Estamos tan acostumbrados al término “gusto culposo” que se ha vuelto un lugar común; uno a donde va a parar toda nuestra autocensura en muchas materias. Sin embargo, es la música quien más padece esta clasificación.
De esta manera, los “gustos culposos” se convierten en una especie de clóset que sólo podemos disfrutar tranquilamente gracias a la “sesión privada” de Spotify, por ejemplo; pero que puede significar (aunque sólo sea en nuestra imaginación) nuestro fracaso social con los seres con los que convivimos a diario.
Una amiga me dijo una vez, “la música es música”. Una obviedad que suena bastante parecida a “el dinero es dinero…” de MC Dinero, pero que –más allá de la reiteración– es una verdad absoluta. No debería haber gustos culposos. Ese sería el ideal. Pero, ¿qué quieren? Nos encanta hacerle al drama y, sobre todo, nos encanta buscar culpables.
De mis gustos musicales más “oscuros” yo culpo a las mujeres con las que pasé la mayor parte de mi infancia (mi madre, mi hermana, dos tías y mi abuela). Era la transición de los ’80 a los ‘90, ellas eran jóvenes, había mucho pop en la radio… Ya saben: 2 + 2. Va para ellas con cariño.
1. Chayanne – Chayanne es mi nombre
2. Mecano – Barco a Venus
3. Flans – Veinte Millas
4. Olé olé – Lili Marlene
5. Gloria Trevi – Contononeia
6. Lucero – Sobreviviré
7. Gerardo – Rico, suave
8. New Kids on the Block – Tonight
9. Los toreros muertos – Yo no me llamo Javier
10. Los Joao – Vamos a la playa
Ramiro Rivera (Monclova, Coahuila). Editor de Ciencia y Tecnología en SinEmbargo con experiencia como reportero y fotoperiodista. Artista multidisciplinario. Ganador del primer concurso de Ex libris, “Viva Torreón”, 2010. «Me interesa la manera en la que diferentes ámbitos interactúan para crear nuevas formas de expresión. En este caso, la ciencia y las nuevas tecnologías se convierten en el abrigo de nuestras actividades cotidianas y nosotros nos relacionamos a través de ambas.»