El Instituto de Innovación y Robótica Educativa nació para formar docentes capaces de transmitir conocimientos en ciencia y tecnología bajo los métodos que las nuevas generaciones exigen, es decir, con materiales interactivos, touch, digitales que no signifiquen sólo un recurso, sino el medio para llegar a un conocimiento.
Ciudad de México, 18 de septiembre (SinEmbargo).–María de los Ángeles Solórzano Murillo está desde hace dos años al frente del Instituto de Innovación y Robótica Educativa (Inire) en Tepic, Nayarit, que iniciará su primera generación de la Maestría en Tecnologías Educativas a principios de este año, con el fin de formar profesionales que complementen su otro proyecto, la Escuela de Robótica para Niños Orbik, la cual no puede estar completa sin docentes totalmente capacitados.
Todo inicio con la empresa Robótica, Innovación y Tecnologías y su laboratorio experimental Orbik, que no resultaba ni rentable ni efectivo pues la robótica educativa sólo se brindaba a nivel instruccional, «te ponen un ingeniero que maneja su lenguaje y lo enfrentan con un niño que mediante la plataforma robótica medio entiende, pero para resolver esa problemática de fondo había que moverse no hacia los niños, sino hacia formar capacidades docentes. A que los docentes pudieran tener mecanismos de formación a nivel posgrado que les den las competencias para que ellos puedan incorporar a la robótica como un medio didáctico a las aulas», dice la directora del Inire en entrevista con SinEmbargo.
«Pensamos en el normalista que sale de la carrera de física o matemáticas y que de robótica no sabe nada; y también en el ingeniero industrial o en sistemas que no tiene nociones de didáctica, ahí se formula la propuesta del Instituto, que pueda brindar mediante la investigación, alternativas para que los docentes sean formados y capacitados. O sea que si esto ya estuviera maduro estaríamos brindando actividades de capacitación intensiva para los maestros pero como la robótica educativa está naciendo y haciéndose a sí misma, la tienes que abordar desde lo formal y del rigor de la ciencia con la investigación educativa», explica.
En la escuela Orbik tienen cursos con metodología validada para niños de 8 a 12 años, pero también ofrecen cursos de verano para preescolares, los cuales han tenido mucho éxito, «no se puede decir que el niño sabe robótica pero se puede decir que a esa edad con un verano de 30 horas, una secuencia didáctica, con una plataforma graduada para su edad, el niño comprende lo que es la robótica y lo puede expresar, inclusive señalar las partes de un robot o platicar cómo creó una estructura. Entre más temprano se toca a los niños con estos temas, responden con más soltura”, continúa la maestra en negocios y estudios económicos por la Universidad Autónoma de Nayarit.
UN MODELO EDUCATIVO PARA LA GENERACIÓN Z
La clave detrás de la maestría y de los cursos infantiles está en la «sociotecnopedagogía», o sea toda una estructura educativa para satisfacer las necesidades de la generación Millennial hacia adelante.
“El concepto de sociotecnopedagogía es el incorporar una vertiente tecnológica a una dinámica social particular con fines pedagógicos, esto significa para nuestro tiempo, dar un salto cuántico en términos de utilizar la tecnología que tenemos en este momento pero como la generación de nativos digitales lo está demandando, no con los paradigmas de la educación tradicional que nuestro sistema educativo mexicano tiene. Para lograr este reto, la visión del docente es fundamental, a la tecnología se le debe dejar de ver como un complemento, debe de ser un medio didáctico, cambiar el papel, la copia, el pintarrón por la pantalla interactiva, el cañón interactivo, la plataforma robótica, la tablet, las plataformas virtuales. No es el recurso, es el medio didáctico, el niño así lo percibe ya, porque si no los niños se están aburriendo en las aulas», dice Solórzano Murillo.
La maestra platica a Magazine SD que en el Instituto cuentan con la infraestructura necesaria para satisfacer las exigencias tecnológicas actuales, pues en una sola aula concentran el laboratorio de robótica para niños y el aula de posgrado. Ahí tienen una pantalla interactiva, que permite interactuar con un sólo dedo o plumón y usar «tinta digital». Además de un cañón igualmente interactivo, kits robóticos y computadoras enlazadas.
Aun cuando México ha obtenido buenos resultados en las competencias de robótica en las que han participado jóvenes estudiantes, la directora del Inire comenta que tienen una perspectiva diferente respecto a estos concursos. “Nosotros todavía no tenemos un sistema maduro para poder enfrentar al niño a las competencias, y aunque hay una tendencia a pensar que en la medida que el niño desarrolle el robot y lo va enfrentando en competencias y va ganando, va mejorando su desempeño. Pero nosotros cuestionamos un poco ese proceso porque en el paradigma de las competencias captamos que entran 100 a competir y salen dos ganadores, y los otros 98 se quedan con un sentimiento de que ellos no aprendieron robótica. Nosotros estamos en la otra perspectiva en la que todos deben de aprender y la competencia sí puede llegar a ser determinante pero no es el único fin, le damos más por la parte de la solución que se puede tener con ese robot para su sociedad, qué prototipo pueden hacer para resolver un problema en la ciudad o en la familia».
“El instituto para nosotros es una estrategia en la que queremos consolidar un ecosistema de ciencia y tecnología que nos permita desarrollar tecnología educativa pero validada científicamente, y para conceptos mexicanos. Eso no es algo que una empresa sola con un nivel de inversión pueda lograr, necesitas la conjunción de investigadores, de maestrantes, de doctores, de experimentos y sobre todo de la articulación de esfuerzos tanto públicos como privados para que se pueda llegar a generar eso, y ese es el pretexto de la maestría”, finaliza.