Ciudad de México, 18 de marzo (SinEmbargo).- Es común creer que el interés por explorar Marte se remonta a la época de la Guerra Fría, a mediados del siglo pasado. Sin embargo, la fascinación originada por el Planeta Rojo se remonta a varios siglos atrás, al grado en que se desconoce quién descubrió este planeta. La ironía radica en que el segundo mundo más próximo a la Tierra siempre ha estado a la vista de cualquier persona (de alguna u otra manera), pero incluso hoy plantea más misterios que certezas.
Pero para conocer los inicios de la exploración marciana no hay que retroceder demasiado en el tiempo. Para ello nos basta menos de siglo y medio. Desde entonces hasta ahora es bastante lo que ha podido conocerse sobre el cuarto planeta del Sistema Solar.
Hoy, las noticias más recientes indican que hace aproximadamente cuatro mil millones de años Marte albergó un primitivo océano que contenía más agua que el océano Ártico de la Tierra, y que habría cubierto una parte de su superficie mayor que la que ocupa el océano Atlántico. Este descubrimiento ayudará a comprender mejor la historia del agua en Marte y, por qué no, la del planeta mismo.
No obstante, a pesar de que las certezas que surgen cada vez más seguido le han dado forma a lo que hoy en día se conoce realmente sobre Marte, no ha impedido que en tantos años de investigación hayan hayan surgido algunas teorías insólitas sobre nuestro vecino rojo.
CANALES Y RUINAS
En 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli se convirtió en el primer investigador formal del Planeta Rojo al afirmar haber visto canales por todo el planeta. Sin embargo, sus observaciones dieron pie a una de las primeras teorías extrañas sobre este mundo.
De esta manera, los canales de Marte pronto se hicieron famosos, dando lugar a una oleada de hipótesis y especulaciones sobre la posibilidad de vida inteligente en el Planeta Rojo, siendo el astrónomo estadounidense Percival Lowell una de las principales figuras que sugirió que los presuntos canales descubiertos por Schiaparelli eran, en realidad, un sistema de irrigación creado por seres inteligentes.
Pese a que después los historiadores dieron a conocer que todo se trató de un malentendido a la hora de traducir el trabajo de Schiaparelli, ya era muy tarde entonces y la teoría de los canales marcianos se convirtió en parte del folclore astronómico de aquella época.
Otro fenómeno popular al que se ha enfrentado desde hace años la investigación marciana es la pareidolia, un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (generalmente una imagen) es percibida erróneamente como una forma reconocible.
Es así que a partir de la utilización de telescopios cada vez más sofisticados a partir de la segunda mitad del siglo XX, y con el despunte de la carrera espacial, las personas comenzaron a visualizar figuras de todo tipo sobre la superficie marciana, desde pirámides hasta rostros e incluso ataúdes.
Una de las pareidolias más famosas -que también ha dado lugar a más teorías insólitas- es la «cara de Marte», una imagen captada por la sonda Viking 1 en 1976. El supuesto rostro de tres kilómetros de largo por 1.5 kilómetros de ancho fue interpretado por muchas personas como la prueba de una civilización extraterrestre. Sin embargo, se trata sólo de una formación geológica natural y no una recreación artificial.
Sin embargo la excitación causada por dicho avistamiento fue tal que esta región marciana también conocida como Mesa de Cydonia se convirtió en punto de partida para extrañas teorías entre las que destaca la del conspiracionista Richard C. Hoagland, quien afirma que la «cara de Marte» -junto con otras características que creen que están presentes, tales como aparentes pirámides- es la evidencia de una civilización marciana perdida de la cual sólo queda una ciudad en ruinas.
TAMBIÉN OBAMA
La mejora de instrumentos de observación no ha impedido que personas sigan viendo en el suelo de Marte básicamente lo que su imaginación les da la gana. Tal es el caso reciente del ufólogo estadounidense Will Farrar que en su canal de YouTube afirma que lo que se alcanza a ver en la imagen obtenida por el rover Curiosity de la NASA es ni más ni menos que un ataúd.
Pese que la respuesta inmediata por parte de la agencia espacial estadounidense haya sido una negativa, las observaciones de Farrar no pararon en un simple féretro y agrega que «la piedra en la parte de atrás de la colina se ve como escaleras o piedra sobrante de algunas construcciones de viejas civilizaciones».
La calidad de las imágenes proporcionadas por Curiosity es excepcional. Sin embargo, ello no ha impedido que las teorías más absurdas surjan a partir de su observación minuciosa. Así, a los ataúdes y restos arquitectónicos se suman cruces, iguanas petrificadas y el mismo Barack Obama, o al menos su cabeza.
El pasado diciembre, entusiastas de los ovnis afirmaron haber visto la cabeza de Barack Obama en la superficie marciana, luego de observar una imagen panorámica de 2005 tomada por el rover Spirit en la que aparece una formación rocosa cuya figura les resultó bastante familiar.
No obstante, se trata de una especulación menor, al menos si se compara con las afirmaciones de Andrew D. Basiago y William Stillings, crononautas (viajeros en el tiempo) autoproclamados que en 2012 aseguraron que a principios de los ’80 un joven Obama fue parte de un proyecto secreto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) para explorar Marte, dio a conocer la revista Wired.
De esta manera, de acuerdo con Basiago y Stillings, el futuro presidente fue teletransportado allí junto con el futuro jefe de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (Darpa). Mientras tanto, la respuesta de la Casa Blanca fue clara: Obama nunca fue a Marte. «A menos que cuente ver a Marvin el marciano», dijo Tommy Vietor, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional.
EVIDENCIA BÉLICA
Para los conspiracionistas no todo son ruinas. Esto quedó demostrado luego de que fuera dada a conocer una imagen atribuida a una sonda de la de la Agencia India de Investigación Espacial que orbitaba sobre la zona conocida como Valles Marineris.
La imagen supuestamente muestra una nube de hongo creciente que para muchos es la «evidencia» de que una civilización puede haber sido borrada de la superficie marciana, como resultado de una guerra nuclear.
La imagen satelital muestra un acercamiento de la región en una zona que comprende un largo cañón de aproximadamente cuatro mil kilometros de largo sobre el que pasó el satélite asiático.
Aún existen muchas cosas por descubrir sobre Marte, pero no hay duda que a menudo la imaginación suple estas incertidumbres. Eso sí, la impaciencia puede jugar un papel importante para que las teorías más locas comiencen a surgir, y estás -como se ha visto- no tienen límites.