aliviado ante tanta oda al progreso y la tecnología, estaría tentado a afirmar, como lo hizo hace años el filósofo Bruno Latour al titular su libro, que “Nunca fuimos modernos”.
Una fuerza prelógica, intrínseca al ser humano, trascendente y profunda, anida dentro de nosotros y nos lleva a buscar protecciones de todo tipo frente al infortunio y los riesgos inherentes a todas las sociedades desde que el mundo es mundo.
No hay nada semejante a esta revista entre las publicaciones actuales, y en este sentido hay que alabar a Artes de México su carácter pionero y creativo al tratar este tema tan omnipresente y desapercibido al mismo tiempo.
En antropología están de moda los objetos: son buenos para pensar y cuestionarse nuestra idea convencional de lo que concebimos como objetos. ¿Qué tipo de ‘raros objetos’ son los amuletos? Sin duda un objeto es, por definición, lo contrario de un sujeto. Pero en el mundo de los amuletos, así como en el de muchas creaciones de carácter ritual, los objetos son en verdad sujetos. Una entidad que actúa en algún sentido, que hace algo en el mundo, que atrae o repele, debe de tener algún tipo de vitalidad o subjetividad que impela o mueva sus actos. ¿De dónde les viene a los amuletos este carácter de sujetos? De distintos aspectos: del material del que están hechos, de la manera en que se los manipuló al producirlos, de su relación con alguna deidad o algún santo, de la oración que se les rezó… entre muchas otras formas de animación o de conferirles poder.
La revista abre al lector a esta nueva manera de entender los objetos sin embrollar al curioso en un laberinto de conceptos ininteligibles y de ideas encriptadas: la obra es fácil de leer y sumerge al interesado en un tema fascinante. No se trata sólo de conocer algunos amuletos del mundo y entender su historia o su simbolismo; se busca también alcanzar una visión general y panorámica de los amuletos que los presente como algo bastante más refinado y elaborado que un fetiche supersticioso. He aquí un análisis serio de un objeto trascendental para el ser humano: una hierofanía en términos de Mircea Eliade –lo sagrado que se manifiesta– o una expresión de fuerza poderosa, y en ocasiones, peligrosa, relacionada con lo que el estudioso de las religiones, Rudolf Otto, denominó ”el misterio tremendo y fascinante”, lo sagrado numinoso que puede infundir temor.
Muchos objetos de la revista son creaciones humanas, artificiales (lo que en antropología se conoce como “artefactos”): campanillas, medallas, manos de Fatma, azulejos, escudos de madera, piedras talladas, herraduras; otros son objetos naturales del mundo vegetal –como la rosa del desierto que aparece enroscada en la portada, los ajos machos, el ojo de venado o las semillas de colorín– y otros son elementos obtenidos del mundo animal, a menudo partes significativas de animales que, por sus características un tanto anómalas, llaman la atención de las culturas en las que estos seres habitan: como la tradicional pata de conejo, el diminuto e iridiscente colibrí o la víbora provista de su inquietante cascabel. Todos los elementos del mundo son, pues, susceptibles de transformarse en amuletos. Incluso un intrincado diseño de hena delicadamente trazado en una mano puede ser un eficaz amuleto, como describe evocadoramente en su poema Alberto Ruy Sánchez.
Algo que el lector aprenderá en las páginas de la revista es que los amuletos responden a dos categorías básicas, a veces combinadas en el mismo objeto: alejar el mal y atraer el bien. El mal puede ser la desgracia, la enfermedad, la mala suerte, el mal de ojo, la envidia, la brujería, entre otras muchas dimensiones nefastas de la existencia; el bien, por su parte, lo integran la fortuna, la buena suerte, la prosperidad, la salud, el dinero, la fertilidad o la fecundidad, entre muy diversos aspectos de la vida. Dicho de una forma bastante amplia, con los amuletos el ser humano busca prevenirse de las influencias malignas –la dimensión apotropaica o protectora de estos objetos– y atraer o convocar la prosperidad –su dimensión propiciatoria. No obstante, esta fórmula en apariencia sencilla da lugar a una impensable diversidad de combinaciones caleidoscópicas en las distintas culturas y los diversos momentos históricos. Pero la revista también nos revela aspectos insólitos de los amuletos, cuyos nombres sólo vamos a enlistar para no resolver de antemano la curiosidad del lector: relaciones y diferencias entre amuletos y reliquias; hibridación o simultaneidad de los amuletos; aposematismo.