En una de sus múltiples frases estúpidamente geniales, George Bush Jr. dijo: “Esto es definitivamente un presupuesto; hay muchos número ahí”. De ahí a que los fuera a leer, hay un trecho, y que los fuera a entender, un abismo. Pero la actitud de Bush frente al presupuesto es la misma que muchos tienen ante los números. Así como la religión nos enseñó que el hecho de que algo no sea comprensible no deja de ser verdad, para un importante sector de la sociedad las revistas económicas se convirtieron en la nueva fuete de la verdad revelada: no entiendo lo que dice, pero si tiene números debe ser verdad (o un presupuesto).
El cálculo que hizo la revista Forbes sobre la fortuna del “Chapo” Guzmán, y años antes de la de Fidel Castro, fue una chabacanería, un juego de números que nada tenía de real ni periodístico, pero ayudaba a que se hablara de una lista que se había vuelto muy aburrida, porque siempre salían los mismos. La fortuna de “El Chapo” la calcularon con un método inferencial a partir de un dato no comprobable, es decir de un acto de fe. Si el mercado de las drogas vale X y el Chapo tienen más o menos una participación de mercado de Y, con una margen de Z, entonces gana tanto. Pero ninguno de los datos era comprobable. El tamaño del mercado, por ejemplo se tomaba de cálculos de la DEA que siempre ha tendido a inflar los números sobre el mercado de drogas porque en ello le va la vida (y el presupuesto).
Forbes no contribuyó, como dice, a crear una leyenda, fabricó un mito, una mentira. No sé si “El Chapo” Guzmán sea más o menos rico de lo que dijo la revista, no había manera de saberlo, lo que es cierto es que metiendo al principal narcotraficante mexicano a la lista de los más ricos del mundo, hicieron una clara apología del delito. La revista dice que haberlo incluido ayudó a echar los reflectores sobre el capo, lo cual le complicó la vida y sus transacciones financieras. Otra maravillosa inferencia sin datos.
Como en cualquier mito en un sistema religioso, no hay manera de probar la veracidad de su contenido, lo único comprobable en la creencia en éste. Forbes no podrá jamás probar el mito genial de que “El Chapo” es realmente uno de los hombres más ricos del mundo, pero la creencia ahí está, y la fabricaron ellos.