Ciudad de México, 26 de mayo (SinEmbargo).- La lucha contra el dolor es una constante en la historia de la humanidad. Evadir esta sensación y la búsqueda de su contrario, el placer, ha dado pie a innumerables innovaciones científicas y tecnológicas que han contribuido a hacer más cómoda la vida de millones de personas en todo el mundo. Ahora, un nuevo tipo de dispositivo podría dar calma a la mente de los que sufren de dolor crónico mediante la distribución propias señales de alivio natural en el momento justo en el que comiencen las molestias corporales.
Así, vivir si dolor podría ser posible gracias a una pequeña «bomba de iones» desarrollada en la Universidad de Linköping en Suecia, la cual se implantaría en los pacientes que padezcan dolor crónico, para cortar las señales en la médula espinal antes de hacer su camino hasta el cerebro. La idea es que el dispositivo estimule calmantes al cuerpo para intervenir a medida que las señales del dolor viajen a través de la médula espinal hasta el cerebro. Sin embargo, ¿qué tan conveniente es utilizar una alternativa como esta?
El dispositivo desarrollado por los investigadores suecos funciona de la misma manera en la que un marcapasos envía pulsos eléctricos para corregir un latido anormal, la bomba de iones enviaría neurotransmisores para prevenir que las señales de dolor lleguen al cerebro. Sin embargo, a diferencia de su similar cardiaco, en lugar de utilizar electrodos para enviar señales eléctricas puras, el dispositivo está construido con materiales biológicamente compatibles y envía señales químicas que integren mejor con nuestros sistemas internos.
Para las pruebas, los investigadores pusieron a trabajar la bomba en ratas vivas. Fue diseñado para enviar el neurotransmisor de alivio del dolor ácido γ-aminobutírico (GABA) a cuatro lugares diferentes, donde los nervios dañados se unen con la médula espinal. Se encontró que bloqueó con éxito las señales de dolor que llegaban al cerebro y tenía cero efectos secundarios.
«Lo que es único es que estamos utilizando la electrónica orgánica para enviar las propias señales químicas del cuerpo», dice Daniel Simon, profesor asistente en Linköping. «Los materiales orgánicos son fácilmente aceptadas por el cuerpo y se comunican, al igual que en la biología, con iones de carga.»
El equipo dice que el dispositivo podría hacer su llegada a las clínicas dentro de los próximos cinco o 10 años e incluso podría ser utilizado para llevar sustancias a otras partes del cuerpo, como el cerebro, para el tratamiento de enfermedades como el Parkinson o la epilepsia.
IMPORTANTE DOLOR
Los pacientes con dolor crónico buscan por todos los medios deshacerse de estas molestias, sin embargo, no son los únicos interesados en bloquear las incomodidades físicas. No obstante, aunque pareciera una buena idea, lo cierto es que deshacerse del dolor por completo no parece ser lo más ideal para el ser humano.
Lo cierto es que necesitamos dolor para tener algo que contraste con el placer. Sin dolor la vida se vuelve opaca, aburrida e indeseable o, en pocas palbras, el dolor podrá ser una experiencia poco placentera en sí, pero en él se basa nuestro placer, de una manera en que éste por sí solo simplemente no puede lograr.
Por ello, nuevas evidencias sugieren que el dolor puede en realidad aumentar el placer y la felicidad que obtenemos de la vida, además de mantenernos conectados con el mundo que nos rodea, publicó la revista Personality and Social Psychology Review.
No se trata de una consideración aislada. Al respecto, el Departamento de Fisiología, Anatomía y Genética de la Universidad de Oxford ha hecho estudios en los que se ha demostrado que experimentar alivio luego del dolor no sólo aumenta nuestra sensación de felicidad, sino que también reduce los sentimientos de tristeza.
A final de cuentas, no importa lo desagradable que pueda ser, el dolor también puede hacer que nos sintamos más justificados para recompensarnos con experiencias agradables. Basta pensar cuántas personas se complacen a sí mismas luego de una ida al gimnasio o el placer que puede proporcionar una cerveza fría luego de una jornada de trabajo duro.