La disputa por la presidencia del PAN se está polarizando entre dos visiones que poco o nada tienen que ver con una visión de país o una oferta ideológica sino con asuntos muy pragmáticos. Esto es, el PAN no está debatiendo su visión de futuro ni su reconstrucción tras doce años de ejercicio de poder sino quién y cómo se reparten los restos del banquete.
Cuando el PRI perdió en el año 2000 tras setenta años de ejercicio de poder a nadie sorprendió que no tuvieran claro qué seguía ni cómo era vivir en la oposición. Pero que los panistas no hayan previsto que el partido volvería a la oposición resulta por demás extraño. Nadie se prepara para perder, eso es claro, pero quizá nadie esperaba que perdieran hasta la identidad.
Alrededor de Madero se han ido juntando dos tipos de liderazgos panistas: los apestados del calderonismo, que no son pocos y los chambistas. Los primeros son todos aquellos liderazgos a los que Felipe Calderón y su círculo íntimo fueron sacando de los círculos de poder, a algunos de ellos con rudeza innecesaria y prepotencia presidencial. Si algo sabían Calderón y sus primer círculo era ofender y herir, y dejaron el campo de batalla panista lleno de heridos y resentidos; están con Madero simplemente para oponerse a Calderón. El segundo grupo de apoyo a Gustavo Madero son los chambistas, cuadros medios del panismo cuyo liderazgo se basa en la capacidad de gestionar nóminas y que saben administrar los puestos de trabajo tanto en la victoria como en la derrota. Muchos de ellos se quedaron con el control de los comités estatales y han ido tomando el del partido con Madero. Ejemplos de este grupo son Jorge Luis Preciado, senador por Colima y coordinador del PAN en la cámara alta, y José María Martínez, senador por Jalisco y uno de los operadores de Madero.
A Ernesto Cordero se le puede acusar de cualquier cosa menos de popular. Sin embargo a diferencia de Madero tiene mucho mejor discurso y visión, pero un pecado de origen: la sombra de Felipe Calderón. Alrededor del ex precandidato a la presidencia de la república se han reunido los hombres de poder del panismo, algunos de los cuales aún manejan nóminas importantes.
El proyecto de Madero es de más corto plazo. Su mira está en el 2015, aprovechar cualquier coyuntura para ganar espacios haciendo alianza con quien sea. La visión de Cordero es la de un PAN más coherente internamente, pero a la vez más controlado y controlador. En lo que coinciden es que, hasta ahora, ninguno de los dos ha sido capaz de vender un partido con visión de país.