Los campos de Londres siempre son de Martin Amis

26/04/2015 - 12:00 am

Para alguien que en las redes sociales ha lanzado la siguiente pregunta: ¿Qué libro recomendarías sin pensarlo?

“Todo está trastocado. Los viejos se esfuerzan por ser jóvenes, como han hecho siempre, y como todos hacemos, pues la juventud sigue siendo el modelo. Pero los jóvenes se esfuerzan ahora por ser viejos. ¿Y qué supone esto? Guedejas grises, rostros resueltamente pálidos, pasos y gestos de lisiados, maquillajes de bruja de guiñol, muletas, collarines, soportes ortopédicos.

Y luego lo siguiente. Empiezas a preocuparte por el aspecto que tienen tus hijos pequeños. Primero, te preocupas por el aspecto que tú tienes (te conviertes en un objetivo militar o en un póster de protesta), y luego, una vez realizado esto, empiezas a preocuparte por el aspecto que tiene tus hijos pequeños. Peinados imbéciles –púas lacadas, una especie de efecto de escobilla color nogal. Combinaciones con magentas y marrones, trigo –y colinabo-. Veo en el parque a un niño que empieza a andar con un pendiente en la oreja (agujereada), y otro con un tatuaje (un pájaro cantor magullado). Hay bebés ataviados con pelucas y gafas y dentaduras de juguete. Llevados en sillas de ruedas. Sé de sobra que el Imperio británico ya no es lo que era. Pero uno se pregunta: ¿qué aspecto tendrán los bebés de los bebés”.

Si Experiencia, la biografía prematura de Martin Amis, era, al decir del propio autor, “una manera de hablar de nosotros, los británicos”, su novela más ambiciosa y celebrada, Campos de Londres (London Fields, en idioma original, hace referencia a un pequeño parque ubicado en el noreste de la capital inglesa), resulta un retrato descarnado del ciudadano inglés post-Tatcher.

Es cierto, nadie es tan despiadado con sus compatriotas como el máximo escritor de la Inglaterra contemporánea. Y por ser tan fiel a un sistema en el que la afición a los dardos, a la cerveza y a la desidia devienen en una verdadera cultura del fracaso, la prosa abigarrada y por momentos preciosista de Amis, se constituye en un desesperado acto de amor hacia la tierra que lo vio nacer en 1949.

La novela, sin duda un homenaje al escritor que Amis considera su Dios, Vladimir Nabokov (que es citado en Campos de Londres como un agudo teórico sobre el insomnio), tiene todos los elementos para ser considerada como un trabajo total que exhorta al lector a experimentar todos los sentimientos posibles.

Donde hay un crimen, donde las relaciones se frustran en medio de un entramado complejo que hacen funcionar personajes cuya realidad física se ve en todo momento cuestionada, subyace un escepticismo no exento de tristeza que hace presentir a quien la lee que se está frente a una obra por cuya lectura jamás volverá a ser el que era.

Desde su debut literario con El libro de Rachel, por el que ganara el premio Somerset Maugham en 1973, Martin Amis ha venido cosechando una verdadera legión de lectores fanáticos.

Con la saga tortuosa de la insatisfecha Nicola Six, del aburrido aristócrata Guy Clinth y del inmoral desclasado Keith Talent, Amis convoca con Campos de Londres a una honda reflexión sobre la literatura, la vida, el amor y la muerte: los únicos temas importantes no sólo para un buen escritor, sino también para un buen lector que se precie. No se trata de una novela para leer a los apurones, pero la inversión de tiempo y atención merecen la pena.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
en Sinembargo al Aire

Opinión

más leídas

más leídas