«La ley es permisiva. Las leyes están hechas para obtener mayor provecho, más dinero, benefician totalmente a la industria, no a los animales ni a los consumidores. Las leyes están hechas para quien explota, para quien tiene la empresa y el dinero», acusó la organización.
Ciudad de México, 26 de febrero (SinEmbargo).- «Si las personas conocieran la manera en la que produce la carne, no la consumirían», dijo a SinEmbargo Dulce Ramírez Islas, coordinadora de la organización Igualdad Animal México.
La asociación describe una cruda escena: «el camión abarrotado de cerdos llega al matadero. Los animales están al borde de la deshidratación: llevan más de 24 horas sin comer ni beber. Es el procedimiento estándar en la industria cárnica; de esta manera sus intestinos estarán vacíos cuando sean degollados y procesados. ¿Lo sabías? Claro que no. No sale en la publicidad de los productos cárnicos. ¿Sabes lo peor?: es absolutamente legal».
Lo anterior, señala, es un ejemplo de las diversas prácticas que lleva a cabo todos los días la industria cárnica. Y cuestiona: ¿Por qué la ley permite que las multimillonarias empresas de explotación animal puedan hacer sufrir a los animales de forma tan atroz? ¿Por qué se permite que negocios que gastan millones en publicidad que se centra en el sabor de sus productos no nos informen por ley de cómo se produjeron?
«La ley es permisiva. Las leyes están hechas para obtener mayor provecho, más dinero, benefician totalmente a la industria, no a los animales ni a los consumidores. Las leyes están hechas para quien explota, para quien tiene la empresa y el dinero», acusó Ramírez.
En ello coincidió Javier Moreno, portavoz de la asociación, quien dijo a este medio que «la industria cárnica es uno de los negocios más poderosos del planeta y trabajan de forma activa para impedir avances en la legislación que vayan en contra de sus intereses».
La Norma Oficial Mexicana NOM-033-ZOO-1995, «Sacrificio humanitario de los animales domésticos y silvestres», cuenta con diagramas donde se indica cómo debe darse muerte a los animales para provocarles el menor sufrimiento posible, sin embargo, la activista indica que al ingresar a los rastros de manera infiltrada han notado que no se cumple.
En el mismo sentido, lamentó que las puertas de los rastros no sean abiertas a los activistas ni a los consumidores, por lo que se han visto en la necesidad de infiltrarse para conocer lo que sucede allí. «La industria cárnica es impenetrable, lo que hay en los rastros es sufrimiento, crueldad y muerte», denunció.
«Es legal la explotación, con base en esa legalidad se intenta justificar la crueldad a la que son sometidos [los animales]. Sin embargo, no porque algo sea legal significa que sea justo», declaró.
Moreno acusó que en el sistema mexicano, «los animales son vistos como simple mercancía de la que obtener el máximo beneficio. Las leyes irán cambiando y se irán viendo avances a nivel legislativo también, pero es un proceso lento, ya que incluso las leyes existentes ni siquiera se cumplen».
«Las leyes no solo fallan miserablemente a los animales en manos de las industrias cárnica, láctea y del huevo, también nos fallan a nosotros, a los consumidores. ¿Cuántos de nosotros seguiríamos comprando pollo en el supermercado si la ley obligase a quienes lo producen a mostrarnos cómo lo hacen?», cuestiona la ONG.
Asimismo, señaló que la ley debería obligar a las empresas a marcar sus productos de manera visible y categórica. «Los consumidores somos víctimas de la permisividad de las instituciones con el todopoderoso sector ganadero. Si un consumidor no quisiera comprar un producto que está en contra de sus valores debería poder hacerlo», puntualizó.
La propuesta de la organización radica en la disminución del consumo de carne, hasta eliminarlo por completo:
«Nuestras decisiones en cuestión de hábitos de consumo impactan, dañan, lastiman a otros. Como consumidores tenemos la responsabilidad de decidir qué compramos. Podemos elegir entre el respeto y la compasión o la crueldad y la indiferencia»
Ramírez comentó que la industria tendrá que dar un giro para atender las demandas de la sociedad: «va a tener que transformarse. La mayoría de la gente desconoce el proceso de lo que se está comiendo, si lo conociera no comería carne. Estar informados nos permite ser solidarios, reconocer las injusticias que padecen los animales y no querer participar de ellas. Nos lleva a reconocer la urgencia y necesidad de ayudarles”, concluyó.