Ciudad de México, 6 de noviembre (SinEmbargo).- Antes de llegar a la meta relajaba el paso para llegar sonriente y relajado. En las imágenes que le daban la vuelta al mundo, se confundía la confianza plena de Usain Bolt con una arrogancia. El jamaiquino se convirtió pronto en un referente deportivo que movía muchas más cosas a su alrededor. Contratos publicitarios iban y venían en torno a su figura esbelta tras afianzarse como el hombre más rápido del mundo. Desde los 15 años supo que sobresalía con respecto a sus competidores, también a esa edad fue consciente que su camino estaba destinado a una vida distinta al resto.
Un deportista superlativo que triunfo en junior, juvenil y categoría absoluta. Bolt destronó el dominó estadounidense en base a una genética que con constante entrenamiento fue adquiriendo lo necesario para competir. En Atenas 2004, el mundo escucharía por primera vez su nombre aunque tardaría tres años en explotar, debido a constantes lesiones. A partir de entonces, un constante seguimiento público lo arropó. Más que incomodidad, el exuberante caribeño, se dejó querer por los lentes de las cámaras pero sobre todo con todo lo redituable que te da la fama.
Usain supo congeniar el aspecto financiero que el éxito deportivo trae consigo. Enemigo de las formas solemnes, se fue adueñando del espacio que ocupaba desde una pista o una gala olímpica. Bolt es el ejemplo práctico de que el tiempo es un invento del nombre. En distintas competencias, sin importar la ciudad, iba rompiendo marcas, imponiendo nuevos récords que años atrás parecían imposibles. El olimpismo tenía una figura nueva en la prueba reina histórica de la justa. Como siempre, ser figura le trajo críticos constantes, pero él seguía llegando a la meta sonriendo.
En el máximo exponente deportivo, Bolt se ha ganado seis medallas de oro dejando un sinfín de historias que contar. A esta realidad de súper atleta se le ha añadido un nuevo capítulo de polémica en forma de letras. Usain ha escrito su autobiografía y la editorial alemana BamS, ha adelantado algunos pasajes para que el velocista vuelva a estar en el ojo del huracán. «Para ganar hay que tener sexo», escribió Bolt. En la mayoría de las citas publicadas, el jamaiquino hace referencia a la importancia de tener relaciones. Incluso lo describe como parte primordial de su entrenamiento.
Anécdotas referentes a fiestas con actrices o tener la posibilidad de escoger a la chica con la que quisiera pasar la noche en medio de una fiesta fuera de control. El declarado aficionado del Manchester United, y que incluso ha entrenado con el equipo de David Moyes, describe con el mismo tono con el que se le escucha en entrevistas, su filosofía relajada de vida. En medio de una investigación sobre dopaje a toda la delegación jamaiquina por parte de la Federación Internacional de Atletismo, un libro acapara la atención en torno a Bolt.
«Mi entrenador me quiso prohibir tener sexo. Pero si le hubiera hecho caso, me habría vuelto loco», cuenta Bolt. Una leyenda olímpica, alejada de todo el protocolo de etiqueta como lo piden los escenarios de premiación, hace sonar su discurso. «Probé la marihuana, pero me pareció asqueroso y me arrepentí demasiado», confiesa. El hombre más rápido del mundo en los últimos años se ha burlado de aquellos que luchan por encontrarle alguna violación referente a sustancias prohibías. A sus 27 años, ha escrito una autobiografía que tiene destino para ser Best-Seller, mientras sonriendo y burlándose de la formalidad del atletismo.